Epílogo


Corre, Raquel, corre.

No te detengas.

No busques ayuda hasta llegar a casa, no lo hagas.

Cualquiera podría ser parte de ellos, cualquiera, cualquiera.

Corrí con fuerza, con mis pies azotando el suelo de concreto, cada cierto tiempo miraba atrás de mí, buscando alguna sombra en mí asecho, quería desaparecer y reaparecer en la protección de mí hogar, el viento frío golpeaba mí rostro y aunque mis pulmones ardían exigiendo aire nada podía detenerme. Contuve las ganas de gritar, en busca de auxilió, despertar a quien sea que estuviera durmiendo en estos edificios, pero no podía confiar en nadie, no sabía cuantos pertenecían a dicha secta, lo único que sabía era que uno de los hijos de los hombres más importantes de aquella macabra religión quería forzarme a dar a luz a su descendencia, tenía miedo, muchísimo, más porque ya había experimentado su crueldad, estaba segura que poco a poco ellos me atraparían.

Aunque no estuviera en la mejor forma física, no me resultó tan difícil subir las pequeñas colinas de las calles, para luego recuperar el impulso y correr más rápido, de vez en cuando veía a uno que otro vagabundo inyectandosé alguna clase de droga, pero aunque me prestaban momentáneamente atención sabía que a nadie le importaba ver a una piba de 14 años correr sola por las calles a media noche. Ya me imaginaba el reporte de las noticias, "Niña de 14 años es encontrada muerta y con signos de violación en uno de los desagües de la ciudad" y lo típico ¿Dónde estaban sus padres? ¿Qué hacía alguien de esa edad sola en la noche? De seguro los provocó y luego se arrepintió, eso le pasa por ser una malcogida, etc. Mí muerte sólo sería una más, uno de los millones de nombres que serían usados como advertencia para las demás niñas de Argentina, tenía miedo, no sólo por la incertidumbre de cómo va a acabar está noche, también por el resultado indeseado e inminente si ellos me atrapaban.

Ya habían revelado que lo que más les importaba era que diera a luz un hijo, según lo que me dijeron para eso servían las mujeres.

¡Es que fue horrible! Asqueroso y espeluznante, estar desnuda, atada de manos y pies mientras otras 15 pibas cantaban recitaban cosas en otro idioma, lo peor fue cuando decapitaron una cabra y dejaron caer toda la sangre en mí cuerpo, según ellos, para "purificarme" y sacarme el espíritu de zorra que según ellos tenía. Quería llorar, me sentía traicionada, ella siempre dijo que quería deshacerse de mí, pero jamás pensé que fuera enserio, pensé que era una de las clásicas bromas pesadas que a ella tanto le gustaban, que de esa forma ella demostraba su amor por mí, pero me equivoque, ahora mí mayor preocupación era lograr llegar a casa, quizás debería irme del país, porque ahora sé que esto no es cosa únicamente de Buenos Aires, mucho menos únicamente de Argentina, según lo que he escuchado son escasos los países libres de esa jodida secta, quizás deba ir a Colombia, ya que el conflicto armado de allí evitó que los de un Mundo Libre se instalarán allí, mejor podría ir a Irlanda, aunque según sé la opción más segura es Alemania, de cualquier forma, debo decirle a mí madre, ella me creerá y si es necesario venderá la casa con tal de obtener dinero para poder irnos lejos y mantenerme a salvo.

Aún si sólo era un sueño quería ir tras ella, abrazarla y decirle que no era verdad, que aquella nota en donde supuestamente declaraba mí odió por ella y que me fugaba lejos era falsa, sé que fui una arpía en más de una ocasión, pero es mí madre...¡Es mí madre! ¡Por el amor al pan! ¡Es mí madre y la adoró! Nunca me iría, mucho menos por un hombre sin su bendición.

Mí cabeza temblaba y mis oídos retumbaba, recordar toda la pesadilla que tuve que vivir me hacía querer vomitar.

¡Tranquila! Sólo vas a tener un bebé, ¿Qué no es lindo?

No es tan bonita como creí, pero va a servir, si el señor la quiere

Doble una de las esquinas y sujetandomé de los bordes de la pared dejé que la gravedad hiciera lo suyo, dejando mí rostro estamparse contra la pared, mí pecho subía y bajaba, mí garganta ardía, como si tuviera rocas volcánicas allí, mis labios resecos hacían que el frío aire de la noche fuera más difícil de respirar. Podía apostar que mis pies estaban sangrando, aunque tuviera unos zapatos deportivos sabía que debido a mí velocidad y desesperación estos de seguro estaban lastimados.

