Capítulo 10: Perdidos
La noche anterior había decido olvidarme de ella y quedarme con mi mejor aliado: el alcohol. Pero esta mañana cuando me levanté, me di cuenta que eso no funcionaria.
Pero había tomando una decisión.
La ducha que había tomado esta mañana me había hecho pensar y me sentía satisfecho con eso.
Tomé las llaves del auto y me dirigí hacia la casa que había abandonado hacia tiempo. Cuando bajé del auto, lo cerré con alarma y caminé lentamente hacia la casa de Theo; deseaba que el tiempo se detuviera, que se hiciera más largo para no caminar hacia ella. Pero tenía que ser valiente. O eso creía.
Tomé un suspiro largo para armarme de valor y toqué la puerta. Se escuchó una voz gritando y mi mejor amigo se asomó con el torso desnudo y una mirada fulminante al ver que era yo. Suspiró fuertemente pasando su mano por su rostro hasta desacomodar aún mas su cabello.
—Amigo. Yo sé que estas loco por ella y que quieres recuperarla, pero si me interrumpes una vez más, te golpearé y le diré que se mude a otro país con una orden de restricción para que no puedas acercarte.-sonrío de lado y miró hacia dentro de su apartamento.— Necesito tener un poco de tranquilidad, ella está afuera, la deje ir un momento pero ya estaba por acabar con este asunto e ir por ella.— Sonrío feliz y palmeó mi hombro. — Si quieres hacerme un gran favor, ve por ella, dile que la amas y bésala. Vuelve a lo que eras antes, un hombre feliz.
—¿La dejaste sola cuando recién sale del hospital? ¿No te das cuenta de la estupidez que has hecho, Theo?— negué con mi cabeza enojado por la falta de interés de mi amigo. Él sonrío y negó. — Tu hermana está enferma y tú te diviertes con una chica en tu departamento mientras ella está afuera para dejarte tranquilo. Veo que has vuelto a los viejos tiempos ¿He?
Ahora recuerdo por que empezamos a vivir juntos...
Sentí un empujón y me vi con mi espalda contra la pared y el rostro de Theo cerca de mi rostro.
—Vuelve a decir eso una vez más y te juro, por mi vida, que no la vuelves a ver nunca más.— su mirada me decía todo lo que él no soltaba por su maldita boca.
Joder.
Ahora él estaba enojado.
Pero si tenía razón...
Alcé mi manos a la altura de su pecho y lo empujé lejos de mi, no quería empezar una disputa con él.
— Entonces no vuelvas a lo que eras antes, Theo. A ella no le gustaba. — él negó rápidamente y apretó mis hombros.
— Ella ya no está, Nick. Entiende de una buena vez. Crea nuevos recuerdos, trae algunos del pasado pero no todos... Esa es la clave para que no tenga que llevarte a esos lugares que tratan con personas locas.— sonrió.
Bajé mi mirada al suelo y asentí.
— Ve tras ella, Nick. No todo está perdido.
Suspiré y caminé en busca de Amanda, necesitaba verla. Necesitaba ver que ella estuviera bien.
Era un camino sin direcciones, todo lo que tenía que luchar, volver a buscar las direcciones y colocar los carteles nuevamente. No tenía ningún problema con ello, solamente que me dolía que ella no recordara los detalles de los caminos ya creados.
Coloqué mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta y caminé buscando a aquella dueña de mi corazón y la locura que llevo dentro. Estaba loco, definitivamente, estaba loco.
¿Es posible volverse loco por un par de ojos y una sonrisa que te transporta a otro mundo?
Iba a hacer todo lo posible para que ella volviera a sonreír como la primera vez que la conocí. Suspiré pasando mis manos por mi cabello al no poder encontrarla. Doblé en la esquina suponiendo que ella estaría en este antiguo lugar.
Sonreí cuando la vi en los columpios observando el suelo, en sus pensamientos.
Amaba ver a las personas concentradas en su mundo, es como si ellas estuvieran en otro mundo y no aquí. Como si todo lo que desearan estuviera fuera de su alcance y solamente en sus pensamientos tuvieran la oportunidad de obtenerlo.
