Capítulo 15: Aquella sensación en el estómago...

–Sigue así, Shikamaru– se escuchó a Asuma.

Mientras estaba a su lado, Ino observaba todo el entrenamiento que el Sarutobi había implementado en el joven Nara, consistía en, básicamente, detener una masa rápida y fuerte con su jutsu de posesión de sombras.

Pero, como todo al inicio, fallaba estrepitosamente, ya que observó a Shikamaru esquivar con suma dificultad a Chōji.

–¿No cree que se está excediendo un poco con él, Asuma-sensei?– preguntó Ino.

Sonriendo, Asuma la miró, para después observar, de nueva cuenta, el entrenamiento de su alumno.

–Esto es entrenamiento todavía muy suave, Shikamaru debe aprender a controlar mejor sus reservas de chakra para emplear a la perfección su jutsu insignia... además, también necesita entrenarse en su agilidad mental para moverse y pensar más rápido de lo que hace– dijo.

Asintiendo, Ino miró nuevamente al entrenamiento.

Y a pesar de que sentía un poco de empatía por el como Shikamaru se estaba esforzando, un sentimiento despertó en ella, uno de, más bien, superación. Nunca se había imaginado a ella misma entrenando así de intensamente, y por el momento, no lo había hecho tampoco.

No estaría para nada mal recordarle a Asuma que la entrene después de que las finales pasen.

–Asuma-sensei... ¿puedo preguntarle algo?– se escuchó a Ino.

Con intriga, Asuma la miró.

–Claro ¿qué sucede?– preguntó.

Y sin dejar de mirar el entrenamiento, Ino habló.

–¿Cree, en verdad, que yo tengo potencial?– mencionó.

Aquella pregunta hizo que las cejas de Asuma se levantaran en sorpresa, pero analizando la pregunta, habló.

–Desde la primera vez que me reuní con ustedes supe que los tres tienen un potencial muy grande, Ino– decía. –Y cuando observé sus combates en las preliminares, me convencí todavía más de ello, sobretodo de ti y Chōji– dijo.

Aquellas palabras hicieron girar el rostro de Ino, mirando, así, a su maestro.

–¿Por qué sobretodo él y yo?– preguntaba.

Sonriendo, Asuma la miró.

–Porque, a diferencia de Shikamaru, ustedes dos siempre tienen inseguridades al momento de mostrar su potencial, en especial Chōji– respondió. –Pero, a pesar de que perdió su combate de una manera rápida, me siento orgulloso de él, y de ti también... nunca te había visto luchar de esa manera, lo diste todo, y aunque no ganaste, no pude haberme sentido más orgulloso– dijo, sonriéndole.

Esas palabras habían iluminado de gran manera el rostro de la joven Yamanaka quien, sonriendo, giró nuevamente para observar el entrenamiento de Shikamaru.

–Tengo que volverme más fuerte– pensó.

Aunque el sonido de Chōji chocando con un árbol la sacó de sus pensamientos, y mirando, ambos se encontraban en el suelo.

–Llevamos aquí desde la primer hora del día... esto es un fastidio– se escuchó al joven Nara.

Riendo, Asuma se acercó a ellos.

–Tienen razón, ya llevamos varías horas de entrenamiento y solo almorzamos un poco... ¿qué les parece si la comida la invito yo? se lo merecen– dijo.

Y como si el cansancio se hubiese esfumado en un instante, Chōji logró levantarse de una manera rápida.

–¡Vamos!– decía.

Con incredulidad, y aún en el suelo, Shikamaru lo miró, aunque sonrió de igual manera, él también tenía hambre.

...

Habiendo pasado la comida con los chicos, la rubia se encontraba caminando sin un rumbo fijo por las calles de Konoha, en sí, aún tenía que estar en casa para cuidar la tienda, y probablemente tenía una media hora para llegar, tiempo suficiente realmente.

Aunque sus pensamientos, en sí, se centraban en cómo comenzar un entrenamiento apropiado, ya que, a pesar de que Asuma dijo que la entrenaría, no podía... o bueno, sentía que no debía estar sin hacer algo durante un mes entero.

Debía mejorar su taijutsu, aprender a manejar mejor sus reservas de chakra, debía aprender a mejorar su habilidad sensorial ya que, al menos por ahora, era bastante básica.

Suspirando, Ino se encogió de hombros.

A veces es todo un fastidio... carajo, un poco más y me pareceré a Shikamaru– pensó con incredulidad.

Aunque una silueta frente a ella llamó su atención. Una silueta que, en sí, se le notaba bastante decaída.

–¡Hey, Sakura!– se pudo escuchar a la joven Yamanaka.

Y girando, la pelirosa la observó.

–Oh, hola Ino, no te había visto– dijo.

Acercándose hasta ella, Ino miró su rostro... se veía, bueno, mal.

–¿Has estado llorando?– le preguntó.

Sorprendida, Sakura la miró.

