Capítulo 19: Te encontraré
[Jin]
No podía hablar, moverme o siquiera pensar, solo me limitaba a observar aterrado como Namjoon sujetaba con extrema fuerza el cuello de mi tío, provocando que se marcasen las venas de su brazo y cuello por la presión ejercida. Jamás le había visto de esa forma, jamás.
- N-no le mates... –susurré casi como una súplica.
- ¿Eres consciente de lo que me estás pidiendo? –miró de reojo a mi tío y apretó con más fuerza su cuello, ignorando los inútiles movimientos del mayor para que se detuviera. –Si no lo haces tú, lo haré yo. –añadió sin mirarme, aún con la mirada cargada de desprecio dirigida a mi familiar.
- Tú no vas a hacer nada, Namjoon –declaré con voz más firme, intentando recobrar la poca dignidad que me quedaba, la poca que no habían desperdigado y pisoteado por el suelo. Me puse en pie con dificultad, disimulando el dolor del costado y de trasero que aún seguían latentes, y tras colocarme el pantalón de nuevo, me acerqué a ellos, colocando suavemente mi mano sobre el hombro del Namjoon. – Suéltale.
- Ni de coña. Yo le mato.
- Suéltale ahora –ordené en un tono más alto.
Esta vez me miró, de hecho ambos me miraban, y esos cada par de ojos me mostraban cosas muy diferentes. Unos me miraban con miedo, con esperanza y alivio, con una capa de falso aprecio que solo utilizaba para salvar su vida. No me quedé mucho rato observándolos, porque el otro par me interesaba infinitamente más.
Los ojos de Namjoon seguían tan oscuros y profundos como la primera vez que los vi. Eran un mar negro en el que perderme, un mar que me pedía a gritos poderse desatar, tragarse y hundir a la miseria que tenía frente a él, pero yo no iba a permitirlo.
Él no podía acabar con mi tío, no lo haría y punto.
Y terminó dándose por vencido, aflojando el agarre y alejándose unos pasos. Mi tío inmediatamente fue a colocarse a mi espalda, terminando por tropezar y caer al suelo, haciendo que Namjoon instintivamente hiciera el amago de abalanzarse sobre él al ver que se me acercaba. Negué con la cabeza y señalé la puerta.
- Te espero fuera, no pienso irme sin ti –declaró antes de salir, más como una advertencia al mayor de la sala que como información para mí.
Y cerró la puerta, dejándome a solas nuevamente con mi tío, el cual casi no podía moverse. Estaba hecho un charco de sangre, tenía toda la cara tan magullada que con dificultad se podía diferencia el pómulo de la ceja. Era horrible. Por primera vez en su vida su aspecto reflejaba su verdadera persona.
- Jin –sollozó, agarrándome débilmente de la pierna, temblando como un niño asustado. –Mi querido Jin...
Daba lástima.
La misma lástima que probablemente daba yo de pequeño, cuando lloraba e intentaba agarrarme a lo primero que encontraba para salir de entre sus manos. La misma que daba cuando escuchaba el sonido de la puerta del baño abrirse mientras yo me duchaba y terminaba haciéndome una bola en la esquina de la ducha. La misma que cuando pedía ayuda a gritos, llamaba a mis padres para que me salvaran.
Daba tanta lástima que no dudé ni un segundo en rodear su cuello con mis manos y apretar. Apretar tan fuerte que casi sentí como se rompía, ignorando su mirada de terror. Ignorando sus desesperados intentos de apartarme. Ignorándole de la misma forma que él ignoró mi dolor todos estos años.
Y finalmente terminó. Terminó de moverse y yo terminé de apretar.
Me puse en pie y cerré la puerta a mi espalda, encontrándome con Namjoon apoyado en la pared de enfrente con los brazos cruzados. Aún tenía las venas del cuello marcadas y los puños cerrados, pendientes de cualquier detalle que pidiera de su presencia.
Al verme se incorporó y fue directamente hacia mí, casi corriendo y deteniéndose a medio milímetro de mi rostro, inspeccionándome preocupado pero sin llegar a tocarme. Le miré y no tardó ni medio segundo en percatarse de las lágrimas que yo estaba a punto de soltar. Me abrazó y hundió en su pecho, presionándome con fuerza contra él. Yo también le rodeé, clavándole mis uñas y gritando, llorando de una forma que jamás había experimentado, como si yo mismo fuera el acto en sí.
No sé exactamente cuánto tiempo pasó, pero se sintió escaso. Creo que me quedé sin lágrimas, porque no salían a pesar de que el dolor de mi pecho y las ganas de llorar permanecían intactos.
- ¿Cuánto tiempo lleva haciéndolo? –preguntó sin soltarme, aún rodeándome entre sus brazos con firmeza, sin despegarlos de mi cuerpo ni un centímetro. Tragué saliva y sorbí antes de responder.
