Capítulo 21.
Melanie...
Despierto por culpa de una luz que me pega directo a los ojos. Hago una mueca de disgusto y me cubro la cara con ambas manos. La cabeza me duele intensamente y también me duelen los pies. Me siento como si hubiese subido una montaña...pero descalza.
Quiero quedarme más tiempo en esta cama con suaves sábanas pero el calor que emite el sol y las ganas de orinar intensas no permitieron que descansara otro ratito más.
Retiro la sabana de mi cuerpo de mal humor. Una puerta se abre y cierra al fondo. Una voz femenina hace que abra los ojos en par y deje pelear conmigo misma.
—Hasta que por fin despiertas—frunzo las cejas confundida y me siento de un tiro sobre el borde de la cama.
Una chica de largo cabello amarillo, tez blanca y pecosa, ojos marrones me sonríe amigablemente cuando hago contacto con su mirada.
—¿Cómo te sientes?—tiene cara de preocupación.
—¿Do-donde estoy?—pregunto con los ojos entre cerrados, todavía sigo perdida.
Ella se sonríe abiertamente.
—¿Ya lo olvidaste?—dice como si hubiese ocurrido algo malo del que estoy enterada—. Anoche tuvimos sexo sin control.
—¡¿Que?!
Me paro del golpe.
—¿A poco no te acuerdas de lo bien que no la pasamos anoche con el holandés?—mis ojos se abren en shock y me llevo las manos a la boca abrumada.
¡¡¿¿Perdí mi virginidad anoche??!!
—Y de como nos dio como cajón que no cierra, sobre todo contigo, estaba encantado—la miro horrorizada y no siento los pálpitos de mi corazón. La miro fijamente, deseando que todo lo que ha dicho es mentira, pero ella me mira con tanta credibilidad que lo dudo.
—Es broma—confiesa luego de tenerme dos minutos en incertidumbre y al borde de un infarto. Respiro con alivio y vuelvo a tener signos vitales—.Eso lo hice con mi amiga anoche y no te imaginas lo increíble que fue—muerde su labio y sus ojos se tuercen.
¿Está poseída o qué?
—De solo recordarlo me moja las bragas—cruzas las piernas—.No sé de dónde salió aquel semental pero agradezco a Kelly haberlo traído. La mejor noche de mi vida.
—Me imagino—dije incómoda viendo como se excita sola con la mención del sujeto. El cuál me dio algo de curiosidad. ¿Será la persona que creo que es?—.¿Y como se llamaba el dios griego, por casualidad?
—Josh—dice su nombre con deleite—.Quedamos en vernos otra vez. Estoy lista para que me parta como creyón de kinder. Hubieses visto su pene. Grande, largo y....
—¿Dónde está el baño?—me apresuro a decir antes que termine la frase. Ella sale de su nube imaginaria y me sonríe cuando le muestro mi sonrisa forzada.
—Es aquel—señala con la cabeza mientras abanica las manos contra su cara—.Si quieres date un baño y cámbiate. Tu ropa la están lavando. Anoche vomitaste y la ensuciaste. Pero no te preocupes, yo te presto la mía. Me la devuelves cuando quieras.
Asisto apenada y la miro. Sigue echándose aire con las manos. Esta mujer va a tener un orgasmo aquí y no quiero ser testigo de ello.
—Muchas gracias...
—Alexa.
—Alexa—repito.
—Cuando estés lista bajas al comedor—dice mientras me abre la puerta del baño—.Te espero para desayunar. Bueno en realidad almorzar porque son las dos de la tarde.
Mis ojo se abren shock.
—¿Las dos de la tarde?—repito alarmada y me llevo las manos a la cabeza.
—Eres muy graciosa, me encanta—me dice con cariño colocando una mano en el hombro—.Y bailas como las diosas, ¿eh?
Bajo la mirada ruborizada.
—Tenemos que volver a juntarnos. Tu, Katty y yo romperíamos todas las discotecas de esta ciudad—dice con mucha firmeza—Siendo la envidia de todas las mujeres y el delirio de cualquier hombre con o sin compromiso. A más de una le romperíamos el corazón. Con estas armas letales. Hasta un tipo de esos millonarios caería a nuestro pies.
—Ajá.
Ni loca haría eso.
—¿Son naturales?—apunta mis pechos.
Observo mis amigas un momento.
