¿Y después de todo para qué me sirve un corazón lleno de emociones o quizá lleno de nada?

¿De qué me sirve un corazón resentido?

O ¿para qué tengo un corazón que no me ayuda en nada?

Muchas preguntas surgen con respecto al corazón, con respecto a su uso, pero ¿sabe usted el inmenso tesoro que lleva consigo?

No solo porque le da el motor de su vida, o porque siente lleno de amor su corazón por la persona amada.

¿Para qué está usando su corazón?

Con el pasar del tiempo y los problemas cotidianos llueve un consejo común en el que nos indican a no dejarnos llevar por el corazón, sino por la razón.

Porque este tesoro es solo un músculo que late fuerte, te da vida, hace tanto en ti, que es tomado como un órgano más.

Los inconvenientes nos dan más temores, iras, angustias y estados de soledad que nos hacen incapaces de sostenernos con la firme idea que todo saldrá bien, que la vida todavía no acaba y que el aire todavía sigue y no nos falta.

Las lágrimas se desencadenan en el primer desliz, en el vernos solos, en dejarnos hacer y no tener apoyo...

El miedo, poderosa cárcel humana que nos atormenta y nos visita cuando menos lo esperamos, desesperado por darnos las temibles sorpresas y las agonizantes horas.

Pero, ¿cada que hay un problema a nuestra vida... a quién o a qué acudimos?

Las ideas de desconcierto e indecisión aparecen como el peor aliado queriendo darnos ese aliento inútil que no los necesitamos.

Y luego esos amigos de los que queremos una opinión, una ayuda para decidir, los tenemos como esa esperanza... pero, ¿qué pasa cuando callan?

Cuando nos dejan solos...

Y nos consolamos con "no era mi amigo porque los amigos los reconoces en tus peores momentos"

Algunos osados se arriesgan a llevar grandes decisiones a tus amigos de los que solo escucharas un "¿estás seguro de lo que haces es lo correcto?"

Y estarás tipo "Por algo te lo comento, necesito una opinión extras"

Primero... ¿era la mejor decisión confiar el problema en tu amigo?

¿Era la primera persona o segunda para confiar tu problema?

Hay leyes en la vida y frases "alentadoras" de filósofos que nos advierten que no debemos contar nuestros problemas porque a nadie le interesa.

Siempre hay un buen amigo...

Pero también está la pregunta de... ¿quién es?