s u f i c i e n t e

Sam tenía sus razones para no dejar a Bucky cocinar. Y no era porque fuera malo en ello, al contrario. Era solo que Sam no quería que Bucky se lastimara. 

Una vez, Bucky estaba hirviendo algo y accidentalmente se quemó un poco su mano derecha. Apenas se quejó, Sam inmediatamente gritó: 

—¡Por Dios! ¿¡No ha sido suficiente con lo que ha vivido!?— Mientras se dirigía a la revisar la mano del castaño, y este le miraba avergonzado. 

—Pero estoy bien...

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