Capítulo 34: Interrogatorio
-¿Le molesta si la acompaño un poco, Hokage-sama?- se escuchó una voz.
Al escuchar aquello solamente hizo que se le escapara una ligera sonrisa a Tsunade.
-Es raro escucharte hablar así, Jiraiya, nunca te han quedado las formalidades- mencionó.
Riendo, el legendario sannin tomó asiento al lado de la quinta, mientras su voz se escuchaba nuevamente.
-Y para mí es raro no ver aquí a Shizune, uno pensaría que ambas son inseparables, así que dime ¿cómo fue que la convenciste para que no te acompañara?- preguntó.
Suspirando de manera ligera mientras tomaba un poco de sake, Tsunade lo miró.
-Le dije que me sentía muy estresada, lo cual es verdad ya que dirigir una aldea como Konoha no es cosa fácil- decía. -Y aunque al inicio no la convencía del todo, terminó accediendo– dijo.
Asintiendo, Jiraiya habló.
-Bueno, supongo que hasta ahora no sabe cuál está siendo tu forma de quitar ese estrés de encima ¿no?- preguntó.
Con ello, un cambio en el semblante de la quinta se pudo ver de manera ligera, marcando un rostro de incredulidad en el legendario sannin, y una pequeña mueca de vergüenza en Tsunade.
-Por una vez que venga a tomar algo de sake no hará daño a nadie- decía. -Además, antes de salir me aseguré de terminar todo el trabajo pendiente, así que no hay nada que reclamarme- dijo.
Sonriendo, Jiraiya tomó un ochoko similar al de Tsunade en donde poder servirse, también, un poco de sake, mientras hablaba.
-Supongo que tienes razón- decía, para después beber.
Suspirando ligeramente, la quinta miró a Jiraiya.
-Sigo pensando en que estuvo mal enviar a esos dos solos a una misión de ese estilo- decía.
Con algo de confusión en él, el legendario sannin la miró.
-¿A qué viene eso?- preguntaba. -Ambos son muy capaces, y aunque Naruto muchas veces es un imprudente, confío en que Ino no lo es- comentó.
-No lo sé, sabes que ese tipo de misiones suelen complicarse rápidamente... pero bueno, creo que simplemente me quedé un poco aturdida por toda la información que nos diste acerca de aquel grupo que casi se lo lleva cuando salió de viaje contigo- comentó.
Asintiendo, Jiraiya habló.
-Ya veo... parece que tu lado maternal ha salido un poco a flote entonces ¿eh?- decía, sonriendo, mientras se ganaba un rostro de incredulidad por parte de Tsunade. -Aunque no me preocupo- dijo.
-¿Cómo que no te preocupas? estamos hablando de tu alumno y del jinchuriki del kyubi- comentó la quinta.
Bebiendo un poco más, aquella sonrisa confiada de Jiraiya había vuelto a florecer. Y si la legendaria sannin era sincera con ella misma, mirarlo así de relajado teniendo en cuenta lo que pasó con Naruto, bueno, la tranquilizaba un poco también a ella.
-La red de espionaje que tengo no ha visto movimiento alguno por parte de ellos- decía, para después mirarla. -Parece ser que se reagruparon en algún lugar y, por lo visto, no planean atacar o ir tras Naruto de manera inmediata... es por ello que accedí a dejarlo ir solo junto a Ino- dijo, para después sonreír.
Volviendo su mirada al frente, una ligera sonrisa se pudo observar en sus labios, una sonrisa que en si emanaba tranquilidad, solo para que, segundos después, se sirviera un poco más de sake.
-De tanto que te comportas como tonto, a veces me olvido de lo minucioso que eres cuando se trata de espionaje, debí confiar más en lo tranquilo que te sientes... confiar más en ti- dijo, bebiendo nuevamente.
Riendo un poco, Jiraiya habló.
-¡Que confíes en mí se debe a mi encanto!- dijo.
Aquella declaración solo hizo que una risa tenue se escapara de Tsunade.
Era un idiota.
Pero tenía sus trucos.
...
-Ya han pasado dos días desde que llegamos y no ha habido actividad alguna- comentó el Uzumaki mientras un ligero bostezo escapaba de su boca.
Suspirando, la voz de Ino se escuchó.
-No pienso que el Daimyo esté siendo paranoico, pero esto debe avanzar o nuestro tiempo aquí no se podrá extender más- comentó.
Ante eso, el rubio pensó.
-¿No te parece raro que todo se haya calmado desde que llegamos nosotros?- preguntó Naruto.
