✪𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 24✪

Había una vez una escritora que tenía una enfermada. Una que hacía que se sentara frente a la compu y se quedase paralizada, pese a sus ganas de escribir. Esa enfermedad era conocida como:

"Bloqueo escritor"

Pero por suerte tenía cura :)

***


CLEA

Tiempo atrás...

★━━━━━━━El otoño se hacía notar cada vez más en California. Incluyendo Lemon Grove, mi ciudad.

Siempre fue una de mis estaciones favoritas debido a sus cálidos colores que variaban entre el anaranjado, marrón y amarillo. Sin embargo, todo eso ahora lo veía a través de un vidrio. De una ventana, la cual pertenecía a mi habitación.

Últimamente miraba los días pasar a través de ella, y es que ya había pasado un año y algunos meses desde que terminé la secundaria. Y cuando me di cuenta de que debía elegir una carrera, mi mente entró en una especie de bloqueo donde, en cada profesión que elegía para ejercerla, no tenía el entusiasmo suficiente para seguir. Y me negaba rotundamente a elegir una carrera que no me apasionara. No quería preguntarme años después sí realmente había tomado la decisión correcta.

Todo era demasiado nuevo para mí. Y sabía que por esto pasaban todos los adolescentes que iban hacia el camino adulto. En algún momento de la vida, a todos nos ponía los pelos de punta pensar en el futuro. Aunque escuché decir a mamá que todo era más fácil cuando tenías a alguien con el cual no temías nada de lo que pudiera pasar, mientras siguieran juntos. Haciendo referencia a papá, claramente.

Pero yo ahora estoy sola.

O al menos así me sentía. Pues la única persona con la cual me sentía segura, ahora ni siquiera leía mis mensajes. O los ignoraba tal vez.

Inconscientemente le eché un vistazo a la conversación que seguía abierta en mi teléfono.

Clea: Escríbeme en cuanto puedas, ¿si? Quiero saber al menos como estás.

Y eso fue hace un mes atrás. Y desde entonces, no paraba de mirar mi teléfono con la esperanza de recibir un mensaje de él. Del chico que decía llamarse mi mejor amigo.

Y del que había estado enamorada sin saberlo.

Solté un suspiro y dejé el celular a un lado, decidida a hacer alguna otra cosa. Pues mamá había estado insistiendo en que almuerce con ellos, aunque me había negado como otras veces. Simplemente no tenía apetito. La ansiedad me atacaba por las noches, la incertidumbre de no saber que era lo que debía hacer con mi vida. Pues ya era hora de crecer, ¿no?

Justo cuando me propuse leer un libro en mi cama, un toque a la puerta me interrumpió.

—Adelante.

Esperé ver la cabellera castaña de mi madre o el cabello azabache de mi padre, pero en su lugar vi el lacio cabello marrón de mi amiga Ashley, a la cual no le había respondido los mensajes durante la última semana. Seguro era ese el motivo por el cual estaba aquí.

—Así que aquí es donde te escondías —Me miró con una ceja alzada, indignada, sus manos en sus caderas me dejaban entrever lo molesta que estaba—. Cielos, chica, creí que te habían raptado los alienígenas.

Bufé, dejándome caer en mi cama.

—Lo único que me ha raptado es la flojera, Ash —respondí, viendo de reojo como ella se adentraba a mi habitación, cerrando la puerta detrás de sí.

Ashley había sido un gran apoyo para mí durante todo este tiempo. Ella era la única que sabía cuánto me afectó la partida de Conan. Además nos habíamos hecho muy amigas y todo el tiempo estábamos juntas. Aunque no tanto después de que entrase a la Universidad a estudiar Derecho. Lo cual me hacía recordar que yo debía empezar a hacer lo mismo.

—Este cuarto es un desastre —espetó luego de analizar todo a su alrededor. Sus ojos, resguardados por lentes, se detuvieron en mí—: Tú eres un desastre.

—Vaya. Gracias.

—De nada —En ningún momento perdió el tono brusco de su voz—. Tus padres me han llamado, Clea. En un último intento desesperado para que recapacites de una maldita vez y tomes el control de tu vida.