—Si—me vuelvo hacia ella, por desgracia.
—Son hermosos—adula—.Los míos no, los míos si son operados—no hace falta confirmar porque estos casi me sacan un ojo.
—Parecen naturales—miento, pero no quiero dañar su ilusión.
—Eso dicen muchos—sonríe feliz—.Es que antes era muy plana y ningún tipo me miraba. Hasta que me operé. Las cosas cambiaron y ahora todo el mundo me quiere conocer.
Te quieren coger amiga.
—También me dicen que me parezco a Kylie Jenner.
—¿Por las operaciones?
—¿Ah?
—Oh, si te pareces a ella—remedio a la velocidad de la luz.
—Y tu te pareces a Taylor Swift—en lo único que me parezco de mi diosa es en el cabello. Pero cuando mi diosa tenia su melena de león.
Igual le agradezco el halago porque se escucha sincero.
—Cámbiate—me recuerda—.Te espero abajo.
Quería darme un baño en la tina lujosa que tiene mi amiga la Alexa. Tuve que renunciar aquel deseo de sumergirme en el agua llena de burbujas porque no me sentí con la confianza suficiente para hacerlo.
Me doy un baño ligero en la regadera y salgo envuelta en una toalla de fibra muy suave. Todavía me palpita la cabeza debido a la resaca y necesito tomar algo para que me la alivie o en cualquier momento me va a explotar.
Contemplo ropa que posa en la esquina de la cama y mi cabeza da un cortocircuito al darme cuenta que tipo de atuendo es.
¿Vestido?
¿Acaso no tiene otra cosa?
Con todo atrevimiento que no me debo tomar abro las puertas de su armario. Me niego a ponerme un vestido. No encuentro un pantalón y una camisa en este montón de ropa que puede reemplazarlo. Todas las prendas de esta mujer eran vestidos y la mayoría eran muy atrevidos.
Resoplo pero no me rindo tan fácil. Tengo la esperanza de hallar algo, no me importa, no me voy a exponer que me digan cochinadas en la calle. Porque no sé si el marsupial de Lance se fue anoche y lo mas probable es que devuelta para el apartamento sola, solin.
Mi mala fortuna no tiene ningún limite. En contra de mi voluntad tuve que acceder al dichoso vestido que Alex me ha prestado porque por mas que busque no hallé nada que me evitara usarlo. El vestido es de color azul. Es hermoso. Se parece al color de la Mariposa Morpho que tanto quiero capturar. Es de tiras y me llegaba unos centímetros más arriba de la rodilla.
Hay un espejo ovalado que revela mi cuerpo entero. Hago una revisión y me sorprendo lo bien que luce en mi — sin presumir — se adapta bien y me hace ver muy, muy pero muy sexy.
Me encanta.
Lastima que no lo pueda usar libremente en las calles o universidad.
¿Cómo le hace Alexa para aguantar las morbosidades en la calle?
Le voy a pedir una chaqueta no me importa andar con una toalla encima si la chica Rapunzel no tiene, porque tengo la sospecha que no tiene, bueno al menos no vi.
Salgo de la habitación mirando para todos lados perdida.
¿Cómo es que llegué hasta aquí?
Camino llevada por el instinto y me encuentro con una escalera larga que me lleva algún lugar. Bajo agarrada de la barandal mientras hago inspección detallada de la casa.
Wo.
Esto si que es un paraíso, pero lo hiciera más perfecto si, en la sala, tuviera una hermosa vista al mar como la casa de mis padres.
Así que es un casi, casi paraíso.
Al final de la escalera escucho voces. Provienen de algún lugar. Me guío por aquella risa femenina. Estoy por llegar a la cocina, que queda hacia atrás de las escaleras y me freno en seco cuando me llaman.
Giro y no sé sí estoy soñando o es dolor de cabeza que está jugando con mis ojitos.
—Hola, buenas tardes—me sonríe de forma amigable la persona que me llamó.
—Ho-hola—respondo impactada por la belleza del chico que esta en frente de mi. Se parece mucho a Alexa. Supongo que tiene que ser su hermano o primo, alguien cercano a ella.
—Otra vez mi hermana prestando sus vestidos reveladores—hace una negación con desaprobación—.¿Quieres que te preste un suéter? claro si lo deseas—sonríe de costado.
