Capítulo 36: Despedidas
-Danzō-sama, me han informado nuestros vigías que tanto Yamanaka Ino como Uzumaki Naruto han entrado en perimetro de Konoha-
Observando a su subordinado, Danzō cerró su único ojo visible entre tanto vendaje que rodeaba buena parte de su rostro y de su cabeza, como si una especie de meditación se tratara.
-Inteligente movimiento por parte de esa muchacha... lo primero que hizo después de mi presencia en la tienda de su familia fue contarle todo a un problema andante como Jiraiya- pensó, al mismo tiempo que abría nuevamente su ojo.
-Danzō-sama... ¿me permite preguntarle algo?- se escuchó a su subordinado.
-Adelante- respondió Danzó, secamente.
-¿Por qué no ordenó la ejecución?-
Ante aquella cuestión que le presentaron, Danzō solo suspiró, mientras aquel ojo visible en su rostro se cerraba de nueva cuenta, y tras algunos segundos, nuevamente lo abrió... aunque esta vez una sonrisa algo ligera apareció en su rostro.
-Porque la chica se nos adelantó- respondió. -Es claro que al estar en Konoha no podíamos actuar con libertad, y la llegada de Tsunade cambió todo para nosotros... con Hiruzen al mando habría sido distinto- decía. -Ahora con Tsunade como Hokage y con Jiraiya rondando por donde sea, una ejecución tan obvia para las capacidades de un shinobi como él nos habría puesto en jaque total ya que, al final, estás hablando de una persona muy importante para su alumno quien es, ni más, ni menos, que el kyubi... y ahora con el regreso de ambos, una vez más la hija de Inoichi está a salvo bajo el manto de la Hokage, por eso decidí cancelar todo el plan que habíamos trazado- dijo, para después quedar en un silencio total. -Aunque eso no quiere decir que no te mantendremos bajo vigilancia, Yamanaka Ino... corriste con suerte por esta vez- pensó.
Para Danzō, la seguridad y confidencialidad de la aldea representaba lo más valioso a su parecer. Al final ¿qué sería de Konoha si se conociera en todo el mundo de quién es hijo Naruto Uzumaki?
Para Danzō Shimura era muy obvio, y era el hecho de que a Konoha, probablemente, se le habría arrebatado su arma más poderosa con la que podían contar, y dado los rumores sobre el pulpo gigante de Kumo, bueno, sería una gran perdida para ellos.
Aunque debía admitir que la hija de Inoichi sabía mantener su boca cerrada.
Le daba ese crédito.
...
-Bien, hay que entregarle el informe a Tsunade-sama e ir a descansar un poco, realmente nos lo merecemos- decía Ino, mientras un ligero bostezo se escapaba de su boca.
Asintiendo, el Uzumaki siguió a la rubia.
-¿Y cómo te sientes, Naruto?- preguntó Ino.
Confundido, Naruto la miró.
-Eh, pues me siento bien, aunque hace unas horas pensaba que me daría una especie de dolor en el estómago, pero al final resultó ser solamente un gas- dijo, sonriente.
Aquella declaración no hizo más que formar un rostro de suma incredulidad en la jóven Yamanaka quien, mirándolo, habló nuevamente.
-No hablaba de eso, cochino- dijo.
-Eh, ¿no?- se escuchó a Naruto, mientras una risa algo nerviosa salía de su boca.
-¡Me refiero a cómo te sientes con respecto a que te irás!- dijo Ino finalmente.
Rascando su nuca, el rostro del Uzumaki solamente se sumergió en una gran expresión de vergüenza, aunque después de un rato, finalmente habló.
-Bueno... creo que no lo había pensado a profundidad, pero me siento triste por ello, principalmente porque no te veré en un largo tiempo- decía, mientras una mirada por parte de la jóven Yamanaka se centraba en él, algo sonrojada. -Además de que también está el tema de Sasuke, pero entendí que debo volverme aún más fuerte para lograr traerlo de vuelta... debo hacerlo- dijo.
La rubia no iba a mentir en el sentido de que le enojaba un poco cuando Naruto tocaba ese tema, pero también recordaba toda su conversación que había tenido con Jiraiya tiempo atrás.
Eso no quería decir que pensara que es lo más sensato o correcto, pero era una decisión que era propia de Naruto... y ella no podía hacer nada para detener algo como eso.
-Lo vas a conseguir- dijo Ino, finalmente, mientras devolvía su mirada al frente.
Esas palabras robaron, definitivamente, la atención de Naruto quien, mirándola sorprendido, habló.
-Ino, tú...- decía, antes de ser interrumpido.
-Sigo sin compartir tu pensamiento de querer hacer cambiar de opinión a Sasuke... pero sé de lo que eres capaz, y eso a veces incluye lo extraordinario- decía, para después mirarlo, nuevamente, con una sonrisa en sus labios. -Y estaré ahí para cuando lo consigas, Naruto- dijo.