—Eso intento, Ash —suspiré, incorporándome en la cama—. Pero sabes que es muy difícil para mí. Simplemente mi cabeza no da para tomar decisiones. Mucho menos si se trata de algo a lo que me dedicaré el resto de mi vida. Pero al menos lo intento.

—¿Acostada en tu cama, con tus ojeras haciéndose más grandes, viendo todo el día el maldito celular esperando un triste mensaje de Conan?

Ouch.

—Ash...

—No, Clea —interrumpió, mostrando la palma de su mano—. No quieras hacerme sentir lástima por ti. Solo eres tú quién debe verse a si misma en un espejo, y sentirla.

»Porque esta no eres tú, Clea. La chica que se la pasa todo el día esperando un mensaje de alguien que está haciendo su vida, no eres tú.

Mis ojos no tardaron en cristalizarse al oír la última frase. De alguien que está haciendo su vida.

Una vida de la cual ya no formo parte.

—No creí que dolería tanto verlo feliz, Ashley -murmuré, recordando la vez en la que Conan me dijo que un productor musical lo había encontrado—. ¿Por qué duele tanto si me alegra que él esté haciendo su vida en la música?

—Porque los sueños de Conan los hiciste tuyos, Clea. Siempre lo pusiste primero a él en todo —suspiró—. Y ahora que no está, no sabes qué hacer.

Sollocé lo más bajo que pude, pensativa.

—Es como si tú misma te hubieses puesto unos hilos y a Conan lo hiciste el titiritero —Negó Ashley, frustrada—. Clea, creo que tienes...

—No —interrumpí, sabiendo lo que ella diría.

—Es como un vórtice —siguió ella pese a que no quería escucharla—. Cadena invisible. Nido de espinas. Mar tormentoso.

—-¿Eres poeta ahora? —Sorbí mi nariz, caminando hacia la ventana. Me negué a que me viera tan vulnerable. Aunque no sería la primera vez.

Ella me ignoró.

—Así se siente la dependencia emocional —concluyó.

—No tengo...

—Tienes ansiedad, miedo e inseguridad ahora que Conan no está. Y esta no eres tú, Clea. Esta. No. Eres. Tú.

—Él no tiene la culpa, Ashley —negué, aún dándole la espalda.

—No. Es tu culpa —sentenció, duramente. Aquello fue como un balde de agua fría cayendo sobre mí.

No dije nada. No sabía qué. Solo me dediqué a mirar las personas que caminaban por la vereda. Las ancianas que se dedicaban a hacer a un lado las hojas secas con una escoba. Los niños jugando entre los montones de hojas. Parejas caminando de la mano, sonrientes y enamorados.

Todos parecían seguir con su vida. Menos yo.

Yo me había estancado en el pasado. En los recuerdos dolorosos que seguía añorando.

En el silencio de Ashley, caminé hasta el espejo de cuerpo completo que tenía en una esquina de mi habitación. Vi mi reflejo por primera vez en días; mi cabello castaño largo y descuidado, mis ojeras profundas, labios pálidos y mirada vacía. Pérdida. Fue como mirarme en un espejo roto; mostrándome una imagen distorsionada del pasado.

Y entonces me pregunté, ¿realmente tenía dependencia emocional? Y si es así, ¿cuándo pasó esto? ¿Como dejé que sucediera?

—Es un espejo que refleja la inseguridad y el miedo —murmuré.

Ashley se acercó a mi lado, tomándome de los hombros. Pronto vi también su imagen reflejada en el espejo.

—Lo haremos juntas, Clea —prometió. La miré con sorpresa y confusión, sin saber a lo qué se refería—. Enfrentaremos el futuro juntas.

—Gracias, Ashley.


***


En la actualidad...

Cubrí lo más que pude mi cuello, ocultando unos cuantos regalitos repartidos en el. En unos cuantos minutos entraría a una de mis primeras clases de Diseño de la tarde, la cual se llamaba Iluminación, y literalmente analizamos la luz natural y artificial para cada espacio. Sin embargo, una de las clases que más amaba era la de Práctica Profesional, que era la clase donde se llevaba a cabo el Proyecto Final. Me gustaba esa clase en especial porque varias veces los estudiantes habíamos tenido la oportunidad de supervisar y opinar sobre ciertos trabajos reales. Claro que siempre contábamos con la ayuda de nuestro profesor, quién claramente era un verdadero arquitecto y diseñador.

