Capítulo 41

En cuanto vi asomarse el rostro de mi novio por la puerta una gran sonrisa se dibujo en mi rostro. Cuando me vio sus ojos brillaron de emoción y en un cerrar y abrir de ojos me encontraba abrazándolo.

—Maldita sea...—susurró sin soltarme—Estás en mis brazos de nuevo... por favor, por lo que más quieras no vuelvas a hacer nada parecido. Nos tenías a todos muy muy preocupados. Pensabamos que te perdíamos. Y todo por nuestra culpa. Por idotas.—Cada vez su voz se quebraba más.

—Basta Aaron. No digas más. Lo siento mucho, te prometo que no volveré a hacerlo—me separé un poco de él y le besé. No de una manera brusca, sino de una manera tranquila y dulce. Lo único que quería era transmitirle tranquilidad, que todo estaba bien y volver a sentir sus labios.

Cuando nos separamos me sonrió y le devolví la sonrisa acariciándole la mejilla.

—Por cierto, no ha sido vuestra culpa. Sino que mía. Sólo mía. No es justo echarle la culpa a alguien más cuando he sido yo la responsable de toda la mierda ¿vale?

—Pero si nosotros...

—Carpenter...—le advertí con la mirada.

—Pero es que es cierto.

—Amor mío, cállate—alcé las cejas y le sonreí ladeando la cabeza.

Sus ojos verdes brillaron de felicidad y me sonrió.

—¿Amor mío?—ladeó la cabeza sin perder la sonrisa—¿Me has llamado amor mío?—me preguntó divertido y sentí mis mejillas arder y al escuchar su risa comprobé que me había sonrojado—Dios, eres una monada. ¡Te has sonrojado!—con sus dedos índices y pulgares me cogió las mejillas como suelen hacer las abuelas.

—Ya basta—aparté sus manos de dos manotazos.

Se le veía feliz. Estaba muy contento. Y yo también. Debí haber pensado mejor antes de hacer esa locura. Esa locura ha salpicado a más gente de lo que creía.

—¿Estás bien?

Asentí.

—Si. Solo triste, decepcionada y avergonzada conmigo misma. Perdóname por lo que hice.

—Te perdono si me prometes que no volverás a hacer nada parecido y me das otro beso—puso morritos, y se veía adorable.

—Te lo prometo—dije antes de unir mis labios con los suyos.—¡Ahora dile a los idiotas que vengan que los quiero achuchar a cada uno de ellos!—exclamé y en menos de cinco segundos todos se me tiraron encima. Menos Lox.

—Quítense vacas, llegó la Queen—apartó a cada uno de ellos de mí y me abrazó con muchísima fuerza.

—Lox...—reí abrazándola.

—Ahora si, pueden abrazarla—dijo después de un rato abrazándonos.

El primero en abrazarme fue Nash, seguido por su hermano. Después Cameron, los Jacks, Shawn y Matt. Todos me decían que se alegraban un montón de que estuviera bien y me pedían disculpas una y otra vez. Tenían unas horribles ojeras y los ojos hinchados. Me sorprendí cuando vi a Sammy y a Nate. Por supuesto que no dudé en darles un gran abrazo.

Miré a Carter y Taylor, que eran los únicos que faltaban por darme un abrazo.

—¿Y vosotros...?

—Nosotros somos unos idiotas.—dijeron a la vez y alcé una ceja divertida.

—Eso ya lo sabemos—rodé los ojos-¡Quiero mi abrazo!

Los dos se miraron confundidos, pero después se acercaron rápidamente con una gran sonrisa.

—Lo siento.

—Yo también. Lo siento mucho—se disculpó el chino.

—Cuando vimos tu vídeo... supe que si algo malo te pasaba en la vida me perdonaría.

—Si. Perdóname. Nosotros somos tu familia. Tus fans son tu familia. Por supuesto que tienes familia.—Podía sentir el dolor y el arrepentimiento en su tono de voz.—No debí decir eso en la entrevista.