Para el rubio, bueno, no era que las palabras de Ino hayan sonado insensibles, pero entendía su postura. Entendía también el distinto pensar que cada persona tiene consigo misma puesto que es algo normal realmente... y a pesar de ello, y de la manera tan distinta que ambos pensaban acerca de ese tema, ella estaba dispuesta a estar ahí.
-Gracias por eso, Ino- se escuchó finalmente a Naruto.
...
-Entonces al final resultó ser más que una misión de escolta- mencionaba Tsunade.
-Se podría decir que sí- mencionaba Ino, riendo ligeramente.
-¡Pero no hubo problema alguno, abuela Tsunade, descubrimos todo a tiempo gracias a Ino, debió haberla visto!- mencionaba el Uzumaki.
Sorprendida, la quinta miró a la jóven quien, algo apenada, la miró también.
-Olvidaste incluir eso en el reporte, aunque ¿cómo sucedió?- preguntó.
Y así, tanto Naruto como Ino procedieron a contar la anécdota completa mientras estuvieron en el país de la garra. La paranoia del Daimyo que resultó ser acertada, los barrios peligrosos, el grupo de matones...
-Así que gracias a su gran papel interrogando y a su jutsu familiar fue que pudimos dar con información exacta para terminar la misión- dijo Naruto.
Mirando a Ino, la legendaria sannin sonrió, en primera instancia porque el plan de Jiraiya en acercarlos más había funcionado, y además por las grandes habilidades que la chica había demostrado en una misión mal calificada en cuanto al rango que se otorgó.
Sin duda la generación de genins que había actualmente era brillante.
Entonces suspirando, la quinta dejó el reporte en su escritorio, y habló.
-Menos mal que todo terminó saliendo bien- decía, para después recargarse en su silla. -Con eso dicho, se pueden retirar, a ambos les vendrá bien descansar un par de días- dijo.
Con ello, la rubia hizo una reverencia, para después comenzar su camino hasta la puerta, aunque por parte del Uzumaki...
-¡Sí, nos vemos abuela Tsunade!- se escuchó mientras caminaba, también, a la puerta.
Esas palabras no hicieron más que hace resaltar una vena en la frente de la quinta. Naruto era agradable en muchos aspectos, pero cuando decía eso, vaya que la sacaba de sus casillas.
Pero al observar la puerta cerrarse, en el pasillo se escuchó la voz de ambos...
-¡Es la Hokage, no seas irrespetuoso con ella!-
-¡Ino, la oreja, la oreja!-
Eso no hizo más que remarcar una sonrisa algo ligera en los labios de la legendaria sannin.
Bueno, al menos había alguien que lo frenaría de decir alguna tontería.
...
Saliendo de la torre del Hokage, la rubia suspiró de manera ligera.
-Bueno, creo que iré a casa, seguro mi papá ya se enteró que llegué pero no mi mamá, así que iré a avisarle- decía, para después mirarlo, aunque al observarlo, un recuerdo llegó a su mente de golpe... la cena con sus padres. -Eh, ¿Naruto?- dijo
Al observarla, el Uzumaki pudo ver el nerviosismo en su mirada, además de que un poco de sudor había comenzado a cubrir parcialmente la frente de la rubia.
-¿Estás bien? ¿te pasa algo?- pregunto Naruto, preocupado.
Con una risa nerviosa, la jóven Yamanaka rascó ligeramente la parte trasera de su cabez, además de que aquel movimiento involuntario de sus hombros habría regresado de manera sorpresiva también.
-¿Re-recuerdas de la cena con mis padres?- preguntó, notando así el cambio instantáneo en el semblante del Uzumaki. -Bueno, eso me dice que sí, eh... mi mamá me dijo que cuando llegaramos de nuestra misión te invitara, pero conociendola probablemente sea mañana- decía, observando a Naruto bastante estático por lo que acababa de escuchar. -¿Si-sigue en pie el que hayas aceptado? porque tampoco es como que pueda obligarte a ir si no quieres... aunque eso solo si no quieres ¿sabes?- mencionaba.
Al observar tal nerviosismo en ella, era claro que él lo estaba llevando mejor en ese sentido, así que tragando una buena cantidad de saliva que se había acumulado en su garganta, Naruto habló finalmente.
-Iré, sí, cuenta conmigo para eso- dijo, riendo de manera nerviosa.
Aquella respuesta parecía haber quitado mucha presión de encima a Ino, a tal punto de que su movimiento de hombros se tranquilizó y, a su vez, su semblante se relajaba nuevamente.
-¡Perfecto!- se escuchó por parte de ella, solo para después darle un beso en la mejilla. -Entonces te veré mañana en mi casa a las siete con treinta... y más perfecto porque sería una especie de cena de despedida- dijo.
Algo sonrojado, el Uzumaki recordó una parte importante de las cenas, así que con un poco de preocupación en él, habló.
-¿Aunque cuál ropa debo ponerme? nunca he estado en una situación igual entonces, eh, no sé qué ponerme- dijo, riendo ligeramente.
Acercándose a él, la jóven Yamanaka lo tomó por ambas mejillas de una manera gentil, para después hablar.
