🔸6🔸
Bianca
«Bi».
Sonaba tan lindo en sus labios, con ese tono de voz tan dulce y suave, era como melodía para mis oídos. Jamás nadie me había llamado así, y con toda seguridad no lo habría permitido. Pero, ella tiene un algo que... sinceramente no sé qué me pasa. Sé a la perfección que solo debo verla como una amiga, ya no por el hecho de tener supuesta pareja, sino por ser heterosexual. No sé qué sea peor, pero en mi interior fue aún más decepcionante enterarme de eso. Aun así, seguía recordando una y otra vez su voz llamándome «Bi», su delicado tono al cantar, su risa escandalosa y contagiosa, sus pucheros y quejas contra Ana, su forma de sonreír y esa expresión con la que le dijo a Abel «se me olvidó» antes de la clase. Simple e insignificante, pero a mí me encantó.
—A ver, Bi... Bianca —me reñí en voz alta, estando acostada en mi habitación mirando lejos y recordando lo que no debía—, son solo ideas tuyas producto de la confusión con Nancy. Solo eso.
Ni siquiera tenía sentido el sentirme así, como si me llegara a gustar Elsa tan de repente. No podía ser posible, ¿O sí? Rendida, decidí llamar a quien con toda seguridad me daría un tatequieto. Nany, mi prima del alma, casi como mi hermana. Tres tonos, y su voz gruesa y autoritaria sonó del otro lado.
—Hasta que por fin te acuerdas de mi existencia, ¿Se te olvida quien aguantaba tus berrinches de pequeña? —me riñó.
—Y los sigues aguantando —contesté entre risas—, sabes que te quiero, no me regañes, o no todavía.
—¿Qué hiciste, Bianca Paola Reyes? —interrogó con un suspiro.
—Nada... —dije dudosa— aún. Creo.
Le conté cada detalle, cada expresión, cada sensación, cada recuerdo, todo lo relacionado a Elsa desde ese primer momento en que ese pucherito y su carita toda tierna atrajo mi atención. Era la única persona en quién podía confiar algo así, no toda mi familia sabía mi preferencia sexual y mucho menos por parte de papá. Pero ella era diferente, me comprendía y apoyaba en mis decisiones. Me aconsejaba cada vez que tenía problemas y me ayudaba a salir de ellos. Desde que tengo memoria ella ha estado conmigo, como mi hermana mayor. Y al ser enfermera, no solo curaba los raspones que me hacía de niña, sino que sanaba mis corazones rotos.
—¡Ay Bianca! —suspiró con frustración— No terminas de salir de un enredo, para meterte en otro. Solo te diré una cosa, olvídate de ese cuento con esta muchachita. Esta literalmente fuera de tu alcance, así que ajuíciate si no quieres sufrir más adelante.
—Lo sé —suspiré esta vez yo, con resignación—, pero es que...
—Pero es que nada, déjate de bobadas que ya no eres un adolescente hormonal —replicó tajante—. Preocúpate por la universidad más bien, y deja de pensar en tener novia que para eso tienes una vida por delante.
—Sí, mami, lo siento —me burlé—. Que guache te has puesto, hermana.
—La letra con sangre entra —explicó—, y contigo toca.
—Sí, yo también te quiero —me quejé.
Hablamos un rato más de otras cosas, su trabajo en el hospital de San Diego y la situación con su novio. Al saber que todo le estaba yendo bien en su vida, fuimos cambiando un poco de tema, como el estado de salud del abuelo. Nada preocupante según lo que me explicó, más bien parecía un chiste toda la urgencia con la cual hicieron que mis padres viajaran.
—Pero es bueno que visiten de vez en cuando, es más —comentó ella—, pienso ir un día de estos, pero sería mejor si fuésemos juntas.
—Seria genial, igual papá me dijo que tal vez deba pasar vacaciones allá —recordé aquel mensaje—, así que nos podemos reunir y recordar los viejos tiempos, si es que el viejo Arturo no se adueña de ti como la última vez.
—Cálmate, que él sabe que tú tienes trato VIP conmigo —se burló.
