Locura
Si el universo juntara sus más grandes creaciones de la belleza, nada sería más impactante que la brillante figura de mi jefe.
Así es... Soy el asistente del empresario y hombre más codiciado de Seido, Yuuki Tetsuya.
Todas las mujeres desean estar en mi lugar... Y mientras tanto, yo estoy aquí, deseando que sea un sueño del que puedo despertar, porque todos los días lo miró y me doy cuenta de que... Ese hombre nunca me amara.
Porque para empezar, no le he dicho a nadie sobre que me gusta y tampoco puedo hacer que está persona me ame.
Yuuki Tetsuya, un magnífico alfa en el mundo de los consorcios automotrices, toda la vida ha tenido todo, y hoy en la mañana lo vi tan feliz cuando me llevó a la joyería.
Me pidió que lo acompañará a comprar un hermoso anillo de compromiso para la Omega que ama.
Una mujer con clase y fina educación, pero...
Todo fue un desastre cuando llegamos a la oficina, el mejor amigo del jefe no sabe quién es la mujer en la que está interesado, nuestro jefe ha amado a la señorita Takako por más años de los que puedo contar, fueron amigos de infancia y sin embargo ella ha aceptado la propuesta de matrimonio de Isashiki Jun, el mejor amigo del jefe.
Al escuchar que su amada se casaría, la tristeza lo invadió casi por completo, pero guardó silencio y mostró amabilidad a todos aquellos que sabían de sus sentimientos pidiendo que no hablarán al respecto para no empañar la felicidad de sus seres queridos.
Fui testigo de cada una de las veces que se encerró en su oficina a "dormir" cuando estoy seguro que se metía a llorar su pena.
Cómo su fiel guardián me quedé a su lado, amándolo en silencio, hice todo lo que estuvo en mis manos para evitar que se consumiera su vida en la desesperación y soledad.
-Sawamura...
-Digame.
-No te recomiendo el amor, es una pesadilla no ser correspondido.
-¿Señor?
-Jamás me casaré, no tendré hijos ni me fíjare en ninguna otra mujer, la amaré por siempre, así que me quedaré solo el resto de mis días.
Asustado me acerqué para hablar de eso, es una tontería dejar de amar por eso, pero su amor debe ser tan grande que duele tanto.
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Unos meses después de aquella afirmación, los altos ejecutivos le pusieron una trampa a mi jefe para que terminara casándose con la hija Omega de uno de los inversionistas, esa persona se negó hasta que ya no hubo más alternativas.
Me resigné a qué el jefe, la persona que tenía mi amor no correspondido, se terminaría casando con alguien más y a qué yo sólo podría estar a su lado como siempre durante el horario laboral.
Esa tarde...
-¡Maldita sea!
Llegó a la oficina y estuvo bebiendo por horas, entré preocupado y lo detuve, pero arrojó la botella contra la pared.
-¿También tu vas a desobedecerme?
-No señor, solo estoy preocupado por su salud, por favor perdone mi osadía.
-He... Pareces el único que se preocupa por mi.
Me sentí abrumado cuando sus feromonas salieron para mostrar su ira, porque no parecía creer en mi.
Agaché la mirada mientras estaba en el piso tocando su mano, ya que él estaba recostado en el sofá blanco.
-Siempre estaré a su lado, no voy a traicionarlo.
De pronto se enderezó y su semblante borracho desapareció, me miró por mucho tiempo a la cara y después me preguntó.
-¿Eres un Omega?
Fue una pregunta muy extraña para hacerme, pero le contesté.
-Lo soy.
-Entonces ven conmigo.
Salimos de la oficina, fuimos directo a su casa.
Al entrar, fuimos a su despacho y me dijo claramente.
-No me quiero casar con esa mujer.
Me extendió un par de papeles y me dijo antes de que los leyera.
-Si te casas conmigo, te daré todo lo que quieras, no puedo darte mi amor, porque tú sabes mejor que los demás sobre ellos, pero te cuidaré hasta el fin de mis días, no pienso divorciarme, serás el único Omega en toda mi vida.
Esto es... Una locura.
-Pero señor.
-Sawamura, si tú me dejas aquí, terminaré casándome con cualquier Omega, pero si te quedas, en serio serás el único, si necesitas que pase tiempo contigo durante tus rutinas, lo haré y no te obligaré a pasar tiempo conmigo durante las mías. Con la única condición de que te operes, no quiero tener hijos.
Miré su rostro lleno de frustración cuando voltee los documentos y vi una solicitud de matrimonio.
Entonces lo miré y le dije con mucha firmeza.
-Yo no... No quiero una cirugía.
-Entonces no pasaremos tiempo juntos, es eso lo que prefieres.
Me dolió tanto que fruncí el ceño, pero sus ojos no se retractaron cuando firme los papeles con la tinta que me proporcionó.
Y desde ese momento nos casamos, me dio una habitación y me pidió que ya no me fuera, aunque eran las 9 y ya tenía que ir a trabajar.
Para ese momento, lo vi irse de su mansión y la casa se sintió tan grande y vacía.
Algunas horas después, regresó con mucha prisa, al entrar ya estaba en la puerta, esperándolo.
-Toma.
Estiró mi mano y me entregó una sortija que ajustaba perfectamente bien en mi dedo.
-Este anillo es la prueba de que te has convertido en mi esposo y mi Omega, no te pondré una marca aún.
Me quedé callado al recibir el anillo, aunque yo lo amaba, aunque era mi esposo, no se casó conmigo porque me amara.
En casa no me faltaba nada, todo me lo dio, su casa, su espacio, me saco del trabajo, me dejó a cargo de otras tareas y me llevó a cada presentación, como una advertencia a su familia de que no se casaría con ninguna mujer por muy hija de otros empresarios que fuera y también como una muestra a todas las mujeres que lo codiciaban de que no había oportunidad para ellas en su vida, porque él jamás las amara.
Pero... También fue una respuesta para mí, porque siempre que intenté complacer a mi marido, él siempre se negó hasta que decidiera que no tendría hijos.
Me embarque en esta locura, sin saber lo que hacía, aunque este alfa fuera mi esposo, jamás sería mi alfa.
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