Con ello, la jóven Yamanaka conectó su mirada con la de él, para después hablar.
-He pensado en lo mismo, sobretodo después de los detalles que el Daimyo nos dió acerca de su último atentado, parece como si hubiese sido un intento desesperado por acabar con él antes de que pidiera ayuda externa– respondió.
Tras ello, el rubio miró algo extrañado a Ino quien, sin más, se había quedado en silencio, mientras su mirada se centraba al frente.
Parecía en una especie de trance.
–Eh, Ino, ¿pasa algo?– preguntó el Uzumaki.
–¿Crees que haya alguna persona que este pasando información a quienes atacaron al Daimyo?– preguntó la rubia.
Aquella pregunta sorprendió ligeramente a Naruto, quien posando un par de dedos sobre su barbilla, habló.
–Pues no lo había pensado, pero es probable que esté pasando eso, quiero decir, no es coincidencia que todo se haya tranquilizado desde que estamos aquí– mencionaba. –¿Crees que debamos investigar un poco?– preguntó.
Con ello, Ino solo asintió.
–Bien, si saldremos a investigar, creo que es mejor hacer esto por seguridad– dijo.
Y sin perder el tiempo, Ino pudo mirar a Naruto crear un clon de sombra.
–Tú serás el encargado de cuidar al Daimyo mientras nosotros no estamos– decía el Uzumaki.
Y mientras un "¡Si!" junto a una pose de 'firmes' se apreciaba en el clon que había sido creado, en el rostro de la jóven Yamanaka solo se pudo marcar un poco de incredulidad.
Aunque debía admitir que era inteligente haber hecho eso.
...
–Bien, según la ubicación que Akari nos dió, debe ser cerca de por aquí– mencionó Ino.
Y es que, desde su llegada un par de días atrás una pequeña reunión con el jefe de seguridad del Daimyo había ocurrido, afortunadamente pudieron saber un poco acerca de pistas sobre posibles escondites o potenciales lugares de reunión en donde se escondían sus enemigos.
Pese a que el país de la garra apenas era un lugar en ascendencia, ya se había hecho de algunos lugares los cuales no se debían visitar a menos que estuvieras en malos pasos o, en el caso de ambos, en una investigación.
–Creo que llamamos mucho la atención con nuestras bandanas puestas– comentaba el Uzumaki.
Y era que, mientras miraba a sus alrededores, la rubia se percató también sobre todas las miradas que recibían estando ahí.
Había sido un mal movimiento haber entrado a un sitio así sin discreción alguna.
–Sigueme– dijo Ino.
Con ello, ambos entraron en una especie de callejón el cual, afortunadamente, los ocultó de la vista de todas las personas que había en la calle.
–Seguiremos llamando más la atención si seguimos caminando como si nada, parece que no somos tan bienvenidos aquí– comentaba la rubia. –Creo que debemos usar la transformación ¿listo?– preguntó.
Tras observar al Uzumaki asentir, ambos hicieron los sellos necesarios...
–¡Transformación!– se escuchó al unisono.
...
–Creo que todo esto está siendo un poco inútil, no he notado nada sospechoso en todo el tiempo que llevamos caminando– mencionaba el Uzumaki.
Suspirando, la rubia habló.
–No es una casualidad que todo este calmado, no lo sé, Naruto, no tengo buenas sensaciones sobre todo esto...– decía, callandose rápidamente.
Y es que tras señalarle con mucha cautela al rubio hacía donde debía mirar, ambos pudieron observar a dos individuos algo sospechosos quienes, a juzgar por sus movimientos, estaban tratando de no ser tan obvios que se estaban pasando información.
–Gracias por tus lecciones, papá– pensó la jóven Yamanaka.
Así, tras un par de minutos, ambos sujetos tomaron caminos separados, y mientras uno seguía de largo, el segundo eligió una especie de callejón.
Siguiéndolo, y con mucha cautela, ambos pudieron observar una puerta justo al final.
Vaya callejón sin salida.
–¿Crees que debamos interrogarlo?– preguntó casi en un susurro el Uzumaki.
Negando con su cabeza, Ino habló.
–Si hacemos eso, lo único que pasará es que ahuyentaremos cualquier oportunidad de dar con esos tipos, bueno, eso si tenemos la suerte de que él forme parte de ellos– respondió.
–¿Entonces qué hacemos?– preguntó nuevamente Naruto.
