Capítulo 31: Disculpas
Un par de días después
Después de haber regresado de su visita a Naruto, a la rubia vaya que se le notaba distraída. En la actualidad sus padres habían salido y había quedado como la encargada de la tienda en su ausencia, una vez más. Pero era bastante obvio que no había concentración alguna para ello, entonces, sin más y mirando el reloj, Ino suspiró.
Aún faltaba una hora para cerrar, pero ya había tenido suficiente por ese día y sus padres no estaban, así que problema alguno no habría si cerraba un poco más temprano de lo habitual.
Así, y arreglando las flores del exterior para el cierre, la jóven rubia solamente las miró.
¿Y si quizás debería haber sido más comprensiva con Naruto y por todo lo que estaba pasando?
Ese había sido un pensamiento recurrente en ella desde que abandonó el hospital, no era que estuviera de su lado, si era sincera, el que Naruto aún mantuviera su deseo de ir tras Sasuke a pesar de todo lo que hizo le seguía enojando mucho. Y más aún teniendo en cuenta de que era una promesa que le había hecho a Sakura.
¿Cómo es que alguien puede prometer algo así?
Pero centrandose nuevamente, quizás... si, quizás si debió ser más comprensiva con él.
–Hola, niña– se escuchó.
Tras escuchar aquella voz, Ino pudo mirar a Jiraiya.
–Jiraiya-sama, es un gusto volver a verlo, hacía días que no lo veía– comentó con una sonrisa.
Con una sonrisa reflejada, también, en su rostro, el legendario sannin prosiguió. –¿Cómo estás, niña? me enteré que desde tu última visita al cabeza hueca de mi alumno, no se han visto– comentó.
Bajando ligeramente su mirada y suspirando, Ino habló.
–Fuí a verlo pero... bueno, no me pude quedar más tiempo, no me sentía del todo bien en realidad por eso me fuí– dijo, sonriendo.
Alzando una ceja, el legendario sannin la miró, algo que extrañó a la pequeña de los Yamanaka.
–No tienes que preocuparte, ya me dijo todo acerca de Sasuke– comento Jiraiya.
Y ante eso, una expresión de mucha sorpresa pero también de alivio, apareció en el rostro de Ino.
...
Mirando el atardecer desde su habitación, la pelirosa se encontraba hundida profundamente en sus pensamientos, en sobre todo lo que había ocurrido.
Sasuke se había ido... ¿cómo es que habían llegado hasta esos extremos?
Mientras sus ojos se cristalizaban, una imágen llegó a su memoria, era la de Naruto sonriéndole, mientras se encontraba vendado casi en su totalidad.
Aquello la hizo sonreír de manera ligera, no podía ocultar que sentía mucha preocupación por él, había arriesgado su vida, junto a los demás, para tratar de traer de vuelta a Sasuke, y aún con todo ello, él seguía sonriendo y diciéndole que iba a cumplir su promesa sin importar qué.
¿Pero en realidad es lo que querría? ¿Iba a depender de otra persona u otras personas siempre? Había ocurrido en la prueba de supervivencia en el bosque durante los exámenes chunnin... y ahora estaba a punto de ocurrir nuevamente.
Aquel pensamiento hizo que sus puños se apretaran, una especie de enojo pero, más que nada, frustración, habían invadido sus pensamientos. No ha sido de ayuda en prácticamente nada, sus dos compañeros de equipo la habían superado con creces en cuanto a nivel y ella... ella solamente había estado llorando y llorando.
¿Cómo podría dejar una promesa como esa en manos de Naruto? él también es compañero de Sasuke, al igual que ella, y hasta ahora, no se había detenido a pensar en cómo se estaba sintiendo él, en cómo le había afectado todo esto.
Vaya compañera más desinteresada resultó ser...
Sin más, y limpiando sus lágrimas, la pelirosa miró hacía el último rayo de luz que escapaba del horizonte. Tenía algunas aptitudes que podrían, al menos por lo que había leído en algunos momentos libres que había tenido, ser útiles para una rama en específico del ninjutsu.
Esta vez no dejaría que Naruto se encargase de todo y, bueno, ¿por qué no cabría la posibilidad de ayudarlo en traer a Sasuke de vuelta?
Con aquel último pensamiento en su mente, la pelirosa sonrió.
Y si estaba preparada para tomar ese camino, estaba muy segura de que conocía a la persona indicada a quien podría pedir algo de ayuda...
...
–No te juzgo, fue una buena decisión el haberte ido después de escuchar todo lo que dijo– comentó Jiraiya.
Algo cabizbaja, la rubia habló.
–Se supone que debería apoyarlo, él es una buena persona, es alguien increíble quien me trata muy bien... ¿no cree que fuí una mala persona por haberlo dejado ahí?– dijo.
