Capítulo 19

Tras trasladar el cadáver de la señora Brent a su cuarto, decidí cubrir su cuerpo con una sábana.

-Será mejor que nos vistamos- sugirió el doctor antes de salir de la habitación junto Blore y el juez.

-Ni se le ocurra bajar sola- me advirtió Philip.

-¿Por qué?

-Conmigo estará más segura.

-¿Ahora vas a ser mi caballero de brillante armadura?- pregunté burlona.

Intentaba bromear con él pero en cuanto me miró, me di cuenta de que estaba hablando completamente en serio.

"Se preocupa por mí"

-Espéreme aquí- dijo antes de cerrar la puerta tras de sí.

No pasaron ni dos minutos cuando vi a Philip entrar muy nervioso a la habitación.

-¿Qué ocurre?

-Mi pistola, no está- contestó alterado.

"La debe de haber escondido"

-Sé quién la ha cogido y quién es el asesino- dije sin pensar.

"Debo arriesgarme si quiero salir de esta isla con vida"

-¿De verdad?- pregunta Philip sin poder creérselo.

Le conté quién era el asesino, quién movía las figuras y quién era el señor Owen. Al principio se quedó impactado cunado se lo dije, pero poco a poco noté cómo su rostro se iba relajando.

-¿Por qué me lo cuenta?- cuestionó-. Maté a esos veintiún hombres y a muchos más porque quería los diamantes que poseían y sé que algún día pagaré por lo que hice, pero eso será cuando llegue mi hora.

"Hay algo más detrás de esa historia y no me lo quieres contar"

-Tenemos que bajar- indicó-. Si queremos mantener la farsa tendremos que actuar normal.

Al llegar a las escaleras, Philip fue a buscar al resto de los que quedábamos en la casa para reunirnos a todos en el salón.

-Alguien me ha robado la pistola del cajón de mi mesa-explicó Philip haciendo que los demás se miraran los unos a los otros-. Estaba cerrada con llave, lo que significa que debe haber una llave maestra.

-Debe de tenerla Rogers- señaló el juez.

-O la ha cogido usted, doctor- acusó Philip.

-¡Blore y usted se llevaron el cuerpo!- gritó.

-¡Usted lo encontró primero!- respondió Philip-. Los gritos que dio eran pura fachada. Un teatrillo de aficionado, ¿no?

-Yo no le he hecho nada a Rogers, ni a nadie- recalcó-. A lo mejor a sido usted, Lombard.

-¿Por qué diablos robaría mi propio revólver?

-No lo sé, Lombard- respondió el doctor fuera de sí-. Tampoco sé porqué a matado a los demás.

-Yo no los he matado y usted es el mayor imbécil gilipollas que he conocido en mi vida.

-Lombard- llamó el juez enfadado-. Hay una dama presente.

"No es la primera vez que utilizan ese lenguaje delante de mí"

-Doble farol- habló Blore mirando a Philip y a Armstrong.

-¿Qué?- preguntó Philip sin entender.

-¿Cómo podemos estar seguros de que no ha sido usted?- cuestionó-. Armstrong tiene toda la razón, solo ha sido un juego, por lo tanto en un doble farol.

"¿Y este es el policía que ha ganado tantos logros?"

-Usted fue el último en bajar- le acusó Philip-. Bajó mucho después que el resto.

Se notaba que Blore estaba cada vez más nervioso pues no quería que nadie le mirara a los ojos.

-No tengo porqué contestar a eso- espetó a regañadientes.

-Usted mató a Rogers- señaló Philip-. Cogió la llave, se fue a la cama, se aseguró de que todos estuviéramos abajo y cogió mi pistola. ¡La tiene usted, maldito hijo de puta!

-Lombard, por favor- volvió a pedir el juez.

-¡Le repito que yo no tengo su maldita pistola!- gritó-. ¡Tardé en bajar porque estaba en el retrete por culpa de mi estreñimiento!

"Guau"

Todos nos echamos a reír mientras Blore deseaba que la tierra se lo tragara, pero poco nos duró la risa cuando comenzó a hablar.

