Capítulo 14 : "Memorias"

— ¡Mandy! — se escuchó un grito desde la cocina y al segundo, algo que se rompía al chocar en el piso. Sonreí al imaginar a Nick tratando de hacer un desayuno decente. —Cariño, ven, por favor. Necesito de tu ayuda.— negué  con mi cabeza divertida pero no me levanté de la cama, estaba tan cómoda que no quería levantarme.

De repente se sintieron unos pasos y empecé a reír porque él estaba viniendo para la habitación. Estaba descalzo, sin remera y con unas bermudas de color negras que me volvían loca. Nick sonrió y se recostó a mi lado.

—Parece que hoy no te quieres levantar, cariño. Pero necesito de tu ayuda para que podamos desayunar e ir a trabajar. — gémi en modo de queja. Nick sonrió mientras acariciaba mi mejilla, sus ojos demostraban el cariño que me tenía.

—Es que anoche no me dejaste dormir.— él sonrió de manera pervertida. —Pero no por lo que estás pensando, has roncado toda la noche, tuve que ponerme una almohada en mis oídos para no tirarte de la cama. — Él soltó una carcajada y besó mis labios rápidamente.

—Como se nota que nunca te has oído dormir, bebé. Pero anoche estaba muy cansado, así que puedo creerte que he roncado, lo lamento. — solté un suspiro estirandome en la cama. Nick estaba recostado sobre su codo y su otro mano estaba sobre mi cadera, con una sonrisa en su rostro. — Te amo...— susurró. Lo miré sorprendida y besé sus labios.

—Yo también te amo mucho, Nick. Gracias por intentar hacer el desayuno hoy.— susurré en una sonrisa divertida. Me levanté de la cama mientras estiraba todo mi cuerpo y me giraba hacia Nick que todavía estaba recostado observándome. — ¿Ahora eres tú quien no se quiere levantar? — él negó con su cabeza divertido.

—No quiero ir a trabajar hoy. — se quejó tirándose en la cama. Lo observé y mordí labio al ver su pecho recordando todo lo que habíamos hecho anoche. Negué con mi cabeza tratando de olvidar todo aquel recuerdo que pudiera distraernos y hacer que lleguemos tarde a trabajar. El rostro de Nick se iluminó en una idea haciendo que lo mire curiosa, el no tenía buenas ideas. — Digamos que estamos enfermos, que hemos comido algo en mal estado y que el médico nos recetó estar en cama todo el día.

—No, Nick. Tengo que ir a trabajar, tal vez a ti no te digan nada, pero a mi sí. — suspiré mientras terminaba de cambiarme.— Vamos, prepararé el desayuno así tenemos un tiempo juntos hoy, volveré tarde, tengo algo que hacer luego del trabajo.

— ¿Y qué es lo que tienes que hacer? — preguntó curioso mientras caminaba detrás de mí. Se sentó en las butacas de la cocina y colocó sus manos en la mesada de mármol que estaba en la isla de la cocina. Lo miré de reojo mientras sacaba una galletas del mostrador.

— ¿Quieres café o algo más elaborado?— pregunté evitando su pregunta. Nick se encogió de hombros y supe que optaba por el café, siempre necesitaba tomar una taza al día para empezar a la mañana. Sentía su mirada y entendí que tenía que contestar su duda.

Nick no era celoso, bueno... un poco, pero no al nivel de llegar a lo tóxico. Yo tampoco era celosa, sabía que el me amaba y él también sabía que yo lo amaba. No teníamos otros motivos por estar celosos. Nick era alguien que, si algo no funcionaba, iba con la verdad y te lo decía.

Teniamos confianza y siempre he recalcado que si las cosas entre nosotros dejaban de funcionar por algún motivo, teníamos que hablarlo y llegar a un acuerdo entre los dos. Como dos personas enamoradas y adultas que se respetaban entre sí.

— Tengo que ir a buscar un pastel para mañana, no puedo despertarte sin un pastel, Nick. — sonreí mientras giraba mi cuerpo y dejaba una taza de café al frente de él. Tomé asiento en la butaca que estaba en la parte de la cocina y llevé mi taza a mis labios bebiendo un poco de café. — Arruinaste mi sorpresa, ¿ porque siempre tienes que ser curioso? ¿Acaso será que algún día en tu cumpleaños pueda sorprenderte?

