Capítulo 23

Lance Rott...

La película de mierda que la infiltrada aseguró que me gustaría terminé amándola más de lo que hubiese querido. Fue divertida, ligera y muy entretenida por desgracia. Las películas de fantasía me resultan una total mierda igual que las de amor pero esta resultó diferente y la infiltrada le fascina. Se sabia todos los putos diálogos.

Es una niñata, no sé cuantos años tiene pero puedo apostar que solo lo hace por sentirse identificada con el personaje de ficción de Antes diciembre, Jack Ross, ese por el cual las mujeres consideran el hombre perfecto y que mi abuela ama que se lo lea. 

Estaba completamente seguro que terminaríamos viendo la que yo le propuse. Estaba confiado que su película de mierda no me iba a gustar y resultó lo contrario y me siento con un gusto culposo porque no me puedo sacar los putos personajes.

 Cuando la luz de la mañana dio directo a los ojos me levanté sobresaltado y encabronado pues creí que había dejado las cortinas de mi balcón abiertas. Al principio no sabía dónde mierdas me encontraba hasta que miré a mi lado y me conseguí con la infiltrada dormida en una posición bien extraña.

Me costó varios minutos procesarlo. Mi mente se preguntó que hacia la chica de grandes ojos verdes y llena de pequeñas pecas claras durmiendo a mi lado, entonces recordé lo ocurrido, recordé que anoche había tenido un ataque de pánico y no quería volver a esta habitación - que por cierto necesita darle mano - recordé que le había ofrecido mi compañía y quedarme junto a ella hasta que se durmiera.

Estaba muy asustada, podía verlo en sus grandes caricaturescos, esos ojos que ahora cada vez que los miro me causan esa sensación desconocida y extraña. Me pidió que me quedara y no de la forma lujuriosa o perversa que otras me han pedido luego de un polvo. Fue distinto y se sintió bastante extraño. 

Cuando sus manos agarraron mi brazo, sentí que mi estomago se hundió en lo mas profundo y desee que esas pequeñas manos suaves no me soltaran nunca. Yo no sé que me esta pasando con esta mujer pero cada día es mas intenso lo que me produce y joder estoy asustado, porque no sé si esta mierda es normal, y tengo la maldita pregunta rodando en mi cabeza desde que esto comenzó.

Quiero saber si alguien mas ha experimentando esto alguna vez. Pero no sé por que siento miedo de hacerlo. Es como si esperara algo horrible.

—Que extraño que la niña no se haya levantado—la voz de mío me hace pisar tierra y sacudo la cabeza. Alzo la vista hacia él y leo en su rostro un ápice de preocupación—. ¿A qué horas empiezan clases?

Subo y bajo los hombros sin importancia, mientras bebo de su dulce café con tranquilidad, estoy relajado porque las primeras horas no tengo clases y aprovecharé esas horas ir a entrenar al gimnasio. Tengo muchos pensamientos acumulados en mi cabeza y necesito de alguna manera sacarlos, hoy volveré a las practicas de béisbol, lo cual me hace feliz, lo único que no me contenta de ello es que allí esta Tae-oh y no entiendo por qué ya no me resulta tan genial como antes. Estoy empezando a detestarlo sin razón.

Es extraño.

—¿Por qué no la despiertas?—me dice y me bebo rápido el café donde casi me ahogo. Tomo mi bolsa de ejercicio y salgo como un cohete hacia la salida—.Hijo, ¿no vas a desayunar?

Dejo aquella pregunta en el aire cuando cierro la puerta detrás de mi. Exhalo el aire retenido y me dirijo hacia los ascensores dando trotes largos.

Ingreso al establecimiento empujando la puerta de vidrio, el aire acondicionado me golpea en la cara con algo de brusquedad y la música de skriller  invade mis oídos de manera suave. Me sorprende que esta hora de la mañana el sitio este lleno, la mayoría son jóvenes no menos de veinte años y antes de bajarme supuse que estaría vacío por el día y la hora. Me equivoqué. Mientras avanzo entre las maquinas hacia a los baños no dejo de cuestionarme si esta gente que esta aquí trabaja o estudia. Porque son demasiados. Supongo que son riquillos.

