Capítulo 22
Melanie Grey.
El señor Andrew me colocó una curita cuando vio mi mano ensangrentada. El animal de Lance me había hecho daño y no actuó como otra vez veces—preocupado—actuó indolente y no volvió a salir de su habitación después de eso.
Estoy intrigada ante su actitud, ¿Por qué tan alterado por un viejo álbum de fotos? Recuerdo sus ojos enfurecidos y llameantes que parecían querer aniquilarme pero también los noté asustados.
Era como si lo que está allí adentro contiene algo que nadie puede ver o saber.
¿Y qué se puede esconder dentro de un viejo álbum?
Entiendo su cuaderno de color verde musgo horrible y aquellas fotos o el mismo bloc de dibujos.
¿Pero un álbum?
Es extraño.
Pensé que Lance era alguien que yo conocía. Egocéntrico, arrogante, pretencioso, grosero, odioso y mujeriego, supuestamente con mucho dinero.
Bueno eso es lo que mostraba en sus redes.
Jamás imaginé que me encontraría con alguien intrigante, misterioso, que esconde secretos. Porque estoy segura que esa habitación hay algo que nadie quiere que sepa y no solo eso. Sus salidas, su reacción cuando entoné una canción que a mi papá le gustaba cantarme.
Extraño, muy extraño y no sé por qué eso me llama.
Quisiera saber que esconde el chico que según él roba los sueños y moja las bragas.
El señor Andrew me sonríe y lo miro perdida. Sé que me habló. Pero estoy en blanco a sus palabras porque...ando pensando en el pendejito de tatuajes que sigue encerrado en su habitación como oso en hibernación.
Mejor así no aviva las cosas que siento por él.
Hoy es noche de cocina. Si, él señor Andrew me va a enseñar a cocinar. Ya que...el mercado sigue intacto y hay que usar lo que esta allí o se va a vencer.
Propuso hacer tacos mexicanos y yo casi, casi que le doy un beso de la dicha, este hombre lo tiene todo, pero así como la felicidad invadió mi vida, está también se esfumó y ese momento algo dentro de mi cambió.
Nah mentiras.
Pero si me coloqué brava con el universo que sigue conspirando en mi contra.
Faltaban algunos ingredientes y yo fui voluntariamente me ofrecí a buscarlos. Todo bien, estaba como Shrek y Fiona por la pradera saltando felices hasta que llegaron los pobladores persiguiéndolos.
Bueno los pobladores es Lance.
Y lo bueno es que él no quería ir y yo tampoco quería que me acompañara. Por primera vez estamos de acuerdo en algo. Sin embargo el Sr. Andrew insistió y aquí estamos, en su coche, discutiendo, camino a la tienda del supermercado.
—Todo lo haces a propósito—me culpa.
—¡¿Yo?!—protesto—.En primer lugar no he sido yo. Fue tu tío.
—¿Y no te pudiste negar?
—¿Eres sordo o sufres de demencia?—le pregunto, encendida de la ira—. ¿Acaso no viste que me negué? ¿Qué dije que no miles de veces?
—Debiste insistir más.
—¿Y por qué no lo hiciste tú?—contraataco—.No te negaste.
—Me negué.
—No, no lo hiciste—remarco—Te quedaste callado y solo asentiste con tu gran cabezota—no refuta y yo sigo—.Puedes dejarme aquí si quieres. No tengo ningún problema—y no miento, fácilmente puedo quedarme y volver sola, no lo necesito.
—¿Te crees suficiente?
—Y mucho—frena del golpe el carro y casi me estrello contra el vidrio parabrisas, no sé cómo actúe rápido, pero estuve muy cerca.
—¡¿Eres estúpido o qué?!
—Bájate—ordena señalando la puerta—.Si eres lo que dices. Bájate.
Abro y cierro la boca. Si este marginal cree que le voy a rogar esta bien loco. Porque jamás lo haré.
—De acuerdo—sus ojos vibran sorprendidos ante mi reacción. Si, eso era lo que esperaba. Pobre iluso—. Adiós, vaquero.
Me bajo antes que diga algo más y azoto con toda la mala intención. Saco el dedo del corazón a su cara pasmada y comienzo andar dando saltitos por la acerca.
Walmart no queda lejos. Estaré en segundos allí.
¿Quién necesita auto?
Para eso están estas piernas poco atléticas. Que solo hacen ejercicios una vez al año y casi se desmayan cuando sube tres pobres pisos.