-Buenas tardes -saludó la profesora a la clase. Todos le devolvimos el saludo, incluyéndome, aunque de forma distraída ya que estaba analizando el trabajo de esa clase en mi notebook-. Hoy es el último día para entregar el último trabajo -se escucharon algunas quejas-. Sin embargo les daré esta hora para que lo terminen y me lo presenten. Recuerden que esta es una nota más que tendrán, y que solo estamos a pocas clases para que se desocupen conmigo.

Realmente no le presté tanta atención ya que frente a mí tenía la casa que estaba diseñando para poner en práctica el material teórico de la profesora. Me encontraba muy concentrada analizando la intensidad y calidad de luz en el salón de estar, cuando la profesora dio un anunció que no escuché pero que me sobresaltó cuando mis demás compañeros comenzaron a aplaudir con fuerza, silbar y algunas chicas decían cosas que no identifiqué por hablar a la misma vez.

-¡Silencio, por favor! -pidió la profesora-. Por favor no se olviden que estamos en una Universidad, y el fanatismo deberán dejarlo para cuando no estén dentro de ella. Así que no olviden comportarse y hacer sentir al joven Gray cómodo.

Padre Santo. ¿Qué?

Alcé la mirada de golpe y la clavé hacia el frente, donde la profesora intentaba calmar a los estudiantes mientras que tenía al lado a un chico de rizos chocolates que miraba todo con cierta timidez y nerviosismo ocultados bajo una sonrisa.

-Conan Gray ha venido a conocer un poco de lo que hacemos aquí -siguió hablando la profesora una vez todos se calmaron un poco. Aunque por las expresiones de emoción contenidas de las chicas supe que no todo eso era cierto-. Como ya se enteraron muchos, el director general y Conan ha establecido un acuerdo donde se acordó que el cantante será uno de los jueces que evaluarán el Proyecto Final.

»Además de que el joven Gray elegirá un estudiante que tendrá su completa atención y apoyo durante la preparación del proyecto. Aunque claro que pueden interactuar con él siempre y cuando se trate del proyecto. Recuerden que él tendrá la oportunidad de expresar su opinión a la hora de elegir el ganador de esta amigable competencia.

¿Quién está hablando? Oh, sí. La profesora. Pero, ¿por qué demonios no soy capaz de escucharla y prestarle atención? Oh, también sé eso; porque mis ojos están clavados en el chico que se encuentra a tan solo unos metros de mí.

Y es que, Dios, si no fuera porque estoy sentada, mis piernas temblarían como gelatina.

¿Por qué tuvo que ser hoy que vendría?

¿Y qué diferencia habría si hubiese sido otro día? Me recriminó una parte de mi cabeza. Esa que me miraba mal por no apartar la mirada del chico de cabello chocolate. Conan se mantenía callado, aunque con una sonrisa tensa en su rostro. Su mirada comenzó a pasarse sobre cada estudiante en lo que la profesora seguía hablando. Rápidamente los nervios me invadieron.

¿Qué hago? ¿Bajo la mirada? ¿Oculto la cabeza detrás de la notebook?

O podrías correr al cuarto del conserje otra vez.

Demasiado tarde para esas tres opciones; la mirada curiosa de Conan chocó con la mía.

Y nuevamente todo pareció detenerse para mí. O nosotros.






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No me voy a disculpar porque hasta a mí me cansa JAJA

pero perdón.

Ciertamente extrañé aparecerme por aquí. Y realmente espero que ustedes me hayan extrañado... o al fanfic JAJAJA.

Oigan, acabo de empezar a trabajar en edits y demás cosas para el fanfic. De hecho, he subido uno de twitter, pero a instagram. Es una frase de Conan para Clea que aparecerá en algún capítulo.

Quise que se reflejara lo doloroso y dañino que puede resultar desear volver al pasado por tan solo unos recuerdos donde eras feliz. Y, como hemos visto, Clea había generado dependencia emocional hacia Conan.

Díganme, ¿ustedes han tenido dependencia emocional en algún momento? Yo sí :'v

Mi instagram es: Bluinsomnia (tienen el link en mi perfil). Sería lindo si dejaran un like y un comentario!!

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