Nick empezó a reír. Dio un sorbo al café mientras tomaba una galleta de la bandeja.

— Me da curiosidad saber en donde estás, digo, no quiero ser el novio celoso, pero tengo preparada una sorpresa para ti y quiero saber cuanto tiempo tardarías.— se encogió de hombros. Sonreí y, esta vez, fui yo quién lo observó curiosa.

— ¿Y qué sorpresa tienes para mí? — pregunté, él negó con su cabeza divertido mientras se ponía de pie. Lavó su taza y la dejó a un lado para que se secara, dejándome en suspenso todos esos minutos. —Vamos, Nick. No me dejes con la intriga, yo te dije lo mío, ahora te toca a ti. — crucé mis brazos por encima de mi pecho en forma de cruz.

— No puedo decirte, amor. Es una sorpresa, si te lo digo, dejará de ser una. — se encogió de hombros divertido mientras reía. Besó mis labios y caminó hasta la puerta tomando sus llaves, su celular y su billetera. — No olvides de avisarme cuando estés de regreso, ve con cuidado. Vi en el pronóstico que hoy va a llover y no quiero que te agarre la lluvia en el camino. Me avisas cualquier cosa, Mandy, por favor. — asentí mientras caminaba hacia donde estaba él. 

Abracé a Nick como si no hubiera un mañana, como si fuera la última vez que lo fuera a ver. Pero sobre todo, lo abracé porque lo amaba demasiado y agradecía al cielo por estar con alguien como él, porque llenaba de amor mi corazón.

— Tendré cuidado, no te preocupes.  — él besó la punta de mi nariz y se marchó por aquella puerta. Suelto un suspiro mientras tomo las llaves del departamento y salgo de este para ir hacia el trabajo.

Nick y yo nos conocimos en un restaurante, estaba hablando con mi hermana y de repente, todo un café cayó encima de mí. Recuerdo alzar la vista hacia arriba, sorprendida del arrebato y de lo caliente que estaba la bebida y también recordé la sonrisa y esas pecas de Nick al verme toda empapada.

—Lo lamento, discúlpame. No quise hacerlo, soy un poco torpe. —Dijo él mientras tomaba una servilleta y estiraba la mano para secar el café en mi blusa. Tomé la servilleta antes de que me tocara y lo miré entre molesta y un poco divertida. Realmente era hermoso.

—No hay problema. —recuerdo haber dicho mientras limpiaba el café mirándolo de reojo. —Puede sucederle a cualquiera. —mi hermana río y se levantó de la mesa, haciendo que yo también me pusiera de pie. El chico, que en su momento era un total desconocido para mí, nos miró sorprendido.

—¿Acaso se van por mi culpa? — intercaló su mirada entre mi acompañante y yo. Lo noté tragar saliva y su mirada se detuvo en mis ojos. —Déjame invitarte un helado, un té e incluso, un café para que aceptes mis disculpas. No quiero que te vayas por mi culpa, por favor. —miré a mi hermana y ella sonrió divertida mientras se encogía de hombros y luego miré al causante de que mi blusa favorita, estuviera manchada de café.

—Está bien—dije divertida soltando un suspiro. —Te acepto ese café. — él sonrió y caminamos hacia otra mesa de la cafetería mientras que mi hermana se despedía de mi y se marchaba del lugar.

Iniciamos una conversación, y, que la cual,  terminaría mucho más allá que un simple café de un par de desconocidos. Era el comienzo de una historia, de varias risas, amores y también, de varios lamentos.

Cuando llegué al trabajo coloqué la alarma del auto y caminé hacia la entrada del restaurante. Sonreí al oler ese riquísimo olor que caracterizaba a un restaurada: comida. El aroma a carne, frutas, verduras y salsa, abundaron apenas entré al lugar. Caminé hacia la barra y la rodee para ir a buscar mi delantal y empezar a trabajar. Los cocineros estaban cocinando muy rápido, había un montón de platos por doquier y la campanita que indicaba que la comida estaba lista, sonaba muy a menudo.

Hoy sí que era un día movido.