Me dirijo a las bicicletas donde usualmente las utilizo para calentar. Llevo cinco minutos pedaleando cuando de repente siento que me miran las espaldas. No me quedo con la intriga y miro por encima del hombro para averiguar. Ruedo los ojos con fastidios al ver la cara fea de Rick. El malnacido de mi amigo me ataca por la espalda y me rodea con sus brazos por el cuello.

Lo aparto de mi con repudio dándole con el hombro. Desde que hizo lo que hizo en aquella fiesta con la infiltrada ya no siento el mismo aprecio de antes. Me da asco de solo pensar que hubiese pasado si la piojosa no se defiende como lo hizo.

—¿Hace cuanto que no veo tu gran trasero?—su aliento apestoso me corta la respiración, hago una mueca de asco y lo empujo con el codo furioso. Me bajo de la bici y llevo mi mano directo a su cuello.

Siento como pasa saliva despacio.

—¿Qué te pasa amigo?—cierro los dedos alrededor y noto el miedo en sus ojos, él sabe de mi, sabe lo que hago a la media noche. Sabe que puedo acabarlo fácilmente—.L-lance.

—Te quiero lejos de ella.

—Amigo—señala su cuello con desespero—. Me estoy quedando sin aire. ¡Mierda!

—Y dejarás de respirar si no te alejas—quiero apretar mas su cuello, no me da miedo dejarlo inconsciente. Se lo merece, se merece que lo haga mierda aquí mismo, desde hace mucho tiempo este hijo de puta merece una paliza para que él y los otros imbéciles acaben con esa mierda.

—¿Cuál de todas?—se burla tentándome pero no accedo a su juego—. ¿Te refieres a Melanie?

—Aléjate de ella—repito serio, deseando cerrar mas mis dedos alrededor de suyo. Cobrar lo que estuvo a punto de hacer esa noche cuando ella no quería. Cuando ella sufrió una excitación como estoy seguro que no hubiese deseado.

Pudo haberla matado.

Esas mierdas no pueden tomarse así a la ligera y esta basura se la dio como si se trata de un puto caramelo. Sin medir las consecuencias que eso podría tener en ella. Solo pensaba en follarsela para cumplir con la maldita lista.

—¿Por qué tu lo dices?— me burla, y mi furia incremente—.Sabes que no lo haré y menos cuando es mi presa, no la dejaré, lo haré cuando cumpla con el reto. Amenázame todo lo que quieras. Esa perra como muchas otras las cuales no has podido salvar será mía. 

Escucho un clic dentro de mi como si se tratara de una bomba y no tengo mas contemplaciones con él lo golpeo directo en su fea cara de mierda. Todos ahogan una exclamación cuando lo ven caer al suelo y golpearse la cabeza. Algunos detienen su rutina y otros ocultan su impresión detrás de sus manos.

—Estas advertido—no le aparto la mirada. Rick parpadea incrédulo con una mueca de dolor, mientras limpia la nariz—Aléjate de ella.

—Vas a tener que cuidar su culo lo que resta del cuatrimestre porque con o sin reto esa muñeca me chupara el pito—otro clic dentro de mi y el siguiente movimiento en su estomago el cual propino tan fuerte que lo hace quejarse de profundo dolor—.Golpéame todo lo que quieras amigo. No me detendré hasta que tenga consiga como follarmela bien ri...—no lo dejo terminar, descargo mi ira contra su cara asquerosa. 

Hijo de puta.

Soy expulsado del gimnasio para siempre por el dueño luego de haber defendido a la infiltrada quien nuevamente esta en peligro y quiera o no debo poner en advertencia. Las palabras de Rick son firmes y cuando dice algo el desgraciado lo cumple. 

Maldito, louis.

¿Por qué tuviste que poner el nombre de ella en esa miserable lista?

¿Por qué demonios me  preocupa tanto?

Con las demás chicas solo les avisaba pero con ella siento la necesidad de protegerla, como si no pudiera defenderse, como si no fuera capaz de enfrentarse a tipos como Rick cuando demostró que si puede.

¡Mierda!

La pondré en sobre aviso otra vez y vigilaré sus pasos sin que se cuenta. Sé que suena como un maldito acosador pero no puedo dejarla sola y menos ahora que este defecto, está empecinado ella, no me permite dejarla sola.

