Capítulo 13
Holaaa, gracias por estar aquí y apoyar esta historia. Las amo y perdonen los errores. La próxima habrán fotitos de nuestros bebes. Un besooo.
Disfruten...
Melaniee..
La cita con el chico sexy asiático de sonrisa sensual — el lindo del tae-oh — fue suspendida luego de enterarme sobre la muerte de nuestra compañera de clases. Él se dio cuenta y dijo que podíamos dejarlo para después cuando me sienta bien.
¿No es lindo?
Aparte de estar mas bueno que él pan, es todo un caballero. Al campo de juego llegué en mi coche y el chico asiático lo condujo por mi hasta el apartamento del pendejo.
¡Es que todavía no me lo creo!
¿De dónde salió?
Tengo que estar soñando.
Si, debe ser eso.
Porque no solo me llevo a casa, no, no, no. El chico asiático sexy me compró un helado, me consoló y me regaló un pañuelo de algodón para limpiar mis lagrimas.
Mueroooooo.
También me ha dejado mensajitos tiernos de fuerzas, que he estado leyendo desde que me encerré en el cuarto.
Es tan lindooo y eso que solo llevo conociéndolo poco.
Trato de no sobre pensar porque no quiero dañar la magia que estoy viviendo y que desde hace mucho no había vivido por estar huyéndole a mi karma.
¿Será este mi Jack Ross?
—Hija—bajo la cámara de mis manos. Tenia fotos del campo del juego y le estaba analizando las nalgitas a Tae-oh.
Babosa.
¿El viejito sabroso me dijo hija?
Me levanto de la cama y me dirijo a la puerta extrañada. Me retoco el cabello antes de abrir. Lo digo enserio. El señor Andrew es atractivo.
¿Tiene una idea de Pedro pascal?
Bueno así, es.
Solo que ojos claros y cabello oscuro.
Abro la puerta con una sonrisa de labios cerrados.
—Buenas, a la orden—vacilo, y se ríe.
—Solo era avisarte que ya me voy—asisto como boba perdida en sus ojos—.Y confirmar si vas a ir con nosotros mañana a casa de mi mamá.
La cara del chico tinta aparece sobre su hombro y me mira de manera significativa justo cuando su tío me hace la pregunta. Juro que iba a decir que si, solo para ver como se muere de cólera.
Esto de molestarlo me esta gustando, en serio. Parece que su cabezota en cualquier momento va a estallar.
Quería hacerlo sin embargo me contuve porque estuve pensando hace un rato mientras stalkeaba las fotos de Tae-oh y me di cuenta que eso me involucraría en el circulo familiar del chico tinta y no quiero tener nada que ver nada en su entorno.
Así que me niego rotundamente. Me hubiese gustado conocer a la madre del señor Andrew pero tal vez lo haga cuando no este aquí.
Entre menos mejor.
—No viejo sabroso—digo con la ternura que miran mis ojos y me cubro la boca al percatarme lo que había dicho. Lance arruga la cara y el señor Andrew ladea la suya.
—Disculpa hija, ¿Qué dijiste?
Te salvaste de milagro.
Gracias dioses del Olimpo.
—No señor—reparo con rapidez—.Olvidé que tengo que estudiar para el parcial del lunes y voy a estar aquí, estudiando fuerte. Rompiéndome el coco.
Jajaja si claro.
Lo que vas a hacer es ver los jugadores de béisbol o pilotos de autos.
Gracias conciencia no me ayudes tanto.
Lance rueda los ojos y casi, casi que le saco los dedos del corazón, ¿Qué hace aquí? parece que estuviera cuidando a su tío de mi.
Esperen....
—Bien hijita, entonces será en otra ocasión—sonrío fingidamente dulce, mientras oculto mi sonrisa maliciosa.
—Si, por supuesto—me acerco para darle un abrazo y él responde con una risita cálida.—Muchas gracias por la invitación.
—Por nada hijita—detrás de la espalda del viejo sabroso le saco los dedos del corazón al chico tinta que sigue como los sapos en la orillas de las lagunas.
—Que le vaya bien, tío.