—Más le vale —le reté.
Nos despedimos con nuestro habitual amor rudo, sabiendo que se acercaba su horario de trabajo. Y por un largo rato analicé la situación con mente más clara, dándome cuenta que Nany tenía toda la razón, por lo cual hasta yo misma me reí de mis estupideces. En qué estaba pensando, en serio. Me despabilé de mi absurdo letargo emocional, y me dispuse a realizar los quehaceres. Ya era tarde para almuerzo y no tenía hambre aún, pero igual forma preparé al rápido y liviano para más luego. A las 5 de la tarde estaba desocupada, aburrida y sin más nada que hacer, pero un mensaje de las chicas llegó para solucionar mi falta de ánimo.
(C) Estoy más aburrida que Sofía en las clases de ética constitucional. ¿Hacemos algo?
(S) No me gustó tu comentario, pero debo aceptar estoy en las misma. ¿Ideas?
(B) Somo tres aburridas, pero no tengo idea de qué hacer.
(N) Me alegra que estén sin nada que hacer, ¿Quieren ir a una fiesta en la casa de Marcela? Todos en el grupo están invitados.
La idea me sonaba, pero seguía el mismo lío con Nancy. Aunque, sabiendo que todo el grupo estará, incluyendo al dichoso Javier, tenía la leve intuición de que pasaría desapercibida para ella. O eso esperaba.
(S) Creo que esta es la oportunidad para zanjes el tema con Nancy.
Me dijo Sofía por mensaje interno, y al parecer no fue la única con esa idea en mente, ya que Carla me envió un mensaje sospechosamente parecido.
(B) Bien, iré y terminaré con esto.
Les escribí a ambas, para luego recibir su confirmación apresurada por el grupo.
(S) Puedo decir que nosotras tres iremos.
(C) Y yo lo confirmo.
(B) Me apunto.
(N) Perfecto, mi querida Bianca. Es a las 8, no lleguen tarde.
La confirmación del resto fue llegando de a poco, hasta Javier se emocionó por poder ir. La única sin muchas ganas de aquello era yo, pero aun así lo haría más por despejar mi cabeza un rato y terminar uno de mis problemas de una buena vez. A las 6 y media empecé a alistarme, me di una ducha rápida y me vestí con un corto vestido de falda ancha estilo top, un buzo de tela delgada y mis sandalias más cómodas. Un poco de maquillaje, peinar mi cabello y adornarlo con una delgada vincha negra dejando mi flequillo por fuera. Faltando 15 para las 8, las chicas llegaban en el carro de Sofía para irnos juntas. No quería llegar sola, mucho menos tener que estar inmersa en ese incómodo momento del saludo general.
—¡Ututuy! —exclamó Carla— ¿Quién pidió pollo? Se supone que vas a terminar, no a conquistar.
—¿Terminar qué? —indagué con reproche.
—Ya, dejemos que la niña se prepare psicológicamente para que vea a su Crush y la rechace —añadió Sofía.
—En serio las odio.
Llegamos unos veinte minutos después de la hora estipulada, y sorpresivamente ya la mayoría de invitados estaban allí. Saludamos de forma general, sin muchas ganas de mi parte y con algo de incomodidad. No suelo ser así, en realidad me destaco por ser extrovertida, pero la situación que llevaba en mi cabeza me tenía algo tensa.
—Bianca, mi amor —saludó Nancy emocionada, corriendo a abrazarme con fuerza restregando sus abultados pechos sobre los míos—. Me encanta como te ves, estás tan hermosa y sexy.
—Gracias —dije algo nerviosa—, también te ves increíble.
No mentía, llevaba un jean ajustado que realzaba su ya firme trasero, una blusa corta de colores pasteles que dejaba su abdomen plano al aire, y ese piercing brillante era una distracción.
—Gracias, linda —me dio un beso en la comisura de los labios— ¿Quieres algo de tomar?
—Claro.