Pensando, el legendario sannin solamente suspiró.
–No pienso que sea así– decía, para después mirarla. –A veces el irte es mejor que seguir una conversación o situación que puede terminar de una muy mala manera para ambas partes– dijo.
Mirando hacía el frente, observando a todas esas personas que pasaban por su costado, la pequeña de los Yamanaka solamente suspiró de manera muy ligera.
–¿Usted qué haría?– preguntó, mirándolo nuevamente.
Aquella pregunta había tomado un poco por sorpresa a Jiraiya quien, sin quitar su mirada del camino que había por delante, habló.
–Hace muchos años pasé por una situación algo similar a la de él– decía. –Naruto es muy determinado y terco también, pero tiene esa capacidad para hacerte ver las cosas de una manera distinta a lo que acostumbras... incluso lo logró con alguien como yo– comentaba, sonriendo. –En un principio no quise apoyarlo, pero una parte de mí quiere que su misión se haga realidad, quizás, por esta ocasión, quiero que la historia por la cual yo pasé, no se repita nuevamente con mi alumno– dijo.
Aquello dejó sin palabra alguna a la rubia quien, volviendo su mirada hacía el frente, sonrió de manera tenue.
–Además, tengo que contarte algo– dijo el legendario sannin, ganando así la atención de Ino una vez más.
...
En su apartamento y recostado sobre su cama, el Uzumaki solamente miraba a su techo. Era lo único que podía distraerlo en estos momentos y que, además, por alguna extraña razón, le regalaba un poco de calma para pensar en algunas cosas que le habían pasado.
–Por si no fuera suficiente con tener a ese estúpido zorro dentro de mí, voy a tener que lidiar con un grupo de idiotas que irán tras de mí– pensaba... aunque al dejar de lado ese último pensamiento, el combate que había tenido con Sasuke regresó a su mente. –Y también tener que lidiar con traer a Sasuke de vuelta... ¿en qué momento pasamos de tener misiones en donde paseabamos perros a una deserción?– pensó.
Vaya que todo se estaba acumulando de una manera bastante mala. Muy mala. Le alegraba que, por lo menos, de la última misión todos habían logrado salir con vida.
Suspirando, el jóven Uzumaki giró sobre su cama, logrando así tener su vista fijada en la ventana, observando así una pequeña maceta con orquídeas blancas.
Algo que le hizo sonreír.
Ino... ahora que lo pensaba mejor, se sentía distinto con ella a su lado. No era lo mismo que cuando Sakura estaba con él, con ella sentía nerviosismo, inquietud, no se sentía del todo tranquilo.
Pero cuando llegaba a Ino, sobretodo recientemente, se sentía... tranquilo. Claro que nervioso pero en una medida mucho menor, si se podía sincerar, no sabría explicarlo con palabras si se lo preguntaban, pero con Ino a su lado, se sentía bien. Se sentía de maravilla.
Se sentía felíz.
Aunque le parecía triste que ella se haya ido del hospital en la forma que lo hizo pero, en si, ¿podría culparla?
No podría. En realidad no.
...
Toda aquella información necesitaba procesarse, vaya que debía hacerlo.
Un grupo de gente peligrosa está tras Naruto por el poder de su interior, su entrenamiento junto a Jiraiya, su partida por tres años...
–Sé que es algo para procesar, pero tengo el buen presentimiento de que eres una persona confidencial, alguien que sabe guardar secretos– comentó el legendario sannin.
–S-si, es ciertamente algo para procesar, es demasiada información de golpe– decía la rubia, suspirando. –Pero... ¿es necesario que se lo lleve durante tanto tiempo?– preguntó.
Sonriendo, el experimentado shinobi habló.
–Sé que no es una cantidad de tiempo accesible para alguien que lo va a extrañar, pero yo tengo que viajar por varios asuntos, y él aquí tiene distracciones, siendo su obsesión de ir tras Sasuke sin estar preparado la esencial– comentaba. –El llevarlo conmigo significa que estará bajo mi protección durante tres años, en lo cuales estoy seguro que nadie va a intentar nada por mi presencia– dijo finalmente.
Mirándolo, la rubia solamente asintió.
–Lo entiendo, Jiraiya-sama, es solo que, bueno, lo voy a extrañar... tres años es mucho tiempo– dijo.
Soltando una ligera risa, el legendario sannin volvió a sonreír.
–No estoy diciendo que nos iremos en este momento puesto que aún hay algunos asuntos que tengo pendientes por aquí, así que estaremos algunos días más– decía. –Si fuera tú, creo que iría a verlo, hace un par de días que no se ven y si me lo preguntas a mí, el tiempo es algo valioso, sobretodo para los shinobis– comentó.
