Capítulo 27: Invitación
Algunos días después
Sobre su cama de hospital, la mirada de Sasuke solamente se mantenía, fijamente, en las suaves mantas que cubrían sus piernas.
Hacía casi un mes que Itachi había utilizado un genjutsu poderoso en él, hacía casi un mes que, de nueva cuenta, había sido derrotado por su hermano mayor... y no solamente derrotado, eso se quedaba corto ante la humillación que Itachi le había propinado.
Todo ese entrenamiento, todo su avance se vió frenado por unos cuantos movimientos por parte de aquel quien asesino a todos en su clan.
Apretando las mantas, y mientras sus puños ejercían más y más fuerza, la mirada y el ceño de Sasuke se llenaron de total furia tras recordar a quién buscaba su hermano en aquella ocasión.
–Naruto...– pensó.
Aunque, por un breve instante, sus puños se relajaron cuando recordó, también, como el Uzumaki varias veces quiso asistirlo con su ayuda.
Todo el progreso que Naruto había logrado ¿acaso era comparable con el de él? ¿lo había superado? ¿Naruto lo había superado?
Una cosa era cierta... las habilidades de Naruto habían incrementado de manera gigantesca.
Vaya que lo habían hecho.
...
–¿Y cuándo lo vas a traer a cenar?–
Aquella pregunta había generado un sonrojo descomunal en ambas mejillas de Ino quien, tratando de actuar lo más normal posible al estar arreglando algunas macetas, habló.
–Bu-bueno, no sé si él quiera venir a cenar alguna vez– respondió. –Además, sabes como se pondría papá al respecto, es más ¿por qué lo traería? no es como que seamos algo más...– dijo, ligeramente desanimada.
Riendo de una manera algo suave, la madre de la rubia solamente continuó en lo suyo.
–Ese tono de voz me hace creer que tú deseas que sean algo más, es normal, Naruto es un chico agradable– comentaba, sonriendo. –¿Pero qué te detiene?– preguntó.
Algo extrañada por ello, la joven Yamanaka miró a su mamá.
–¿Qué quieres decir?– mencionó.
–Quiero decir que, en sí, si ambos se gustan y tú estás segura de que te gusta ¿por qué no llevarlo al siguiente nivel?– comentó.
Suspirando, y dejando de hacer lo que estaba haciendo, la joven Yamanaka solamente miró fijamente a la maceta que había colocado gentilmente en su lugar.
–Yo... no lo sé, nunca me había sentido así por alguien, ni siquiera por Sasuke– dijo.
Aunque al mirar a su madre, esta solamente le regaló una sonrisa bastante calida, además de que dejaba ver, también, algo de ternura en ella.
–Cariño, el miedo es normal, sobretodo para cosas como esas– dijo.
Miedo... aquella palabra había sorprendido un poco a Ino. Esa era la palabra que siempre buscaba para no decirle a Naruto que trataran de dar un paso más hacía el frente. Miedo.
–Ambos son jovenes, pero en mi experiencia y también en un consejo que te puedo dar es que solo vayas hacía el frente, trata de ser felíz– decía, mientras sonreía.
Aunque, nuevamente, en la mirada de su madre, la rubia miró lo nostálgica que se había puesto.
–¿Cómo crees que tu padre y yo nos conocimos?– comentaba. –Él podrá actuar duro contigo, pero yo tuve que dar el primer paso para realmente ya ser una pareja... y no me arrepiento en lo absoluto– dijo.
–¿Pero qué te impulso a hacerlo?– preguntó la joven Yamanaka.
Suspirando, su madre respondió.
–El hecho de que estuvo a punto de morir en una misión– decía, sorprendiendola. –Él me lo contó varias semanas después, aunque claro que él y yo ya habíamos salido algunas cuantas veces en citas, y sabía que lo quería a mi lado, pero en ese momento supe que el siguiente paso debía darse, sin temor a nada...– comentó, suspirando, mientras nuevamente miraba a su hija. –La vida es muy frágil, quiero decir, en un momento de mi vida estaba en una cita con tu padre, y en otro casi lo pierdo... rodeate de los que quieres y dí lo que sientes siempre, al final, ser honestos con nosotros mismos y con aquellas personas que estimamos es algo bastante único... a veces te lastimaran, pero otras veces encontraras felicidad con el simple hecho de decir lo que sientes y, al menos en mi opinión, es gracias a esos momentos por lo que vale la pena hacerlo– dijo.
Bajando un poco su mirada, Ino solamente recordó, de manera algo fugaz, al rubio.