–E-eh, no, no realmente ¿por qué lo dices?– mencionaba.

Alzando una ceja, Ino habló.

–Sakura, porque ahora si te ves... mal– respondió.

Suspirando, la pelirosa agachó su mirada.

Era verdad, había estado llorando desde que pudieron llegar a sus casas desde el final de las preliminares.

–Es, bueno, ¿es por Sasuke que estás así?– preguntó Ino.

Asintiendo, Sakura la miró.

–De hecho acabo de volver del hospital, pretendía ver cómo estaba... pero desde que Kakashi-sensei lo dejó ahí, no me dejan verlo– comentó.

Al final, ninguna palabra que eligiera podría darle algún tipo de consuelo a la pelirosa, y es que ahora eran rivales, sí, pero sin Sasuke de por medio.

–Yo... bueno, no tengo mucho para decir respecto a la salud de Sasuke, pero también quiero que mejore, y ambas sabemos que lo hará, no deberías preocuparte tanto– dijo.

Suspirando, Sakura sonrió.

Al final, Ino tenía razón con ello, de igual manera había sido tratado por Kakashi, y ahora estaba recibiendo atención prioritaria en el hospital... aunque, rebobinando un poco ¿a Ino le importaba, nuevamente, Sasuke?

Algo que la hizo sonreír con confianza.

–No creas que por el hecho de preocuparte, me llevaras ventaja– se escuchó a la pelirosa.

Con una inmensa, gigantesca incredulidad, Ino la miró.

¿Es en serio?– se preguntó, para después suspirar. –Supongo que la tercera es la vencida, pero Sakura, entiende, a mí ya no me interesa Sasuke en ese aspecto– dijo.

–¿Entonces por qu...– decía Sakura, antes de ser interrumpida.

–Porque él es un camarada y un shinobi de esta aldea.. por eso quiero que se mejore, no hay más– decía Ino, para después caminar. –Con eso dicho, nos vemos, Sakura, tengo que llegar a la florería de mis padres– dijo.

Mirando su espalda, la pelirosa pensó en las palabras que Ino le había dicho, y junto a ello, el recuerdo de su batalla en las preliminares había llegado a su mente.

"Descubrí que me gusta otro tipo de trato al que recibo por parte de Sasuke"

También, junto a ello, recordó aquella mirada que le había dado a Naruto.

–¡Oye, Ino!–

Girando, ambas se miraron.

–¿Qué pasa?– preguntó la rubia, solo para observar a Sakura caminar hasta ella.

–A ti, bueno, a ti te gusta Naruto... ¿no es así?– preguntó.

Aquella pregunta no hizo más que dejarla ahí, inmóvil, pasmada, petrificada. Además de que, junto a esa reacción, un sonrojo monumental había invadido su rostro.

...

Ese viejo pervertido... sin duda es fuerte, pero prefiere espiar a chicas en lugar de ayudarme a entrenar– pensaba el Uzumaki.

Para su mala fortuna, Jiraiya había dado por terminado el entrenamiento del día debido a "su investigación", algo que era solamente una excusa para espiar a cuanta chica pudiera.

Así, Naruto se encontraba caminando un poco las calles de Konoha... aunque el pensamiento del día anterior había llegado rápidamente a su cabeza.

–¡Cierto, debo ir a la florería de la familia de Ino!– se escuchó.

Comenzando a correr, así, para no llegar tarde.

...

–A mí, eh, bueno, y-yo– decía la joven Yamanaka.

Y es que, por más que lo intentaba, no era capaz de formular alguna oración completa sin fallar en el intento, algo que se agravó más cuando observó a Sakura, quien la miraba con una ceja levantada.

–Si, eso es, te gusta Naruto– decía, para después sonreír. –¡Lo sabía!– dijo, triunfante.

Llegada a ese punto, un poco de sudor recorría su frente, verdaderamente estaba apenada de que Sakura se haya enterado de que le gustaba Naruto.

Pero, también, las palabras que le había dicho a Shikamaru resonaron en su cabeza... "eso no pasará"

Y así, una sonrisa algo ligera se marcó en sus labios. Algo que la pelirosa pudo notar.

–¿Qué es tan gracioso?– preguntó la pelirosa.

Esta vez, y aún con el sonrojo en sus mejillas, Ino la miró. El sudor se había ido, y la falta de habla también.

–Nada, solo que, bueno, tienes razón, Naruto me... me gusta, sí– respondió.

Y abriendo sus ojos en sorpresa, esta vez fue Sakura quien se quedó sin habla. Es decir, había supuesto que ese era el caso, pero escucharlo de primera mano, por la propia Ino, bueno, era algo sorprendente.

–¿Y ya le has dicho?– preguntó la pelirosa.

Negando, Ino habló.

–No... no lo he hecho, y no planeo decirlo pronto– respondió.

Aquellas palabras sorprendieron de manera ligera a Sakura quien, mirándola, habló.