Yo hacía eso.
Imaginaba a Mandy sonriendo y diciendo cuanto me amaba, como los viejos tiempos, cuando ella estaba aquí. Me dolía tanto recordar todo lo que pasó, todo los golpes en su rostro aquel día del hospital.
Dolía.
Dolía tanto y sabía que nunca iba a olvidar cuando casi se me escapa de las manos, pero por suerte su agarre fue más fuerte que el mío y pudo salvarse y junto a ella, también me salvó.
Suspiré fuertemente y caminé hacia ella como el primer día que la vi tras aquella vidriera. Lo admito, los nervios me estaban carcomiendo, al punto de volverme loco.
Ella estaba arrastrando sus pies, haciendo algunos símbolos con la punta de su pie derecho. Mordí mi labio y me aclaré mi garganta para llamar su atención. Mandy alzó su vista y me dedicó una mirada confusa.
Una puñalada a mi corazón.
Gracias, preciosa.
—Hola.—dije nervioso. Ella me dedicó una sonrisa y creí que iba a morir en ese instante.
Era tan hermosa...
—Hola.—murmuró con su mirada perdida. Tenía una parche en su frente, todavía se le podía notar algunos de los moretones en su rostro y su brazo estaba lleno de ellos. Mi picaba la mano al no poder agarrarla como yo quería y poder besar cada uno de sus golpes y cuidarla como si fuera una muñeca de vidrio.
Extrañaba el poder besarla.
Otra puñalada al corazón...
—¿Puedo sentarme?— ella asintió y me senté a su lado en los columpios. Mordí mi labio al no saber que preguntarle. Me regañé a mi mismo, me estaba comportando como un idiota. —¿cómo te sientes?
Ella me miró con sus grandes ojos, la luz que recordaba ya no estaba en ellos; ahora había una luz perdida en ellos.
—Bien, supongo. Salí a caminar un momento y todavía sigo pensando en como terminé aquí. No recuerdo que este lugar existía, pero algo me trajo hasta aquí, tal vez sean recuerdos o algo para crearlos.
—A veces la mente no olvida y tal vez son tus recuerdos que te trajeron a este lugar por alguna razón que todavía no entiendes. Solo dales tiempo. —murmuré colocando mis manos en mis piernas para aliviar un poco mis nervios. Parecía un estúpido adolescente que recién conoce a una chica bonita y quiere conquistarla para aliviar su corazón.
No era mi caso, porque a la chica bonita ya lo conocía, casi se convierte en mi esposa pero ella no lo recuerda.
Me costaba tanto dejar ir esos hermosos recuerdos, me costaba tanto que no me permitía a mi mismo, crear nuevos momentos.
—¿No tienes miedo?-preguntó mirando a las estrellas que estaban apareciendo de a poco.
—¿A qué?
—A perderte. Perder la escencia de cada uno y no poder encontrarla de nuevo. — Conectó su mirada con la mía y creí ver un amago de una pequeña sonrisa.
—Si tienes un mapa, no podrás perderte.— sonreí para tranquilizarla y para tranquilizarme a mi mismo. Quería morir en este mismo instante.
—Yo no tengo un mapa, Nick. -Ella río rodando sus ojos. Sonreí tomándola de sus manos, mordiendo mi labio tomando valor y apreté mi agarre.
—Entonces déjame ser tu mapa, Mandy.
Ella suspiró y se soltó de mi agarre. Sentí esa misma sensación que tuve aquel día, la estaba perdiendo. Estaba perdiendo a Mandy y no sabía que hacer para poder traerla conmigo de vuelta. Ella tragó saliva y me miró confundida.
—¿Quién eres, Nicolas? ¿Porque siento que sabes algo de mi? — se levantó del columpio y me observó desde arriba.
—No lo sé—contesté.— No lo sé— había dicho la verdad. No sabía quien era, sin ella estaba perdido.
Estaba perdido...
****
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top