—Si por favor—acepto sin meditar, me gusta como me veo en el vestido, me siento cómoda solo que no quiero recibir comentarios cochinos cuando salga de aquí.
—Un momento, si—pide y antes de dejarme, estira el brazo hacia mi—.Soy Aiden.
Asisto.
—Melanie—sonríe con un asentimiento y se gira en trompo. Cuando quedo sola me llevo una mano a la boca.
¡Que chico tan guapoooooooo!
Y sus ojosssss.
Y su nombre también es sexy, claro, claro no tanto como lindo y sexy asiático, pero lo es.
Cabello castaño claro, ojos azules y piel tostada, alto y espectacular sonrisa.
¿Dios mío por qué me hace esto?
Me mandas dioses del olimpo pero me castigas con el marsupial amargado.
—Aquí tienes—salgo de mi nube voladora y me giro. El lindo Aiden me entrega una chaqueta negra tipo cuerina.
—Muchísimas gracias—digo honestamente mientras me la coloco. Me quedo modo tiesa cuando él se coloca detrás de mi y me ayuda a ponerla.
Que caballeroooooo.
—Te queda perfecta—me sonrojo ante sus palabras.
—Gracias—casi no me sale la voz.
Que buena recibida me están dando.
—Bueno tengo que irme—discretamente con mucha cautela lo observo de arriba abajo—. Espero que te sirva y no te preocupes en devolverla. Hazlo cuando quieras y si no, voy y la busco no me molestia volverte a ver.
¿Esta coqueteando conmigo?
—Hasta pronto—me guiña el ojo y desparece de mi campo visual con toda su belleza romana.
Observo la chaqueta la cual es muy probable que me la quede y sigo las voces que no dejan de escucharse al fondo. Me detengo o mejor dicho me paralizo de pies a cabeza cuando lo veo, al principio creo que era una simulación pero luego de ver sus brazos tatuados confirmo que es él.
Juré que se había ido, recuerdo, bueno lo que medio recuerdo es que anoche estaba de mal humor porque no sé pudo tirar a katty y por eso se quería ir. De verdad, pensé que lo había hecho.
Quiero retroceder e irme y no lo dudo, no me importa llegar a pie hasta el apartamento, no quiero estar aquí.
—¿Melanie?
Maldigo internamente.
—¿A dónde vas?— dice extrañada Alexa—Ven, ven, la comida esta servida—mi estomago ruge con la mención de aquella palabra, estiro un pie para seguir—.Debes tener mucha hambre—alexa esta a mi lado, llega antes que pudiera dar un paso, me hizo dar la vuelta y llevarme a la mesa donde esta él.
Que para suerte mía, tiene la mirada clavada en su teléfono celular, pero es cuestión de segundos para que note mi presencia.
Que me ignore.
—Solo un poco—trato de que mi voz no llame la atención de él pero lo hace. Lance levanta la mirada en mi dirección y no regresa su atención al teléfono como supuse que haría. Se queda allí y puedo sentir que me esta analizando.
¡Basta!
¡Que deje de mirarme!
No sé que puede estar pasando por su cabeza, lo mas probable es que se este quejando de mi o haciendo criticas negativas sobre mi aspecto. Como que sea. Quiero que quite su mirada de mi que me hace sentir, inestable.
—¿Quién te dio esa chaqueta?
—Tu hermano.
Alexa niega con fastidio y veo las intenciones.
Me la va a quitar.
¡No!
—Déjala—cruzo los brazos alrededor de mi cuerpo—.No me molesta. Tampoco esta haciendo eeeel calor.
Si, si lo estaba haciendo, mas de lo normal y esta chaqueta es un horno andante, pero primero cocinada antes de quitármela y menos con cierto personaje, burlón y amargado delante de él. Quien seguramente me debe seguir odiando por haber aceptado ir con él.
—¿Segura?—duda.
—Por supuesto.
—Ven siéntate aquí—sin derecho a replica me sienta justo a lado de él. Quien al percatarse de mi presencia. Hace mover un poco su cuerpo lejos de mi.
—Gracias.
—Creí que no te iba a quedar el vestido—dijo preocupada sentándose en frente de nosotros—. Te queda increíble y se vería mejor sin esa chaqueta.
—La chaqueta le da estilo—alguien se burla a mi lado. Como siempre finjo demencia y sordera.