-Lleva cualquier ropa con la que tú te sientas cómodo- decía mientras sonreía, para después alejarse. -Incluso puedes llevar tu chaqueta naranja, no es como que sea la mejor prenda en cuanto a moda se refiere, pero ya me acostumbré a ella y pienso que te ves atractivo- dijo.
Aquellas palabras no hicieron más que incrementar el sonrojo ya visible en Naruto después de tenerla tan cerca al agarrar sus mejillas.
-Pero tengo que irme, hoy descansa todo lo que puedas y mañana nos veremos- decía Ino, mientras comenzaba alejarse.
Aunque al mirarla unos cuantos metros delante suyo, el rubio observó como, de pronto, la rubia regresó hasta donde estaba él, quedando nuevamente frente a frente... solo para después recibir un beso rápido en los labios.
-Te irás pronto, así que debo aprovechar- dijo, sonriente. -Me pondré en marcha ahora sí, ¡nos vemos mañana!- se escuchaba a Ino mientras se alejaba.
Y entre tanta emoción junta, Naruto apenas y pudo levantar un brazo para despedirse de manera adecuada de ella.
Debía admitir que esa chica era lo mejor.
-Vaya, si que te sacaste la lotería, muchacho-
Aquella voz rápidamente lo sacó de sus pensamientos, y buscando en dirección de donde provino, el rubio habló.
-¡Sabio pervertido! ¡¿qué hace espiando!?- se escuchó.
Riendo, el legendario sannin bajó desde el sitio donde se encontraba.
-Yo solo dije que te sacaste la lotería, lo cual es cierto... además, veo que si lograron conectar de manera excelente durante su misión ¿eh?- preguntó Jiraiya.
Y con ello, el ruborizado de sus mejillas hizo presencia una vez más en el Uzumaki.
-A-algo así- respondió.
...
-¡Estoy en casa, ya regresé de mi misión!-
Saliendo desde la cocina y al mirar a su hija, los ojos en la madre de Ino parecieron haberse llenado de una alegría muy grande, así que sin perder más tiempo, avanzó de manera rápida hasta Ino para después abrazarla.
-Ma-má, me estás apretando de más- decía la rubia con dificultad.
Separándose de ella, su madre habló.
-Lo siento, cariño, pero después de varios días sin ver a mi pequeña una termina poniéndose algo nerviosa- decía. -¡Pero dime! ¿cómo estuvo tu misión? espero que no se les haya complicado de más- dijo.
Sonriendo, la jóven Yamanaka comenzó a hablar, contándole así todos los acontecimientos que habían pasado durante los días que habían estado en el país de la garra. Desde el viaje de ida, su reunión con el Daimyo, hasta su investigación con Naruto, su primer Interrogatorio, culminando así con el desmantelamiento de toda ese grupo que quería al Daimyo de la garra fuera de su cargo.
Aunque mientras escuchaba toda esa extensa anécdota, un solo pensamiento se alzaba en la mente de la señora Yamanaka y era que, al mirar a su hija, no podía creer lo rápido que el tiempo estaba pasando...
Aunque un nombre la hizo salir de esa especie de trance en el cual se encontraba.
-Entonces gracias a Naruto y sus clones fue que terminamos de manera rápida con esos tipos- dijo Ino, pero mirando el rápido cambio en el semblante de su madre.
Sabía lo que se venía.
Mientras sus cejas se alzaban, la señora Yamanaka habló.
-¿Y el tiempo con él cómo estuvo?- preguntó.
A pesar de haber estado preparada pare recibir esa pregunta, el habla en la rubia se complicó un poco, pero después de suspirar ligeramente, su voz finalmente se escuchó.
-Él y yo, bueno, yo y él... nos besamos- dijo.
Tras escuchar eso, la madre de Ino la abrazó.
-¡Mi pequeña está muy enamorada!- decía.
Y aunque en un inicio trató de apartar ligeramente a su madre, la verdad era que extrañaba esos abrazos, y si era muy sincera con ella misma, compartía la felicidad que su mamá sentía también al haberle contado sobre uno de sus tantos besos con Naruto.
Estaba sumamente enamorada y no podía estar más felíz por ello.
...
Unas horas después
Al escuchar la campana que había en la puerta de la tienda, apenas unas leves palabras salieron de la boca de Ino quien, a juzgar por su casi ineficiente manera de mantenerse despierta, habló.
–Bienvenido a la florería Yamanaka... ¿en qué puedo ayudarle?– decía.
Y aunque sabía que el hecho de quedarse dormida en el trabajo era lo menos profesional que alguien podía hacer, la verdad era que sus ojos pesaban como nunca...
–¡Ino!–
Aquel grito justo en su oreja la hizo levantarse de manera muy rápida, casi como un rayo, y aunque estuvo a punto de encarar a quien le gritó de esa forma, su semblante se aligeró cuando miró de quien se trataba.
–¿Eh? ¿Sakura?– preguntó, medianamente adormilada.