—Infiltrada—ruedo los ojos y lo ignoro, mirando ¿que? Los edificios, los taxis amarillos, típicos de esta ciudad, un pájaro muerto y un billete roto de un dólar.
—Piojosa—escucho su carcacha cerca de mi—.Sube.
—Anda a llorar.
Gruñe.
—Es peligroso—cruzo las cejas incomprendida haciendo una negación con la cabeza. Este tipo es bipolar. Sigo mi andar como Alicia en el país de las maravillas y me distraigo con algo. De pronto me choco con algo duro pero con un olor exquisito—. Jamás le he rogado a una mujer y tu no serás la primera—esa fea voz la conozco yo. Levanto la vista y me encuentro con la cara entumecida de la furia de Lance.
—Que hace...—no me da oportunidad ni de protestar cuando me toma de la cintura y me sube a su hombro con una facilidad que me resulta absurda.
—Nunca había conocido alguien tan testarudo como tu—vuelco los ojos—.Dime, ¿has tenido novio?
Ladeo la cabeza.
—¿Te compete?
—El que lo sea tiene que ser igual de loco que tu—pellizco una de sus grandes nalgas para callarlo y no le afecta en nada, resoplo frustrada.
—Seremos muy, muy felices—aseguro y suelta una risa burlesca—.Y tu te quedaras solo, amargado y criando gatos.
Suelta una profunda carcajada.
Imbécil.
—¿En verdad crees en esas mierdas?—escucho abrir la puerta del carro y estoy dentro, otra vez.
Lo miro de re-filón y veo que no se mueve de dónde esta. Sus manos están apoyadas en el orillo de la ventanilla y su cuerpo inclinado hacia el mío. Su olor varonil impregna mis fosas nasales, su calor corporal acaricia mi hombro y parte de mi rostro, dándome a entender lo cerca que esta.
—¿Qué haces?—titubeo, nerviosa, deseando que mi voz no hubiese salido temblorosa pero él no deja de mirarme y por su culpa estoy así—.¿Puedes dejar de hacer eso?—reclamo y no responde, tampoco se mueve del sitio.
¿Qué pretende?
¿Ponerme mas nerviosa?
Sus ojos actúan inmersos cuando me giro para confrontarlo. Mi movimiento impulsivo hizo que quedemos cerca uno del otro. Tanto que casi se rozan nuestras narices. Me quedo sin laditos y siento como la sangre sube a mis mejillas. Lance frunce las cejas me una mirada fugaz y se aparta de mi impulsando se con los brazos.
Respiro con normalidad cuando ya no esta y me llevo las manos a la boca, mientras un cosquilleo se arremolina en mi estomago.
Eso estuvo muy cerca, demasiado cerca.
La puerta se abre y se cierra cuando entra, luego de un corto silencio. Su hombro choca con el mío y eso solo alborota más mis nervios.
No lo miro, finjo que no me di cuenta y busco una escusa para evitar cualquier contacto.
Tengo mi teléfono y por suerte hay mensajes del asiático sexy pero también de Alexa, también de amigos viejos del colegio.
Estuve respondiendo a mis amigos de la secundaria y a Tae-oh quien me había saludado hace como media hora.
—Te espero aquí — me dice cuando detiene el coche frente al Walmart.
No contesto, me bajo del coche y entro ligero a local.
Finalmente puedo respirar el aire contenido. Todavía tengo el corazón latiendo profundamente y la imagen de su rostro reproduciéndose en mi cabeza, una y otra y otra vez.
Cómo las sensaciones en mi cuerpo que cada día se intensifican más con su cercanía.
Paseo por los pasillos. La canasta tiene lo que necesita la lista. Me siento realizada de haber hecho las compras yo solita, no tuve perdidas y conseguí todo en un santiamén.
La cajera con cara de amargada me entrega el cambio luego de pagar. Los guardo en la parte trasera de mi pantalón y salgo con las bolsitas en mis manos.
Muevo mis pies hasta el carro del chico tinta y me preparo mental y físicamente para nuestro encuentro.
Ingreso después de abrir la puerta y dejo cerca de mis pies. Él está alli en modo silencioso clavado en su teléfono. Tenía como un minuto desde que ingresé al coche.
—Eh...¿podemos irnos?