Respiré algo más moderada y coloqué mis manos dentro de los bolsillos del abrigo que había logrado robar, miré hacía atrás, asegurándome de que ninguna sombra me estuviera persiguiendo, cuando verifique que ninguna alma me estaba buscando para dañarme empecé a caminar nuevamente. Tenía los nervios de punta, cada movimiento ameritaba un giro de cabeza y casi mil oraciones para tranquilizarme, joder, es que esto era tan irreal, tan loco, tengo tanto miedo, mí corazón palpita de tal manera que todo mí cuerpo se estremece con cada movimiento de el, estaba segura que si empezaba a palpitar más fuerte mis músculos se harían trizas debido al estrés y al horror. Cuando dí la vuelta hacía la siguiente esquina, aún bajo las sombras me percate que estaba perdida, yo una piba de 14 años estaba perdida en la inmensa Buenos Aires Argentina, rayos.

Mí estómago estaba tan hundido que no pude contener las ganas de llorar, pero en vez de lágrimas salió un espeso líquido de mí boca, me encorve contra una pared dejando que el vómito saliera por completo de mí boca, únicamente siendo iluminada por una de las múltiples farolas de estas calles. Mí estómago temblaba, provocando el movimiento furioso de mis costillas, provocando que estás se expandieran, aumentando el dolor, ¡Y ni hablar de mí garganta! Era como si me hubiera tragado cuchillas sumamente filosas y éstas se aferran a cada lado interno de mí cuello, cortandoló en el proceso, para después clavarse en mis amígdalas haciendo que una de ellas quedará colgando entre mí lengua y dientes. Me dejé caer contra la pared, cansada, tan jodidamente cansada, miré al cielo, jamás las estrellas me parecieron tan asquerosas, de sólo recordar las noches en que me forzaron a estar desnuda bajo el frío cielo de la noche me hacía estremecer.

— ¿Seguro que estaba por aquí?

— ¡Silenció! ¡Chtis! Nos va a oír y si la perdemos, sin duda alguna moriremos.

Me aferré a las paredes de concreto y me deslicé hasta la oscuridad del callejón, retrocedí y retrocedí hasta que finalmente pude ver un espacio libre que me dejaría ir a otra calle, y corrí, corrí porque mí vida dependía de ello, la imagen de la sangre, los rezos, la de aquella mujer encadenada entre el cielo y la tierra, con un sin fin de espadas clavándose en su cuerpo, me aterraba. Literalmente volaba, estiraba las piernas dando grandes zancadas hasta lo que mis regordetas piernas permitían, pude escuchar sus pasos al cruzar el callejón, de seguro notaron las píldora azules en mí vómito y así supieron que era yo.

— ¡Allí está!

Ni siquiera miré hacia atrás, sólo corrí y corrí, con lágrimas cogenlandosé en mis ojos, desafortunadamente me tropecé, mis pies se enredaron entres y provocando que mí caída fue inminente, mí mandíbula golpeó el suelo frío y sucio de cemento haciendo mí cabeza rebotar, tres veces prácticamente no espere hasta superar el aturdimiento que en este momento me llenaba, evitando que si quiera pensará, pues en este momento era el instinto de supervivencia lo que me hacía correr, me levanté y casi cuatro patas empecé nuevamente a correr ignorando el dolor de las heridas en mi mandíbula, brazos, piernas y seguí corriendo solo corrí, corrí y corrí. Pero al girar nuevamente en otra esquina no pude evitar caer de rodillas.

Todo este tiempo, huyendo.

Todo este tiempo añorando la libertad.

Todo este tiempo creyendo que los estaba perdiendo en realidad sólo corría hacía ellos.

Durante mí huida ellos me habían prácticamente acorralado, haciéndome correr en zic zag por horas y horas, ¿Lo peor? Mí salvación siempre estuvo cerca, la casa en donde me tenían secuestrada quedaba prácticamente a una calle de la mía, de la casa de mí madre.

— Sí que eres rápida — se burló uno de los hombres llegando a mí lado.

— Realmente pensé que te nos escaparías, pero afortunadamente el amo es más inteligente.

— ¡DÉJENME TRANQUILA! — grito, sacudiendo mí cabeza de un lado a otro, llorando, pensando en el infierno en que se convertirá mí vida — ¡POR FAVOR, DÉJENME TRANQUILA! ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO!

— El amo le dará todo aquello que su corazón deseé, además, pronto va a ver cambios en nuestra comunidad, verá que no es malo vivir así.

— ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO! ¡POR FAVOR, NO!

— El amo la ama mucho, señorita, dele una oportunidad y verá como su vida será un sueño.