Ingreso al apartamento luego de dar vueltas sin rumbo por las calles. Empujo la puerta de mi habitación y me encamino directo hacia el cuarto de baño. Paso a la ducha cuando el agua esta acorde para bañarse deslizo la mampara hasta cerrarla. Dejo caer la cabeza hacia adelante cuando el agua de la regadera cae en mi cara.

Está recorre por mi cuello, mi espalda y mi pecho desnudo. Suelto varios jadeos. La sensación que me produce el agua es muy placentera y relajante. A fuera está haciendo un calor que no se soporta. Este año hemos tenido el peor clima y se estima que para los siguientes estaremos peor.

Lavo mi cabello con suavidad mientras mi mente no descansa un segundo. Debo advertir a la infiltrada, tengo que decirle que este alerta y que nunca esté sola. Rick está desquiciado y debe tener mucho mas cuidado.

Él pasará por encima de mis amenazas, no le importara cuántas veces lo golpee, él está dispuesto a todo.

Maldito.

Termino mi baño y salgo envuelto en una toalla negra alrededor de mi cintura. Me dirijo a mi armario. Saco al azar lo que me voy a poner; Una camisa blanca, un jean negro y mis zapatos de goma que ya están algo viejos. Agarro mi bolso, mi cámara y mis lentes de aviador junto con las llaves.

Las primeras horas no la vi cuando la busqué para hablar con ella pero supongo que no faltará a la clase que compartimos. Allí le advertiré. Rodeo las áreas de la facultad y me dirijo hacías a las afueras cuando siento que alguien me agarra por la espalda. Una corriente viaja por mi cuerpo y pareciera que me hubiese congelado porque no me puedo mover. Bajo la vista creyendo que es ella y fuerzo una sonrisa al ver que es su amiga.

¿Por qué demonios pensé en ella?

—Hola lance.

Sacudo la cabeza.

—Hola bonita—saludo a Geo con corto beso en la mejilla luego de salir del trance, arrugo la nariz por su fuerte loción. Huele delicioso solo que exageró.

—¿Qué haces?—tiro una pequeña sonrisa, Geo es tan tierna, muy contrario a la bruja que vive en mi casa.

Ella es toda arisca y loca.

—Pensando en ti—le guiño el ojo y noto como su rostro enrojece.

—Ay si—me golpea leve el hombro, incrédula.

—Paseaba un rato.

—¿Solo?—pregunta asombrada—.Se te olvida que anda un asesino suelto.

Mierda. Eso es cierto.

Aunque no tengo miedo, pero ella tiene razón. Este no es lo mismo desde que mataron a la primera chica.

—Cierto.

—Mira lo que te traje.

Parpadeo.

¿Me trajo algo?

—Anoche hornee galletas—informa mientras saca de su pesado bolso un compartimiento de plástico de color verde—.¿Te gustan las galletas?

¿Ella me hizo galletas?

¿Por qué?

Trato de responder pero el impacto es tan fuerte que toma cierto tiempo para hacerlo. Cuando por fin logro respirar miro el recipiente. Me siento cohibido de la pena y estoy confundido.

¿Por qué me hizo galletas?

—¿Por qué me hiciste eso?— casi no encuentro mi voz.

—Somos amigos, ¿No?

Mierda.

Mis amigos nunca me habían regalado algo parecido. Solo pastillas, cigarros y alcohol.

—Si-si—ella sonríe como si me respuesta la hiciera feliz.

—Eso hacen los amigos—me acerca el recipiente y suelto una risita incrédulo—.Espero que te gusten.

—Gracias—lo recibo con gusto y lo guardo en mi bolso. Ahorita no quiero comer dulce pero prometo probarlas más tarde—.¿Quieres desayunar?

—Si—dice enseguida—.Bueno, si no hay molestia.

—Sabes que no.

Suspira.

—Bueno vamos.

—Por cierto—comenzamos a caminar—.¿Dónde está tu amiga? ¿Por qué no está contigo?

—¿Melanie?

—La única infiltrada que conozco, si.

—¿Que?

—Si ella—corrijo al darme cuenta que no sabe que así la he apodado—.¿Hicieron las pases?