La música era suave y relajada, aún era temprano y la fiesta estaba en la primera fase: reconocimiento, donde solo conversaban y reían para entrar en ambiente. Por un momento se me olvido a que había ido, Nancy se estaba comportando tan dulce y tierna conmigo que me estaba confundiendo aún más. Durante toda la noche había estado ignorando a Javier, quien en muchas ocasiones se acercó con la idea de estar a solas con ella. Sin embargo, le sacaba el cuerpo con tanta facilidad, que estuve a punto de pedirle clases.
Poco a poco la fiesta fue subiendo de tono, el alcohol moderado en las bebidas estaba surtiendo efecto y la música prendió las energías. Cada vez iban colocando melodías más movidas, incluso llegaron a colocar reggaetón con lo cual algunas de las chicas empezaron el desorden. Entre esas, sin duda alguna, estaba Nancy. Contoneando sus caderas y moviendo con sensualidad su larga cabellera, lanzándome miradas lujuriosas sin vergüenza alguna. Más de uno lo notó, los cuchicheos curiosos empezaron a resonar y para el susodicho fue como una patada en la ingle. El resto de la noche solo me dirigía miradas de odio, sin siquiera intentar ocultar su disgusto y celos.
—Bianca, bailemos —Nancy me tomó desprevenida, llevándome al centro de la improvisada pista de baila de la mano.
Busqué una mirada de auxilio entre el gentío, pero solo recibí un «cuidadito» de parte de Carla, como un tipo de advertencia. No podía dejar que se saliera con la suya, pero el sensual contoneo de su cuerpo sobre el mío me estaba mareando. Y sin esperarlo, un mensaje de voz llegó a mi WhatsApp para espabilarme.
—Dame un segundo —le dije al oído por sobre el ruido de la fiesta—, debo contestar esto.
—Claro.
Me alejé lo más que pude de aquel bullicio, llegando a la concina donde me serví un trago de agua bien fría. El calor del ambiente me había dejado sedienta, algo cansada y ultra transpirada. Miré de nuevo mi teléfono reconociendo aquella hermosa sonrisa en su foto de perfil, el mensaje era de Elsa.
—Y vuelves a salvarme de un intenso —me dije, sonriendo con emoción.
—Hola, Bi... —decía en su audio, notando como titubeaba un poco— Ahmm, creo que es algo tarde así que lo siento, espero no haberte despertado... yo... bueno, la cosa es que... creo que no te di las gracias como se debe, fue muy lindo de tu parte subirme el ánimo en... Bueno, ya sabes, tampoco es que quiera recordarlo.... En fin, en serio gracias, y... tal vez, si quieres, podríamos vernos mañana. Ana y yo pensamos hacer una tarde de películas, ¿Quieres venir?
Sin decir mentiras, escuche el audio unas 3 veces seguidas. Se escuchaba tan tierna estando nerviosa, y de nuevo ese apodo saliendo de su boca. No esperé más, le respondí en un mensaje como era debido.
(B) Hola, preciosa, sí me encantaría ir, solo dime que puedo llevar, la hora y tu dirección. Allá estaré sin falta.
(E) Lo siento, ¿No te desperté?
(B) Claro que no, aún es temprano.
(E) Menos mal, y no te preocupes, ya compré algunas cosas y Ana traerá más así que no es problema, tú serás nuestra invitada de honor.
(B) Tan linda, pero en serio, me da pena llegar con las manos vacías.
(E) No señorita, en esta invitamos nosotras y no hay discusión.
—¿Y esa sonrisita? —preguntó Carla sobresaltándome— ¿Con quién hablas?
Del mismo susto, casi dejo caer el teléfono. Me encontraba muy cómoda recostada en el mesón de la cocina, escribiendo y leyendo los mensajes que intercambiaba con Elsa, por lo que mi atención estaba completa y fija en ella. No me había percatado que aquella sonrisa en mi rostro, luego de escuchar su voz en aquel audio, no había desaparecido aún.
—Nada... —titubeé— es del curso de repostería.
—Ah, claro —dijo sin mucha convicción—, el curso. ¿Vas a seguir aquí o regresas a la fiesta?
—Ya voy, contesto este y regreso ¿Vale?
—Sí, aja.