—Si un poco pero tú con ese cuerpo es para que andarás por las calles desnuda.
—Horroriza a medio mundo—murmura la bestia.
¡Hijo de Lucifer!
¿Cómo si el fuera la octava maravilla del mundo?
El comentario no llega a los oídos de Alexa y me sigue adulando mis atributos. Antes que siguiera echándole flores a mis tetas. La corto diciéndole que me las pienso operar pronto para que deje de hablar.
—¿Te vas poner más relleno?—su rostro se ilumina.
—¿Qué?—niego en el acto—.Me las quiero reducir.
Su boca se abre en shock y mira al chico tatuado como si eso fuera tener algún efecto en él. Por lo que dije.
—¿Reducir?—no sale del asombro—.¿Por qué?
Siento la mirada de Lance sobre mi.
—Porque son molestas y—le doy una mirada fugaz a él—.Solo sirven para atraer tipos morbosos y degenerados.
—Es una locura lo que vas hacer—dice en tono como si fuera una atrocidad—.Los chicos ya no te van a mirar más.
—Ni falta que me hace—expongo honestamente y la conversación cambia cuando ella posa sus ojos en el chico tinta que está a mi lado. Quien no deja de mover la pierna de forma inquieta.
—¿Tu que opinas Lance?—su pierna deja de moverse.
—¿Qué?—levanta la cabeza de su móvil. Intento chismear pero la pantalla se vuelve oscura y me quedo con las ganas.
—Melanie quiere reducirse los pechos—repite—.¿Tu que opinas de eso?
—¿Tu que piensas?—revira.
Alexa sacude la cabeza.
—Es una estupidez—aclara—.El peor error de su vida. Va a dejar de tener citas. Los hombres van a dejar de quererla, de buscarla.
—¿Y es que antes no podías atraer a los hombres?—la corta la voz de Lance y aunque estoy evitando cualquier contacto que me produzca sensación no pude luchar contra mi curiosidad de mirarlo—.Tuviste que operarte para conseguir su atención—los ojos de Alexa se abrieron en par y los míos también, casi, casi me río pero hice de tripas corazón para no carcajearme delante de ella.
Bajo la cabeza para ocultar mi sonrisa por la cual me esfuerzo que no saliera pero fue imposible. Estoy esperando que ella refute, que le riña, que le de un motivo falso por la cual tiene el cuerpo todo operado.
Nada.
Casi puedo leer los pensamientos de Lance.
—No—niega después de rato—.Lo hice por...
—¿Por ti?—miro a hacia mi costado y me percato que la pierna de lance esta ronzando con mi rodilla. Cruzo una pierna con la otra para evitar el contacto y deja de moverla en cuanto lo hago—.Estamos claro que no lo hiciste por ti.
—No pienso discutir eso contigo—levanto la vista hacia ella, el tono de su voz era crudo y molesto. Lance sonríe satisfecho ante la reacción de Alexa. Cambia drásticamente, ahora él tema son los viajes que ha hecho por el mundo y como su "papi" le dejó independizarse, no sé que significa para ella esa palabra, ya que, a pesar que vive sola, no trabaja y su papito le paga todo.
El almuerzo transcurre, ella no dejaba de hablar de su viaje por Europa y todos los chicos que conoció durante su estadía allá. Me quedo pasmada cuando confiesa que tenia una lista de la cantidad de chicos con quien ha estado.
Cuando termina fui la primera en ponerme de pie. Estaba cansada, exasperada y aburrida, tanto hablar de lujos me tenia al borde de un ataque.
—Te lo regalo—me dice cuando me entrega mi ropa y le digo que voy a cambiarme—.Es colección vieja. Dentro de dos días cambiaré de armario.
—Igual me voy a cambiar—digo determinada y cuando me dirijo hacia las escaleras, alguien me toma del brazo y me arrastra.
—No tengo todo el día infiltrada. Nos vamos así—casi me caigo y hubiese dado la batalla para no dejarme dominar. Si él no me agarra como un saco de papas.
¡¿Por qué tiene que ser tan brusco?!
Gruño y pataleo para que me baje pero decide ignorarme— como siempre— por suerte la chaqueta que me dio Aiden cubre mi trasero y no queda a la intemperie del mundo.
—¡Ordinario!—grito.
—Mi tiempo es valioso.