-Cualquiera de nosotros pudo haber cogido el arma y la llave y solo hay un modo de averiguarlo.

"Inspeccionar todas las habitaciones"

Comenzamos por la habitación de Armstrong, luego la de Blore y después la del juez.

-Ahora le toca a usted, Lombard- dijo Blore.

A pesar de saber quien era el causante de todas estas muertes, Philip y yo nos metimos de lleno en el papel, por lo que mientras él estaba mirándonos en el umbral de la puerta cubierto solamente con una toalla, yo busqué los objetos como todos los demás, pero no pude evitar posar mi mirada hacia aquel hombre.

"Parece un auténtico dios griego"

De repente, Philip me miró y yo seguí a lo mío notando cómo mis mejillas se sonrojaban.

-Vamos, señorita Maywood- me indicó amablemente el juez-. Es su turno.

En mi cuarto, me quité la ropa y me puse el traje de baño que me había regalado Shelby y me coloqué la bata encima.

Me miré en el espejo y me di cuenta de que el bañador me favorecía bastante, pero hubo algo que captó mi atención y es que al darme la vuelta me fijé en que había un gancho colgado del techo y no pude evitar estremecerme al darme cuenta de para qué servía.

"Yo soy el último soldadito"

Blore, Armstrong y el juez entraron en la habitación para comenzar a inspeccionarla y me preocupé al ver que Philip no estaba con ellos.

-¿Y Lombard?- pregunté intentando disimular mi preocupación.

-Vendrá enseguida- dijo el juez.

Esperé en el pasillo hasta que apareció y en cuanto nos vimos empecé a sentir un cosquilleo en el estómago.

-Lleva un traje de baño muy favorecedor, señorita Maywood- dijo con voz excitante al darse cuenta de que se me había abierto el nudo de la bata.

-Kate- corregí.

-Philip- me sonrió.

"Ahora somos aliados"

Nos fuimos acercando poco a poco, deseaba probar sus labios y perderme en ellos.

-Nada- anunció Armstrong haciendo que Philip y yo nos separáramos rápidamente.

-Buscaremos en el resto de la casa- dijo Blore antes de dirigirse a la planta de abajo.

-Es una buena idea- aprobó el juez-. Pero lo mejor sería que nos vistiéramos antes, ¿no?

-Sí- se unió Armstrong.

-Bien, nos vemos en la planta de abajo en diez minutos.

Me vestí lo más rápido que pude para ir hasta la habitación de Lombard, quien al verme me agarró del brazo y me metió dentro.

-Sé donde están la llave y la pistola- le dije.

-¿Dónde?- quiso saber sin querer saber cómo lo sabía.

-En la alfombra del oso de la biblioteca, dentro de su boca.

Vi cómo salió disparado hacia donde le había dicho y tardó menos de lo que pensaba y a la vez que me enseñaba ambos objetos me sonreía como un niño a quien le habían comprado un helado.

-Gracias, Kate- me agradeció de corazón.

-Ahora guarda la pistola donde estaba y dame la llave.

Hizo lo que le mandé y en el momento en el que me dio la llave me la escondí en el sujetador bajo la atenta mirada de Philip.

-¿Cómo sabías donde estaban escondidos?- cuestionó sabiendo que yo no era la asesina.

-Mis alumnas suelen esconderme las tizas en lugares insólitos- le respondí como si no fuera para tanto.

Se me quedó mirando fascinado, como si fuese la persona más maravillosa del mundo para acercarse a mí y besarme con pasión.

-Eres asombrosa, Kate- dijo colocando sus manos en mis mejillas.

-Debemos bajar para no levantar sospechas- le expliqué con una pequeña sonrisa.

Pero antes de soltarme volvió a besarme, esta vez con más detenimiento para bajar por separado a la planta de abajo donde nos esperaba Blore ya que el juez y el doctor iban justo detrás de nosotros.

-Vamos- ordenó el policía.

Buscamos los objetos por toda la casa y Philip hacía creer a todos que se estaba poniendo cada vez más y más nervioso.

"Parece que ahora el gato se acaba de convertir en el ratón de este macabro juego"















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