Regresó a la fiesta sin dejar de mirarme de forma escrutadora, como si estuviese haciendo algo demasiado sospechoso. Debía controlarme si no quería levantar ideas erróneas en ellas principalmente, mis queridas y chismosas amigas que todo se lo pillan.
(B) De acuerdo, ¿A qué hora?
(E) ¿A las 3 de la tarde te parece bien?
(B) Perfecto. ¿Alguna advertencia?
(E) Espérame tantito, ¿Cómo que advertencia?
Me reí fuerte y con ganas al leer ese mensaje, imaginándome su dulce expresión de indignación y sus pucheros.
(B) Sí, advertencias, es que con ustedes dos no sé qué vaya a suceder. Como son tan normales y eso, así como dijo Ana. Yo solo recuerdo, no más.
(E) Más bien recuérdame buscar una nueva mejor amiga, esta no me hace quedar bien.
(B) De acuerdo, tarea aceptada.
(E) Lo único que sí puedo decirte es que traigas ropa extra, porque haremos desmadre.
(B) No me esperaba menos de ustedes. Vale, eso haré.
Me pasó su dirección y me dio las referencias para llegar más rápido, dejé el celular por un rato y traté de disimular esa emoción que estaba creciendo cada vez más en mi interior. Regresé a la fiesta donde las chicas me estaban esperando, me tomaron cada una de un brazo y nos sentamos en el sofá para descansar un rato.
—Ahora sí, ¿Con quién tanto hablas? —preguntó Sofía esta vez.
—Con unas chicas del curso de repostería —expliqué conteniendo una sonrisa—. Deberían conocerlas, son tan graciosas.
—Y ese interés, ¿A qué se debe? —interrogó Carla con curiosidad.
—Me recuerdan a ustedes dos peleando como niñas pequeñas —dije—, en serio, ustedes se llevarían muy bien con ellas.
—¿Nosotras? Porque veo que tú sí te llevas demasiado bien con ellas, ¿No? —comentó Sofía con cierto tono de advertencia en su voz.
—¿Estás celosa? Aww ternura —exclamé divertida, atrayéndolas a ambas en un abrazo—. Ustedes son mis niñas, no las cambiaría por nadie, aunque me saquen de quicio de vez en cuando.
Nos reímos las tres por la veracidad de mis palabras, eran mis mejores amigas y eso no iba a cambiar por más que se les fuese la lengua. Regresamos a la pista de baile y por dos canciones seguidas estuve distraída, divirtiéndome como no había hecho desde que regresé. Pero una vez más mi teléfono sonó, un nuevo mensaje de texto de Elsa.
(E) ¿Qué haces? No estoy interrumpiendo nada, ¿Verdad?
Pensé en si seguir bailando con ellas o contestar el mensaje, se me estaba haciendo difícil decidir. Por un lado, no quería quedarles mal a mis amigas; pero, por el otro, tampoco quería dejar a Elsa con la palabra en la boca.
—Bellezas tropicales —saludaron dos compañeros con coqueteo— ¿Alguna quiere hacernos el honor de bailar con nosotros?
—Ustedes vayan y diviértanse, yo descansaré un rato —dije de inmediato aprovechando mi oportunidad.
Me senté en el sofá con un vaso de refresco en la mano, y el teléfono en la otra tecleando sin cesar.
(B) Me estaba dando un baño, pero ya me desocupé. ¿En qué puedo ayudarte?
(E) Bueno, como es la primera vez que te unirás a este plan, no sabemos si te guastarán las películas que veremos. ¿Algo en específico que quieras ver?
«¿No es una ternura?» pensé casi estallando de emoción.
(B) Me gustan las de terror y comedia, ¿Qué les gusta a ustedes?
(E) Adoro las de terror, las de zombies son nuestras favoritas. ¿Ya te viste Alive?
(B) No, pero sí he visto el thriller y se ve estupenda.
(E) Y nos veremos esa, ¿Alguna otra?
(B) ¿Conoces Boda Sangrienta?
(E) ¿Dónde la familia del novio intentan matarla en la noche de bodas?
