Capítulo único.

Lo sabía, tenía certeza absoluta.

Han Yoohyun sabía que no sería sencillo, no cuando toda una multitud de clases S iban tras su hyung. Sung Hyunjae era una molestia, pero de algún modo tenía que admitir que no era su mayor amenaza esta noche, de quien debía ser precavido no era de los adultos, sino de los menores, ¡su hyung siempre había tenido debilidad para con los niños! Y aunque estos ya no era niños, Yoojin seguía viéndoles así.

Ahí estaba, el francés rubio que acaparaba la atención de Yoojin fingiéndose sumiso, sus mejillas se sonrojaban conforme la mano de su hyung le acariciaba suavemente la cabeza. Bien, quizá Noah fuese un tanto tímido, pero solía ser un maestro de gremio e incluso había ido a mazmorras ilegales en compañía de su hermana mayor, por lo tanto era todo un adulto experimentado y Yoohyun no se dejaría engañar con esa supuesta cara angelical.

Por suerte -para él, claro-, la muestra afectiva no fue muy prolongada, puesto que Yerim llegó muy oportunamente e irrumpió tan animada (escandalosa) como de costumbre y los arrastró a la cocina, después de todo la cena de víspera navideña no se realizaría sola, una excusa totalmente comprensible.

Moon Hyuna, por otra parte, se había escabullido y mantenía una copa de vino en su mano, ciertamente parecía un tanto divertida. Incluso comenzó a molestar un poco a Song Taewon, siendo secundada por Sung Hyunjae.

Yoohyun les restó importancia y también se encaminó hacia la cocina, pero apenas ingresó otra molesta escena se presentó ante sus ojos.

Sabía que su hyung disfrutaba la comida de Myeongwoo, y aunque no le agradaba del todo se contenía al ver la brillante expresión de Yoojin cada vez que probaba bocado, pero esto... era demasiado.

¿Por qué Myeongwoo había cocinado bocadillos única y especialmente para su hyung?

Todavía peor, ¿por qué Myeongwoo le daba comida directamente en la boca a su hyung?

¿Y esa diminuta distancia entre ellos? ¡era un movimiento muy obvio por parte del herrero!

—¿Eh? ¿qué estás comiendo, ahjussi? ¡también quiero probar! —bien, Yerim a veces también era un estorbo, pero debía admitir que durante esta velada se encontraba ganado puntos a favor, dos para ser precisos.

O eso pensó hasta que la chica bebió del mismo vaso que Yoojin, y encima tomaba selfies de ambos.

La maldecía como al resto.

—Yoohyun-ah, ¿estás bien? —cuestionó un poco preocupado Han Yoojin en cuanto descubrió a su hermano menor en la esquina, observando fijamente, con un cuchillo de cocina en una mano y una vivída llama en la otra.

Poseía un aura un poco... siniestra.

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Han Yoohyun vs Peace.

Primer round.

Vencedor: Peace.

Nota extra: Han Yoohyun ha dejado atrás el estado de aturdimiento, ahora el odio consume su corazón.

Su asiento designado era al lado de su hyung, era un hecho concreto, un pleno derecho como hermano menor. Sin embargo, en cuanto deslizó un poco la silla, una ágil silueta rojiza saltó y se posicionó sobre ella.

Se quedó sin palabras.

—¿P-Peace? —Yoojin estaba maravillado, su querido Peace estaba perfectamente sentado a su costado, la ternura le exigía capturar tal momento por la eternidad—, espera Peace, ¡papá va a tomar una foto! —y por consecuencia, la cámara del celular de su hyung realizó distintas tomas para las que, incluso, la pequeña bestia posó.

La sesión fotográfica se extendió dos minutos más en cuanto alguien le colocó un gorrito estilo Santa Claus al león cuernudo, y tres minutos más cuando Chirpie también decidió participar y se posó sobre la cabeza del ahora modelo.

Finalmente, Peace supuso que había sido suficiente, por lo que redujo un poco más su tamaño y se abalanzó sobre el regazo de Yoojin, en donde inmediatamente se acomodó y emitió un tenue sonido de satisfacción. También le dirigió la mirada a Yoohyun y después a la silla, entonces sus ojos brillaron un poco más, como si acaso fuese una sonrisa.

Confundido, Yoohyun estaba por sentarse también. Fue cuando comprendió la travesura.