–Claro que soy yo, Ino-cerda, hacía días que no te veía y no esperaba encontrarte hoy aquí... aunque por lo visto no te dan tregua con respecto a descansar un poco– mencionaba la pelirosa.
Suspirando ligeramente, y mirándola, la rubia habló.
–Eso es porque mamá está ocupada en la cocina y papá no está en casa, así que eso me deja como su única ayudante en la tienda– decía, bostezando un poco. –Pero ya basta de eso, frentona, ¿qué buscas?– preguntó.
Con una vena ligeramente remarcada en su frente debido a la forma en la que había sido nombrada, la pelirosa habló.
–Mi madre me mandó a comprar unas cuantas flores para decoración, dos lantanas en macetas específicamente– dijo.
Y sin más tiempo que perder, la jóven Yamanaka caminó hasta donde se encontraba la flor que Sakura llevaría, aunque una vez más, la voz de esta última captó su atención.
–¿Y bien? ¿ya me vas a contar cómo estuvo tu misión con Naruto?– preguntó.
Pero mientras preparaba el pedido, Ino giró para ver a Sakura tras esa pregunta... aunque al observarla, bueno, podía deducir fácilmente que no le interesaba en lo más mínimo saber sobre la misión en sí.
–¿Con eso te refieres a qué, exactamente?– preguntó.
Sí, había sido atrapada de manera rápida.
–Bueno, bueno, me refiero a cómo les fue a ustedes dos... ya sabes a lo que me refiero– mencionó... sin más, y juzgando por el sonrojo notable que había surgido en Ino, la pelirosa pudo deducir rápidamente que si había sucedido algo entre ambos. –¡Cuéntamelo todo!– dijo de manera rápida, emocionada.
...
–Ya veo, entonces nos iremos dentro de dos días– decía el Uzumaki.
Mirando a su alumno, Jiraiya solamente sonrio de manera amplia.
–Tenía planeado que nos marcharamos mañana, pero debido a la cena con tus suegros, digamos que lo pospuse para dentro de dos días a partir de hoy– dijo.
–Eso es considerado de tu parte, sabio pervertido, realmente lo es– respondió el Uzumaki.
Aunque el silencio que su sensei le brindó le extrañó un poco, pero después de unos cuantos segundos, el legendario sannin habló.
–Sé que estarás triste por el hecho de irnos mucho tiempo– decía, captando la atención total de Naruto. –Pero desde ahora te advierto que esto no será un juego, ni mucho menos vacaciones... vas a tener que dar todo de ti para mejorar como shinobi porque, si fallamos en eso, tu destino no será más que la muerte– dijo.
Tragando un poco de saliva, el Uzumaki lo miró, y aunque esas palabras resonaron fuerte en su cabeza, las palabras que Ino le había dicho en el país del colmillo también hicieron mucho eco en él.
"No pierdas ningún segundo de ese viaje y vuelvete más fuerte"
Y mientras Jiraiya esperaba una reacción algo más preocupada por parte de su alumno, una enorme sorpresa se llevó cuando lo miró sonreír... y sobretodo cuando observó su mirada.
Una mirada que emanaba, sin duda alguna, mucha determinación.
–No se preocupe, sabio pervertido... no pienso morir tan fácilmente– dijo finalmente el Uzumaki.
Con ello, esa sonrisa que podía observar en Naruto se reflejó, también, en el legendario sannin.
–Así se habla, muchacho–
...
Muy sorprendida, la pelirosa solo parpadedo unas cuantas veces tras haber escuchado lo que Ino dijo.
–E-eh... ¿estás bien?– preguntó la jóven Yamanaka.
Moviendo su cabeza rápidamente para salir de ese trance en el que se encontraba, una cuestión muy grande llegó a la cabeza de Sakura.
–Dijiste que no fue solamente un beso, sino varios, así que... ¿besa bien?– preguntó.
Con un ruborizado monumental apareciendo en sus mejillas, la jóven Yamanaka le dió la espalda a Sakura quien, riendo por la situación, solo insistía en obtener una respuesta.
–¡¿Qué clase de preguntas son esas!?– decía la rubia, aún de espaldas a ella... aunque tras un par de segundos, Ino giró si cabeza sobre su hombro y así pudo observar con su vista periférica a la pelirosa. –Pero... sí, besa muy bien, quiero decir, nunca había besado a nadie en mi vida pero s-si, besa muy bien– dijo finalmente.
Tras aquella declaración, un estallido de emoción se escuchó por parte de Sakura, y si la jóven Yamanaka podía ser honesta con ella misma, bueno, claro que compartía la misma emoción.
Había besado al chico que le gusta, y además de ello era un gusto correspondido. ¿Qué más podía pedir en ese sentido?
–¡Pero cuéntame más, Ino-cerda! ¿acaso ya tienen planeado dar el siguiente paso? ¿crees que ya es hora?– preguntaba la pelirosa.
Con aquellas incógnitas que Sakura le planteaba, un ligero apretón en su pecho apareció. Claro que no todo podía ser perfecto, y siempre que trataba de pensar en lo excelente que ambos la pasaron en el país del colmillo, el saber que Naruto se tenía que ir por un tiempo la hacía sentir... triste.