(B) Sí, esa misma. Y La niñera, hay dos, pero no me he podido ver la primera.
(E) Esas sí me las quiero ver. Anotadas, será tarde sangrienta.
Continuamos con nuestra conversación por un largo rato, sin fijarme bien en la hora y riéndome sin parar. Era reconfortante hablar con ella, me sentía libre de decir cualquier barbaridad sin necesidad de cuidarme de las reacciones de otros. Con mis amigas podía, pero con ella había cierta complicidad que me encantaba.
—¿Quién te tiene tan apartada de mí? —preguntó Nancy sentándose seductora junto a mí, rozando mis muslos.
—Mis padres, están de viaje en Italia así que no he hablado mucho con ellos —contesté de inmediato con un poco de nervios.
—¿Por qué no nos vamos un ratito las dos? —sugirió con sensualidad— Tenemos una conversación pendiente...
Se fue acercando poco a poco, susurrando de forma lujuriosa aquellas palabras. En otro momento me habría puesto nerviosa, hasta me habría excitado por la sola insinuación; pero ya en este punto, con todo lo que ha pasado y lo que sé, ya no me causaba el mismo efecto. Lo veía con un acto simple y vacío, pero aún no entendía porque no podía articular palabra.
—No creo que sea posible —titubeé—, estoy algo cansada.
—Pero...
—Bianca... perdón por interrumpir —dijo Carla en mi rescate—, pero creo que ya es hora.
—¿De qué? —indagó Nancy confundida y molesta.
—De irnos, mañana tenemos algunas cosas que hacer y yo madrugo —dije con rapidez, recibiendo cierta mirada alarmante por parte de Carla—. Lo siento, nos veremos después.
Salimos de aquella casa respirando el frío aire nocturno, eran las dos de la madrugada y hasta esa hora había estado hablando sin parar con Elsa. Me sentía satisfecha y muy contenta, no con los resultados de esta extraña velada, sino por mis planes del día siguiente. Sin embargo, las miradas acusadoras no apaciguaron.
—¿Quieres dejar de usarnos como excusa, grandísima cobarde? —me riñó Sofía el llegar al carro.
—Lo siento, en serio —suspiré, sabiendo que estaban en lo correcto—, si quieren vuelvan a la fiesta, yo tomo un taxi.
—No es necesario, igual queríamos salir de allí —comentó Carla—, estos tacones me están matando.
—No quiero parecer disco rayado, pero en serio debes parar esto con Nancy —replicó Sofía—, casi te viola allí mismo en el sofá en frente de todos.
—Lo sé, les juro que no sé qué me pasa —dije con frustración.
Durante todo el camino fuimos en silencio, Carla estaba medio dormida sobre mi hombro y Sofía era la conductora designada de la noche. Llegamos primero a mi casa, la cual era la más cercana. Nos despedimos y con las mismas energías me tiré en la cama, gruñí con frustración al no poder frenar esto de verdad. ¿Por qué era tan difícil? El aparente encanto que tenía con Nancy se estaba esfumando, entonces, ¿Por qué demonios no puedo hacerlo?
Mi teléfono volvió a sonar, pensando que era alguna de las chicas o Nancy con algún reclamo por haberla rechazado. Pero me equivoqué.
(E) Mira la hora, es demasiado tarde, siento tenerte despierta. Nos vemos mañana sin falta, descansa. Besos.
Me reñí internamente por haberla dejado en visto, aquella interrupción y después el viaje a casa me había sacado de orbita por completo. Todo el buen humor que nuestra conversación me había generado, se había esfumado en un santiamén.
(B) Lo siento, no fue mi intensión dejarte en visto, se me presentó una situación.
(E) No te preocupes por eso, de todos modos, es demasiado tarde y hay que dormir.
(B) Está bien, nos vemos mañana. Descansa.
(E) Dale, besos.
Y con solo eso, la emoción y el buen humor regresó a mí como una luz resplandeciente que se lleva la oscuridad de aquel episodio incómodo. En ese momento solo me imaginaba lo que podría pasar al día siguiente, las locuras con las que saldrían esas dos. Me desmaquillé con aquellas imágenes en mi cabeza, sin dejar de sonreír en ningún momento. Terminé de alistarme para dormí, y me fui a la cama con esa sensación de paz.