—No—contesta y su tono de voz suena molesto. Sus brazos están cruzados bajo su pecho en una actitud negativa.

—¿Qué sucede? bonita

Hace una negación. Parece agobiada.

—Es que...—hace una negación—.Melanie me tiene cansada, eso sucede.

Sus palabras me sorprenden. A mí también esa pequeña invasora me tiene cansado pero no esperaba esto de su amiga. En realidad es una gran molestia.

Pasamos a la cafetería que está a una cuadra de la facultad y nos ubicamos en un mesa vacía, al fondo cerca de la ventana. Ella se sienta a mi lado colocando su bolso pesado sobre la mesa y el mío lo dejo sobre las piernas cuidando de las galletas.

—Pensé que era el único que no la soportaba—intento sacarle información, me da mucha intriga, juro que creía que era solo yo que lo agobiaba con su fea voz y su presencia pero Geo se muestra dudosa de contarme. La presiono un poco—.Te ves ahogada, dime qué sucede, confía en mi—soy un hijo de puta pero me llama saber que pasa con la infiltrada.

—Primero me trata como una niña — empieza a decir y siento un airecito de satisfacción—.Todo el tiempo está con eso del karma.

—¿Karma?

Suelta aire retenido.

—Con los hombres

—¿Cómo así?—sacudo la cabeza confundido.

No comprendo nada.

—Melanie piensa que todos la quieren apostar—revela al fin.

—¿Y por qué piensa eso?—intento sonar no muy interesado, aunque si lo estoy.

—Bueno ella...—la corto haciendo una gesto con la mano cuando veo pasar a la infiltrada.

—Luego me cuentas ¿si?—pido disculpas y dejo la cafetería en un santiamén. Guio mis pies por donde la infiltrada había tomado y la sigo cuando la distingo. Está a unos cuantos metros de distancia de mi, caminaba con torpeza. 

Apresuro mis pasos para alcanzarla. Mi corazón se acelera con solo imaginar al momento de tenerla frente a frente. Casi retrocedo pero ese instante recuerdo por que razón estoy pisándole sus bonitos talones. 

Rick.

Espero que se detenga en la esquina pero sigue de largo sin percatarse que el semáforo cambia a luz verde y hay un puto coche.

¿Qué mierdas?

Corro a toda velocidad viendo como el carro se aproxima a ella y la arrastro conmigo por la cintura hasta el otro lado de la acera. Los dos caemos al suelo, mi cuerpo queda sobre el suyo, el auto pasa justo detrás de nosotros rechinando los neumáticos.

Respiro agitado y siento que se me va a salir el corazon.

Maldita eso estuvo cerca.

—¿Están bien?—pregunta una voz a mi lado.

Con la ayuda de unos brazos logran ponerme de pie. Mi bolso, mis lentes y mi bolso están esparcidos en el por todos lados. Recojo cada uno sintiendo como la sangre me hierve y la cabeza me palpita. Varias personas me miran angustiado mientras yo observo a la causante que casi nos maten.

—¡¿Estas loca?!—me acerco hasta ella, hecho una furia, sin importar que me estuvieran mirando. —. ¡¿Por que mierdas cruzas sin mirar?!

Ella echa la cabeza hacia atras abriendo los ojos en par cuando me acerco hasta casi rozar nuestras narices. Su cara luce mas pálida de lo normal y hay pequeña una herida en su pómulo derecho. Sus facciones muestran inocencia y confusión. Como si no se hubiese percatara del peligro que acabamos de pasar. Verla de ese modo reduce mi exaltación.

—¿Acaso no viste las luces en verde?—doblego un poco mi tono—.Pudiste morir infiltrada, ¿Qué estabas haciendo? ¿En que pensabas cuando cruzaste así?

Sus mejillas se tiñen de rojo y trata de evadirme pero no la dejo por el codo. Ella no se irá hasta que me diga que mierdas hacia para que ni mirara las señales.

—¡Suéltame!

—Responde infiltrada—impongo—.¿Que estabas haciendo?

—S-solo me distraje.

—¿Con que?—sé que hay algo mas pero no me quiere contar. Su piel se torna mas y mas roja—.Habla.

—Ya suéltame, ¡Animal!

—Pues este animal acaba de salvar su feo trasero—recalco—.Así que habla o no vuelves a la facultad.