Carcajea.
—Eres muy dulce, Britania—me da palmaditas en la cabeza como un perrito.
Me despido de él con una gran sonrisa haciendo un ademán con la mano y cuando despeja el área mi sonrisa de hito a hito se esfuma al ver que frente a mi queda el chico tinta. Vuelvo a sacar los dedos del corazón y tiro la puerta.
Cinco minutos mas tarde le estaba dando golpes como un desalmado. Me coloco los audífonos y trato de escuchar mis rolitas de mi diosa Taylor para ignorarlo pero no puedo. Como un tren a toda marcha, echando humo por las orejas me pongo sobre los pies y me acerco hasta la puerta.
—¡Que quieres!—bramo al abrir la puerta y consigo un golpe directo en mi frente. Suena seco y creo que me reinició el sistema porque me timbró—.Auch.
El chico tinta en vez de ser solidario. Se burla y se ríe a grandes carcajadas.
¡Hijo de lucifer!
Justo donde le duele— en las heridas — estampo mi puño en su abdomen. Sus risas burlescas se detienen y son reemplazadas por un profundo dolor. Que hace que sus ojos verde azulados una mezcla bien extraña salpiquen lagrimas.
Sonrío satisfecha pero ahora quien borra su sonrisa soy yo al ver como su mirada se oscurece. Lance se acerca hacia mi con determinación y no sé que me va hacer pero yo corro hacia la cama y me defiendo con mis almohadones. Se los lanzo como si fueran granadas y él las esquiva con facilidad.
—Paz, paz —le digo y pego un grito ahogado cuando se acerca agarrarme. Salto sobre la cama y paso al otro lado.
Él me sigue y parecemos Tom y Jerry corriendo por toda la sala. Su gato que se llama como yo. Se atraviesa como un mojón. Mis pies se arrendan con su pequeño cuerpo peludo y me caigo aparatosamente.
Ahí te voy san pedrooo.
Empiezo a reírme de la nada tendida en el suelo. No sé por que razón me ha causado gracia pero aquí estoy partiéndome de risa.
—Eres patética—espeta la voz del chico tinta.
Abro los ojos y me río más al ver su cara malhumorada en mi campo visual al mismo tiempo un aire de pararme y darle un puñetazo por decirme patética me atraviesa.
—¿De qué te ríes infiltrada piojosa?
—¿Ahora no puedo reírme?—reclamo cruzando los brazos—. ¿Es otras de tus reglitas? ¿Se te olvidó mencionarla?
Se queda unos minutos mirándome y su inexpresivo rostro esboza una sonrisa que aparta unos segundos y vuelve enfocar su atención en mi haciendo una negación como si no se lo creyera.
Toda la atención está enfocada en la forma de su sonrisa — que a pesar de tenerla destrozada —es... Linda y sexy, muy sexy.
Hasta puedo decir que es mejor que la de Tae-oh.
Bueno la del chico asiático provoca arrancársela de un beso. A este lo que provoca es rompérsela de un puñetazo.
—Ayúdame—le pido, creo que del golpe quedé mareada.
—Olvídalo—me mira como si estuviera loca luego de espabilar y enfocar su atención en mis ojos—. ¿Qué te traes con mi tío?
—¿Ah?
—Él está casado—me recuerda y no suena muy convincente. Me parece que alguien está mintiendo.
—¿Hace cuánto está soltero?—lo molesto—. ¿Tiene alguna pretendiente con quién me deba pelear? Por él soy capaz de enfrentar a quién sea.
Sacude la cabeza incrédulo.
—Es mayo que tu—enfatiza—.Y tiene novia.
¡Lo sabía!
—Así que el viejito sabroso no está casado —me pongo modo pensativa—.Y solo tiene novia.
—¡Basta!—brama—.Con mi tío no te vas a meter.
Levanto la vista.
—¿Por qué, no?— indago—.Es dulce, guapo, gracioso.
—No te vas a meter con mi tio—me advierte temblando de la histeria—. Aléjate.
—Si él no se aleja de mi, no se lo impediré—Lance explota del cólera y no puedo evitar reír.