Después de repasar cada opción que tenían hasta el momento, y tras mirar a aquel tipo tocar en la puerta un cierto número de veces, como en una especie de código, una idea finalmente había llegado a la mente de Ino.
–Creo que no sería mala idea usar mi jutsu de transferencia de mente– dijo, sorprendiendo al rubio.
Por parte de Naruto, sabía cómo funcionaba el jutsu familiar de Ino, y si lo pensaba bien, esa era una idea genial.
–Creo que no tenemos más opciones– respondió finalmente el Uzumaki. –Pero sé rápida, puede que sospechen si no actuas como ese sujeto suele actuar y si te descubren, tendremos que salir rápido de aquí– dijo.
Sonriendo, y después de asentir, la rubia se preparó, apuntando ambas manos hacía el objetivo que tenía frente a ella.
–Jutsu de tranferencia de mente...–
Con ello, el cuerpo de Ino fue sostenido rápidamente por Naruto una vez el jutsu fue implementado.
Había sido un total éxito.
Y tras unos segundos después de lo sucedido, el Uzumaki observó como aquella puerta se abrió, mientras Ino ingresaba en aquel lugar.
...
Estando finalmente dentro y aunque habían pasado pocos minutos de haber ingresado, no veía la hora de regresar al exterior ya que el lugar en sí se veía sucio, insalubre. Y a juzgar por las personas que estaban ahí, bueno, no parecían ser de la mejor calaña que hubiese.
Pero mirando a su alrededor, y fuera de lo anterior mencionado, no había algo más por lo que habría que preocuparse. Los tipos que buscaban podrían ser cualquier persona que estuviera ahí dentro, o incluso en el exterior, y vaya que no tenía tiempo ni el chakra para averiguar eso.
No en ese momento al menos.
–¡Kento!–
Escuchando aquella voz, la rubia giró, observando a un hombre corpulento, alto. No tenía pinta de ser un shinobi, el cual se iba acercando hasta ella, para después hablar.
–El jefe ha estado esperando tu llegada, quiere verte– comentó.
Asintiendo, y sin pronunciar palabra alguna, la jóven Yamanaka siguió a aquel tipo.
Y con cada paso que daba, las miradas más se centraban en ambos, como si fueran personas ya conocidas en ese lugar, algo que la intrigaba a más no poder
Con ello, y mientras las personas delante de ambos despejaban el camino, pudo observar a quienes buscaban a la persona que ella controlaba.
–¡Kento, mi amigo!– se escuchó la voz de uno de ellos. Un hombre delgado, demacrado, quien iba cubierto en harapos algo viejos.
Sonriendo, Ino solo se plantó frente a ellos. Quizás debía recopilar un poco más de información antes de abrir la boca. No sabía quienes eran, con quienes o en qué trabajaban, o siquiera si sospecharían al instante...
–Espero que esta vez nos traigas noticias, desde que esos shinobis están aquí solo nos has traído información aburrida– dijo.
–Bueno, fue fácil– pensó la rubia con total incredulidad. –Eh, si, de hecho tengo noticias sobre ellos... y es que su estadía aquí está a punto de acabar– dijo.
Asintiendo y sonriendo también, aquel hombre suspiró.
–¡Perfecto!– decía. –Aunque me han llegado otros informes y hasta el momento solo ven a uno de ellos, la chica que lo acompañaba no se le ha visto por ningún lado– dijo.
Sin habla, la jóven Yamanaka solo trataba de formular alguna respuesta rápida ante eso, pero tras unos segundos, observó como aquel demacrado hombre hizo una seña a alguien... un hombre un poco más bajo de estatura, regordete, mientras, a su vez, le hacía saber que se acercara, y con ello, el tipo regordete acercó su oído, solo para que aquel hombre demacrado le susurrara unas palabras, culminando en un asentir y en una rápida retirada de aquel hombre bajito.
–Esperemos que este sea, finalmente, nuestro golpe de suerte... te puedes retirar– dijo el hombre demacrado.
Si bien no se veían como una amenaza latente, aquellono le daba buena espina a la rubia, vaya que no.
Así que cuando todos parecían haberse ocupado en sus asuntos, la jóven Yamanaka se dirigió rápidamente hacía uno de los baños, ingresando al de mujeres.
–Bueno, mi tiempo aquí terminó– dijo. –Liberar...–
...
Al notar que el cuerpo de Ino se levantó demasiado rápido, un susto demasiado enorme se pudo observar en el rostro del jóven Uzumaki.
Y mirándolo, una risa nerviosa y muy apenada se escuchó por parte de la rubia.