—Si preciosa—levanto un poco mi cabeza por el costado, cuando por fin habla—¿Te parece está noche? — arrugo la cara al escuchar su tono de voz seductor—.Perfecto, paso por ti a las nueve de la noche, ¿me puedes repetir tu nombre?
Levanto literalmente las cejas, otra víctima.
—Kika —sonríe coqueto, hago una negación disimulada—. Te veo luego, adiós, cuídate.
Antes que se de cuenta que lo estaba espiando, agarro mi teléfono y también hago que tipeo. Bueno aquí la verdad no finjo porque, tenia varios mensajes de tae-oh. Una sonrisa tira de mi labios al ver su nombre. La verdad el chico sexy asiático, puede hacerme feliz en cuestión de segundos.
—¿Puedes dejar el teléfono y atenderme?—alguien protesta y tapa la pantalla de mi teléfono con su mano.
—¿Que?— pregunto ignorando las chispas que recorre mi cuerpo cuando hizo contacto contigo.
—Te pregunté que si esta todo— dice malhumorado.
—Si, está todo—contesto sin apartar la vista de la pantalla, que había vuelto a ser despejada. Su mano está en la palanca de cambio y me distrae.
Es grande, con alguna venas salientes bajo su piel y con anillos grandes adornando sus largos dedos.
—Bien—el carro se mueve y en minutos estamos integrados en el tráfico.
Estuve chateando con tae-oh en todo el camino hasta llegar al apartamento. No me había percatado hasta que alguien lo anunció muy molesto.
Bajo del coche y camino atrasada detrás de él, quien llevaba las bolsas. Ingresamos al ascensor y allí solo se oían mis risas.
Salimos y alguien me empuja pero no le reviro. Estoy tan bien hablando con tae-oh que nada me afecta, ni siquiera la actitud amargada del chico tinta.
—¿Consiguieron todo?— pregunta el sr. Andrew después de entrar.
—Si, todo—responde frío el chico tinta y dejas bolsas en la barra de la cocina, sigue de largo y avienta la puerta de su habitación con dureza.
—¿Volvieron a pelear?— inquiere y niego con la cabeza. Ya mi conversación con tae-oh había terminado hace unos segundos, nos despedimos y recordamos vernos el domingo.
—No, no se que le pasa.
Ambos giramos la cabeza cuando se fondo se escucha música clásica.
—¿Puedes hacer cargo un momento?— me pide con toda la dulzura del mundo—.Enseguida regreso.
Asisto con la cabeza sin ningún problema y me dedica una sonrisa que casi me derrite.
El señor Andrew ingresa a la habitación de Lance después de que este le diera el acceso.
Me entra curiosidad saber de qué están hablando así que me acerco para investigar. Pero no logro escuchar mucho ya que estos se aproximan a la puerta.
Como una flecha retrocedo hacia la cocina y como si no hubiese ocurrido, saco las cosas de las bolsas.
El sr. Andrew nos enseña como cocinar tacos. A mí y al marsupial nos colocó de tarea picar los vegetales. Cosa que terminó en pelea por el cuchillo y el tuvo que intervenir, porque así nos agarramos.
Bueno, exagero, pero si me provocaba agarrarlo de las greñas y arrastrarlo por el piso por toda la ciudad.
Estamos frente a la estufa, el señor Andrew en medio y ambos al costado de su cuerpo. Lance es más alto de los dos y su cabezota sobre sale por encima de los dos, y puedo ver por el rabillo de mi ojo que me lanzaba miradas cero amigables, yo también hacia lo mismo y en cada oportunidad le sacaba del dedo del medio o le hacía muecas feas, de disgusto.
Servimos los tres platos y lo llevamos a la mesa. Todo se veía delicioso y olía espectacular. Tengo la preparación y receta en mi memoria. Tal vez en un día de estos me atreva a cocinarla, si no quemo el apartamento.
—Siéntate aquí — le indica, justo a lado de mío.
—Aquí estoy bien—dice con rechazo.
Si, lejos, muy lejos de mi.
A que te gustaría volver a tenerlo cerca.
No.
—Por favor—saca la silla para él, este había escogido sentarse adelante—.Somos una familia.
—Ella no es de la familia, es una invasora infiltrada.
—Ay pobre el nene quiere llorar—me burlo y eso lo hace explotar de cólera.
Desde que llegamos ha estado así, furioso y amargo.
—Mientras viva en esta casa lo será.
