Capítulo 28: Renegado

Al abrir sus ojos lentamente, la rubia pudo observar el techo de su habitación, aquel mismo techo que conocía tan bien como la palma de su mano.

En sus recuerdos, la imagen de anoche rápidamente vino a ella. Su abrazo con Naruto, sentirlo así de cerca, sobretodo su reacción al ser invitado a cenar con su familia... lo cual había salido bien, más que nada porque aceptó.

Tras ese último recuerdo, una sonrisa bastante ligera se marcó en los labios de Ino. Aunque al girar ligeramente su cabeza, para así mirar a través de su ventana, sentía que no sería un día como cualquier otro.

Lo sentía extraño. Distinto.

Volviendo a su posición inicial, la joven Yamanaka solamente suspiró, para después levantarse de su cama.

...

Un par de horas después

Mientras el aburrimiento se hacía presente y con ello un ligero bostezo, la rubia solamente miraba pasar las siluetas de las personas que recorrían las calles de fuera.

Estaba siendo un día tranquilo en ese aspecto, no había clientela, literalmente... aunque ese sentimiento, ese "algo" aún persistía en ella, era como un gélido escalofrío en su espina que le decía, o en sí, le hacía presentir que algo no estaba bien.

Y era peor al saber que hoy no tendrían entrenamiento, Asuma había salido de misión y tardaría varios días en volver.

Sin más, y al menos para distraerse y no caer dormida en el mostrador, la rubia procedió a arreglar las cosas que había por la tienda... aunque al observar por la ventana, una silueta se hizo presente, y con ello, ingresó a la florería de los Yamanaka, siendo recibida por una calida sonrisa de la rubia.

Aunque esa sonrisa rápidamente se desvaneció, convirtiéndose en un rostro preocupado.

Al observar a Sakura, esta parecía que había estado llorando por varias horas, y moviéndose rápidamente hasta ella, habló.

–¿Estás bien? ¿qué pasa?– preguntó.

Secando sus lágrimas, la pelirosa solamente miro a Ino. Y al observar, también, los ojos de Sakura, aquel presentimiento que había traído con ella desde que despertó, hizo aparición nuevamente.

...

Caminando de un lado a otro, los nervios de Ino se alteraban cada vez más.

¿Cómo era posible que la Hokage haya aprobado una misión así? y no por el hecho de ser una de rescate, puesto que, dentro de lo que cabía, era lo normal, sino en enviar a un grupo de genins que apenas y estaban en pleno entrenamiento.

–Mi Sasuke...– se escuchó a la pelirosa.

"Mi Sasuke" ¿en serio era eso en lo único que Sakura pensaba? no en Naruto, ni en los demás que estaban arriesgando sus vidas, en Sasuke.

Aunque, de pronto, algo logró hacer "click" en la mente de la rubia, y al girar para encarar a su amiga, Ino habló.

–Dijiste que lo último que recuerdas de Sasuke fue el "gracias" que te dijo, ¿cierto?– preguntó.

Asintiendo, Sakura solamente observaba de manera algo confundida a Ino, y si se lo preguntaban, esta última se veía, claramente además, bastante pensativa.

Ese tipo, Orochimaru, los delirios de poder de Sasuke, escapar de noche... por supuesto que sí– pensaba, y mirando a la pelirosa, Ino habló. –Pienso que, en sí, y muy dentro de ti, sabes que Sasuke se fue por cuenta propia, sin correr peligro alguno, ¿cierto?– mencionó.

Aquello dejó sin palabra alguna a la pelirosa, además de que, también, sus ojos se abrieron en una mezcla de asombro y, si era sincera con ella misma... verdad. Haciendo así que las lágrimas, de nueva cuenta, brotaran de sus ojos.

Suspirando, Ino se acercó hasta ella, sosteniendola de ambos hombros.

–Sakura...– decía, aunque la única respuesta que podía conseguir de la pelirosa eran sollozos y más sollozos. –No me imagino por lo que estás pasando, sinceramente no lo hago pero Sasuke, él... creo que ambas sabemos que Sasuke ha elegido su camino– dijo.

Negando con su cabeza, la pelirosa sacudió, también, ambos hombros de Ino, quitándoselos de encima, para después mirarla.

–¡Él volverá, lo sé!– se escuchaba. –Naruto, él... ¡él lo traerá de vuelta, me lo prometió!– dijo.

Esas palabras lograron sorprender de manera gigantesca a la rubia quien, separandose un par de pasos de Sakura, apretó sus puños.

–¿Te das cuenta de lo que hizo? ¿de lo que tú también hiciste?– preguntaba. –Prometer algo de esa magnitud... ¡algo como eso no se puede prometer, lo sabes muy bien, y mucho menos en una misión!– decía Ino, algo exhaltada.

Sin palabra alguna, la pelirosa solamente podía observar a la joven Yamanaka. Podía mirar el enojo en sus ojos.

Aligerando sus puños y suspirando también, Ino habló.

–Fuiste egoísta esta vez, verdaderamente lo fuiste... pero dime, Sakura, ¿qué va a pasar si Naruto no logra cumplir su promesa? ¿qué crees que pase si Sasuke, por cuenta propia, ya no decide volver? ¿acaso irán tras él?– preguntaba.

Ante todas las dudas que la rubia había planteado, una respuesta bastante nula estaba recibiendo. Así que moviendo su cabeza en negación, habló.

–Eso me demuestra que, de una forma u otra, pensamos lo mismo– decía. –Solo espero que estés lista para el peor escenario, realmente espero que lo estés– dijo.