–Lamento eso, Naruto– decía, mientras rascaba ligeramente su nuca. –Pero debemos volver con el Daimyo, escuché información valiosa mientras estaba allá y tengo un mal presentimiento– dijo.
...
Yendo a toda velocidad, Ino explicó finalmente todo lo que había sucedido mientras estaba en el cuerpo de aquel hombre. Sin saltarse nada.
Por parte de Naruto, este podía notar la preocupación observable que había en el rostro de Ino, parecía que iban en una carrera contra el tiempo.
De repente, una sensación extraña recorrió el cuerpo del Uzumaki... una sensación de haber vivido algo en donde no había estado presente. Como un recuerdo que se añadió a él de manera instantánea.
–¿También has sentido eso, Ino?– preguntó, mientras una gota de sudor recorría su cien.
Al mirarlo, sabía que aquella pregunta iba en serio, además de que era muy notorio la confusión que había en el rostro de Naruto.
–¿A qué te refieres?– preguntó la rubia, confundida.
–Es que... no lo sé, siento como si algo que no viví lo estuviera recordando, como si lo hubiese vivido justo hace un momento– comentó.
Aquello extrañó a Ino quien, sin más, solo le pidió que se explicara más a a detalle.
–Es que recuerdo a un tipo frente a mí, recuerdo el pasillo justo antes de entrar al lugar donde está el Daimyo y...– decía, antes de pausar por completo.
Ahora si, más que confundida y un poco más preocupada, la voz de Ino se escuchó nuevamente.
–¿Y... qué, Naruto? ¿qué pasa?– preguntó.
Armando todas las piezas en su cabeza como buenamente podía, esa pequeña vivencia o experiencia que había llegado a él, en realidad, no la había vivido él, debía ser...
–¡Fue mi clon de sombra!– respondió rápidamente el Uzumaki, mientras Ino lo miraba, atenta. –¡Esa especie de recuerdo o vivencia no es otra cosa más que una experiencia de mi clon de sombra que se traspasó a mí después de ser eliminado!– dijo, sonriente.
Aquello había, definitivamente, sorprendido mucho a la rubia, quien pensando en ello pues realmente era algo asombroso, sobretodo porque podría ser muy útil en cuanto a espionaje también, aunque, también, se preocupó.
–¡Entonces debemos darnos prisa, si tu clon fue eliminado, eso quiere decir que el Daimyo puede estar en peligro!– dijo la jóven Yamanaka.
Asintiendo, y sin más, el rubio aumento la velocidad junto a ella.
Afortunadamente ambos estaban cerca del palacio en donde vivía el Daimyo, era una de las cosas buenas que tenía la garra al ser un país en crecimiento puesto que sus distancias aún no eran muy grandes.
...
Mientras se adentraban más en el palacio, el panorama para que todo estuviera bien era algo reducido. Los pocos guardias que había se notaba que habían luchado con demasiada fiereza.
Para Ino, el hecho de sentir ligeramente el chakra del Daimyo la aliviaba un poco, sobretodo porque aún le costaba mantener sus habilidades de sensor mientras estaba sin concentrarse, quizás los nervios eran los causantes de poder hacerlo.
...
–Debí haber imaginado que sería uno de mi equipo de seguridad... que ingenuo fuí al confiar totalmente– mencionaba el Daimyo.
Por parte del tipo que lo mantenía acorralado en el suelo, este sonreía, victorioso.
–Ahora todo volverá a ser como antes, y aunque la guerra no es bonita, prefiero regocijarme y disfrutar del negocio antes de que me importen los que viven en paz– dijo.
Con ello, el Daimyo solo cerró sus ojos, hasta aquí había llegado todo... aunque para su sorpresa, después escuchó un fuerte golpe justo frente a él, y abriendo sus ojos, pudo observar de quien se trataba.
–¡Lamentamos llegar tarde!– decía Naruto, muy sonriente.
Así, la jóven Yamanaka ingresó también a la habitación en donde ambos se encontraban, socorriendo al Daimyo como buenamente podía.
–Descubrimos algo tarde de quienes se trataban Daimyo-sama, lamentamos eso– comentó Ino.
Aunque mirándolo, se extrañó un poco al observarlo sonreír ligeramente, sobretodo después de curarle sus heridas con un kit de primeros auxilios que se habían encontrado de camino hasta él.
–No se disculpen, shinobis de Konoha... la culpa es totalmente mía y de nadie más por confiar en las personas incorrectas– decía, para después levantarse del suelo. –Ellos, bueno, ¿están muertos?– preguntaba.