—¡Lance!

Mierda, mi nombre se escucha también en su voz, es como si le perteneciera.

—Habla.

—¡Suéltame!

—Te escucho.

Rueda sus ojos fastidiada. El viento hace remolinos contra sus rizos desarreglados y los pega a su mejillas y nariz. Unos pequeños puntos en su piel me distraen. Son pecas aunque no se notan mucho pero están allí y son muchas. 

—Estaba persiguiendo una mariposa—llevo mi atención de nuevo hacia sus ojos verdes—.¿Me puedes soltar?

Mi cabeza hace corto circuito.

¿Ha dicho mariposa?

¿Qué mierdas?

¿Esta mujer casi pierde la vida por estar persiguiendo una puta mariposa?

Me llevo ambas manos incrédulo después de escuchar su confesión, no me lo puedo creer. Esto tiene que ser una puta broma.

Esta mujer esta loca.

—¿Es en serio infiltrada?—no salgo del asombro—.¡Casi pierdes la vida por una estúpida mariposa!

—No era cualquiera mariposa—justifica y mis neuronas explotan—.Es la mariposa Morpho que llevo años queriendo fotografiar.

Esto es demasiado, no puedo soportarlo. A esta chica se le soltó un tornillo. No puedo creer que no mida el peligro, las consecuencias de sus actos.

Parece una niñata.

Vuelvo a la facultad, no doy vueltas que me gusta hacer. Ingreso a mi aula y espero que los demás ingresen. Mientras eso sucede, tomo las últimas páginas de mi cuaderno. Saco mi lápiz y trazo la primera línea sobre la hoja para canalizar todas mis emociones.

Pasan los segundos y el salón que hace un rato solo se oía el trazo de mi lápiz es ocupado por las voces de mis compañeros. Los pubertos de primer semestre.

Cada uno va ocupando su respectivo puesto hasta que queda uno vacío — el que está a mi lado — y solo falta una persona en este pequeño grupo.

Llevamos media hora de clase y la infiltrada no aparece, lo cual se me hace muy extraño ya que ella jamás falta, al menos no en esta. Geo no ha dejado de mirar la puerta de la entrada. La siento preocupada. Admito que a mí también me inquieta que la infiltrada aún no aparezca.

De repente un frío me recorrer la espalda y la mente me viene Rick.

¡Maldita sea lo olvidé!

Estaba tan furioso y perplejo que le no advertí de su enferma obsesión.

¿Y si no quiso asistir a clases y esta metida en una tienda o persiguiendo estúpidas mariposas?

¿Y si no?

¿Y si Rick la tiene amordazada?

Guardo todo decidido y me monto al hombro el bolso. Camino por entre las mesas y me despido del profesor haciendo un gesto con la cabeza.

—¿Se va?

—Si, tengo una emergencia.

—De lo que hablemos hoy va para el examen que viene—avisa —.¿Está seguro que se quiere ir?

Lo dejo con la palabra en la boca. Tengo que encontrar a la infiltrada antes que suceda lo que estoy imaginando.

En el trayecto me consigo de frente con Louis. Su sonrisa de actor se borra en el instante que aprieto su cuello con mis dedos. Sus ojos grandes y saltones se abren sobresaltados.

—Que te...

—¿Dónde está?

—¿De que hablas?—cierro los dedos.

—Rick, ¿Dónde está?

—En clases, supongo, no lo he visto hoy—sus ojos me miran con terror y confusión—.Hoy no quise entrar a clases y no sé nada de él.

Trato de creerle pero no puedo. Me regreso a la edificación para confirmar que sus palabras son ciertas.

Y lo son.

Ahí estaba el maldito metido en su mundo de mierda.

¡Joder!

¿A dónde se metió la infiltrada?

Es extraño que ella falte a clases, al menos esa. La cual compartimos este año. Me relajo al ver que el estúpido este sigue aquí y no cerca de ella. Regreso al salón, interrumpiendo la clase. Pido disculpas sin importar la mirada de todos sobre mi y ocupo mi asiento.

El profesor me mira de mala gana y no le hago caso. Saco mi cuaderno, mi lápiz y en vez de anotar  lo que hay en el pizarrón, dibujo.