—Carter no te preocupes, de verdad—me separé un poco de ellos para poder mirarles a la cara—Y tú—señalé a Tay—Gracias por salvarme la vida, literal—sonreí—Todo la vida te estaré agradecida—asentí.

—No tienes por qué. Te lo debía.—Se encogió de hombros—Por más que tú digas que no fue nuestra culpa, sé que lo fue. Especialmente la mía. Fui yo quien comenzó con todo. Perdóname.

—Mira, ya estoy harta de escuchar la maldita palabra "perdóname" no quiero que volváis a repetirlo ¿de acuerdo?—todos asintieron.—Bien, ahora tengo dos dudas...—entrecerré los ojos—¿Qué mierdas hacíais todos cotilleando y escuchando conversaciones ajenas?

Sonrieron inocentes.

—Sabes cómo somos—Matt se encogió de hombros.

—Y que lo digas...—rodé los ojos divertida—Y ¿por qué tenéis la cara morada todos menos Lox, Shawn, Aaron, Nate y Sammy?—alcé la ceja. Tenían un ojo morado, como si hubieran sido golpeados o algo.

Todos fulminaron con la mirada a mi hermana. Ésta se limitó a encogerse de hombros indiferente.

—Lo tenían bien merecido—dijo mirándose las uñas como la diva que es—Ya dije varias veces que nadie, absolútamente nadie—miró amenazante a los chicos—se mete con mi hermana—sonrió.

—En serio, tienes que aprender a controlar tu agresividad—le advertí con una pequeña sonrisa.

Estuvimos como dos horas hablando y bromeando. Me sorprendí cuando apareció mi padre y me abrazó. Por muy patético que suene, no me acordaba de la última vez que me abrazó. Y me sorprendí aún más cuando me pidió perdón -él no estaba cuando dije que estaba prohibido decir esa palabra, además él sí que tenía el deber de pedírmelo- por todo. Me dijo que podía quedarme con él a vivir tranquilamente si quería, porque si algo tenía claro era que no quería volver a ver a esa mujer que se hace llamar mi madre. Según me dijeron ni siquiera pasó a verme cuando estaba a punto de morirme porque tenía mucho trabajo. Algo muy común en una madre.

A la noche se quedó Maider conmigo y a todos los demás les ordené que se fueran a un hotel a descansar. Los muy malditos se querían quedar aquí, pero ni en broma iba a ocurrir eso. Llevan dos horas más un vuelo de más de diez horas y necesitan descansar. Ya vendrán mañana a visitarme, además el doctor me dijo que también necesitaba descansar y con esos terremotos sería imposible.

—Deberías dormirte, mañana seguiremos hablando—me dijo Maider.

—Antes quiero contarte algo—dije en un suspiro.

—¿El qué?

—¿Sabes por qué me odia mi madre?

—Porque no tiene corazón—contestó rápidamente como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—No—negué—Unas horas antes de que intentara... bueno, eso, me dijo que... que...—sentía un nudo en la garganta lo que hacía que me impidiera continuar.

—Leire cálmate, estás muy pálida—me tomó la mano preocupada.

—Me dijo que me odia porque maté a mi melliza...—dije en un sollozo y mi amiga frunció el ceño—Me dijo que iba a tener una melliza pero que la maté antes de que nacieramos—le conté con lágrimas en los ojos.

Mi amiga se quedó boquiabierta sin saber qué decir, así que optó por abrazarme, que era justo lo que necesitaba.

—Esa es una excusa... estoy segura de que ella ya se había dado cuenta de lo hipócrita que era esa mujer y decidió no nacer.

—Claro, seguro fue eso—solté una risita mezclado con el sollozo.

Esa loca siempre dice cosas sin sentido en momentos como estos y siempre consigue sacarme una sonrisa.

¿Qué haría yo sin ella?

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•¿Quién ama a Maider? Jajaja yo la adoro.

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