Con un sonrojo ligero pero bien marcado en sus mejillas, la jóven Yamanaka sonrió, además de asentir también en respuesta de aquellas palabras.
...
Yendo de camino hacía el departamento del Uzumaki, la mente de Ino solamente se llenaba cada vez más de pensamientos.
Uno sobre otro.
No debía buscar más dentro de ella, ni por cualquier otra cosa, y aunque sabía que todavía era temprano para llevar las cosas al siguiente escalón, puesto que él se iría durante tres años, bueno, en pocas palabras lo quería a su lado.
Naruto la inspiraba a ser una mejor kunoichi y una mejor persona también.
¿Quién diría que él sería la persona por quien sentiría esa sensación en su estómago?
Aunque recordando más a fondo... no se sentía orgullosa de como, tanto ella y Sakura, lo habían tratado durante sus años en la academia. Claro que hoy en día le seguía pareciendo, a veces, un menso total, pero eso le encantaba también.
–Disculparme por todo eso tampoco estaría mal, tengo mi orgullo, pero sé que hice mal ¿y la verdad? dejarlo un poco de lado por Naruto... bueno, vale mucho la pena– pensó.
Y así, con ese último pensamiento rondando su mente, la jóven Yamanaka siguió su curso hacía donde el rubio vivía.
...
Esperando a que el sueño por fin hiciera efecto en él, Naruto solamente miraba hacía el techo. Sus pensamientos habían sido aclarados y estaban acomodados por el momento.
De pronto, un sonido proveniente de la puerta lo hizo mirar en dirección a ello.
Eran nudillos tocando.
–¿Naruto?– se escuchó.
El jóven Uzumaki reconoció la voz de manera inmediata, y si podía sincerarse, justo en ese instante sintió nervios, aunado también de una especie de emoción por saber que Ino estaba ahí.
Sin más, y tras levantarse de su cama, se dirigió así a la puerta.
...
Al notar y escuchar pisadas tras la puerta, el corazón de la rubia comenzó a latir un poco más acelerado de lo normal. Le sucedía mucho recientemente, sobretodo cuando lo veía.
Sobretodo cuando lo veía...
Tras ello, la puerta frente a ella se abrió, dejando observar así al jóven Uzumaki, al parecer ya estaba a punto de dormir, claro que eso juzgando por su peculiar pijama que tenía puesta.
–N-no esperaba verte aquí, Ino– dijo el rubio.
Con algo de vergüenza en su rostro, la rubia solamente sonrió, suspirando también.
–Quería hablar contigo sobre lo que sucedió en el hospital, así que por eso vine a verte– decía, algo nerviosa. –Tú, eh, ¿quieres caminar un rato?– preguntó.
Sonriendo, el jóven rubio asintió.
–Dame un minuto, me cambiaré de ropa– dijo.
Con ello, y cerrando la puerta, Naruto ingresó nuevamente a su apartamento.
...
Caminando con él, y si era sincera con ella misma, se sentía especial, de alguna manera. No estaban hablando, pero no sentía que fuera una situación incómoda, de cierta forma, el silencio que había entre ambos le parecía relajante.
Estar con él le parecía relajante.
Aunque aclarando su garganta, la rubia fue la primera en hablar.
–Quiero pedirte una disculpa, Naruto– dijo, mirándolo, logrando que aquellos ojos azules se fijasen en ella. –Pensé mucho en lo que dije cuando me fuí del hospital y, si te soy sincera, lo sigo pensando y también creyendo... pero también entendí que no es mi decisión, como tampoco es mi intención el que dejes de lado tus ideales– comentaba, deteniendo sus pasos, mientras el rubio le siguió. –Así que lo lamento por haber actuado de la forma en que actúe– dijo.
Al mirarla, debía admitir que ese era un rasgo que le gustaba de ella, el ser honesta. Así que sonriendo, el jóven Uzumaki habló.
–Acepto tus disculpas– dijo finalmente.
Mirándolo, Ino solamente sonrió, y aunque ella no lo podía notar, sus mejillas se habían tornado de un color rojizo algo leve. Se había sonrojado por solo mirarlo sonreír... lo que causo, a su vez, que aquel movimiento en ambos de sus hombros apareciera.
–Y ahora quiero darte un abrazo, eh, ¿puedo?– preguntó la rubia.
Aunque sin esperarselo, esta vez fue Naruto quien tomó la iniciativa, abrazándola.
–Gracias por ser honesta– dijo.
La jóven Yamanaka solamente se quedó estática, disfrutando del momento, además de que, a su vez, posó su barbilla en el hombro que el Uzumaki le ofrecía.
Se sentía bien ser abrazada por él.
Le encantaba eso.
...
Por la mañana...
Habiendo bajado ya para desayunar, a Ino se le podía notar un poco más contenta de lo habitual, radiante en sí. Y sentándose por igual en la mesa, su madre la miró.