Aquella sonrisa tan calida que siempre le brindaba. Aquella atención sumamente honesta cuando ella le platicaba sobre cualquier tema. Aquellos ojos de un color azul bastante llamativo y, por su puesto, aquella humildad que caracterizaba a Naruto.
Sonriendo, la rubia alzó de nueva cuenta su mirada, observando de esa forma a su madre.
–Gracias por eso, mamá... lo necesitaba, y mucho– dijo.
Terminando de hacer su trabajo, la mayor de los Yamanaka sonrió, quitándose su mandil.
–Además, me agrada Naruto, y me agrada, mucho además, el saber que te hace sonreír por la forma en como lo hiciste hace un momento– decía, provocando un ligero sonrojo en su hija. –Invitalo a cenar, estoy segura de que hablando y conociéndose mejor, a tu padre también le agradará– dijo
–Le diré en cuanto lo vea entonces– respondió Ino, sonriendo.
...
El día del Uzumaki había comenzado de lo más normal, el hecho de que Sasuke se haya recuperado gracias a Tsunade lo ponía de buen humor, aunque con ello, el diagnóstico que Lee recibió, bueno, no era ni remotamente algo bueno.
¿Cómo se sentiría Lee? si era sincero con él mismo, nunca se había puesto en los zapatos de una persona con una situación como esa... el abandonar un sueño, todo aquel esfuerzo y trabajo duro tirados a la basura.
Con ello, un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo. No se imaginaba abandonando su sueño de ser Hokage... pero imaginarlo en ese momento resultó en aquella sensación.
Suspirando, el Uzumaki solamente volvió a sonreír. Había quedado con Sakura en ir al hospital a visitar a Sasuke, hoy se veía mucho mejor por lo que sabía, así que visitarlo no sería una mala idea.
...
Pasado el mediodía, los tres integrantes del equipo diez se encontraban entrenando en uno de los tantos campos de entrenamiento que había en los alrededores.
A decir verdad, hacía varios días que no entrenaban como un equipo, más que nada por el hecho de que tomaría algo de tiempo adaptar a Sakura al estilo de combate de ellos.
Aunque afortunadamente para la pelirosa, con el regreso de Naruto y básicamente con Kakashi y Sasuke ya recuperados, bueno, podía volver con su equipo.
Si era sincera con ella misma, para Ino fue agradable tenerla en el equipo. Otra chica entre tanto hombre le aligeró los días, además de que se acercaron más como amigas, lo cual, también, nunca venía mal.
–¡Sigan así, muchachos!– se escuchó a Asuma.
Y era que, a algunos metros frente a él, la combinación Ino-Shika-Cho se estaba llevando a cabo.
–Su coordinación es infinitamente mejor que antes... ¿acaso habrán entrenado sin mí?– pensaba el Sarutobi.
Y es que, al menos la conexión mental de Ino y los movimientos de Shikamaru eran totalmente coordinados, y a ello sumándole el taijutsu de Chōji, los tres se habían convertido en un trío digno de temer.
–Supongo que por fin entendieron de que se trata todo esto, menos mal– pensó Asuma.
...
Habiendo terminado su entrenamiento, alumnos y maestro se encontraban sentados en el calido césped del lugar. La tarde caía más que de buena manera, y la brisa que acompañaba el día era, en las palabras más sinceras, lo mejor que se podía sentir.
–Debo hacerles saber que, a partir de la semana que viene, las misiones volverán a su curso normal– decía Asuma, iluminando el rostro de todos, bueno, menos el de Shikamaru. –Aunque, bueno, creo que esta noticia les sentará un poco rara, pero la quinta nos comentó que, también, se elegirán equipos de acuerdo a sus especialidades– dijo.
Confundido, el joven Nara habló.
–¿A qué se refiere con eso?– preguntó.
Sonriendo, Asuma miró a los tres.
–Me refiero a que ya no iremos a misiones exclusivamente como equipo todo el tiempo, las tendremos por supuesto, pero ahora se elegirán equipos de acuerdo a la especialidad de cada genin– decía. –¿Qué quiero decir con esto? al hecho de que, por ejemplo, si necesitan a una censor junto a otros dos genin, Ino podría tomar ese puesto para complementar el equipo, pero sin formar equipo con nosotros– dijo.
Aquella declaración había colocado una mueca con algo de confusión en la rubia quien, sin darle más vueltas, habló.
