Capítulo 40 Final
~Gala~
Siempre he escuchado que la vida está llena de altibajos, de momentos en que crees que nada de lo que haces es suficiente, de situaciones muy difíciles de afrontar. Esto lo he experimentado en carne propia a lo largo de los años.
Hubo un tiempo en el que creí firmemente que no valía la pena. Había llegado a mi límite y la muerte era la única escapatoria. La depresión me estaba consumiendo, no comía bien, tenía insomnio, los ataques eran muy frecuentes. ¿Quién se iba a fijar para algo serio en alguien como yo?
Entonces, con el apoyo de papá y Leah, pude sostenerme a un rayito de esperanza y ahí fue que empecé a visitar a un doctor. No obstante, las terapias no ayudaban mucho. Al tiempo entendí que yo no estaba poniendo de mi parte como debía. Seguía culpándome por cosas que se me salían de las manos, estaba encerrada en ese pozo oscuro de rencor y odio hacia mí misma.
Necesitaba perdonarme, soltar y seguir adelante.
Creo que las personas deben salir a flote por sí solos, pero una mano desinteresada ayuda mucho. León no se imagina todo lo que ha hecho y hace por mí con estar a mi lado en esos momentos de tristeza, cuando bromea para verme sonreír o simplemente me abraza mientras lloro.
Ha sido tan paciente y considerado que a veces me cuestiono si es real. Él me ama, lo sé porque me lo demuestra con sus acciones todos los días.
La vida es difícil, aun así, podemos disfrutar de ella y tener momentos inolvidables que hacen valga la pena.
Sonrío ante mis pensamientos. Estos últimos días he analizado cada cosa que hago y los pasos que doy. Atesoro las charlas nocturnas con León, los paseos con Leah, las interacciones que he tenido con mamá. Miro al cielo y me fijo en cada detalle del porqué es tan perfecto, de la lluvia que cae, del viento.
Cosas simples que antes no tomaba en cuenta ni tenía importancia para mí, pero ahora las atesoro en lo más profundo de mi corazón.
Puedo percibir lo bello y maravilloso que se esconde en la simpleza. En cada respirar, en un parpadeo; el poder de una sonrisa, de las lágrimas...
Su mano en mi hombro me saca de mis cavilaciones. Lo observo, se encuentra a mi lado con la vista al frente. Puedo notar lo rígido que está su cuerpo, cómo los nervios y el temor lo tienen temblando.
—¿Estás listo? —pregunto y él posa sus ojos sobre mí ahora.
Hay tantas cosas que logra decirme con su mirada. Sus orbes cristalinos por las lágrimas reprimidas me dan a entender lo difícil que es estar en este lugar.
León y yo decidimos venir al cementerio, donde yacen los restos de su abuela. Llevamos dos días en casa de su padre y hoy fue que se atrevió a venir. Estamos sentados en un banco lleno de hojas y ramitas secas, un poco alejado de las tumbas, en silencio, perdidos en nuestros pensamientos y agarrados de manos.
No he querido interrumpir sus meditaciones, porque sé que en su interior se ha desatado una batalla que no lo ha dejado acercarse al sepulcro de la que fue la persona más importante para él. León lleva mucho dolor reprimido, por eso no había podido venir.
Así que, como él lo ha hecho conmigo, estoy aquí dándole mi apoyo.
—Creo que sí —responde en un hilo de voz.
Se levanta de un tirón y lo imito. Nuestras manos siguen entrelazadas, él me la aprieta mientras acaricio la suya con mi pulgar. Avanzamos a pasos lentos, pero decididos.
La lápida de la nana luce abandonada, está llena de hojas e hierbas por doquier. La piedra aparenta más antigua de lo que es, o es solo mi percepción. León rompe nuestra alianza y se dispone a despejar la tumba con sus propias manos. Está arrodillado, se mueve frenético mientras va quitando las malezas.
Se paraliza de repente y cubre su cara con las manos sucias de tierra. La manera en que su cuerpo tiembla me da a entender que está llorando. Me acerco despacio y me quedo junto a él.
Se levanta del suelo y, en un movimiento rápido, me rodea con sus brazos fuertes. Le correspondo con la misma intensidad, acariciando su espalda de arriba abajo en el proceso. Lo escucho sollozar, esto me conmueve porque sé que para él es muy difícil.
Nos mantenemos de esta manera no sé por cuánto tiempo, pero no nos importa en lo absoluto.
León se separa de mí con lentitud, sus ojos están rojos e hinchados de tanto llorar. Me agarra de una mano y me sonríe, para después llevarla hacia sus labios y deposita un beso ahí.
—Abue, Gala se encuentra aquí conmigo —habla con la voz entrecortada—. Ella es mi novia.
El corazón me late frenético ante sus palabras. Aún no logro acostumbrarme a esto, a nuestra relación.
—Perdón por no haber venido antes, yo... tenía miedo —prosigue.
No lo interrumpo ni suelto su mano en ningún momento. Las lágrimas siguen mojando sus mejillas y esta vez no se molesta en ocultarlo. Yo también lloro, es demasiado conmovedor verlo hablando como si fuera un niño. Como solo él lo hacía con ella, porque era la única persona en que confiaba.
León continúa hablando, menciona cada cosa que ha hecho, los estudios, el deporte. Le cuenta sobre mí y de lo mucho que me ama. Nos reímos al unísono, en medio de las lágrimas, de algunas anécdotas chistosas que relata.
—Prometo que vendré más a menudo, te amo —finaliza.
Caminamos despacio hacia la salida. El cielo se ha tornado gris y pequeñas gotas de agua se hacen presentes. León se detiene y me atrae hacia su pecho, se agacha un poco y une sus labios con los míos. Es un beso dulce, dice muchas cosas que no serían posibles con palabras.
Me acaricia las mejillas con sus grandes manos mientras sigue adueñándose de mi boca.
—Gracias por acompañarme hoy, Sirenita —dice al separarse solo un poco—. No sabes todo lo que has hecho, tu presencia aquí...
Sus ojos me observan con tanto amor que se me eriza la piel.
—Siempre puedes contar conmigo, sabes que te amo.
Una sonrisa genuina adorna sus labios. Me abraza otra vez, deja besos en mi pelo mientras se mueve de un lado a otro.
La lluvia se hace más abundante, así que me separo de él y corro como si estoy poseída. León hace lo mismo y la adrenalina aumenta al no querer que me atrape.
La risa y los correteos de dos locos llenan el lúgubre y desierto lugar, de la misma manera los recuerdos que atesoraremos por siempre. Esos que han sustituidos los malos que León tenía sobre este sitio y los motivos por el que él no podía venir.
Fin.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Antes que nada, LOS AMO UN MONTÓN.
No puedo expresar cuán agradecida estoy por todo el amor y el apoyo que le han dado a esta historia.
Muchas gracias por llegar hasta aquí, espero que les haya gustado. ❤️
☆Falta el epílogo☆
Nos leemos más adelante. 💋
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top