—Hola hermanito —bromeo y su rostro enrojece. Rio internamente al verlo como se resigna al mando de su querido tío.
—Patética—murmura entre dientes cuando se sienta a mi lado.
—Berrinchudo.
—Te detesto.
—Mas que yo, no.
Su rodilla choca con la mía a propósito bajo la mesa y le devuelvo golpe de la misma manera.
—Insoportable—dice cerca de mi oído y me da otro rodillazo, estoy a punto de pegarle en la cancha de frente que tiene cuando el sr. Andrew interrumpe.
—Provecho mis futuros...
—¿Mis futuros qué?— sueno al mismo tiempo que Lance.
Andrew se ríe y limpia el borde de su boca la servilletas.
—Fotógrafos — completa y siento que no es lo que quería decir, percibo una doble intención en su sonrisa.
¿Qué estará pensando?
—Gracias— digo con los ojos medio entrecerrados.
—Gracias — dice Lance.
El transcurso de la comida estuvo silencioso al principio y creí que estaríamos mudos toda la cena.
Gracias al cielo el señor Andrew habló de como conoció a mi mamá.
Lance casi no participa en la conversación. Parece ausente y evita mirarnos. Su pierna derecha no deja de moverla de forma inquietante cerca de la mía.
Parece ansioso.
El señor Andrew divaga más de mi vida, le resumo un poco y cuando intento saber de la suya, algo extraño pasó.
Él se queda callado y la pierna de Lance deja de moverse. Fue un acto uniso y repentino, como si la pregunta tuvo algún impacto en los dos.
Le dije que si el tenía hermanos y mis palabras quedaron en el aire después de eso. El señor Andrew aclaró fuerte la garganta y la conversación cambió drásticamente. Lance por otro lado, hizo una negación y abandonó la mesa para encerrase en su cuarto.
¿Qué pasó?
—¿Dije algo malo?—pregunto preocupada ante la reacción de lance.
—No hija, todo está bien—dice despreocupado, fingiendo una sonrisa—.No te preocupes, hasta mañana Valery—dicho esto recoge los platos de la mesa y se dirige a la cocina.
Regreso a la habitación con la cabeza dándome vueltas reviviendo como ambos reaccionaran ante aquella pregunta. Me siento culpable, quizás fue imprudencia mía querer saber mas y no lo hice con mala intención, solo quería saber si tenia mas hermano tal como él lo hizo conmigo, no imaginé que eso tuviera algún efecto, sobre todo con lance.
No se que pensar.
Fue muy inesperado.
Dejo la lámpara encendida y me acomodo para dormir. Tenia la sensación de que Geo me escribiría pero nuestra ultima conversación fue aquella llamada, ni un stiker de paz cuando sabe que el error fue de ella. Lo que supuse que debe estar molesta conmigo por haberle reclamado lo justo, porque como le dije, he recibido mensajes de las fans de aquel zopenco bipolar la cual no he abierto ninguno y he bloqueado porque sé que contienen.
Geo, geo, geo.
En el lio en el que me has metido, ahora no solo debo soportar la actitud del chico tinta. También sus discípulas celosas.
Me despierto de repente y me doy cuenta que estoy en completa oscuridad. La única claridad que ingresa era la luz del poste que estaba cerca de la ventana.
Dejo caer mi cuerpo y dirijo mis ojos hacia la lámpara. Está está apagada. Lo cual me extraña, ya que siempre la dejo prendida.
Me incorporo y me inclino hasta ella para prenderla pero me doy cuenta que el botón de encendido está marcado.
¿Qué?
Antes que el pánico se apodere de mi y comience a imaginar cosas que no existencia. Salgo de la cama y corro hacia el interruptor de luz. Para iluminar la habitación.
No prende.
—Oh, no, no — digo con horror mirando el techo—. ¡Esto no puede estar pasando!
Regreso a la cama y rápidamente agarro el teléfono sobre la mesita de noche, enciendo la linterna y lo coloco sobre el colchón para que ilumine el techo.
Respiro hondo y trato de entretenerme con los videos en tiktok. Pero la iluminación del teléfono no es suficiente y entro en pánico.
Los vídeos no funcionan y lo único que me grita mi cuerpo es salir corriendo. Siento como si cada parte de mi estuviera congelado y aquel desgraciado payaso en cualquier momento me va alcanzar.