El asiento, su asiento, estaba totalmente invadido de pelo.

Yoojin parecía bastante satisfecho al comprobar la positiva reacción de los likes y comentarios en sus redes sociales, las fotos de seguro fueron lindas.

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Comida extranjera por ahí, culinaria coreana por allá, una extraña pero sabrosa mezcla de ambos aquí. ¿Acaso no era extrañamente delicioso? No quería reconocerlo, pero la noche no iba tan mal.

El bullicio aumentaba, las risas incrementaban conforme las diversas pláticas se creaban encimándose entre sí. Temas irrelevantes que se esfumaban a los cinco minutos, seguidos de chistes y bromas que, por supuesto, no podían faltar.

Se podría decir que era un buen ambiente, esplendoroso, confortable, alegre, y todos cuantos adjetivos cursís pudiesen haber, le daba igual describirlo.

Excepto cuando la conversación aterrizaba en los "niños" de su hyung. ¡Eran bestias mágicas! ¿por qué se obsesionaban tanto con el hecho de nombrarles así? ¡su hyung definitivamente no sería el padre de los hijos de esos codiciosos y sinvergüenzas clases S!

—¡Hyung y yo también tendremos un niño! —está bien, era extrañamente satisfactorio decirlo, pero Han Yoohyun era, en su no tan humilde opinión, el único que debería decirlo así.

Es más, si hablaban de sus niños, ¿no sería correcto decir que sería el segundo? Peace contaba, ¿verdad? Era de ambos, ¡y había sido la primera criatura bebé que su hyung había criado con tanto amor y afecto! Aunque tenían ciertas diferencias, el niño era obediente y poderoso (así lo había demostrado al obviar su destreza en mazmorras de alto rango).

¿A quién le importaba si Song Taewon seguía reusándose a aceptar al cordero? ¿O si el "niño" de Riette se demoraba en crecer? ¿cómo fue que se llegó al tema de las enseñanzas de vuelo que Noah recibió por parte de Blue?

Han Yoohyun suspiró, en algún momento perdió la pista de las trivialidades que se arrojaban sobre la mesa. Los deseos de combate de los demás se intensificaron después de beber, y él habría estado un poco interesado si no fuese una fecha especial, puesto que una pelea prácticamente aburrida no arruinaría su perfecta navidad con Yoojin.

Lástima que los demás no pensaban igual, quedó claro en cuanto la mesa quedó destrozada, las sillas volaron en todas direcciones y los escombros llenaron el suelo.

Gracias a sus ágiles habilidades, el líder del gremio Haeyeon atrapó la comida de su hyung en el aire y se la ofreció con una pequeña sonrisa.

—¿No quieres un poco más, hyung?

El reloj no mentía, todavía era temprano. Pero Han Yoojin ya empezaba a ser consumido por el cansancio.

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"Qué descarado" pensó Yoohyun en cuanto descubrió a Sung Hyunjae coqueteando con su hyung, siempre manteniendo esa sonrisa de media luna, ese porte de supuesta elegancia y con esa mirada dorada que prácticamente devoraba a su hermano mayor.

¡Ya casi tenía cuarenta! ¿ese vejestorio no podía buscarse a alguien de su edad?

Yerim seguía balbuceando cosas sin sentido junto a Hyuna, ésta última gustaba de molestarle cada vez que encontraba oportunidad, es por ello que Yoohyun no sintió remordimiento alguno en cuanto las dejó con las palabras en la boca y se dirigió a asesinar al líder de Seseong.

Con cada paso, la conversación ajena se volvía más clara, fue así como pudo tener conocimiento de que Sung Hyunjae intentaba conseguir una cita con Yoojin, ¿pero por qué un acuario? ¡no! en primer lugar, ¿por qué quería una cita? ¿cómo se atrevía?

Han Yoojin obviamente seguía en negación y lanzando una que otra broma, cuando súbitamente sintió unos brazos rodeándole desde atrás, no fue difícil deducir que el no tan esperado abrazo venía por parte de su donsaeng. No le desagradaba en absoluto, pero no pudo evitar preguntarse el porqué debido a la naturaleza repentina de la acción.

Terminó considerando que era un acto adorable y se dejó querer un poco, muy contrario a lo que Sung Hyunjae interpretó al hallar la frialdad de esa mirada oscura que le amenazaba.