Me desperté llena de energías y de un excelente humor, las ansias de que llegara la hora de irme me estaban matando a paso lento. Me distraje con los quehaceres, limpiando la casa por completo, aseo general como lo diría mi madre. A eso de medio día, las chicas llegaron con comida y sodas.
—Llegó una orden de chisme completo —anunció Sofía con emoción—, y comida, claro.
Entraron y se acomodaron en la sala, tiradas sobre la alfombra frente a la tv con algunos platos y servilletas para servir el almuerzo.
—Primero, cuéntanos sobre esas chicas y el curso —exigió Carla con curiosidad.
Les expliqué con detalle todo lo que hacíamos, los resultados de las dos últimas clases, el suceso del postre de la caca revuelta y el cómo mis dos nuevas amigas me habían salvado más de una vez de intensos.
—Bianca —dijo Sofía con seriedad— ¿Hay algo más que nos quieras decir?
—¿Referente a? —interrogué sin entender su punto.
—No sé, a estas dos chicas tal vez —añadió con obviedad—, Elsa y Ana.
—¿Qué tiene? No te entiendo.
—Me parece qué te estas emocionando mucho y muy rápido con ellas, ¿No? —agregó Carla.
—¿En serio? —era obvio, pero traté de disimular— Supongo que es por ser las únicas con quienes hablo en ese curso. Pero bueno, el chisme es...
Ambas pusieron los ojos en blanco, sabiendo que había desviado el tema tan mal disimuladamente, que no tuvieron de otra más que contarme.
—Nos llegó cierto rumor sobre la fiesta de ayer —explicó Sofía—, justo después de irnos el señorito despechado le reclamó a tu Crush, al parecer le molestó la forma en que te coqueteaba y que de paso lo ignoró toda la noche. Dicen que sea lo que sea que había entre ellos dos, esa noche se fue al olvido.
—Las cosas se ponen buenas cuando uno no está —se quejó Carla.
—Y gracias a Dios no estuve en ese espectáculo —expresé—, me cogen por delante después.
Comimos y nos reímos de los demás eventos de la noche, como aquellos dos que las sacaron a bailar y el motivo por el cual quisieron marcharse. Al parecer, estaban tan ebrios ya que más que bailar, estaban tratando de dárselas de don juan. No aguantaron la intensidad y desistieron, las tres huimos como las cobardes que somos.
—¿Me ayudan con algo? —les mostré un par de opciones para mi outfit del día, eligiendo el más casual y natural de ellos.
Una simple blusa de tirantes, un short jean color azul y mis zapatillas deportivas; como extra, decidí llevar un enterizo sin mangas, de pantalón corto y estampado de flores.
—¿Qué tal si salimos hoy? —indagó Carla.
—Seria genial, ando aburrida y sin nada que hacer estos días —comentó Carla.
—Ahmm... yo tengo planes para hoy —dije con algo de culpa, había olvidado mencionarlo—, es más, ya casi se hace la hora.
—Y... ¿Cómo para donde o con qué permiso, señorita? —reclamó Sofía con burla.
—Pues... Elsa me invitó a ver películas en su casa con Ana, tarde sangrienta —expliqué con calma viendo sus expresiones de sospecha—, si quieren ir no hay problema, puedo decirles que...
—Nah... Paso por esta vez —dijo Carla interrumpiéndome—, detesto la sangre en todas sus presentaciones.
—Con cuidado, ¿No? —sugirió Sofía sin dejar de mirarme de forma escrutadora.
—Sí señora —aseguré.
Se marcharon dándome los últimos minutos para terminar de alistarme; una ducha rápida, vestirme y peinarme. Nada de maquillaje para verme más casual, y una simple cola de caballo. En una pequeña mochila guardé la ropa extra, una peinilla y mi cargador. Estaba por salir cuando se me ocurrió algo, Elsa me había dicho que no era necesario, pero de igual forma quería llevar algo para compartir. Así que llamé a Ana, tal vez ella sí esté de acuerdo.