—¡Mandy! — gritó Fran dedicándome una de sus hermosas sonrisas mientras cortaba un poco de tomate. — Que bueno que hayas podido venir, preciosa. Sé que estás muy ocupada con lo que le tienes preparado a Nick, pero te necesitaba hoy para cubrir a Ernesto. — sonreí mientras besaba su mejilla y tomaba un poco de aire que olía delicioso.

Amaba el olor a comida.

—No te preocupes, hombre. Estaba libre, luego del trabajo iré a buscar el regalo de Nick. Solo falta el pastel que tengo que ir a retirarlo. — el hombre sonrió mientras que tiraba las rodajas de tomate en un bowl y agarraba otro y empezaba a picarlo. — Sabes que si necesitas un reemplazo o alguien para cubrir los horarios, cuentas conmigo. No quiero verte estresado, tienes que cuidarte. — él asintió haciendo una mueca con sus labios. Sonreí mientras tomaba una libreta de la mesada y me dirigía hacia las mesas para tomar los pedidos.

Francesco, un hombre con padres italianos, con una pasión con la cocina que había estudiado para cocinero desde muy pequeño. Él amaba cocinar, es un hombre tan cariñoso y comprensivo, pero como todos, tiene problemas y ese problema, estaba en su corazón.

Su esposa había fallecido hacía tres años y cuando él se enteró de la noticia, le agarró un ataque del corazón, haciendo que estuviera por varias semanas en el hospital bajo cuidado intensivo y ahora tenía que cuidarse muchísimo. Evitar el estrés. Por eso, cuando él me pedía ayuda, dejaba todo y me dirigía hacia el restaurante.

Caminé hasta las mesas para tomar los pedidos de los clientes, llevaba conmigo una libreta y una lapicera, no era el tipo de personas que memorizan todos los pedidos. Una vez intenté tomar un pedido sin mi libreta amada y tuve que volver a preguntar que era lo que querían porque me había olvidado.

Ese día pasé mucha vergüenza.

Solté un suspiro mirando los cincos pedidos que tenía anotados y me dirigí hacia la cocina para dejarlos y esperar a que estuvieran listos. Don Franceso ahora estaba rayando queso y cortando las rebanadas de pan, sonreí y me dirigí hacia él.

—Parece que hoy va a llover, muchacha. — dijo él apenas llegué a su lado. Solté un suspiro mirando a través del ventanal.

—Espero que no, tengo que ir a buscar el regalo de Nick y no quiero que me agarre la lluvia. No me gusta conducir en este clima, me da un poco de miedo. — dije acercándole las canastas de pan para que el colocara las rebanadas en ellas.

— Si quieres, puedes irte, muchacha. Hoy no hay mucha gente y entre los chicos nos podemos encargar de los pedidos. — levantó la vista y me sonrió mientras se acomodaba sus lentes. — Sé que estás muy emocionada por darle esa noticia a tu novio, Mandy. Espero que él esté contento, es un muchacho muy bueno. — bajé mi vista hacia mi estómago y coloqué mis manos en el, pensando en cómo le diría a Nick lo que en nueve meses abarcaría toda nuestra atención.

Sonreí mirando a Don Francesco.

—Si me permite.... ¿podré retirarme ahora? — miré el reloj en mi muñeca —, ya pronto cerrará la tienda de pasteles y tengo que ir a retirarlos. — el hombre sonrió y asintió con su cabeza.

—Por supuesto, muchacha. Mario se encargará de entregar los pedidos que tomaste. Ve a conquistar a tu novio.— sonreí agradecida mientras me quitaba el delantal y lo dejaba en el perchero. Tomé mis llaves, mi cartera y saludé a todos a la vez que caminaba hacia la puerta del restaurante. 

Miré hacia arriba y el cielo indicaba que se avecinaba una gran tormenta. Solté un suspiro y me dirigí hacia mi auto para ir a buscar el pastel que había encargado para el cumpleaños de Nick.

Amábamos los pasteles, los dos nos gustaba mucho las cosas dulces. Había encargado un cheescake de frutos rojos porque era el favorito de Nicolás. Éramos solamente nosotros dos, aunque en un tiempo, íbamos a ser tres y eso me ponía nerviosa.

Estaba peleada con mi familia, habíamos discutido por un tema bastante estupido si me ponía a analizar, que no venía al caso pensar en eso en estos momentos. Nick es hijo único, sus padres estaban en Europa viajando y casi nunca los veíamos, a excepción en una que otra navidad o año nuevo, pero no era certero.

