Fatima
35
Fatima no se encontraba bien, le dolía tanto haber peleado con Odiseo, ella creía que ahora las cosas iban a mejorar entre ella y él, le había demostrado que sentía lo mismo que podía sentír ella. Pero aún así, Fatima no le alcanzaba, ella debía ser enojona. Sabía que tenía la culpa de la pelea, que se había enojado por algo que no tenía demasiada importancia, que sólo era una broma de Odiseo, que sólo era un juego nada más, pero ella, ella por alguna extraña razón se sintió humillada con dicha broma. Le afectó mas de lo que debería.
Creyó que se burlaba de sus sentimientos, si bien, después que ocurrió el hecho entendió que Odiseo sólo buscó hacerla reír un poco, pero ya era demasiado tarde.
Pensó en pedirle disculpas, en decirle: "Lo siento, me hice la cabeza yo sola. Vos no hiciste nada" pero si algo de malo tenía Fatima, era que era muy orgullosa, y no le gustaba admitir errores, por más de ella supiera que de verdad estaba equivocada, era caprichosa en ese sentido. Tampoco quería que él se discúlpase, porque sabría que él no tenía porqué hacerlo, y solo provocaría que la culpa de Fatima aumentara considerablemente.
Así que resignó, se acostó en su cama con las mejillas humedecidas y el dolor anclado en su pecho. Lloró por saber que ella no podría disculparse y que toda conversación que tenía con Odiseo sería obsoleta ya.
Miró el techo y por alguna razón en vez de recordar el armonioso rostro de Odiseo, allí estaba otro, otro mas sencillo pero más simpático, uno fiel, el de Santino Moreno. Fatima se sentó rapidamente en su cama, y posó su mano en su frente, descubriendo que estaba confundida, y esto no era una buena señal. Pero al momento le restó importancia. "Sólo he pensado en Santino no tiene nada que ver, yo estoy enamorada de Odiseo, y Santino sólo es mi compañero de banco y mi amigo. NADA MÁS." se dijo a sí misma.
***
En la mañana se dirigió al colegio, cuándo salía de casa, se topó con un Odiseo desesperado que la llamaba por su nombre esperando poder hablar con ella y que todo esto acabara. Quería volver a reírse con ella, tocar de nuevo su rostro como aquella vez, recordarle siempre lo hermosa que era, quería besarla, oh, anhelaba tocar sus labios con los suyos, ese simple roce, que lo transportaría a otro mundo.
Pero Fatima, solo huyó espantada, no podía soportar la culpa de verlo tan desdichado por ella. Así que corrió, corrió, y corrió, hasta que llegó al colegio, con los ojos desorbitados, rojos y llorosos. Se sentó en el suelo de la vereda apoyando su cabeza en la pared de una casa cercana al colegio y esperó que todo esto pasara. Si bien, pudo que toda esa tristeza se vaya, quedó un mal humor insoportable, que debería lidiar Santino, su amigo?
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