Salgo al pasillo presa del miedo. Ahogo un grito al ver que todo está plena oscuridad. Mi respiración es acelerada y me desespero al ver que no encuentro el interruptor de luz.
Cuando lo consigo siento, prendo de inmediato y pesar que ahora puedo ver el miedo no se va, menos el payaso de manos viscosas.
Estuve a punto de tocar la puerta de Lance pero recordé que allí estaba su tío y no quería despertarlo. Entonces opto por ir a la sala.
Prendo todas las luces y regreso a la habitación corriendo para buscar mi cobija, mis almohadones y mi teléfono. Me da igual amanecer sin espalda, de aquí no me muevo hasta que amanezca.
Respiro profundo y trato de otra vez en los vídeos que publican en tiktok y comienzo a sentir algo de tranquilidad, lentamente mis ojos se cierra y a pesar del miedo que aún recorre mis venas me acomodo para dormir.
Sigo pasando videos hasta que no puedo más y entretenerme dejo ganar por el sueño.
De la nada algo choca con mis pies y me despierto alterada sintiendo como corazón se detiene creyendo que es el payaso que me agarró los pies. Alguien se queja de dolor y aquella voz hace que mis ojos se abren en shock y mi cuerpo se sacude.
¿Lance?
—Maldita sea—gruñe tirado en el suelo, no asimilo lo que está pasando hasta que él se gira en mi dirección—. ¡Infiltrada!
Se coloca de pie y se acerca, observa todo antes de enfocarse en mi.
—¿Qué mierdas haces aquí? — brama.
Trato de explicar pero la lengua se me hace nudo. Cuando tropezó conmigo creí que era el payaso que me había agarrado los pies.
—¿Acaso no tiene una habitación donde dormir?—mis lágrimas llenan mis ojos y eso detiene su siguiente ataque—, hey, ¿que te pasa?
No puedo seguir resistiendo y rompo a llorar. Hago una negación con la cabeza y oculto mi cabeza entre mis rodillas.
Había pasado un momento de pánico tan abrumador que mi alivio se vuelve en llanto. La tensión se va y el sentirme vulnerable se disipa.
Me alegra que haya sido él y no lo que mi estúpida mente imagina, porque aunque sé que no existen, mi cabeza dice lo contrario.
—¿Qué haces aquí tirada?—pregunta su voz en un tono diferente, muy sutil. Eso me hace fruncir las cejas, pensé que seguiría atacándome—. ¿Otro ataque de pánico?
Levanto la cara de mis rodillas y dirijo mi vista extrañada hacia él.
—¿Es por eso que estás aquí?— él está inclinado sobre una rodilla, cerca de mi. El olor a su perfume y calor llegan acarician sentidos y tacto.
—Si.
—¿Hace cuanto?—sacudo la cabeza dándole a entender que no tenía idea, mi cuerpo seguía temblando—. ¿Por qué escoger este sitio para dormir? Puedes usar el sofá, es mas cómodo.
Sonrío con ironía y me seco las lágrimas.
—Primero me lanzo por el balcón antes de tocarlo—una sonrisa tira de sus labios y agita la cabeza en negación—.Estoy bien aquí, no te preocupes. Mientras haya luces encendidas y tenga internet el miedo pasará.
—¿Quieres que te acompañe a tu habitación?—pestañeo varias veces sorprendida, y lo estudio de arriba abajo con los ojos entre cerrados—.No me estoy burlando.
—Esto es no es juego, Lance —espeto seriamente—.No estoy para chistes.
—No estoy jugando— dice serio y aparto la mirada cuando siento que no puedo sostener la suya—. Vamos, yo te acompaño.
¿Dónde tan amable conmigo?
¿Será que se fumó algo en dónde estuvo?
Su comportamiento es extraño.
—Estoy perfecta aquí, gracias.
—No seas testaruda infiltrada.
—No, no quiero, no quiero regresar allá —digo encogida de miedo.
—No te voy a seducir si es lo que piensas—ruedo los ojos—.Ven—bajo lentamente su vista hasta su mano extendida hacia mi.
La observo y una corriente atraviesa mi cuerpo.
—¿Y por qué no me prestas tu sofá cama?—alzo la vista hacia su rostro—.Te prometo que no tocaré nada y miraré nada. Solo por esta noche.
Entre cierra los ojos incrédulo.
—Te lo juro.
Suelta una risita y deja caer su cabeza hacia adelante.