–Eso suena algo contraproducente ¿no cree?– mencionaba, ganando la atención de todos. –Quiero decir, nosotros tres funcionamos en misiones por nuestro trabajo en equipo y porque ya llevamos tiempo conociéndonos... pero si nos asignan con distintos compañeros, pienso que esa efectividad puede verse reducida por el hecho de nunca haber trabajado juntos ¿no creen?– comentó.
Sosteniendo con un par de dedos su barbilla, Asuma habló.
–Puede que tengas razón– decía. –Pero también fomenta el trabajo en equipo para todos, y además de que va a fomentar aún más la camaradería entre todos los genins de su generación... no es algo nuevo en sí, incluso mi generación y yo tuvimos que pasar por ello– dijo.
Suspirando, Ino sonrió.
–Si, bueno, puede que tenga razón– dijo.
Bostezando de manera ligera, esta vez era la voz del joven Nara la cual se escuchó.
–Además, míralo por el lado bueno, puede y que la Hokage te asigne en una misión junto a Naruto– dijo.
Aquello hizo abrir los ojos tanto de Asuma como de Chōji en clara sorpresa. Es decir, Asuma tenía esa ligera sospecha y Chōji, bueno, el joven Akimichi si se sentía sorprendido.
–Así que Naruto, ¿eh?– se escuchó a Asuma.
Mirándolo, la joven Yamanaka observó claramente una mirada que delataba burla, no en mala manera, más que nada porque Asuma era así, gustaba de molestar a sus pupilos con bromas aunque, para su mala fortuna...
–Usted no se queda atrás, Asuma-sensei... quiero decir, todas esa flores que le compra a Kurenai-sensei, quién lo diría, ¿eh?– dijo, sonriente.
Aquella información hizo que tanto Shikamaru como Chōji se mirasen mutuamente, mientras trataban de contener una risa enorme por mirar a Asuma tan rojo y nervioso.
–Eh, yo, chicos, la verdad es que fue un gran entrenamiento, eh, ¡nos vemos!– dijo el Sarutobi.
Con ello, y tras de él, una ligera nube de humo había dejado, desapareciendo de manera exitosa de la vista de sus alumnos.
Aunque, también, las carcajadas de aquellos tres no se hicieron esperar y, si eran sinceros, nunca habían visto a Asuma de esa manera.
Pero, si eran aún más sinceros, se alegraban por él.
...
Un día más se estaba yendo y otro hermoso atardecer se hacía presente lejanamente en el horizonte, pintando el cielo de un color anaranjado.
Entre el basto número de personas que se encontraban por la aldea, los pensamientos de la rubia la acompañaban. Había sido un día algo cansado, productivo eso sí, además de que había estado pensando en las nuevas posibles misiones que tendría.
Si retrocedía, la idea de Shikamaru no sonaba para nada mal. Es decir, una misión en la cual Naruto y ella fueran como equipo o solamente ellos dos... bueno, sería algo más que genial, no lo negaría.
Pensando en él, la conversación que había tenido con su madre por la mañana había llegado a su cabeza, ¿sería prudente invitarlo a cenar? su papá al inicio se opondria, su mamá claramente no lo haría.
Sonriendo, la joven Yamanaka solamente miró hacía el horizonte.
No vendría mal preguntarle a Naruto.
...
Habiendo caído la noche, y habiendo subido hasta el apartamento del rubio, la joven Yamanaka llamó a la puerta. Sabía que él estaba ahí, la luz que se lograba observar pasando por debajo lo delataba.
Y tras insistir un par de veces, y esperar un par de minutos...
–¿Ino?– se escuchó con algo de confusión al rubio.
Con una ceja alzada en su rostro, además de una ligera mueca de enojo, la rubia lo miró, algo que logró poner un poco tenso al Uzumaki.
Cruzando sus brazos, Ino habló.
–Esta es la segunda vez que vengo aquí y en ambas has tardado en abrirme, es más, la primera vez que vine ni siquiera abriste– dijo.
Con una sonrisa bastante nerviosa y rascando su nuca, el joven Uzumaki habló.
–Lamento eso, en serio, no acostumbro a tener visitas en casa y no suelo prestar atención a ello– decía, para después sonreír, haciéndose al costado. –¿Quieres entrar?– preguntó.
Ante eso, una ligera pero muy escondida sonrisa se logró marcar en la rubia quien, sin más ingreso, quitándose sus sandalias y mirando alrededor.
Aunque debía admitir que algo había hecho que su atención se fijara mayormente en ello... y era lo diferente que Naruto estaba actuando. Se veía como siempre, pero algo en su actuar era extraño.