—¿Y por qué no te fuiste? ¿Ah? Si tan glorioso es tu estúpido tiempo—le pregunto.
—Si es que a la princesa no la puedo dejar sola—me mete dentro del coche. Cierra la puerta de un tirón dejándome sin tímpanos y corre a dar la vuelta.
Aprieto los puños con frustración y me desquito. Lo empujo por el hombro apenas ingresa al coche y él hace lo mismo. Mi boca se abre indigna.
—¡Animal!—me quito el pelo pegado de la cara—.¡Bruto! ¡Bestia! ¡¿Te cuesta mucho pedir las cosas?! ¡¿Acaso tú mamá no te enseñó a tener modales?!
—¿A ti no te enseñó la tuya que no todo gira alrededor tuyo?—me enfrenta—. ¿Crees que voy estar toda la vida esperando que la princesa insegura se cambie?
—Solo tomaban un par de minutos—hace un gesto de incredulidad—.¡¿Y no soy ninguna princesa insegura?!
—Quiero reducirme el pecho—imita mi voz y mi cuerpo se incendia del cólera. Quiero golpearle pero sus manos son más ágiles y lo impiden—. La chaqueta me da estilo. Si no fueras insegura. Usarías ese vestido sin importar una mierda lo que te digan.
—¿A ti que te importa mis dilemas?—forcejeo rabiosa—.¿Acaso tú eres el que sufre acoso? No verdad. A ti no te andan diciendo obscenidades en la calle. Tu que sabes de eso. Eres hombre esas cosas no te pasan. ¿Insegura? ¿De verdad Lance?
Empujo sus manos con rabia y me giro sobre el asiento dándole la espalda. Me cierro bien la chaqueta para no dejar que mis pechos no se noten y me quedo en esa misma posición.
—Infiltrada...
—¡Ay cállate!—exclamo chistando los dientes—.¡No me digas nada! Solo abres la boca para decir estupideces.
—Como sea—ruedo los ojos y no me desprendo de la ventanilla hasta que llegamos al apartamento.
Soy la primera en bajar. No saludo a nadie. Sigo derecho y no me importa utilizar las escaleras. Llego sin alma hasta el piso. Lance ya se encuentra allí. Mi corazón palpita al verlo y me riño a mi misma por manifestar esa sensación que lamentablemente no puedo reprimir.
Quisiera desaparecerla, sacarla de mi, pero se perfectamente que cuando aparecen es muy difícil que salgan.
Para no tener ningún contacto con él, dejo que entre primero. Lance gira su cuello hacia atrás cuando me percibe y no lo pude evadir. Antes de darle la espalda le saco los dos dedos del corazón y no me muevo hasta escuchar que desaparezca.
Dejo pasar unos minutos para darle tiempo. Miro por encima de mi hombro y la tensión de mi cuerpo desaparece al no verlo allí.
Pongo un pie en el apartamento y una voz masculina me recibe—algo dulce—levanto la vista y me encuentro con el rostro perfecto de sr. Andrew. Mi mal momento con el estúpido aquel desaparece con su presencia y la alegría reina mi estado furioso.
—Andrew.
—Maryori—me abraza y no pude disfrutar el abrazo, ya que se aleja rápido de mi.
—Hola—dije extrañada ante su tono.
¿Dónde está su alegría?
No me digan que se le pegó la amargura de Lance.
—¿Cómo les fue en la fiesta?—pregunta, serio, parece disgustado por algo y me preocupa su actitud—.¿Cómo estuvo? ¿Te divertiste?
Quise darle una respuesta a ello pero ¡Estoy en blanco! Casi no me acuerdo de nada, lo último que recuerdo es haber estado jugando en la máquina con un grupo de chicos que me apoyaba.
De ahí en adelante mi cerebro está en blanco.
—Si mucho—contesto, a la espera que le dé detalles.
—Me alegra que te haya ido bien—palmea levemente mi hombro.
¿Por qué ese tono de voz?
¿Por qué lo siento molesto o decepcionado?
¿Qué le sucede a mi viejo sabroso?
—Hijo—llama y es mi momento de la huida, seguro van hablar de asuntos familiares—.Hija, tu también te quedas.
¿Que?
¿Dijo quedarme?
¿Ha dicho eso?
¿Yo-yo por qué?