— ¿Un sueño? ¿¡Un sueño!? ¡EL TIPO ESTUVO A PUNTO DE GOLPEARME Y VIOLARME! ¿ACASO NO HAN VISTO LOS MORETONES QUE ME ADORNAN MÍ CUERPO! ¡Prefiero morir!

Mí garganta se desgarró después de eso, de seguro algunas cuerdas vocales se rompieron. Pero en algo esos bastardos tienen razón:

Sí, lo es, él es realmente inteligente. Y sin más opción fui llevada nuevamente a aquella casa, ¿O no? Cuando ellos me tomaron de las manos para "ayudarme a levantar" dejé que lo hicieran, para luego dejar mí peso caer hacía adelante y nuevamente correr, sabía que no había forma de llegar hasta mí madre sin ser capturada, no al menos por la puerta de entrada, así que corrí directamente hacía el bosque cercano, dejando que las rocas se enterrarán en mis zapatos y las ramas azotarán y golpearan mí rostro, a veces ponía mis manos sangrantes al frente para evitar que el daño fuese mayor, otras simplemente dejaba que pasará, quizás con mí rostro desfigurado él ya no me querría, quizás me mataría, de todas formas era una bonita fantasía a comparación de ser forzada a parir hijos con alguien a quien no amo o conozco, lo único que sé es que es un imbécil, un malnacido sin piedad.

Casi a la una de la mañana llegue al lago del bosque, mismo lago conocido por poseer peces de dudosa procedencia y letalidad, casi me detengo e intento ir por otro lugar, pero...al diablo, prefiero aparecer en los noticieros como una niña ahogada antes de como una puta que busco su propia muerte, aunque eso no fuera verdad, sabía que poco o nada le importaría a las personas la muerte de una mujer más, solo sería eso, un feminicidio más, así que corrí hacía el agua, con los gritos de los hombres rogandome para que me detuviera detrás de mí.

La fría agua me cala hasta los huesos, la sensación de frío aumenta en mí cuerpo y empiezo a sentir a los peces nadando a mí alrededor, volví al bosque...al bosque en el que casi muero aquella vez. No puedo enloquecer, no ahora, debo concentrarme. Nada lo más rápido que puedo, viendo a esos hombres correr tras de mí en los bordes del lago, si quiero sobrevivir debo buscar ayuda.
Siento la viscosidad deslizándose suavemente por mis piernas, tiemblo, pues no es una experiencia nada agradable, pronto dejó de sentir el suelo bajo mis pies. No me queda más opción que dar pataleos y nadar mientras doy zancadas e intentó ocupar la mayor parte de agua posible, tengo miedo, demasiado miedo, todo se ve tan irreal, tan imposible, pero está pasando literalmente estoy huyendo para salvar mí vida.

Veo los bordes del lago desaparecer, siendo reemplazados por las grandes raíces de los árboles que sobresalen de la tierra, que al estar tanto tiempo en contacto con el agua se ha creado una buena cantidad de musgo, musgo muy resbaloso, mismo que me ayuda a perder a los hombres que me persiguen por un momento, pues uno de ellos se resbala y cae al agua, chapoteando violentamente intentando salir, este bosque es bastante famoso por la enorme variedad de animales, insectos y plantas de distintas partes del mundo. Eso incluye arañas de todo el planeta y también peces, cocodrilos y caimanes de tan sólo pensarlo siento como si unos colmillos estuvieran a punto de quitarme la parte inferior de mi cuerpo, por un momento imagino mí espina dorsal sobresaliendo de mí cintura, mientras que mis órganos caen flotando por el agua atrayendo más de esas criaturas.

Solté un alarido cuando algo sujeto a mi pierna tirándose las entrañas del lado hundiendo mi cabeza un día no mi cuerpo no podía respirar no podía ver nada más allá que la broma verde y oscura del agua también podía ver diminutos rayos de luna eso era todo no podía ver Nada más que mis huesos volviéndose hielo. En un instante, algo me arrastro fuera de aquel estrépito. Era como si un brazo me hubiera rodeado la cintura y hubiera tirado de mí con precisión, pasando entre cuerpos y más cuerpos hasta dejarlos atrás, además de tener el lago cientos de desechos y cosas supremamente extrañas en el lago. Enseguida me encontré tendida boca arriba, mirando a la basura flotando en el agua, me imaginé con el rostro hinchado típico en los ahogados, ya sentía los dedos absorber el agua e hincharse, era mil veces preferir morir así que vivir junto a Gerald. Cerré los ojos, sientiendo la paz envolverme.

¿Es así como va a terminar? ¿Voy a morir?