La verdad no entiendo por qué protege tanto a su tío.
Ni que fuera un bebé.
—Es broma. Cálmate—le digo, porque sentía que iba a explotar—.Tu tío si me llama la atención pero nunca me metería con alguien comprometido.
—Eres....— respiraba entre cortado—. Insufrible, joder.
Rio.
—¿Me ayudas a levantar?
—¿Qué?
—Dame una mano.
—No.
—¡No seas así!— estiro el brazo derecho. Arrastra su mirada hasta mi mano y lo duda—.Están limpias, ¿eh?—no hace y ni dice nada, solo se queda como pendejo contemplando mi manita.
—Ni lo sueñes—niega y baja la mirada—.No te tocaré otra vez. Párate como puedas.
Medio entre abro la boca en shock.
—¿Es en serio?—asiste y se aleja de mi con terror.
¿Y ahora a este qué mosco le pico?
Antes que me dé una respuesta me agarro de su mano— si de ella—.Ya que el pendejo queda en un limbo que apenas se percata.
De un salto logro ponerme de pie y pasa algo que no estaba escrito según mis cálculos.
Se supone que me levantaría sobre mis talones, no que caería sobre él y que su vez su rostro quedaría a tan pocos centímetros del mío con nuestro labios a punto de tocarse.
Esas cosas suceden en telenovelas, no en la vida real, ¿o si?
La situación se torna bastante incómoda, ya que ninguno de los dos dice algo. Solo nos estamos mirando fijamente. Tal vez procesando que estamos a nada de darnos un beso.
De repente en medio de todo este trance. La piel se me eriza y se me hunde el estómago cuando sus ojos grandes descienden por mi nariz hasta llegar a mis labios, muy lentamente, casi de una forma hipnotizante.
Creo que el golpe me afectó el cerebro.
Coloco mis manos a cada lado de su cuerpo para levantarme para cortar la tensión. Sin querer le di en el hombro cuando me pongo de pie y me giro en el acto, asustada.
Lance sigue tendido en el suelo. Me disculpo pero ni siquiera me responde o me mira, esta como ensimismado. Su mirada es perdida. Lo detallo de arriba abajo. Parece que ni respirara.
¿Se murió?
—¿Lance?—agito mi mano frente a sus ojos idos—. ¿Te moriste?
La realidad vuelve a él cuando arrastra su mirada hacia mi. Me mira como si quisiera eliminarme con ella y hace justo lo que yo hice. Me agarra del brazo desprevenida y me hala hacia abajo para ponerse de pie.
Casi me voy de boca pero gracias a mi agilidad—y unas manos que me sostuvieron de la cintura —impidieron que me rompiera los dientes y seguro la nariz.
Miro hacia abajo y pego un respingo al contemplar las manos de Lance prensándome y su cuerpo pegadito algo mío, tan pegadito que puedo percibir el olor de su colonia y también el calor de su cuerpo.
¿En qué momento quedamos tan pegados?
Me aparto de un salto sintiendo cada terminación de su cuerpo sobre el mío.
Uff.
—¿Para qué me llamabas?— pregunto, girando sobre mis pies. Fingiendo que no tengo aquella sensación.
Lance levanta la cabeza de sus manos. Parecía enfurecido conmigo—lo normal—suelta palabras en otro idioma que provoca cortocircuito en mi cerebro.
Antes me dejara si quiera preguntar que carajos dijo. Su alta figura desaparece frente a mis ojos.
Allí me quedo, en medio de la sala, mirando el pasillo por dónde había huido el chico tinta. Procesando esto que acaba de pasar.
¿Qué día es hoy?
¿Viernes trece o qué?
Regreso a habitación con la cara, la boca y la sensación de sus manos en mi cintura en mi mente.
Estás ya una vez la sentí y no son buenas señales.
Nada buenas.
¡Pero nada!
Jesucristo que no permitas que me enamore de este hombre. Si eso me llega a suceder me va a dar seguro un ataque al corazón.