Realmente triste.
–Veo que aún no lo sabes– respondió Ino, girando finalmente para volver a mirarla.
Confundida, la pelirosa habló.
–¿A qué te refieres con eso?– preguntó nuevamente.
Suspirando, y mientras agachaba ligeramente su mirada, la voz de Ino se escuchó.
–Naruto va a irse de Konoha por un tiempo– decía, sorprendiendo enormemente a Sakura. –Tres años para ser exacta... su sensei me lo contó hace algo de tiempo ya– dijo.
Aquella noticia había producido una combinación de sentimientos en la pelirosa. Es decir, no sabía como Ino realmente lo estaba pasando, pero debía suponer que fue un shock algo duradero cuando se enteró.
–Ino, yo... lo siento mucho por eso, realmente lo siento– decía Sakura. –Tú... bueno, ¿tú estás bien con eso?– preguntó.
Al mirarla, la pelirosa notó de manera muy clara el como Ino trató de forzar una sonrisa.
–No es como que pueda hacer algo, él debe cumplir con eso ya que la quinta está de acuerdo también– respondió. –Lo único que a mí me queda es solo desearle la mejor de las suertes, y esperarlo– dijo.
Con ello, un silencio se produjo entre ambas, pero tras unos cuantos segundos, al observar nuevamente a su amiga, pudo mirar como Ino apartaba su mirada ya que sus ojos habían comenzado a cristalizarse.
Y mientras la jóven Yamanaka trataba de morder su labio inferior para evitar llorar, la pelirosa se acercó a ella, abrazándola.
Lamentaba profundamente no tener palabras que pudieran hacer sanar a Ino en ese momento. Aunque, en realidad, no pensaba que hubiese algo para lograr eso.
...
Al día siguiente, casi por la noche...
–Bien, tú tranquilo, esto será pan comido, claro que eso sin tener en cuenta las preguntas que te harán, y las miradas que te harán, y los comentarios que harán... pero fuera de ello, pan comido ciertamente, sí– pensaba Naruto.
Estando tras la puerta de entrada de la residencia Yamanaka, el Uzumaki había comenzado a sudar de manera ligera.
Como tal, era su primera vez en una situación así de manera general, todo estaba siendo nuevo, incluso tener a una chica que realmente lo quiere.
Por el lado de la vestimenta, no se había esmerado mucho en cambiar a un estilo más formal, al final, ser él mismo le daba (o quería pensar) muchos puntos.
–Bueno, ahora o nunca– pensó nuevamente el rubio, mientras tragaba un poco de saliva, para después tocar a la puerta.
Y tras unos cuantos segundos, abriéndose la puerta, una figura conocida apareció frente a él.
–Justo a tiempo– dijo Ino, mientras le abrazaba.
Con ello, Naruto de igual forma correspondió al abrazo, y después de separarse, este último habló.
–Bu-bueno, me sentía muy nervioso así que no quise arruinarlo al llegar tarde o ser impuntual, no pienso que fuera algo bueno si eso me llegaba a pasar– comentó.
Sonriendo ligeramente, la rubia de igual forma habló.
–Tú mantente tranquilo, por un lado ya conoces a mi madre, ella muchas veces suele ser algo... libre en cuestión de decir lo que piensa– decía con algo de vergüenza. –En cuanto a mi padre, diría que él es más reservado en cuanto a comentarios, pero te seré honesta, habrá muchas preguntas– dijo.
Con algo de nerviosismo, el Uzumaki solamente la observó.
–Genial...– pensó Naruto. –Bueno, trataré de responder a todas las que pueda– dijo, sonriente, mientras rascaba su nuca.
Y sin más tiempo que perder, ambos ingresaron.
...
Para Naruto, bueno, no estaba terminando de ser del todo incómodo, como tal, el que nadie estuviera hablando era un poco incómodo, pero no tanto como si estuvieran hablando y le preguntaran algo que se le podría dificultar responder... o que su respuesta no terminara de gustar en general.
–Y dime, Naruto...– se escuchó a Inoichi.
–Carajo, carajo– pensó de manera inmediata el Uzumaki. Aunque asintiendo y tragando como pudo la comida que había en su boca, habló. –¿S-si, señor?– preguntó.
–Ino y tú... bueno, sé que han tenido ya una historia poco después de que se graduaron de la academia, y sé por mi esposa que ambos se han vuelto muy cercanos– decía. –Así que me gustaría preguntarte una cosa, ¿tú qué ves en mi hija?– preguntó.
Confundido, Naruto solamente miró a los presentes.
–¿Qu-qué veo?– decía, algo nervioso. –¿A qué se refiere?– pregunto de vuelta.
–Bueno, uno como padre siempre quiere que su hija tenga a alguien bueno a su lado– decía, mientras un sonrojo enorme aparecía en las mejillas de la pequeña Yamanaka. –Así que por eso mi pregunta, ¿tú qué ves en mi hija como persona?– preguntó.