—El joven maestro sí que es posesivo —comentó entretenido, de cualquier forma ninguna clase de intimidación hacia él resultaría efectiva.

Yoohyun frunció el ceño con desagrado, si creían que era posesivo así lo demostraría. Recargó su cabeza en el hombro de su hyung, aplicó un poco más de fuerza al abrazo uniendo así sus cuerpos por completo y sus manos, que anteriormente rodeaban el pecho y estómago de Yoojin, comenzaron a descender hacia la cintura.

—¿Y-Yoohyun-ah? —cuestionó Yoojin confundido, con un pequeño rubor en las mejillas.

—Te amo, hyung —sin explicación alguna, sin motivo alguno, solo una verdad que demostró al besar la mejilla de Yoojin unas cuantas veces (porque una vez simplemente no bastaba).

Segundos después, los besos también descendieron, acariciando la piel expuesta del cuello. El nombrado criador perfecto tuvo que detenerle antes de que los niños notasen el trasfondo no tan inocente.

Han Yoohyun no solo era posesivo, también era bastante intrépido, no cabía duda.

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La madrugada había caído ya, tan poco majestuosa como Yoohyun lo hubiese supuesto, la traducción directa de aquella interpretación horaria no era otra mas que el aterrizaje navideño auténtico, lo cual sinceramente no le interesaba mucho. Así como su propio cumpleaños.

Su pensamiento se enterneció en cuando divisó a su hermano mayor con un pastel entre manos, sonriéndole con una gran belleza, la única que podía atraerle.

Estaba delicioso.

No sabía a qué adjudicar tal grado en gusto, pero era tan perfecto que deseaba por llorar. Las cremas se derretían en su boca con suavidad, la explosión de dulzura proveniente principalmente de las fresas le despertaban una sensación estrechamente relacionada al romance, la pequeña y débil flama que esfumó con su aliento en cuanto su hyung le instó a pedir un deseo no tenía caso: su deseo ya se hallaba más que satisfecho.

El coro de felicitaciones le resultaron irrelevantes, si no era Yoojin quien las enunciaba entonces no encontraba razón válida como para prestar demasiada atención. La canción de cumpleaños fue, en muchos aspectos, vergonzosa, pero un tanto memorable.

Pese a todos los imperfectos que podía encontrar, su corazón se proclamaba cálido y completo, se regocijaba en saber que esta vez podía estar al lado de su hyung, no como todos esos años distanciados en los que sus cumpleaños no eran más que días solitarios sumido en memorias y añoranzas, aferrándose con desesperación a una vieja grabación con tal de escuchar esa voz.

Si podía pasar toda la eternidad celebrando con su hyung, entonces no podría pedir más. Su felicidad tenía por nombre Han Yoojin.

El aire festivo se extendía entre todos, cada uno lo asimilada a su particular modo. Pronto la emoción se centró hacia los regalos navideños, Yoohyun tenía planeado retirarse con su hyung una vez que concluyeran el intercambio, todavía tenía planes, mismos que involucraban únicamente dos personas, solo ellos dos.

Un último esfuerzo y podía marcharse, además estaba ansioso por ver la hermosa expresión de Yoojin al abrir los obsequios que había preparado para él.

Con esos pensamientos en mente, también se acercó al árbol de navidad que decoraba en gran medida la estancia, lo cual por un segundo le teletransportó a esa infancia en la que, aunque la casa era pequeña y la fortuna muy limitada, su hyung se esforzaba por colocar un arbolito para que lo decorasen juntos.

Bajo la sombra del imponente y destellante árbol descansaban los regalos, tan distintos entre sí, desde la diferencia de tamaños hasta las envolturas y listones en los que en su mayoría se distinguía el carmesí, dorado y esmeralda -todos colores propios de la festividad-. Estos eran los obsequios de los presentes y uno que otro que provenían de personas -en teoría- importantes, pero no eran todos, en el centro de crianza se habían recibido muchos más.

—El líder del gremio Amaterasu también me envió un regalo... —comentó Yoojin, un poco avergonzado al recordar los efectos de la palabra clave sobre aquel hombre, estaba un poco arrepentido.

Han Yoohyun se preguntaba con severidad porqué gente extraña continuaba acercándose a su hyung.