- La primera vez fue cuando yo tenía ocho años. Solo me tocó. –cerré los ojos y le abracé con más fuerza, como si así fueran a desaparecer esos recuerdos. –Fue asqueroso.
- ¿Eras un niño? ¿Violó a un jodido niño? –no podía ver su expresión, pero notaba que hablaba entre dientes, con la voz tan grave que daba miedo escucharla. –Te rompió la infancia. Te ha destrozado la maldita vida Jin. – Ahora sí que me alejó, sujetándome por los hombros y mirándome fijamente. –Simplemente no puedo.
- ¿El qué no puedes?
- No va a irse de rositas después de haberte tocado. Te juro que es algo que me supera, solo pensarlo me hace querer vomitar.
- Namjoon...
- No, Jin. Lo digo en serio, si no lo haces tú, lo haré yo. Y decídete rápido, porque estoy poniendo mucho esfuerzo en no entrar ahí ahora mismo y romperle cada uno de los huesos del cuerpo.
- Namjoon, no tienes que hacer nada.
- ¡TE HA ESTADO UTILIZANDO A SU PUTO ANTOJO, ABUSANDO DE TI DESDE QUE ERAS UN MALDITO NIÑO, JODER!
- Namjoon, cálmate –inspiró hondo y me soltó, terminando por dar un puñetazo a la puerta del despacho, cerrada, antes de recargarse contra ella y revolverse el pelo con frustración. –Ya lo he hecho yo.
Levantó la mirada y me miró incrédulo, para seguidamente girarse y bajar el manillar de la puerta, adentrándose parcialmente en el cuarto. Le vi desaparecer en su interior y salir nuevamente a los pocos segundos.
- Le has matado –soltó como si no pudiera creerlo aún habiéndolo visto con sus propios ojos.
- Te ves sorprendido.
- Pensé que no lo harías –volvió a asomarse para volverme a mirar segundos después, aunque ahora cerró la puerta a su espalda. –De hecho si te soy sincero, rezaba para que no lo hicieras. Me hubiera gustado encargarme yo mismo de ese inútil.
Asentí y eché a andar, dando por finalizada la conversación. Todavía no había terminado mi cometido, no había llegado el final.
- Eh, Jin –me giré en medio de las escaleras que me encontraba bajando, observando la imagen desconcertada de Namjoon mirándome desde lo alto. - ¿A dónde vas?
- A ningún sitio. Puedes irte.
- ¿Irme? ¿Yo?
- Exacto. Déjame, necesito estar solo.
- No voy a dejarte aquí.
- Vas a hacer exactamente eso.
- Jin, te llevo a cuestas si hace falta. Ni en broma vuelvo a dejarte solo.
"Namjoon, saca tu maldito culo de aquí y déjame suicidarme tranquilo"
Pero no pude hablar, solo con pensarlo me valió para que comenzara a temblarme el labio inferior. Aún tenía que dar el paso para terminar con todo, con absolutamente todo, y no ayudaba que él estuviera preocupándose por mí. Hacía que doliera el tener que irme.
- Espérame fuera, yo ahora voy –respondí forzando una sonrisa.
Él me miró con desconfianza, pero para mi sorpresa terminó asintiendo sin mucho convencimiento, ordenándome que no tardara mucho, que estaría con el coche fuera. Cuando se giró y marchó andando pude apreciar toda la sangre que cubría su costado.
"Seguro que se le ha abierto la herida, es una pena que no pueda quedarme a curarla"
Pensé mientras avanzaba por los pasillos hasta llegar a mi habitación. No me demoré en observar el cuarto, en recolectar pequeños detalles, tan solo fui directo a la ventana, subiéndome y sentándome sobre ella.
Cerré los ojos, apretando mis dedos a los extremos, sintiendo la mayor adrenalina de toda mi vida. Saboreé el sabor de mi sangra brotando de mi labio inferior, el de mis lágrimas deslizándose por mis mejillas. Saboreé el sabor de la muerte, rozándome un segundo, al soltarme.
Cuando separé las manos del alfeizar y me dejé caer, con la vista del coche de Namjoon aparcado tras las enormes vallas de la mansión.
Pero él no estaba.
Él no estaba fuera porque se encontraba a mi espalda, sujetándome con fuerza de la cintura antes de que pudiera caerme.
- ¿Y si me tuviera que marchar? –susurró junto a mi oído, temblando en cada sílaba. –Eso es lo que te preguntabas, lo que dijiste en el mensaje que recorría tu cabeza cada segundo. –inspiró hondo y afianzó su agarre, juntándome más a su pecho. –Si te tuvieras que marchar yo iría a buscarte y te traería de vuelta, Jin. Ten por seguro que te encontraría.
- Siempre lo haces –conseguí esbozar en un hilo de voz.
- Siempre lo haré, lo prometo.
FIN
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