Aquella pregunta lo había dejado algo pensativo, aunque por parte de Inoichi, se podría decir que a él lo había dejado algo impaciente.
Pero tras unos segundos, la voz de Naruto se escuchó entre los presentes con mucha confianza.
–Siendo sincero, señor, yo en Ino he visto a una persona muy comprensiva, incluso si no comparte tu mismo pensamiento... también he visto en ella a una persona que sabe escuchar, que no esconde y no tiene reparos decir lo que piensa– decía, mientras la mirada de Ino se centraba en él, y con ella, una sonrisa aparecía en sus labios. –Pero sobretodo he visto a alguien en quien se puede tener una confianza absoluta, por lo tanto al final he visto a una increíble persona– dijo finalmente.
Tras eso, la rubia conectó una mirada con su madre, quien observándola de vuelta, solo asintió con una sonrisa... y mientras Inoichi asentía, una sonrisa se pudo observar fugazmente en sus labios.
–Bueno, en eso tienes razón, mi pequeña es una gran persona... además de que también tienes mucha razón en eso de que no le cuesta decir lo que piensa, nunca– dijo, riendo.
Acompañando la risa de Inoichi, la señora Yamanaka de igual forma comenzó a reír, y mientras eso sucedía, una mirada algo complice por parte de Ino y Naruto se pudo observar, siendo la rubia, esta vez, quien asintió, haciéndole saber que todo estaba bien.
...
–¡Oh, así que Hokage!– se escuchaba a la señora Yamanaka.
–¿Sabes qué? yo pienso que puedes lograrlo, ciertamente sí– decía Inoichi, sorprendido de gran manera al rubio. –Eres un chico muy humilde, Naruto, en el cuerpo de inteligencia hemos escuchado de tus hazañas y creeme, siendo ya alguien experimentado en todo esto, pienso que tienes un gran potencial– dijo.
Eso también había sorprendido de una manera muy grande y gratificante a Ino, quien solamente pudo sonreír.
–Muchas gracias por eso, señor Yamanaka, realmente lo agradezco– dijo finalmente el Uzumaki.
–¡Que va, no me agradezcas eso!– respondió. –Pero cuando lo logres, no te olvides del clan Yamanaka, eh– dijo.
Eso definitivamente había marcado un rostro de total incredulidad en Ino
Riendo, el Uzumaki habló.
–¡Lo tendré muy presente!– dijo.
...
–¡Nada de cerrar puertas!–
Lo dicho por Inoichi produjo un sonrojo de gran manera a Ino quien, girando en las escaleras, su voz se escuchó.
–¡Papá!– decía.
Y aunque desde la sala de estar se escuchaba la risa de Inoichi, tras unos segundos un quejido de dolor la reemplazo.
–¡Cariño, el brazo, eso duele!– se escuchó.
Sí, la señora Yamanaka había puesto orden total a lo que su esposo estaba haciendo. Más que nada por el lado de avergonzar a su hija.
...
Estando en la corniza que daba al salir justamente por su ventana, ambos se encontraban observando la hermosa noche que adornaba los cielos de Konoha, y mientras la cabeza de Ino se recargaba en el hombro del Uzumaki, la rubia habló.
–¿Ves? al final de todo no fue tan malo– decía, sonriendo. –Aunque si te soy sincera, nunca imaginé que papá se tomaría todo de manera calmada... por lo general, cuando se trataba de chicos, casi siempre se ponía de mal humor– dijo.
Sonriendo de igual manera, Naruto habló.
–Bueno, a mí me pareció una persona agradable, además de que dijo que tenía potencial para ser Hokage, eso no se escucha todos los días– dijo.
Con ello, la jóven Yamanaka solo se acercó más al brazo del rubio.
–Pues no miente– decía. –Generalmente él tiene buena visión para eso, y si ha escuchado hablar de tus hazañas, bueno, pienso también que tiene razón, tienes potencial para serlo– comentó.
–Tengo que llegar a serlo, sino tu papá me va a odiar por no voltear a ver al clan Yamanaka siendo Hokage– dijo, riendo ligeramente.
Aunque acompañándolo, Ino rió de igual forma.
Y mientras la risa en ambos se apaciguaba, Naruto, una vez más, habló.
–Ino, yo... bueno, el sabio pervertido y yo saldremos mañana al mediodía– dijo.
Aquellas palabras fueron como una aguja clavándose directamente en el corazón de la jóven Yamanaka, quien a pesar de haberse mentalizado que él se iría, también se había mentalizado acerca del hecho de que solamente duraría tres años.
–Ahí estaré para despedirme de tí, lo prometo– respondió Ino.
Así, y mientras ambos estaban cerca el uno del otro, la noche había concluido de buena manera.
Al final, tener a Ino ahí, con él, se sentía maravilloso.
¿Lo malo de todo eso?
Que el tiempo seguía su curso... y no había manera de frenarlo.
...
Al abrir sus ojos y al mirar el techo, el Uzumaki suspiró. No había sido una de sus mejores noches con respecto a tratar de dormir apropiadamente, sobretodo por que su partida junto a Jiraiya era justo ese día.