Negando con su cabeza, el jóven Uzumaki habló.
–De camino hacía aquí ayudamos a quienes pudimos y salvo algunos miembros de su equipo de seguridad, la mayoría están bien– decía, para después mirar al que había golpeado hace algunos momentos. –Incluso él, solo está noqueado– dijo.
Suspirando, la rubia también se levantó del suelo.
–Al final de todo no eran un simple grupo de idiotas, digo, para que dos de ellos llegaran hasta aquí se requiere de mucha habilidad– decía. –Aunque aún hace falta que nos encarguemos de unos cuantos, pero supongo que para estos momentos ya debieron haber cambiado de escondite– dijo.
Ante eso, el Daimyo solamente contemplaba todas sus opciones. No iba a resultar fácil el solo tratar de capturar a aquellos que quisieron asesinarlo, tenían que tener la información completa de donde se escondían, claro que eso teniendo en cuenta de si tenían más de un punto de reunión.
Así que, sonriendo, miró tanto a Ino como a Naruto.
–Creo que tengo una idea– comentó.
...
Al abrir lentamente sus ojos, y mientras estos se acostumbraban nuevamente a la claridad, el movimiento de sus manos se vió interrumpido por hallarse amarradas a la silla en donde se encontraba sentado.
Y al aclararse del todo... la vista de una chica rubia apareció frente a él.
–Ya me estaba impacientando, si que dormiste una buena siesta– decía Ino.
El hombre en la silla solamente la miró, confiado, mientras una sonrisa algo ligera se presentó en sus labios.
–¿Sabes? es un poco gracioso que sonrías de esa forma teniendo en cuenta que eres tú quien está atado a una silla y está en una habitación con un único foco encima suyo– comentaba la rubia.
Suspirando, el tipo habló.
–He estado en lugares algo peores, sinceramente... esto me parece agradable– respondió.
Sin más, y levantandose de su silla, Ino comenzó a caminar alrededor de la habitación.
–Vayamos al grano porque ya estoy un poco harta de todos ustedes y de lo que pasa aquí– se escuchó a las espaldas de aquel hombre. –Confirmamos con Akari-san que formas parte de su personal de seguridad... Y ahora que lo pienso mejor, creo que debimos haber ido por ti desde que a él le pareció rara tu ausencia al momento de que nosotros llegaramos– dijo, para después caminar hasta estar frente a él. –Así que dime, ¿cómo te llamas? quiero decir, Akarin-san nos lo dijo, pero me gustan las formalidades en realidad– preguntaba.
Con una ligera risa, el tipo respondió.
–Reiko– dijo, secamente.
Tras ello, una sonrisa apareció en el rostro de la rubia.
–Perfecto, Reiko, el mío es Ino, pienso que es un buen comienzo para este interrogatorio– decía, ganándose una mirada algo confundida. –Ahora que ya pasamos las formalidades, te diré cómo será todo a partir de ahora, aunque seguro que ya lo sabes, es lo típico, yo pregunto y tú respondes ¿qué dices?– mencionó
Eso solo hizo soltar una carcajada al interrogado. ¿En serio esa era la forma de interrogar de los shinobis?
–Mira, niña, no sé si alguna vez has participado en un interrogatorio, pero generalmente no suelen ser agradables... y si esa es tu manera de hacer las cosas, te sugiero que te largues de una vez a tu apestosa aldea– dijo.
Aunque mirando hacía el frente, observó una sonrisa de oreja a oreja por parte de Ino, para después mirar como el semblante de la chica cambiaba a uno más serio.
–Bueno... quise probar primero si así podría funcionar, más que nada porque un día quiero formar parte del cuerpo de inteligencia así que debo comenzar por algún lado ¿no crees?– decía, mientras se acercaba a él. –Desafortunadamente para ti, serás la primer persona en quien pruebo este nuevo jutsu en el que había estado trabajando ya que, si no me quieres decir por la buena, me temo que deberá ser a la mala– dijo.
Aquella declaración dejó algo confundido a Reiko, quien debía admitir que no sentía peligro alguno, no sentía amenaza alguna, pero esas palabras que dijo Ino... le habían erizado un poco la piel.
Algo no iba bien.
–Y debo advertirte, o bueno, mencionarte ya que elegiste esta opción– decía, sonriendo un poco, mientras preparaba sus manos apuntandolas hacía él. –Una vez que termine de buscar lo que quiero en tu mente... digamos que no volverás– comentó.