...

Casi por la noche

–Adelante– decía Tsunade, pero al mirar a la persona que entró a su oficina, sabía de qué iría todo eso.

–Hokage-sama... sé que puede ser algo imprudente preguntar por la misión de Shikamaru ya que no me incumbe pero, bueno, podemos...– mencionaba Ino.

Observandola, la legendaria sannin solamente suspiró, mientras colocaba los papeles que llevaba consigo en la mano de una manera lenta y suave su escritorio.

–No– dijo secamente.

Sorprendida, la rubia quedó sin habla por un par de segundos. Pero tras recuperar su compostura, su voz se volvió a escuchar.

–Pe-pero Hokage-sama, podemos asistir a los chicos, al menos para tratar de darles un peque...– decía.

–Dije que no, Ino– interrumpió nuevamente Tsunade. –Esta misión fue elegida porque sabemos que Shikamaru es un líder capaz y los integrantes fueron elegidos de acuerdo al criterio de él mismo, es decir, fueron los que él creía que eran la mejor opción para una misión de ese estilo... ¿sabes qué significa eso, cierto?– preguntó la quinta.

Apartando su mirada hacía un lado, Ino cerró sus ojos.

Claro que lo sabía. Enviar a otro grupo de genins no solamente era peligroso, sino que sería tonto... si algo sabía de Shikamaru, era que eligió a cada uno de ellos cuidadosamente.

–Lo sé, Hokage-sama– dijo la rubia.

Suspirando, Tsunade sonrió.

–Sé que pronto tendremos noticias de ellos, debemos confiar en la capacidad que tienen, debo decir que cada uno de ustedes han demostrado potencial, mucho potencial... fue por esa razón que aprobé el enviar un grupo de genins comandado por Shikamaru– decía. –Y no sé si sirve de algo, pero te mantendré al tanto, al igual que Sakura... he escuchado que pasas mucho tiempo con el pequeño escandaloso– dijo.

Aquella declaración hizo, nuevamente, que la rubia mirase a la quinta, pero ahora con un ligero rubor en sus mejillas.

Riendo ligeramente, la Hokage habló.

–Los rumores corren rápido, lo siento– dijo.

Rascando su nuca y riendo de una manera algo nerviosa, la joven Yamanaka solamente se acercó a la puerta.

–¡Gra-gracias por su tiempo, Hokage-sama, ven-vendré pronto!– dijo, para después salir por la puerta.

Tras ello, la sonrisa que se había formado en los labios de la quinta, desapareció. Y suspirando, su mirada se fijó en su escritorio.

Espero haber tenido razón en no enviar otro grupo...– pensó.

...

Tras la puerta en la habitación de la rubia, un par de nudillos se podían escuchar llamando a la puerta... aunque sin respuesta alguna, Inoichi ingresó.

–¿Ino?– preguntó.

Al observar rápidamente la habitación sin presencia alguna, el Yamanaka observó la ventana de la habitación, estaba abierta, y mientras se acercaba más a ella, pudo observar una figura sentada en el exterior.

Sin más, y saliendo también por la ventana, habló.

–¿Estás bien, cariño?– preguntó.

Mirando a su padre, en la joven rubia se podía observar preocupación y un poco de angustia.

–No del todo... no puedo dejar de pensar en la misión de los chicos– dijo.

Entendía ese sentimiento. Él había pasado muchas veces por eso mismo, aquella incertidumbre de no saber cómo la estaban pasando tus compañeros, aquella incertidumbre de no saber si regresarían con vida... eso era lo peor.

–No hay palabras que puedan hacerte sentir mejor en estos momentos, hija... he pasado por eso tantas veces y aún no logro encontrar las adecuadas– decía. –Pero sé que Shikamaru y Chōji estarán bien, Chōza y Shikaku me han hablado muchas veces de como piensan que esos chicos los van a superar– mencionaba, para después mirarla. –Tú eres su compañera, sabes de su capacidad, debes confiar en que estarán bien y regresarán sanos y salvos– dijo.

Sonriendo ligeramente, la rubia giró su cabeza, apartando así su mirada de su padre, centrándose en aquel bello cielo estrellado que adornaba a Konoha.

–Y... escuché de las hazañas de Naruto, también– dijo, sorprendiendola, ganando su mirada nuevamente. –Vencer a uno de los genins más fuertes y detener al arma que planeaba la arena en usar contra nosotros no es poca cosa– decía.

Sonriendo, la joven Yamanaka habló.

–Y también es entrenado por Jiraiya, uno de los legendarios sannin– dijo.

Eso definitivamente había sorprendido a Inoichi. Ahora todo tenía sentido.

–¿Lo ves?– decía. –Naruto ha sabido sorprendernos con hazañas muy destacables, sé que es fuerte... además de que tu madre me comentó sobre la cena– dijo, para después mirarla. –Sería bueno que lo invitaras, por las cosas que me ha platicado de él, a tu madre le agrada, seguro que es un buen chico– dijo, sonriéndole.

Tras ello, aquella sonrisa que logró marcarse en los labios de su hija le dijo todo. Le dijo lo mucho que Naruto estaba significando para ella, lo mucho que su amistad había avanzado.

Y bueno, sabiendo de las hazañas que había logrado, y que se estaba volviendo un shinobi destacado... no pensaría en que el rubio sería una mal pareja para su hija en un futuro.

–Gracias, papá– dijo finalmente la rubia.


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