Y es que cuando se tiene que dejar un lugar en el que has estado toda tu vida, al menos dejarlo por un periodo de tiempo algo largo, cada detalle que puedes observar a tus alrededores te generan una nostalgia gigantesca... y justamente eso era lo que estaba sucediendo con el rubio en esos momentos.
Sabía que era por el futuro, siendo honesto con él mismo, no le apetecía morir por un grupo de idiotas como el que lo buscó en su aventura con Jiraiya al traer a la quinta.
Luego estaba Ino... ¿por qué cuando todo estaba saliendo tan bien con ella, debía irse?
En el fondo, eso era, sin duda alguna, lo que más molestia le causaba.
Y mientras el sonido de su alarma hacía presencia inundando cada rincón de su apartamento, el Uzumaki solamente suspiró.
–Bueno, momento de empacar– pensó.
...
–¿Cariño, qué pasa? te ves muy decaída esta mañana– decía la señora Yamanaka, captando de esa forma la mirada de su hija. –Una pensaría que una noche como la de ayer te mantendría alegre por el resto de la semana– mencionó.
Sonriendo ligeramente, Ino suspiró.
–Anoche no se tocó el tema porque realmente no venía al caso pero... bueno, Naruto hoy tiene que irse por un tiempo junto a su sensei– dijo.
Aquella declaración había extrañado de gran manera a la madre de Ino quien, dejando todo lo que estaba haciendo, habló.
–¿Pero se irá por un par de días, semanas, meses?– preguntó nuevamente.
–Años... tres, siendo específica– respondió Ino.
Esa respuesta dejó un silencio entre ambas muy notorio.
Para la señora Yamanaka era muy claro que su hija no estaba pasando muy bien esa situación, y aunque había unas ganas enormes de hacerla sentir mejor como fuera, bueno, la verdad es que no había forma alguna.
Así que acercándose hasta su hija, la madre de Ino la abrazó... y mientras los segundos transcurrían, la rubia cedió, finalmente, al abrazo.
...
Habiendo caído el mediodía, en las enormes puertas que daban la entrada a Konoha se podían observar varias figuras, y debido a que la noticia de la partida del Uzumaki se había extendido entre sus conocidos de manera algo rápida gracias a Jiraiya y posteriormente gracias a la Hokage, junto a Naruto se podía observar a Sakura, Shikamaru, Chōji, Kakashi y, finalmente, Iruka, además, claro, de la quinta y Shizune.
Con ello, y mirando lo inusualmente callado que se encontraba el Uzumaki antes de partir, tanto Shikamaru como Sakura se acercaron a él.
–Oye, anima esa cara– se escuchó al jóven Nara.
A pesar de saber el motivo del por qué Naruto se encontraba así, para Shikamaru era raro verlo de esa forma, apagado y sin hacer escándalo... pero también sabía que, al final, ninguna motivación iba a ser efectiva ante una situación así.
–Shikamaru tiene razón, Naruto, es probable que Ino se haya retrasado un poco, sabes que no se perdería esto– comentó Sakura.
Aquello no hizo nada para cambiar el semblante serio que había en el rostro del rubio, era un caso perdido realmente.
Y observando aquella situación, Kakashi se acercó a Iruka.
–Así que Naruto e Ino, ¿eh?– preguntó.
Sonriendo, Iruka lo miró.
–Ni en mis más locos pensamientos se me habría ocurrido que ellos dos terminaran tan flechados– respondió.
Con ello, y suspirando ligeramente, Kakashi miró al rubio.
–Es bueno que ambos se hayan encontrado de esa forma, estoy seguro de que a Naruto le servirá como un gran combustible pensar en ella para mejorar de aquí a tres años– comentó. –Además de que sí o sí debe hacerlo, por su bien– pensó.
Habiendo arreglado prácticamente nada con el Uzumaki, Shikamaru volvió con Chōji... aunque este último notaba rara toda la situación que estaba sucediendo con Naruto, y sin más reparo, miró al jóven Nara.
–Oye, Shikamaru– decía, ganando la atención del Nara. –¿Qué pasa con Naruto? ¿por qué está tan desanimado?– preguntó.
Aquello sorprendió de gran manera a Shikamaru.
–¿En serio no sabes?– preguntaba, obteniendo solo un gesto de negación por parte del Chōji. –Vaya... bueno, eso se debe a que Ino no ha llegado– dijo finalmente.
Aunque eso no había hecho más que sembrar todavía más dudas en el jóven Akimichi.
–¿Y qué tiene que ver Ino con que él esté desanimado? realmente no lo entiendo, es todo muy confuso– decía.
Con incredulidad, Shikamaru suspiró, para después sonreír.
–Amigo, si que eres lento– decía. –Está así porque ambos se gustan, y como la chica que le gusta, es decir, Ino, no ha llegado para despedirse de él, está desanimado– respondió a la incógnita finalmente.
Esa declaración no hizo más que enmudecer a Chōji quien, sorprendido, habló.