No.

Pateó con fuerza lo que sea que está tirando de mí pierna, logrando liberarme, casi corro sobre el agua hasta llegar a una zona del lago en donde podía sentir nuevamente el suelo de tierra, allí pude tomar más velocidad, a veces me deslizaba por la inestabilidad de la tierra, pero eso no importaba, corrí y corrí, hasta que finalmente salí del agua adentrándome en el bosque. Me abrí paso a ciegas a través de una red tras otra, de regreso por donde había venido, si lograba llegar al departamento de Ellie podría advertirle y ella me ayudaría. Escuché a esos sujetos llamarme por mí nombre, inesperadamente cerca de mí, y de repente los sentí chocar contra mi espalda. Golpeé el suelo con fuerza, de frente; Apenas tuve tiempo de registrar el estallido brillante de dolor cuando mi nariz se rompió y comenzó a sangrar, o las arañas esparcidas a milímetros frente a mis ojos antes de que uno de los hombres me empujara hacía atrás y me hiciera girar. Pensé que me estaba abofeteando, pero me di cuenta de que estaba quitando arañas que había recogido como pasajeros del suelo.

— Será mejor que tengas más cuidado, niña.

Rápidamente retrocedí, intentando quitarmelo de encima, logré darle una patada en la cara, dándome tiempo para escapar.

— ¡Espera! ¡Espera!

Corrí lo más veloz que podía, hasta que finalmente llegue frente a departamento, no podía respirar, pero tampoco detenerme, mí garganta quemaba y mí nariz ardía con cada nueva respiración, subí las escaleras casi a cuatro patas.

— ¡Ellie! — grité golpeando la puerta e intentando abrirla, pero esta no cedía — ¡Ellie, porfavor, abre la puerta!

Pateó la puerta hasta que finalmente se rompe dejándome entrar, corro por las habitaciones en busca de mí hermanastra, pero no encuentro nada, ni siquiera hay señales de que alguien esté viviendo aquí, no hay pinturas, no hay muebles, no hay cama, no hay nada...caigo de rodillas sin creer lo que pasa, está angustia me está matando. El crujir de las tablas me puso en alerta, vi unas manos salir de la pared, abriendo otro espacio en las paredes, un rostro se asomó desde el interior de la pared, fantasmalmente pálido contra la oscuridad interior, y pareció elevarse y acercarse a mí, retrocedí, al notar que este era el rostro de Elizabeth, un rostro fuertemente golpeado.
El cuerpo de Elizabeth cayó contra el suelo y con una línea de sangre cayendo por su frente me observó asustada.

— ¡Corre, Raquel!

Pero no pude reaccionar, ya que la puerta se abrió, con Gerald liderando a su grupo, Iduna salió del hoyo de la pared y piso la cabeza de Elizabeth en el suelo, y con terror vi como nuevamente estaba en medio del círculo, el círculo hecho de personas, de esas personas tan crueles cuyo objetivo era dañarme. Gerald caminó hacía mí y yo no pude hacer nada más que llorar, tanta salvación desperdiciada, tanto dolor y sufrimiento, ¿Esa era la vida que me esperaba? Sí, así es, una vida junto a...

— Gerald, porfavor...no...no lo hagas.

Retrocedí, pero con fuerza Iduna me tiró hacía el frente, haciendo que escrepitoso dolor aumentará.

— Shhh, — susurró Gerald colocándose de cunclillas frente a mí, llevando sus manos a mí cuello, apretándolo con fuerza — no te preocupes, ya todo estará bien.

Gerald se puso de pie, sujetandome del cuello, apretándolo cada vez más.

— NUNCA, NUNCA me vas a dejar.

Gerald me tiró contra el suelo, haciendo mí cabeza rebotar, creando un sonido sordo de mí cráneo golpeando el suelo, solté un chillido aturdida y me contraje contra el suelo, Gerald tiró de mi tobillo, colocándose sobre mí.

— Eres mía, por siempre mía, Raquel.

Ruego en silencio por alguna clase de salvación, pero veo eso cada vez más imposible. Mer sonríe ampliamente bajo la capa, regocijada de que su pequeña "broma" haya terminado tan bien, porque para ella solo sería eso, una travesura.

Afrontar una situación tan cruel nunca es fácil, pero cuando estás siendo tirada del cabello hacía una casa donde posiblemente seas violada y posteriormente embarazada muchas cosas se aclaran, mí futuro es incierto, pero de algo estoy segura:

No voy a volver, definitivamente nunca voy a volver.

No voy a vivir...

Pero quiero vivir...

Por favor, déjenme ir, quiero vivir...

Fin.

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