Sonrió torcido
16
Ese día Fatima se encontraba nerviosa, es que para ella estar cerca de Odiseo era cuestión de nervios. Ella estaba enamorada de él mucho antes de siquiera conocer su personalidad, a veces lo observaba de reojo sin que él se diera cuenta, su excusa siempre fue y es la misma: "Odiseo es muy atractivo" repetía.
Cuando por primera vez él decidió hablarle, Fatima creía que su corazón iba a explotar, sentía que todos sus sistemas estaban a punto de colapsar, que cada membrana plasmática de su cuerpo estaba quebrándose. La tenía loca. Pero ella no lo demostraría así que, le respondió con indiferencia.
Que Fatima le contestara de esa forma le llamó la atención, mucho, y para él Fatima se volvió un reto inalcanzable. Que ahora, muy pronto llegaría a alcanzar.
Cuando hoy se vieron -en la esquina del colegio- Fatima creyó que moriría. No porque lo vería en sí, sino porque lo vería después de haberse dicho lo que se dijeron ayer. Qué sucedería ahora? Terminaría esa amistad que tenían para ser algo más? Él sentía lo mismo que ella? Esas preguntas rondaban por la cabeza de Fatima mientras se saludaban. Saludarlo se sentía bien, pensaba Fatima.
Pasaron los minutos y sólo hablaban como los buenos amigos que eran, risas, chistes, cargadas, todo muy normal, esto decepsionaba demasiado a la castaña clara, que esperaba que las cosas fueran diferentes, mas... especiales. Pero no fue así. Aunque como siempre ella tratando de ver él lado positivo, pensó que por lo menos no se había acabado esa amistad dulce que tenían el uno con él otro.
Fatima y Odiseo pudieron escuchar a lo lejos él sonido ensordecedor de la campana. Ya tenían que despedirse y esto entristecía a ambos. No querían separarse.
Fatima suspiro y miro sus zapatos colegiales, tomó uno de sus mechones que enmarcaban su cara y lo coloco detrás de su minúscula oreja. Odiseo sólo la observaba espectante a que ella levantara sus hermosos ojos de gato y lo observara. Lo hizo. Odiseo la miró de una forma especial, en la cual solo Fatima podría entenderlo, y después libremente sonrió torcido, sin importarle nada mas.
Esa fue su despedida.
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