–¡¿Y cómo nunca me dí cuenta?!– se escuchó.
Riendo un poco, el jóven Nara solo negó con su cabeza, más como en un tono burlón.
Si que Chōji era lento en ese sentido.
–¿No crees que ya es hora?– preguntó Tsunade a Jiraiya.
Sonriente, el legendario sannin sabía que el tiempo para esperar se le había terminado, y no era que Tsunade le diera igual, sino que, al final, el tiempo era muy valioso, sobretodo después de los reportes que Jiraiya le hizo llegar.
–Chico, es hora de irnos– dijo Jiraiya, sorprendiendo a todos.
Al mirarlo, Shizune solo sintió algo de pena por la situación, sabía de ellos dos gracias a la Hokage y, de cierta forma, el que ambos se despidieran habría sido lo idóneo.
–¿N-no cree que pueda esperar un poco más, Tsunade-sama?– preguntó Shizune.
Suspirando ligeramente, la quinta miró al Uzumaki.
–Ya hemos esperado lo suficiente...– decía, antes de ser interrumpida.
Y es que una voz en la lejanía se hizo presente, ahogando el poco ruido que había entre los presentes, ya que mientras miraban en dirección de donde provenía la voz, una sonrisa casi que instantánea apareció en el rostro de todos.
–¡No se vayan, esperen!– se escuchó la voz de Ino, mientras se acercaba lo más rápido que podía.
Con ello, Sakura observó a Naruto... vaya que los ánimos habían vuelto de manera veloz.
–¡Vaya momento para llegar, Ino-cerda!– dijo Sakura.
Mientras jadeaba por el cansancio, Ino sonrió con un poco de vergüenza.
–Es que me retrasé un poco porque mi mamá preparó algo de comida para ambos, al menos para que les dure unos cuantos días– decía.
Así, la rubia entregó dos mochilas, una siendo para Jiraiya y otra para el Uzumaki.
–¡Vaya, no conozco muy bien a tu mamá, niña, pero dale las gracias de mi parte!– se escuchó al legendario sannin, ganándose una sonrisa por parte de Ino.
Mirando a Ino, el rubio no pudo más que sonreír de una manera algo avergonzada, por describirla de alguna manera, además de rascar su nuca de manera leve, solo para después hablar.
–Pensé que no vendrías– dijo.
Sonriendo, la rubia se acercó hasta él... tomándolo por sus mejillas y besándolo de manera prolongada.
Aquello no había hecho más que sorprender a todos los presentes, realmente los había sorprendido, sobretodo a Sakura y Chōji, a la pelirosa principalmente porque era muy distinto verlo en primera fila a que solamente te lo contaran. Y por parte de Chōji, bueno, él ya estaba sorprendido desde que Shikamaru se lo contó.
Tras separarse, Ino habló.
–No te veré dentro de tres años... no me habría perdido por nada del mundo el despedirme de ti– dijo.
Con un sonrojo monumental, el Uzumaki sonrió de manera amplia.
–No me desagrada para nada esta forma de despedirnos– dijo.
Esas palabras hicieron que, también, una sonrisa amplia se marcara en el rostro de Ino, abrazando a Naruto.
–Mucha suerte... te estaré esperando– susurró en su oído.
Y tras separarse, el Uzumaki asintió, sonriendo.
Aunque el legendario sannin se vió algo sorprendido cuando Ino se acercó hasta él, abrazándolo de igual forma.
–Usted también, Jiraiya-sama, lo extrañaré– dijo.
Sonriendo, y correspondiendo al abrazo, Jiraiya habló.
–Lo mantendré a raya, niña, te lo prometo– comentó.
Con ello, y después de separarse de la rubia, tanto Jiraiya como Naruto comenzaron su camino fuera de Konoha.
Y mientras observaba la mano de Naruto, ondeando el aire, una serie de pensamientos llegaron a la mente de la jóven Yamanaka.
¿Cómo había sido posible que Naruto Uzumaki se haya convertido en alguien tan importante para ella?
El mismo Naruto que ella y Sakura despreciaban constantemente enalteciendo a Sasuke...
Y es que ahora, mirándolo partir junto a su sensei, una sensación de amargura y tristeza invadía su ser.
¿Ya lo estaba extrañando? por supuesto que eso era.
Conociendo más profundamente a Naruto, este era una persona sumamente cariñosa, afectiva, además de que también era un chico muy, muy atento. ¿Por qué nunca se había fijado en eso muchísimo antes? no lo sabía con gran seguridad, y vaya que lo lamentaba, ya que eso habría significado más tiempo junto a él... pero sabía que solo serían tres años de ausencia a causa de su entrenamiento.
Tres largos años...
¿Cómo regresaría Naruto? ¿acaso más cambiado? ¿más alto?
Era algo interesante de pensar, al menos si se lo preguntaban.
Por el momento, mientras lo miraba partir, solo esperaba que todo saliera bien en su viaje.
–Suerte...– pensó, mientras sus ojos se cristalizaban.
Y con ello, ambas figuras desaparecieron a lo lejos.
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