Al terminar la clase, me dirijo al estacionamiento. Una voz suave y de niña me frena.

Es Geo.

—¿Puedes llevarme hasta las residencias?

—¿Y tu amiga?—sueno brusco y me riño. No puedes tratar así a la chica que te horneó galletas, que por cierto deben de haberse dañado.

—No puede llevarme.

—¿Hablaste con ella?

—Si—dijo, parece tranquila—.¿Puedes? Es que no quiero tomar el metro.

Sonrío de costado y asisto.

—Grabé la clase—me dice cuando vamos camino a su residencia—.Si quieres te presto mis apuntes.

La miro por el ras de mi ojo incrédulo.

—¿De verdad?

—El profesor habló mucho y eso es lo que va para el examen de la próxima semana—ruedo los ojos—.Yo no tengo tanta memoria para abarcar todo pero, mi grabadora si.

—La vieja confiable.

Se ríe y me uno a su risa.

—Si no te trae inconveniente..

—Por supuesto que no—dice y me pasa su linda grabadora junto a su cuaderno de apuntes.

Estaciono el coche frente a su residencia y me giro sobre su asiento para mirarla. Aun sigo consternado con lo que acaba de hacer. Quiero decir algo pero no me sale. Me siento extraño.

—No sé que decir.

—Somos amigos ¿no?—asisto despacio, procesando esas palabras—.Y esto es lo que hacen los amigos.

Otra vez me quedo sin palabras. Nunca me había relacionado con alguien que se preocupara así por mi. 

—Muchas gracias—le digo con una media sonrisa y recibo un beso en la mejilla de su parte.

—Cuídate.

Le agradezco con un asentimiento y la sigo con la mirada hasta que desaparece de mi campo visual.

Wo.

Es extraño lo que la bonita acaba de hacer. Ninguno a los que considero mis amigos me ha brindado una atención como está. En todos estos años me he partido el culo yo solo tratando de cumplir con mis deberes.

Tenía que estar detrás de los cuatro ojos para que me dieran los apuntes cuando faltaba. Porque estos les daba igual.

Claro como ellos son hijos de papi y mami les importa un culo quedarse.

Geo, geo, ahora comprendo un poco porque la infiltrada te cuida tanto.

Estoy escuchando la voz del profesor de la grabadora y algo distrae mi atención. El coche feo de la infiltrada está aparcado frente a la academia de patinaje sobre hielo.

¿Qué hace la infiltrada aquí?

Quiero seguir de largo pero la curiosidad es tan grande que no me permite continuar. Salgo de mi coche y le doy un vistazo a la fachada.

No sé que estoy haciendo.

Muevo mis pies y mi visión es invadida por una pista de circular de hielo y gradas a mi alrededor. Estás están vacías, una que otra persona las ocupaban.

Me detengo por las barandas que dan contra pecho y no dejan continuar mi andar. En el interior de la pista habían cientos de niños y también adolescentes patinando felices de arriba abajo. Estoy a punto de irme cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo y entonces la veo.

De la nada siento que el aire se me corta  y el corazón me palpita con mucha profundidad. Suelto exclamación por lo bajo mientras acaricio mi pecho con mi mano izquierda, frunzo las cejas y tomo aire profundo para que me pase.

—Haces que parezca fácil pero no lo es—protesta una voz ronca y femenina —.¿Como le haces?— llevo mi atención a aquella voz algo ruda y me encuentro con la figura de Jade. 

Ella estaba teniendo dificultades para tener equilibrio mientras que una niña muy parecida ella, patinaba a su alrededor.

—Es que lo es chica roquera—siento un hormigueo en todo mi cuerpo al escuchar su voz entre risas.

—Púdrete, Alicia.

—Solo déjate llevar —justo cuando dice mi campo visual es invadido por su figura y a partir de ese momento no pude apartar la mirada sobre ella. 

La infiltrada llevaba su grande suéter negro holgado, pantalones jean tipo pescador  y patines blancos. Su cabello esta atado en un moño alto con una mariposa de papel incrustada en él. Sus pequeñas orejas colgaba dos grandes aros que le hacían resaltar sus rasgos.

Rasgos que me están pareciendo bonitos.