—Ahorita no se puede —confiesa—.Mi tío está durmiendo en mi cama y yo no voy a dormir en el suelo.
—Duermo en el suelo—soluciono enseguida—.No tengo problema.
—No, infiltrada—chisto los dientes, frustrada—.Te acompaño...
—¿Es que no entiendes que no puedo volver?— repito—.Después que te vayas me quedaré sola y...
—Me quedo contigo.
No reacciono.
¿Qué fue lo que dijo?
—¿Te fumaste algo o qué?—le pregunto, seguía en shock —. Lo que sea, te está afectando la cabeza — y creo que a mí también.
—Ven—hago una negación y otra corriente vieja por mi piel cuando rodea mi muñeca—.Mañana compramos los bombillos.
Resignada me dejo convencer. Recojo mi cobija junto a mis almohadones. Camino detrás de él mientras estoy procesando todo lo que está pasando.
¡Si esto es un sueño que alguien me despierte!
¿Quién es este Lance y dónde está el amargado que me quiere matar todo el tiempo con sus ojos ?
—Espera aquí, voy por mi linterna — me quedo parada bajo el umbral de la puerta con la vista en la pared, evitando mirar dentro de la oscuridad habitación.
Lance le toma varios segundos en regresar hasta que por fin aparece, cambiado, con pijama puesta.
Se veía tan... atractivo que no pude resistir las ganas de admirarlo.
¡Hijo de Lucifer!
Sus piernas son perfectas y su torso esta tan bien trabajo, que se hace difícil al vista.
Con mucho disimulo mi detallo. Lance llevaba una camisa negra de algodón y un pantalón corto de pijama blanco, con cuadros amarillos.
Parecía un mantel, sin embargo le quedaba muy bien, demasiado bien.
Lo odio.
Paso después de él y me siento desprotegida al ver que la habitación no tenía toda la claridad que a mí me gustaría.
—Lance en serio, ¿tu estás bien?
—¿A qué te refieres?— está ayudando a poner los almohadones y la linterna, que parecía un reflector la coloca sobre la mesa de noche.
—¿Te fumaste algo?
—No.
—Bebiste...
—No—sacudo la cabeza —. Estoy perfecto.
Niego con las manos en la cabeza y hago mi típica inspección. Me acerco hasta donde está él y lo estudio de arriba abajo.
Tomo pulso de sus muñecas, de su cuello, reviso si no tiene fiebre colocando una mano en su frente.
Parece normal, ¿o será que la que está mal soy yo?
—Me quedaré hasta que te duermas—me sostiene las muñecas con delicadeza—.Jamás dormiría contigo.
El alivio me recorre sin embargo, ese es el Lance que yo conozco, el arrogante y tajante.
—Primero se vuelve la luna rosada antes que eso llegue a ocurrir—aseguro y me suelto de su agarre.
Lance ocupa el lado derecho de la cama y yo ingreso a ella luego de vacilar. Trago despacio cuando su hombro choca con el mío y finjo que no me doy cuenta que me mira de vuelta.
Con mi cobija cubro mi cuerpo y en silencio le comparto pero se niega. Mis manos tiemblan y no es por el ataque de pánico. Es porque tengo al chico que me cae mal compartiendo la misma cama conmigo.
—¿Cómo haces para sobrellevar la crisis?—lo miro de refilón, sus manos están debajo de su nuca en una pose despreocupada, su mirada puesta en el techo.
A pesar que traté de alejarme no fue posible. La cama es angosta y si me muevo otro poco más, me partiré mi pobre trasero.
Puedo percibir todo de él y no quiero, no quiero decirlo pero es una sensación agradable y me gusta.
Además este idiota huele rico, muy rico.
—Imagino cosas—mi voz titubea y me riño, lance dobla su cuello en mi dirección y me hago la indiferente con las sensaciones que esta enviando a mi cuerpo—. Cosas que sean divertidas o problemas matemáticos. Pero he sido mala para los números así que prefiero las historias. También veo videos o leo, algo que me ayude distraer mi mente para que deje de imaginar cosas que no existen.
—¿Y funciona?
—Esta noche no.
—¿Y cómo haces cuando nada de lo que me dijiste funciona?— curiosea.
Lo miro por el rabillo del ojo.
¿Desde cuando tan interesado?
Repito, este hombre se fumó algo.