Hablar con Geo me ayudó a despejar mi preocupación. La verdad su voz, sus ocurrencias me calman. Gracias a los cielos no hizo mención de él. Estuvimos tocando temas de otra cosa. Cómo la última tendencia, maquillaje, series nuevas o películas y deportista.
Se nos fue la tarde hablando en ellos. Ambos riéndonos como dos adolescentes enamoradizas.
Quería reunirme con ella otra vez. Quería salir. Quería patinar un rato en central park. Pero Geo ya tiene planes con el odioso de Liam así que no se pudo.
Además no creo que haya podido hacerlo porque ¿adivinen? Me acaban de visitar.
Ahora comprendo mi dolor de tetas y la sensación de no querer nada con el mundo. También mi risa desenfrenada.
—Iremos cualquier día. Lo prometo.
—Si, no te preocupes.
—Compréndeme—se disculpa—.Quiero sacarme a Lance de la cabeza. Es insano lo que me ocurre con él conociendo como es.
—Tranquila—aprieto los ojos.
Primer retorcijón de vientre.
—Te escribo—asisto—.Te quiero Ami.
—Yo igual.
Había pedido comida por encargo.Tenía ganas de comer unos deliciosos tacos mexicanos. Luego de tragar me dirijo al baño hacer el cambio.
He estado toda la noche con mucho dolor. Tanto la cadera y el vientre. Las pastillas las olvidé comprar, ¿y adivinen que también olvidé?
Si, eso, eso mismo.
¡¿Por qué diablos soy así?!
Quería llorar y lo peor es que nadie puede ayudarme excepto una persona.
Golpeo mi frente y en ese momento quiero que la camioneta que mató a Luke justo me lleve a mi.
¿Por qué me pasa esto a mi Jesucristo?
¡¿Por qué?!
El que se portó mal fue mi papá no yo y que le haya pintado la cara a mi hermano de temperatura mientras dormía no cuenta como algo malo.
Además a él le gustó y se ríe un buen rato de eso.
¿Qué fue lo que te hice?
Ya tenía las nalgas dormidas de tanto pensar que hacer. Es obvio que me da vergüenza decirle a él y no creo que ese zopenco me haga el favor.
Y noo, que penaaa.
¿A quien acudo?
Señor dame una señal.
Dejo caer mi cabeza y entonces lo recuerdo.
Papá.
Mi papá está aquí.
Festejo feliz y empiezo a buscar mi teléfono.
¡Me lleva la que me trajo lo deje en la cama!
Noooo dios mío ¿por queeee?
Quiero llorar y no es por el periodo. Es por las injusticias de la vida.
—Que más toca — digo mirando la perilla de la puerta y cuando abro la boca me arrepiento —. No, no, no. ¡Que pena!
Vamos Melanie.
Has hecho cosas más vergonzosas en tu vida.
Cómo cuando caminé en ropa interior en la casa y los amigos de mi hermano estaba allí o cuando le quise robar un beso al chico que me gustaba y se lo terminé dando a su amigo.
Con quién tuve una relación difícil — ya que mi papá no lo dejaba en paz — y me lo corrió porque decia que me iba a hacer daño.
¿Qué otra vergüenza?
La primera vez que reglé. Me llegó de sorpresa. Justo en la sala y con los amigos de mi hermano. Ni me había dado cuenta hasta que llegué a nuestra habitación y me di cuenta.
Ese día quería morir.
—Lanceeeee— grito muy, muy fuerte para que me escuche luego de pensarlo como unas cien veces.
Increíble ¿no?
Ahora los papeles cambian.
—Laaaaaaanceeeeeee. — guardo silencio y nada, no me contesta—. Oyeeeeeee, tuuu, chico tintaaaaa—mi garganta se pone seca pero no dejo de llamarlo hasta que recuerdo una cosa.
Comienzo hacer como una ambulancia, no sé si funcione otra vez. Pero recuerdo que eso lo alteraba.
Escucho pisadas fuertes acercándose. Ahí vieneee.
—Antes que me digas algo necesito un favorcito—me anticipo y siento como se desinfla.
—¿Qué?— dice brusco. Ya imagino su cara de amargura.