–¿Y qué te trae por aquí? ¿vienes de entrenar?– preguntó el Uzumaki.
Suspirando, la rubia asintió.
–Mi equipo y yo estuvimos entrenando buena parte de toda la tarde– comentó.
–Cielos, entonces debes estar cansada, puedes sentarte si así lo prefieres, mi casa es tu casa– se escuchó a Naruto, sonriente.
Mirándolo fijamente, la rubia le arrojó una mirada que, en sí, parecía querer sacarle lo que llevaba molestando al joven Uzumaki desde que lo vió a los ojos hace unos instantes.
Así que, tomando la invitación del asiento, para después recargarse en la silla y cruzando nuevamente sus brazos, Ino habló.
–¿Qué te sucede?– preguntó, sorprendiendo de manera grande al rubio.
–Eh, ¿qué quieres decir con eso?– mencionó el Uzumaki, algo nervioso en sí.
–Naruto, es extraño en sí, pero sé cuando estás actuando de manera rara, tu personalidad cambia drásticamente, se nota, y mucho– dijo.
Aquellas palabras habían dejado al joven rubio sin habla, y es que si había algo detrás de toda esa actitud falsa que llevaba consigo desde que la miró en su puerta.
Así que, sin más y suspirando, Naruto habló.
–Yo, bueno... tuve una pelea con Sasuke por la tarde, en el hospital– dijo.
Eso había sorprendido bastante a Ino.
–¿Pelea? es decir, ¿una pelea amistosa?– preguntó nuevamente la rubia.
–No la llamaría de esa forma, fue, más bien, una pelea totalmente en serio... la cual pudo haber terminado muy mal si Kakashi-sensei no hubiese intervenido para frenarnos– comentó.
Al escuchar el tono de voz en el rubio, se le notaba un poco más triste al contar esa parte específicamente.
–Bueno, ambos habrían terminado bastante golpeados, eso es verdad– dijo Ino.
Después de mencionar eso, la rubia notó como la mirada de Naruto se centró en un punto aleatorio de su apartamento, y negando con la cabeza, el rubio habló.
–Habríamos matado a Sakura-chan de no ser por la intervención de Kakashi-sensei– dijo.
Tras esa confesión, la mirada de Naruto regreso a los ojos de Ino, y notó el cambio repentino en ella. Es decir, al final Sakura era su amiga. Lo entendía.
–Pe-pero él me insistió en pelear, sé que debí negarme...– decía, mientras observaba como la joven Yamanaka se levantaba de su asiento. –Pero las emociones se apoderaron de mí, lo-lo siento– se escuchó.
Quizás las disculpas no eran suficientes...
Aunque tras ese pensamiento, un calor agradable rodeo el cuerpo del Uzumaki.
Ino lo había abrazado.
–No sucedió nada de lo que lamentarse, afortunadamente... está bien– dijo la rubia.
Esa era la segunda ocasión en la cual sentía un calor de esa magnitud. Un calor más que agradable, un calor que lo hacía sentir bien, protegido, de alguna manera... un calor que le gustaba mucho.
Para Ino, estar con él, de esa forma, le agradaba demasiado. Era fácil mostrar quien era ella cuando estaba con Naruto, él le daba esa seguridad todo el tiempo, y aunque sabía que lamentaba lo que había ocurrido en el hospital, mirarlo de esa forma, con el pasar del tiempo, no le gustaba en lo absoluto.
Tras separarse ligeramente de él, lo miró.
–Aunque es cierto que debes aprender a controlarte, quiero decir, yo no soy la mejor en ello, pero enojados muchas veces cometemos estupideces– dijo.
Sonriendo, Naruto habló.
–Trabajaré en ello– dijo.
Con sus manos en el pecho del Uzumaki, ambos se miraron, si debía admitir una cosa en ese momento era el hecho de que ese sonrojo que causaba en él le encantaba, verlo de esa forma por ella... era lindo.
–¡Cierto!– se escuchó repentinamente a la joven Yamanaka. –Aún no te he dicho la razón del por qué vine en primer lugar a tu apartamento– dijo.
Ahora ambos se habían separado por completo... y suspirando, Ino habló.
–Mi mamá, bueno, ella me dijo esta mañana que si... eh, si querrías cenar con nosotros alguno de estos días– dijo.
Al mirar a Naruto, este solamente se encontraba con sus ojos bastante abiertos debido a la sorpresa de escuchar lo que escuchó.
Y por parte de la rubia, una sonrisa algo nerviosa se hizo presente.
Días interesantes venían por delante.
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