—Si te ríes te mato—advierto, mirando el techo desgastado, su silencio me lo dice todo, se va a burlar—. Mejor no te cuento nada.
—¿Cuál es el miedo?
—Olvídalo—cancelo la idea.
—Si no me cuentas me voy—lo miro de vuelta, mi corazón se detiene, hago una pequeña negación—.Tu decides.
Resoplo y le lanzo miradas punzante.
—Si le cuentas esto a alguien...
—No lo haré— dijo firme y su voz me hizo temblar, parece muy serio con sus palabras y eso me da confianza.
—Bien—vacilo con mis dedos jugando con ellos—. Promete que esto no saldrá jamás de aquí.
Rueda los ojos con fastidio.
—No hablaré—dice serio.
Asisto y rasco mi cabeza con indecisión. Lance espera, con su mirada enfocada en mi.
—Dormir con mis papás—suelto al fin y siento mis mejillas encendidas, espero que se ría o se burle pero no llega.
El silencio me carcome y no puedo resistir la curiosidad de mirarlo.
—¿Lance?—su mirada está enfocada en un punto y parece sumido en sus pensamientos —. ¿Lance?
Vuelve en si cuando toqueteo su hombre.
—Disculpa tengo que irte.
—¡No!— reacciono y lo detengo por el brazo, su mirada cae hasta la zona donde mis manos lo tienen sujeto —No me dejes sola—suplico—.Quédate hasta que me duerma, por favor. Te juro que no te vuelvo a molestar más.
—Infiltrada, no puedo — le imploro con la mirada —.No, no se que estoy haciendo, perdona, si quieres duerme en....
—Por favor—ruego.
—No.
—Lance—mis lagrimas mojan mis mejillas.
Siento alivio recorre mi sistema y rápidamente me vuelvo hacia la cama cuando acepta después de tenerme sufriendo en silencio.
—¿Quieres ver una película?—hace una mueca de aburrimiento mientras se integra a la cama.
—Odio las películas de romance — dice horrorizado—. Así que no me vas a torturar con esas mierdas del amor, ¿si? Porque me voy.
—Aburrido — hago un puchero.
—¿Y si vemos una de terror?— sonríe malicioso.
—Desgraciado—explota a carcajadas—.Tengo ataque de pánico y vienes tu a decirme que veamos películas de miedo.
—Es broma, infiltrada—me empuja amigable, y disimulo que su toque no me afecta, como su cercanía, su voz y su mirada—.A mí tampoco me gustan las de terror me parece aburridas. Quiero decir. Ya no asustan como antes.
—A mi también me gustan— confieso—.solo que para evitar que mi mente haga de las suyas las dejo pasar.
—Que jodido, ¿no?
—No se lo deseo a nadie—digo sinceramente y para no abordar en el tema, le pregunto si quiere ver una de mis películas favoritas del momento—. ¿Te gusta Luca?
—¿Películas de Disney?— su voz suena cansada— . ¿Te gusta esa mierda? Pensé que veríamos de acción o ficción.
—Disney es cool.
—Claro que no— revira—. Sus películas son aburridas.
—A mi no me parece—niego en desacuerdo—. Todas me parecen muy lindas y Luca es una de ellas.
—Por favor no me tortures con esa mierda — suplica —. Pon algo mejor, no sé, ¿que te parece búsqueda implacable? O la lista de Shindler.
Suena a aburrido.
—¿Y de qué tratan?—pregunta desmotivada.
—Hagamos algo pecosa — parpadeo, ¿me dijo pecosa? ¿Por qué siento que ya he oído eso antes? — o aquí vamos a estar toda la noche discutiendo.
—Te escucho—dije desconcertada, esa palabra me resuena en la cabeza..
¿Dónde habré oído eso?
—Pongamos la mierda es...
—Es Luca—corrijo —.y mejora tu vocabulario.
Refunfuña.
—Si pasan los minutos y no me gusta la cambiamos y ponemos la que te dije—no me convence —¿Qué otra cosas se te ocurre? — ya estaba malhumorado y no se me ocurría nada, tenia mas películas de Disney en mente pero me doy cuenta que a alguien no le gusta, lo que es muy extraño.
—Bien—digo rendida—.Como quieras.
—Estoy seguro que la película es una mierda.
—Ya veras que no—le aseguro y arreglo los almohadones para estar mas cómoda, coloco mi laptop en medio de las dos e ingreso a la aplicación de Disney.
—
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top