[AU 40's | Advertencia: Ligera mención de relaciones sexuales]

Bucky era un rebelde. Pero era rebelde a su manera. A veces no pensaba mucho en lo que los demás pudieran decir de él, a veces le daba miedo. Sin embargo, su miedo se esfumaba cuando estaba con él. Cuando estaba con Sam, quién no era exactamente diferente al otro en cuanto a sus temores. No había mucho que pudieran pensar cuando eran sólo ellos dos. Ellos y sus momentos.

Ambos sabían que la sociedad los trataría de depravados si supieran de su relación, pero no era como que tuvieran deseos de hacerlo público. Ambos se sentían cómodos compartiendo sus vidas de manera silenciosa.

Y ambos disfrutaban de cada pedacito existente del otro.

No era un secreto que amaban la adrenalina. Amaban la adrenalina que sintieron cuando compartieron su primer beso, la explosión de sensaciones y la necesidad de más, las ganas de no separarse jamás. La adrenalina cuando se veían a escondidas de los demás. La adrenalina cuando estaban cerca de ser descubiertos. La adrenalina al compartir su primer baile. Su primera salida. Guardando secretos. Visitando el cine. Mintiéndole a Steve sobre su relación. Cantando canciones a todo volumen.

La adrenalina que sintieron al convertirse en uno por primera vez. Cuando sus cuerpos se movían a un compás como si fueran uno solo. La adrenalina que Bucky sintió cuando se entregó por completo. La adrenalina que Sam sintió en todos y cada uno de sus movimientos. Las lágrimas de placer derramadas. Los dulces gritos. Las marcas y los rasguños. Las palabras de amor y las palabras atrevidas. La fuerte unión de sus manos. La rapidez y la lentitud, la complacencia y la desesperación. La suavidad de la cama y la dureza del día siguiente. El acabar juntos y decir un "te amo" que salía desde lo más profundo del corazón. El abrazarse después, regulando sus respiraciones y jadeos. La necesidad de no alejarse y dormir juntos hasta que el sol volviera a asomarse por la ventana.

La misma sensación que se repetía en todas y cada una de las veces que compartían intimidad.

Porque cuando estaban juntos, no les importaba una mierda lo que los demás pudieran pensar de ellos. Y esa era su forma de rebeldía.