–¿Por qué? pienso que Naruto podría ser un bue...–

–Porque quiero que él sienta lo mismo que yo, Sakura– dijo, interrumpiendola. –A diferencia de lo que sucedía con Sasuke, pienso que Naruto es más abierto para todo esto, y aún sabiendo que me considera una amiga... sé que no estamos en la misma sintonía en cuanto a lo que yo siento– dijo.

–¿Pero cómo puedas estar tan segura de eso? quizás a Naruto le gustas y no lo sabes todavía– comentó Sakura.

Sonriendo, Ino la miró.

–Una de las cosas buenas que tiene Naruto es que, a veces, es muy malo para tratar de esconder sus emociones– decía. –Y, al menos hasta el momento, solamente he tenido un pequeño sonrojo de su parte, por eso digo lo que digo– mencionó.

Eso... tenía sentido para Sakura, de cierta manera. En sí, rebobinando y pensando en Naruto, Ino tenía razón. El Uzumaki era una persona que expresaba de manera abierta el como se sentía, incluso con ella.

Suspirando, la pelirosa sonrió.

–Es bueno que vayas a tu ritmo entonces, Ino... y espero que ese cabeza hueca llegue a sentir lo mismo, en todo este tiempo de conocerlo, pienso que es una persona muy, muy valiosa– dijo.

Sonriendo, la joven Yamanaka se sonrojo, aunque, de pronto, recordó la noche anterior.

–¡Es cierto, la florería!– mencionó Ino, para después correr por el camino que iba recorriendo antes de toparse con la pelirosa. –¡Tengo que correr, Sakura, pero gracias por tus palabras, en serio!– se escuchó.

–¡¿A dónde vas con tanta prisa?!– preguntaba.

Y mientras la rubia se alejaba más y más, solo pudo escuchar unas palabras...

–¡Tengo que llegar a mi turno en la tienda, además de que Naruto me ayudará un poco!– se escuchó.

Sin más, Ino desapareció de la vista de Sakura, quien solo pudo mantenerse con los ojos abiertos en sorpresa.

Es una buena razón para salir corriendo así– pensaba, mientras sonreía.

...

Al haber llegado hasta la tienda, la verdad era que el camino hasta ahí había sido cansado, entonces, y reponiendo un poco de aire, Ino se tomó su tiempo antes de pensar en ingresar... aunque un par de voces la distrajeron de ello, y tras asomarse un poco por la ventana para lograr observar quienes eran, su rostro se llenó de una muy visible sorpresa.

Puesto que Naruto y su mamá estaban hablando como si nada.

Aunque, tras un par de minutos, la voz de Naruto capturó, de nueva cuenta, la atención de la rubia.

–¡Ahora entiendo de donde aprendió Ino todo lo que sabe sobre esto!– se escuchó al Uzumaki.

–Por cierto, Naruto– decía la madre de Ino, ganándose una mirada atenta por parte del Uzumaki. –¿Cómo es tu relación con mi hija?– preguntaba.

Y mientras posaba un par de dedos sobre su barbilla, el rubio pensó.

–Diría que somos amigos, no sé si ella me considera un gran amigo, pero somos amigos– decía. –Y aunque nunca habíamos tenido la oportunidad de conocernos... pienso que es alguien agradable y muy directa, pero pienso que esa es una gran característica de ella, las personas genuinas me agradan mucho– dijo.

Tras escuchar eso, una sonrisa apareció en el rostro de la rubia... aunque, de nueva cuenta, fue esta vez la voz de su madre quien capturó su atención.

–¿Y piensas que es bonita?– le preguntó.

Pero tras observar lo rojo que Naruto se había puesto, la madre de Ino se echó a reír.

Aunque en el exterior, la expresión de la joven Yamanaka no era distinta a la del rubio, puesto que un sonrojo enorme había abarcado su rostro también.

–¿¡Cómo se te ocurre preguntarle eso, mamá!?– pensaba.

–Y-yo pienso que lo es... es decir, no pienso que haya alguien el cual piense que genuinamente, Ino no es bonita– respondió el Uzumaki, dejando a la señora Yamanaka bastante sorprendida.

Y en el exterior, mientras cubría su rostro, pare después apretar sus mejillas, la sonrisa de Ino solamente se extendió más... mientras una sensación algo rara en su estómago comenzaba a producirse.

–Bueno, dejemos ese tipo de preguntas para otra ocasión– se pudo escuchar a la madre de Ino. –Ayúdame con estas flores de por aquí– comentó.

–¡Enseguida!– se escuchó al Uzumaki.

Y así, con su corazón calmandose, y con sus mejillas volviendo a su color natural, Ino suspiró... para después soltar otra sonrisa, aunque esta vez más ligera.

Así, reacomodando su compostura, suspiró, para después ingresar a la tienda.

Y aunque la sensación en su estómago no había cesado, debía admitir que se sentía... bien. No había alguna forma de explicarla.

Pero se sentía bien.


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