Nick me tenía a mi. Y yo lo tenía a él y a la pequeña personita que tenía en mi estómago.  Me ponía contenta y a la vez nerviosa. ¿Quién viene con un manual para ser unos padres perfectos? Nadie y eso me preocupaba. ¿Cómo iba a poder lograr ser una mamá perfecta?

Nick....

Con él sabía que iba a hacerse cargo, que iba a estar conmigo a pesar de todo y que va a ser a un gran padre. Sonreí al imaginarme con un bebé en sus brazos. Anhelaba ese momento.

Gotas de lluvia empezaron a caer y eso me indicaba que la tormenta había empezado. Prendí el parabrisas y las luces del auto tratando de tener calma, solo quedaba un pequeño tramo para llegar a la pastelería. Un ruido me indicó que me había llegado un mensaje, tomé mi teléfono rápidamente tratando de mantener mi visión en la carretera.

Nick:

"Ten cuidado con la tormenta, amor. Por favor, avísame cuando llegues a casa. Te amo, x."

Sonreí enamorada y teclee rápido contestando su mensaje para que se quedara tranquilo.

"Estoy bien, estoy buscando el pastel. En 30min estoy en casa. Yo también te amo. X"

Pero en el momento que le di "enviar" al mensaje, sentí un golpe en la parte derecha del auto, haciendo que me golpee la cabeza contra la ventana rompiendo el vidrio y toda mi visión empezó a rodar.

Traté de tomar aire, pero no podía. Un dolor en mi estómago hizo darme cuenta de algo, haciendo que empezara a llorar debido a todo lo que estaba sintiendo.

—Mi bebé...— susurré adolorida intentando llevar mis manos a mi estómago, pero no podía... no podía moverlas. Sollocé sintiendo como el auto se detenía y los gritos de las personas aumentaban. — ayuda... mi bebé — susurré, pero nadie podía escucharme. Cerré mis ojos de a poco porque sentía que me estaba debilitando, que algo en mí se apagaba y el dolor dejaba de existir para que todo lo negro apareciera en mi vida.

Algo me estaba llevando, me llevaba y mis sentidos se apagaban. Lo único que pensé antes de ver todo negro y no saber nada más de la vida, fue en los ojos hermosos de Nick y su sonrisa que me hacía más feliz de lo que era.

Me transporté a esta mañana, en donde los dos estábamos felices, desayunando y hablando de lo que íbamos a hacer en el día. Y pensé en su reacción al enterarse de que íbamos a ser padres y que en nueve meses, alguien más estaría con nosotros. Que no estábamos solos del todo, que alguien más se sumaba a nosotros.

Pero no pude.

No pude decirle y ahora todo se iba apagando.

—Nick...— susurré al último antes de perder la conciencia.

Necesitaba un abrazo de su parte y que me dijera que todo iba a salir bien.

Pero él no estaba.

Mi bebé tampoco.

Y yo.... me estaba apagando a cada segundo.

En dos minutos, mi vida había desaparecido por completo y quién sabe, hasta cuando.

Chan, chan , chaaaan. TREMENDO este capítulo, sentía que era MUY necesario para la historia, porque veníamos leyendo de todo el accidente, de que Mandy había perdido la memoria.... Nick contaba  de ese día, pero ESE día tenía que aparecer.

Y vualá, aquí está.

Espero que les haya gustado. A mi me encantó (a pesar del final desastroso y doloroso) escribirlo, lo venia pensando desde hace mucho y hoy pude terminarlo. Amé escribir las escenas de estos dos locos enamorados, pude sentir cuanto se amaban y que todavía siguen haciéndolo, solo que Mandy no recuerda.

¿Llegará a recordar? Espero que

Ya sabemos que es lo que pasó cuando Nick se enteró, que casi mata a todos y que se lloró LA vida. Pobre, mi Nick.

Démosle un abrazo virtual a este muchacho que lo necesitaba mucho.

Hasta acá llega mi apartado, sino, voy a empezar a revelar cosas que no puedo xD

A hasta esta historia le quedan, si no me equivoco en los números, como 5 capítulos para terminar. Esperemos que el final quede todo bien.

Espero que les haya gustado, millones de gracias.

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