—Necesito urgente un favorcito—silencio de su parte —.¿Lance?
—Eh, si— dijo después de un rato—.¿Qué quieres?
—Nece...
—Y veré si te lo hago—mala costumbre del niño cortarme las palabras.
—Es que hoy me visitaron y no tengo con qu....
—Espera infiltrada—dejo caer mi cabeza. Quiero salir de aquí. Se me durmieron las piernaas —. Shannon no me llames más.
¿Ah?
—¿Y quién demonios te dio mi número?—pregunta—.Te dije claramente como era esto.
Podía escuchar la voz de la chica suplicar entre llorosos.
Me tapo la boca.
Lance gruñe y bufa.
Lo llamo otro chica y después otra.
—¿Se te reunió el ganado?—me burlo.
—Voy a apagar esta mierda— farfulla—. ¿Qué es lo que quieres?
Suerte que no me escuchó.
—¿Infiltrada?
—¿Puedes dejar de llamarme así?—pido.
—No.
—Me llamo Melanie.
—Para mi serás infiltrada hasta el día que te vayas—niego con disgusto—.y si no te gusta también te puedo decir, piojosa.
—Ninguno, quiero mi nombre.
—Olvídalo, infiltrada.
Aprieto los puños y trato de calmarme.
—Bien, como quieras—se ríe campante. Dios como timbra las entrañas cuando lo hace—.Puedes hacerme un grandísimo favor. Es muy urgente.
—Eso depende.
—¡Lance!—chillo—.En verdad lo necesito.
Se queda callado.
—Si no lo hiciera— sigo —.No te molestaría, es enserio.
Bufa como un toro.
—Que quieres—dice al fin, aburrido.
Dale Melanie, a la de tres.
Uno...dos...
—Hoy me visitaron —digo en doble sentido —y, no tengo como protegerme, ¿tu podrías por favor comprarme un paquete de....modes?
—¿Qué quien te visitó?—repite alterado—.¡Te dije que no quería a nadie aquí!
—No vino nadie, es algo que le...
—Acabas de decir que te visitó alguien—me corta— .¡¿A quien has traído?!
—A nadie—explico desesperada.
—Si me entero que has traído...
—¡Que no traje a nadie!—alzo la voz—.¡Por dios! ¡Estoy en mis días y necesito que me compres modes!
—¿Que?—me cubro la cara controlando mi temperamento le explico por segunda vez. Lance guarda silencio y lo miro por el pequeño orillo que tiene dejé a la puerta su figura.
—Necesito que vayas a la farmacia y me compres unos modes—repito pausadamente muerta de vergüenza y entonces escucho su risa.
—Ya lo sé piojosa. Solo quería que lo repitieras.
—¡Hijo de lucifer! — deja escapar largas carcajadas—.¿Te odio sabías?
—No más que yo infiltrada—aclara—.Bien, iré.... ¿Cuáles compro?
Que penaaaaa.
Hazlo si quieres vivir.
—Unas que digan nocturnas.
—¿Solo eso?
—Si—afirmo, incómoda.
Dicho esto Lance abandona el cuarto y yo aprovecho para hacerme el aseo. Cuando él llega — que fue muy rápido —me deja el paquetito en la entrada del baño.
Una sensación de alivio recorre mi cuerpo en medio del dolor que tengo ahora me invade. Lo tomo como si fuera algo precioso y lo llevo a mi pecho.
Leo el empaque y me fijo que me trajo las que no eran.
Bueno, bueno, no hay que reclamar. Al menos me hizo el favor y no me dejó morir.
Voy a su cuarto, le voy a dar las gracias por haberme salvado la patria. Y así no me está sacando en cara que no le agradezco nada.
—¿Qué quieres ahora infiltrada?—espeta, siempre de mal humor.
—Solo—pauso, estoy con intensos dólares y créanme no fue fácil llegar aquí.
¡Y está haciendo un calor terrible!
—Quería darte las... —otro retorcijón, en estos momentos estoy odiando ser mujer—. Gracias. Era eso.
—No era necesario—dice tosco.