Lance hace su aparición a la sala con toda su amargura que lo eclipsa y trato, por todos los medios que existen de no mirarlo.
—Quiero decirles algo—me quedo cerca de la barra de la cocina y recuesto mi espalda allí.
Por otro lado Lance toma asiento en el sofá donde despojó una vez a su victimas. En su recorrido, su espalda ancha, desnuda, le dieron a mis ojos presentación gratis que no puedo evitar.
Muerdo mi labio inconsciente y me regaño a mi misma al darme cuenta.
—Quiero que me digan, sobre todo tu lance—lo señala—. ¿Por qué este apartamento está tan sucio?
La cabeza del lance se gira como la chica de exorcista y apunta en mi dirección de manera acusatoria.
¿Qué?
¿Este pendejo me está culpando?
—Ella—la quijada casi se me cae—.No ha hecho su correspondiente limpieza.
—¿Mi correspondiente limpieza?—replico.
—Hijos.
—Lunes, miércoles y viernes, ¿lo recuerdas?—enfatiza—.Y no has hecho nada.
—¿Y por qué yo tengo que limpiar esos días?
—Son las reglas.
—Lance aquí no hay reglas—suelto una risita de victoria y sus ojos chispean de rabia—.Sin embargo se debe limpiar, Cassidy.
—Es su culpa—me señala—.Si el apartamento está sucio es...
—No—lo corta mi futuro esposo y padre de mis tres hijos—.La culpa es de ambos por ser tan irresponsables e infantiles.
Mi sonrisa de triunfo se evapora como la espuma de la playa.
Siento como mi corazón se parte.
¿Me dijo infantil?
—Ella—el marsupial me seguía culpando.
—Ambos—remarca, Andrew—.Y entre todos vamos a limpiar y luego voy a imponer el horario de limpieza.
—Pero tío..
—Ya hablé Lance—las cejas gruesas del chico tinta se llevaron una sorpresa. El tono de voz de sr. Andrew fue bastante severo. Hasta me asustó—.Vayan a cambiarse. Los veo aquí.
Lance se levanta en un arranque de rabia y casi me pisa los pies al pasar.
El señor Andrew tiene el feo gato entre sus manos. Cuando la puerta del marsupial se cierra con fuerza su semblante cambia de inmediato. Se acerca con el peludo de cuatro patas y coloca una mano en mi hombro.
He sido tocada por un diossss.
—Sé que no es tu culpa—me dice en secreto—.Pero es que si no te digo a ti. Mi hijo explota en cólera.
Reprimo las ganas de reír.
—Entiendo.
¡Su mano sigue en mi hombro!
—Te veo en un rato, ¿bien?—asisto conforme y me voy tranquila a la habitación.
Salgo con ropa cómoda, me hice un moño y me coloqué alrededor una bufanda roja. Aun me seguía doliendo la cabeza pero no tan intenso como hace un rato.
Escucho la voz de Andrew al fondo, esta hablando con Lance, mi corazón se hunde solo con su estúpida voz.
Suspiro y llego a la sala fingiendo que no pasa nada dentro de mi. Allí estaban los dos, conversando. Lance con su cara de malhumorado pasando escoba y el viejo sabroso, limpiando la mesa de estar.
Ambos conversando de algo.
Sin querer llamo la atención de ambos. El señor Andrew me sonríe y me saluda con toda su alegría del mundo.
Apuesto que le gustó mi camisa de mi poderosa Taylor Swift.
Si este hombre hermoso es Swiftee, me caso con él, sin importar mi karma.
Por otro lado está Lance que mira como si quisiera pulverizarme. Hago omiso a sus ojos venenosos y me pongo a la par de mi futuro esposo. Él me dedica una sonrisa y me da el trapo con el que estaba limpiando, el que recibo con mucho gusto.
Pasado los minutos teníamos el apartamento al revés. Pude sentir la mirada de Lance en todo momento sobre mi.
Yo traté, juro que hice de mi parte, pero por más que lo deteste, por más que quiera lanzarlo por la ventana, ante todo soy mujer y la carne es débil y este pendejo está buenísimo y aparte de eso, no tiene camisa.
¿Cómo luchas contra algo así?
Cada que se daba vuelta, que me daba la espalda—bendita espalda—yo le lanzaba unas miraditas discretas, muy cautelosas porque dónde este pendejo me pille, no se que será de mi.