Ella sin percatarse de mi existencia empieza a patinar en retroceso— tal como lo hacen las bailarinas profesionales—Se ve segura de lo que esta haciendo, como si no tuviera miedo de tropezar.

La gente empieza a mirarla cuando hace movimientos artísticos que parecía conocer a la perfección, no pude apartar los ojos, me siento magnetizado. Ella seguía bailando al ritmo de la canción, ajena a las miradas que caían sobre su espalda llenas de asombro. 

Cuando acaba todos aplauden y ella mira como si no se hubiese dado cuenta que era el centro de atención. La chica de ropa de rock tiene la boca abierta de la perplejidad mientras que la infiltrada parece un tomate de lo roja.

Verla moverse de esa manera me recuerda al video que vi en su laptop, el que decía, Él día que perdí el brillo.

—¿Dónde aprendiste eso?

—¿Que?

Se ríe, parece nerviosa.

—¿Cómo que, que?— le da por el hombro y se queja—. ¡Esos pasos que hiciste! estuvieron increíbles, dime, ¿estuviste en alguna academia?

La respuesta queda en el aire cuando aparezco para interrumpir su amena conversación. Noto el disgusto que le causo a la infiltrada por mi presencia. Lo ignoro y pido hablar en privado con ella.

—¿Qué quieres?—dice tajante, respiro hondo. Es tan odiosa.

—Advertirte de Rick.

—Si, ya se que me tiene en una lista y...

—No, infiltrada—la corto—.Rick esta muy empañado contigo es un enfermo de mierda y quiere llevarte como sea a la cama. Tienes que tener muchísimo cuidado y debes alejarte de  él.

Veo como el miedo y el asco invade su rostro. Puedo sentir su impotencia y yo me siento igual, porque me pongo en sus zapatos por un segundo y pienso lo terrible que es.

—Es un estúpido—niega con la vista puesta en otro parte. Sus manos están en la baranda y quiero hacer lo que dicta mi mente.

Colocar mis manos sobre las suyas o abrazarla pero me cohibo y frunzo las cejas.

—Solo aléjate de él—repito y listo para irme cuando su mano rodea mi muñeca, me detiene.

Paso lento.

—Gracias—sus ojos están cristalizados, una pequeña lágrima escapa uno de ellos izquierdo. Ella la limpia con el dorso de su otra mano y luego me suelta. Dejándome un vacío inexplicable.

—Si—no sé que decir, solo quiero irme, su mirada es tan directa que siento que me está leyendo hasta el alma—.Me voy.

—Esta bien—nos sonreímos levemente acción que me causa un calor en mi pecho.

Inclino la cabeza para despedirme y salgo de la academia con su sonrisa, sus ojos grabados en mi mente y la sensación de su mano en mi muñeca.

Me deslizo dentro del coche y suelto el aire comprimido dejando mi cabeza hacia atrás. Froto mi cara y mi cabello. Observo mi mano, mi brazo y los lugares que ella ha tocó, los cuales no han desparecido.

¿Cómo es posible eso?

Tengo que saber que me sucede, ¿Por qué me siento cómo si me fuera a dar un ataque al corazón? ¿Por que su toque me deja así?

¿Es normal?

¿A quien le pregunto para que me saque de dudas?

Si mis amigos son unos imbéciles y mis amigas no creo que lo sepan ya que no creo que lo sepan.

—Dios mío, dame una respuesta de esto—pido en voz baja dentro de mi coche.

Mi teléfono interrumpe mi pelea mental y gruño. Lo saco del bolsillo de mi pantalón y reviso la pantalla.

Ruedo los ojos.

—Bueno.

—Esta noche, como siempre—dice directamente Robin, sin saludar—.No faltes. Hay mucho en juego y te necesito, ¿Crees que puedas pelear está noche? ¿Te recuperaste?

—No del todo pero si me siento capacitado.

Siento que sonríe.

—Ese es mi chico—hago una mueca  ante de su adulación exagerada. La cual detesto, solo lo hace cuando le conviene—.Hay mucho en juego.

Asisto.

Me gusta.

—De eso se trata.

—Quiero tu bonito trasero y redondo tempranito.

Cómo si no supiera eso.

Ambos colgamos la llamada con un nos vemos y lanzo el teléfono hacia el asiento del copiloto.

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