—¿Quién te entiende?— levanto las manos en rendición—Si no te doy las gracias, me dices que soy una malagradecida. Y si te las doy me sales que no es necesario—niego incomprendida —. ¿Eres bipolar o qué? ¿Te pica el chiquito o qué?
No contesta.
—Eres detestable.
—Y tu una molestia— ataca—.¿Hablaste con el encargado?
—No.
—¿Y qué esperas para hacerlo? —pregunta—.Llámalo—me ordena.Este si tiene riñones.
—Lo voy a hacer cuando quiera. No cuando tú me lo digas, ¿acaso eres mi papá para que me estés dando órdenes? ¿O tus amiguitas?
—Es mi casa.
—Pero no eres mi jefe.
—Te puedo echar de aquí.
—El único que puede hacerlo es el sr. Andrew. Dónde manda capitán no manda marinero. Y si tiene alguna queja pues vaya y se lo dices a él.
La puerta se abre de un tirón. Pego un brinco y me llevo las manos al pecho del susto. Lance me acecha pero yo lo enfrento poniéndome en punta de los pies.
Tenía el torso desnudo. Y unos pantalones de cuadros blancos con negros. La beta que apenas tenía un color rojizo. Se hizo más oscura. Así está su abdomen, brazos y hombros.
—¿Te echaste algo para esos golpes?—señalo. Su boca se abre y se cierra con la exhalación. Baja la mirada hacia su cuerpo y se examina.
Aprovecho para examinar yo también. Es horrible. Pero no horrible de malo si no de bueno y lo odio.
Porque alguien no puede ser sexy y detestable a la vez.
Nunca he sido de babosear el pecho de un hombre. Mis amigas del colegio hacia unos comentarios depravados cuando los chicos de mi salón se sacaban la camisa.
Para ellos era algo increíble. Para mí era incómodo y no lo veía atractivo.
Si embargo el pecho de Lance. A pesar de tenerlo rojo. Es magnético. Si, esa es la palabra. Porque no es exagerado. Sus chichis no son pronunciadas como muchos que se ven bien feos y su abdomen se le notan los cuadritos pero no tan, tan marcado.
Por eso me impresiona a mi misma sentirme atraída de esta manera. Porque admito que jamás me había ocurrido.
Salgo de mi trance y levanto la vista al percatarme. Lance me estaba mirando y sonríe de forma socarrona cuando nuestras miradas coinciden.
Arrugo la cara y levanto una ceja. Va a decir algo pero lo freno antes que diga cualquier estupidez. Porque seguro es lo que va a decir.
—Mira...
—¿Por qué que no lo admites?—me corta—.Que esto es solo una excusa para venir a verme.
—¿En serio lo crees?—asiste muy seguro.Me cubro la boca y lo contemplo con pena. Este chico fumó algo raro— Ay Lance. Tu si que eres gracioso. Deberías ir al psicólogo y que te revisen bien ese cerebro. Porque estás mal.
—Admítelo, infiltrada—insiste y acorta la distancia de ambos. Su olor a colonia comienza a invadir mis fosas nasales.
Voy a negarme y me interrumpe poniendo un dedo en mis labios. Lo quito como si de un bicho se tratara.
¿Qué le pasa?
—Cuando quieras podemos cumplir esos deseos reprimidos—otro acercamiento—.Y así te dejas de pretextos infantiles, ¿si?
Mi boca se abre en shock y la ira recorre mis venas. Levanto mi mano y se la estampo en su mejilla con todas mis fuerzas. Su cara tira hacia un lado y se vuelve hacia mi con el ceño fruncido.
—¡Imbécil!—lo empujo por el hombro—. ¡A mi no me hablas así! ¿me oíste? eso hazlo con ellas, no conmigo, ¡Animal! ¿Quién rayos te crees?—otro empujo de nuevo y me alejo hacia mi habitación.
¡Estúpido!
¿En qué estaba pensando?
A tipos como él no se le debe agradecer nada. Todo lo confunden. Debí haberme quedado quieta. La próxima vez estaré pendiente de mis cosas para no tener que volver a pasar por esto.
Dios.
¡Como lo detesto!
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