Eso definitivamente había cambiado el semblante y la expresión en su interrogado quien, algo agitado, habló.
–¿¡A-a qué te refieres con eso!?– preguntó.
Sonriente, Ino lo miró directamente a los ojos.
–Ya que esta es la última conversación que tendremos supongo que no tengo problema en decirte lo que va a pasar– mencionaba, mientras bajaba sus manos. –No morirás, eso lo aseguro, pero volverás con la mente drenada... lo que alguna vez viviste o experimentaste se irá, va a desaparecer– decía. –Y eso en el mejor de los casos, ya que al ser un jutsu en el cual sigo practicando, bueno, hay una muy alta probabilidad que, además de despertar de esa forma que mencioné, también lo hagas con algo de daño cerebral, el cual te impedirá caminar, hablar, tragar, ya sabes, lo básico para tener una vida funcional e independiente– dijo
Ella había ganado.
Y es que él aún no decía nada, pero se notaba en su forma de comenzar a respirar, en como agachó su cabeza hasta mirar al suelo.
Así que, sin perder más el tiempo, aquella posición de manos apuntando hacía Reiko se hizo presente nuevamente.
–Debo admitirlo, fue una buena charla– decía la rubia, riendo ligeramente.
Esa risa había hecho que su interrogado levantara su mirada rápidamente, con el miedo reflejado en sus ojos, y con sudor recorriendo toda su frente.
–¡Hablaré, responderé a todo lo que me preguntes solo...!– decía, para después agachar nuevamente su cabeza. –Solo no me hagas eso, por favor...– se escuchó.
Tras ello, un silencio entre ambos había invadido la pequeña habitación. Aunque tras un par de segundos, una sonrisa se reflejó en el rostro de la jóven Yamanaka, quien bajó sus manos.
–Buena elección– decía, ganándose nuevamente una mirada por parte de Reiko, quien miró nuevamente como aquel semblante felíz de la rubia desaparecía una vez más. –Pero debo recordarte que, si algún dato que nos des resulta ser falso y con ello nos pone en peligro, llegando aquí lo primero que haré será convertirte en un vegetal sin recuerdos... ¿te quedó claro?– preguntó
Asintiendo de manera rápida, Reiko habló.
–¡Lo juro, no diré más que la verdad!– dijo.
...
–Debo admitir que sería muy interesante mirar a Ino interrogar a alguien, en sí, ¿cómo sería? nunca he visto a nadie interrogar a otra persona– pensaba el Uzumaki mientras estaba fuera de la habitación.
Aunque tras unos momentos, la puerta se abrió, dejando ver a la rubia salir de la habitación en donde se encontraba interrogando al hombre que habían capturado.
–¿Cómo fue todo?– preguntó Naruto.
Sonriendo, Ino habló.
–Al inicio le costó querer cooperar pero después de algunas palabras accedió a darnos toda la información que necesitamos para terminar la misión de una vez por todas– dijo.
Ante eso, el Uzumaki solamente se asombró un poco más de lo que ya estaba. Más que nada por el hecho de que Ino había hecho un trabajo excelente y además de que había sido rápida con ello, eso era increíble.
–¿Pero cómo lo convenciste?– preguntó nuevamente el rubio.
Rascando un poco su nuca y sonriendo de manera algo nerviosa, la voz de la jóven Yamanaka se escuchó nuevamente.
–Bueno, se podría decir que lo amenacé con probar un jutsu en el que lo dejaría, en el mejor de los casos, con perdida de memoria permanente... y un poco de daño cerebral también– respondió.
Escuchando eso, Naruto palideció un poco, ¿realmente Ino tenía un jutsu que podía hacer todo ese daño?
–Yo creo que cualquier persona terminaría hablando después de escuchar eso– decía Naruto de manera nerviosa. –¿Aunque es verdad? ¿si tienes un jutsu así?– preguntó nuevamente.
Cerrando la puerta tras ella, la rubia procedió a acercarse un poco más al jóven Uzumaki, solo para, después, hablar.
–Algo así– respondió, extrañando un poco al Uzumaki. –Debo admitir que exageré un poco con todo lo que dije, pero en mi clan tenemos un jutsu similar, solo que sin la perdida de memoria permanente y el daño cerebral– dijo.
Ante eso, Naruto solo mostró un rostro lleno de incredulidad, mientras una risa avergonzada provenía desde Ino.
Bueno, debía admitir que fue una gran estrategia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top