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—¿Y mi regalo de cumpleaños, hyung? —murmuró Yoohyun al oído de su hermano mayor, aferrándose a él una vez se encontraron en intimidad.

—¡Y-Yoohyun! ¡espera!

Pero esa mirada ya no razonaba debidamente, ya no poseía la suficiente consciencia como para siquiera realizar un vago intento por detenerse.

Han Yoojin no sabía con exactitud cómo llegó a esta situación, en qué instante fue arrinconado sobre la cama, o en qué momento su playera había caído lo suficiente como para revelar sus hombros, tampoco desde cuando sentía esa particular humedad extendiéndose por su clavícula.

Quería ocultar el rostro, simplemente encontrar protección en la sábana bajo él.

El tacto al que estaba acostumbrado era cálido, pero el actual poseía una temperatura mucho más elevada y peligrosa. Y no podía engañarse al fingir que no lo sabía, que no lo había supuesto, no al conocer tan bien a su hermano menor; era intenso, fogoso en sus batallas, en sus determinaciones, al parecer también en su amar.

—Hyung... d-duele —se quejó con una voz suplicante.

Su rostro estaba sonrojado, sus ojos exhibían algo más que deseo, era un anhelo más allá del plano físico. Yoojin creyó en un principio que se refería al calor acumulado en su zona inferior, pero en cuanto su donsaeng señaló su propio corazón comprendió de qué clase de dolencia padecía.

Debido a la naturaleza de la situación, su palpitar era un frenesí sin control, mas ahora su coherencia se nublaba. Fue inundado por recuerdos, desde el primer día en que regresó, todavía temía que todo fuese una ilusión, un delirio; ¿y si un día despertaba y descubría que todo había sido producto de un sueño? Que hubiera logrado salir de aquella mazmorra sin su hermano menor, que el cuerpo sin vida continuase entre sus brazos, que las lágrimas aún bañaran su rostro.

Han Yoojin rompió a llorar, el tacto mutuo ardía y él no podía sentirse más amado que al entregarse ante aquella pasión, conforme sus manos vagaban sobre la piel abrasadora más podía convencerse del realismo que representaba cada caricia, aquellas tristezas se esfumaron como meras gotas de agua siendo evaporadas ante tan elevados grados, Yoohyun había demostrado ser capaz de incinerar, quemar y carbonizar todo cuanto pudiese abrumarle.

Si tuviese más lágrimas que derramar, entonces definitivamente serían de felicidad, completa dicha y entusiasmo como el que su propio cuerpo experimentaba y demostraba en demasiados sentidos que jamás podría admitir ante terceros.

Ya no contenía la capacidad de pensar en otra cosa a excepción de su única familia y, desde hacía cierto tiempo poco después de su regreso, pareja romántica; los roces y fricciones cargados de vivacidad y ansia alrededor de su cadera no eran simples pasiones libidinosas, los besos esparcidos por todo su torso eran claramente impacientes pero ello no les impedía perder su toque de gentileza, sin mencionar lo toques osados y vigoros distribuyéndose en sus piernas, ahogarse en semejante sofoco era, de hecho, todo un deleite que permitiría hasta consumarse.

Un juicio nublado que solo podía discernir a través de un corazón embriagado en amor o un espasmo involuntario lleno de fruición por ambas partes, voces fragmentadas que se perdían al repetir el nombre del contrario, o una transpiración exagerada que poco o nada importaba; eran toda una experiencia tan vivída que no concluiría en una sola noche, probablemente ni siquiera en toda una vida, después de todo tales muestras afectivas eran demasiado sentimentalistas, incorpóreas y podían suscitarse en más de mil formas distintas, porque su amar no era limitado, ni a lo tangible ni a lo intangible.

Totalmente infalible e inequívoco, de todos los cumpleaños que había vivido hasta el momento, este era, por mucho, el mejor de Han Yoohyun.

Así lo confirmó al admirar el exquisitamente hermoso rostro de Yoojin mirándole únicamente a él, conforme cada uno se perdía en el universo centellante que confinaba cada iris de su ser más amado, al compás en que se entregaban por completo a la jovialidad y la plenitud de saberse enamorados y correspondidos.

—Feliz cumpleaños, Yoohyun-ah...

—Feliz navidad, hyung...

Mencionaron al unísono.

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