—Yo aquí, ¿Quién allá? —contestó con su típico tono bromista.
—Habla Bianca —contesté tratando de no reírme— ¿Qué onda con ese saludo?
—Tú sabes, hay que ser original —aseguró con total naturaleza— ¿Todo bien? No estas llamando para cancelar, ¿Verdad?
—No, estoy por salir para la casa de Elsa —afirmé con seguridad, jamás me lo perdería—, pero quiero llevar algo para compartir y quería preguntarte, ¿Qué le gusta a ella?
—Mmm... a ver... como su alma gemela digo que... —dijo con pausas— cualquier cosa, la niña traga como cerdo.
—Ya veo porque te golpea —bromeé.
—Discúlpame, pero perdóname —se quejó—, ella me pega porque se le da la gana, yo soy un alma inocente.
—Claro, yo te creo —contesté entre risas.
—Gracias por tu confianza —dijo con sarcasmo—, creo que puedes llevar algo de arequipe, no mentía cuando dije que era su adicción. Le encantan las gomitas rellenas de jalea, cuando compra ni a mí me da la desgraciada, y doritos picantes. Casi no los conseguimos así que sería como oro para ella.
Entre risas y burlas charlamos de los gustos extraños de ambas, incluyendo algunos de los míos. Hice mi pequeña lista de lo que podría llevar, calculé el tiempo que me quedaba y me preparé para salir.
—Ustedes están de verdad locas —le dije.
—Y tú eres de las nuestras, querida —aseguró—, solo que aún no te das cuenta.
—Ya veremos eso —le reté—, hasta luego.
Colgué y salí, entrando primero a la supermercado más cercada para comprar lo que faltaba. Por suerte, encontré casi todo lo que me había dicho; llevándome un paquete de gomitas, un tarro de arequipe, galletas saladas y una bolsa extragrande de doritos infierno, los más picantes. La emoción estaba ganándome cada vez más, pero decidí controlarme y solo pagar. Estando en la caja suena mi teléfono, Nancy estaba llamando una y otra vez, pero no quería contestar. Un par de mensajes llegaron luego de eso.
(N) Siento lo que pasó ayer, creo que debemos hablar de esto. Contéstame, ¿Sí?
Ignoré aquello y me dirigí por fin a casa de Elsa, los nervios me consumían con cada minuto que pasaba. Hasta que por fin llegué, con la respiración y el corazón acelerado, levanté mi mano para tocar la puerta. Pero el vibrar de mi teléfono me sobresaltó, otra llamada y un nuevo mensaje de Nancy.
(N) Voy para tu casa, en serio quiero hablar contigo.
(B) No estaré en todo el día, ¿podemos dejarlo para después?
Guardé aquel aparato y me centré en lo que hacía, avisar mi llegada tocando aquella puerta decorada con una tabletilla de madera de colores rosa y morado pastel. «Elsa» escrito en ella con una tipografía elegante y muy linda, haciéndome sonreír con solo ver su nombre. Dos toques suaves y sus pasos acercarse a la puerta. Al abrirla, mi respiración quedo casi paralizada. Vestía solo una pequeña sudadera dejando sus muslos al aire, una blusa ajustada sin mangas con un escote en forma de corazón justo por encima de sus senos y su cabello desordenado recogido en un moño alto, con algunos mechones cayendo en su rostro. Se veía tan natural y adorable, con su sonrisa ladeada y ese brillo en sus ojitos verdes. De inmediato me puse nerviosa, pero me obligué a reaccionar sino quería verme sospechosa.
—Hola, Bi —me saludó sonriente.
2024 casi por terminar y regresando a esta historia
Casi siento como si hubiese viajado en el tiempo
Aquellos rexuerdos...
Alguno recuerda está dulce historia?!
ADIVINEN QUIEN REGRESARÁ?!
PERO NO LES DIRÉ QUIEN SOY, BY: ELSA Y BIANCA.
Dios, estoy demasiado esquizo.
En fin, los quiero
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