—¡¿Que esto?!—grito asqueada cuando me topo con un condón viejo. Mi estómago hace arcadas —.¿Es un condón?
Tío y sobrino se dan vuelta en el acto, uno de ellos, corre hasta donde estoy y antes de aniquilarme con la mirada, me repaso de arriba abajo con las cejas fruncidas.
Hago como que no me di cuenta, y en la forma como lo hizo, no me afecta en nada.
—¿Volviste a traer chicas aquí?—pregunta Andrew—.Sabes que no puedes.
—Desde que este invasor llegó no he vuelto a traer a nadie—siento algo de resentimiento en su voz. Me parece que alguien está herido—.Ni siquiera he podido...
Lo miro curiosa sin disimular nada y entonces tengo un recuerdo.
Anoche, al estúpido este, su amigo le falló, no pudo complacer a la chica a la que se le veía el alma. Estaba frustrado, molesto, recuerdo que quería irse y yo me impuse. Él terminó quedándose por alguna razón y recuerdo que jugamos en una máquina vieja de pac-man y de ahí adelante no sé para donde agarro, sinceramente no recuerdo más, pero esa fue la última vez que lo vi.
—Ten más cuidado y se más higiénico hijo. No puedes dejar tirado por ahí esas cosas—lo reprende y yo no oculto mi sonrisa—.Hay damas aquí.
Suelta una risita burlona.
—Eso no es una dama—me apunta—.Es una bruja, invasora, una...
—¡Hijo!—reprende.
—¡La odio!—lloriquea y reprimo las ganas de reír verlo hacer berrinches. Lance Sale del apartamento sin importar que anda medio desnudo.
El sr. Andrew hace una negación pero había un atisbo de sonrisa en sus labios. A él también le pareció graciosa la actitud berrinchuda del macho alfa calzones de spiderman.
—Ese vuelve—asegura, sin embargo yo deseo internamente que desaparezca de la faz de la tierra—.¿Seguimos?
Asisto encantada.
—Le molesta si pongo algo de música—propongo—.¿Taylor Swift?
—Ponlo que tú quieras mi niña—acepta y yo doy saltitos de felicidad sobre mi sitio. Corro apresurada hacia mi habitación y busco mi teléfono y capsula musical muy emocionada.
En segundos la sala estaba siendo invadida por mi diosa. El señor Andrew parece disfrutarlo porque lo vi varias veces menear la cabeza.
El pendejo no regresa y no saben la tranquilidad que me da. Tenerlo cerca me inquieta y más cuando hay tanta tentación.
Estoy limpiando el comedor y la curiosidad no puedo conmigo. Una de las cajas que tenía mi habitación está cerca de la mesa. No me había percatado que estaba allí y que además está llena con álbumes grandes.
El Sr. Andrew salió y hace unos minutos estoy sola siguiendo con la limpieza. Prometió volver rápido.
Quiero ignorar que contiene esos llamativos álbumes. Recuerdo que mi abuela Jacqueline tenía de esos y habían muchas fotos de mi papá y mis tías cuando eran niños.
¿Habrán fotos del sr. Andrew allí cuando era joven?
¿Para que preguntarse si ya mismo podemos investigar?
Olvido mi trabajo y me dejo caer cerca de la caja. Hay álbumes de todos los tamaños. Sin mucho miramientos, agarro uno al alzar y lo abro sobre mis piernas. En la primera página lo primero que veo es un hombre y una mujer. Jóvenes. Le calculo como unos treinta años. Muy, muy guapos. Estos están sentados en un mueble largo de color marrón y en medio de los dos hay un niño de cabello negro, ojos verdosos y cejas gruesas.
¿Este es Lance?
Él tenía una gran sonrisa, parecía muy feliz, alrededor de su boca estaba manchado de rojo.
—¡¿Que haces?!—pego un brinco y me llevo la mano al pecho asustada. Subo la vista y me encuentro con los ojos enfurecidos de Lance.
—Solo miraba...
—No, no tienes derecho a mirar nada—dice alterado y me arranca el álbum de las manos con brusquedad, lastimándome en el proceso.
—¡Ay!—me quejo—.¡Bruto!
—¡Eres una entrometida!—agarra la caja y me lanza una mirada furiosa antes de desaparecer de mi campo visual con ella en sus brazos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top