–¿Y esa sonrisa? no eres la clase de persona que esta muy felíz recién te despiertas, cariño– dijo.
Escuchando eso, la rubia solamente pudo ampliar su sonrisa, mentiría si dijera que no se sentía felíz en ese momento.
–Anoche fuí a ver a Naruto, más que nada porque quería disculparme por algo que hice hace unos días atrás– comentaba. –Todo terminó muy bien... creo que me gusta más con cada día que pasa– dijo
Mirando la reacción de su hija al pronunciar todas esas palabras, una sonrisa fue lo único que pudo reflejarse en el rostro de su madre, el amor jóven... le alegraba mucho verla así.
Aunque tras ello, un sonido en la puerta distrajo a ambas, a su vez que la rubia se levantaba para atender.
Y al abrir la puerta, se sorprendió un poco.
–Yamanaka Ino, la quinta requiere tu presencia– informó un shinobi que había sido enviado a su hogar.
Suspirando, la rubia asintió.
...
Habiéndose alistado para acudir al llamado, Ino se encontraba recorriendo ya el pasillo que estaba en la torre del Hokage, no se esperaba un llamado así, aunque su suposición inicial era, obviamente, una misión.
Bueno, habría que ver qué era lo que le deparaba.
Así que, sin más, ingresó a la oficina de la quinta... aunque un claro rostro de sorpresa apareció en su rostro (además de un ligero aceleramiento en su corazón también) cuando miró a Naruto ahí.
–E-eh, ¿me requiere, Hokage-sama?– preguntó.
Sonriendo, la legendaria sannin habló.
–Es bueno verlos a ambos ya que los enviaré en una misión, me alegro que hayan llegado tan pronto pudieron– decía, notando la sorpresa en ambos rostros que tenía delante. –Serán enviados al país de la garra, es algo sencillo en realidad, una misión de escolta– dijo.
Ante eso, ambos solamente asistieron.
–El país está en paz por los últimos reportes que me llegaron, pero el daimyo a veces suele ser muy quisquilloso con su seguridad, así que pidió apoyo de Konoha en ese sentido– decía. –Es una misión de bajo rango, así que no hay necesidad de enviar algún chunin con ustedes o jōnin, por lo que estoy segura que ambos cumpliran las expectativas que se tienen respecto a la misión– dijo, mientras entregaba el pergamino de datos a la jóven Yamanaka. –Dicho todo eso, se pueden retirar, el camino hacía allá no es corto, así que les recomiendo irse cuanto antes– comentó.
Con ello, ambos asintieron, tomando el camino hacía la puerta también.
–Una misión con él... solos ¿por qué Shikamaru casi siempre suele tener razón?– pensaba la rubia, algo sonrojada.
Aunque por parte de Naruto...
–Tranquilo, tranquilo, es una misión normal, con Ino... solo ella y yo– pensaba, nervioso.
Y tras mirarlos cerrar la puerta tras ellos, una sonrisa algo burlona por parte de Tsunade apareció en su rostro.
...
Varios minutos después...
–Parece ser que al final si le diste la misión a ambos, eso quiere decir que también te interesa acercarlos más ¿eh?– preguntó Jiraiya.
Girando su cabeza hacía las ventanas de la oficina, la quinta solamente observó la sonrisa amplia en él, siendo contagiada también, sonriendo ligeramente.
–Acepté tras tu insistencia de enviarlos juntos en una misión, y siendo sincera, no lo hubiera hecho si no hubieses venido con esa historia ridícula de que tu libro evitó una guerra entre la garra y el país vecino– dijo.
Riendo, el legendario sannin habló.
–Nunca subestimes la habilidad de un buen escritor de libros, tengo demasiados fanáticos a lo largo del mundo– respondió.
Con incredulidad, la quinta lo miró.
–O quizás demasiados pervertidos como tú a lo largo del mundo– pensó, para después suspirar ligeramente. –Aunque ¿estás seguro de que es una buena idea el que vayan solos? tras lo que me contaste acerca de ese grupo de shinobis y lo que quieren de Naruto, ahora no estoy tan segura– dijo
Sonriendo, Jiraiya habló.
–Va a estar bien, mi red de espionaje no ha vuelto a ver actividad de ellos, es como si hubiesen pospuesto su misión– decía. –Por el momento el chico está a salvo, incluso yendo por su cuenta– dijo.
Asintiendo, Tsunade se levantó de su asiento, quedando así justo al lado del legendario sannin, observando a Konoha desde la ventana.
–Entonces espero que ambos conecten más con esta misión– dijo, para después mirar a Jiraiya, sonriendo.
Por parte de él, su reacción automática fue sonreír en respuesta también.
Esperaba lo mismo.
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