f l o r i s t a

[AU sin poderes | Advertencia: extenso]

Era inusual que un chico tan tranquilo como lo era Bucky trabajara en un lugar haciendo tatuajes. La verdad era que sólo tenía tatuajes en su brazo izquierdo, pero era porque su mejor amigo de toda la vida, Steve, quería ayudar en su casa monetariamente mientras acababa la universidad. A Steve le gustaba dibujar, y pensó que una forma de ganar dinero haciendo algo que le gustara, sería tatuando. Sin tener mucha experiencia, había querido practicar y le rogó al castaño que lo dejara usar su piel. Bucky, como el buen amigo que era, no se negó. Y un día se encontró a sí mismo aprendiendo igualmente a dibujar sobre la piel de las personas porque le había gustado.

Tiempo después, mantenían una buena reputación y habían reclutado a algunas personas, principalmente amigos suyos, que ahora les ayudaban y formaron un buen ambiente de trabajo.

El único problema que Bucky tenía era que, al estar en una plaza, había más locales. Pero los locales no eran el problema, no. Era específicamente el local de enfrente. La florería Wilson.

El hijo menor de los Wilson era jodidamente apuesto ante sus ojos, y no podía evitar distraerse viéndolo. Pensaba que tenía aproximadamente su edad, ambos eran muy jóvenes todavía. Bucky pensaba que ese chico alto, algo tonificado, de piel oscura y cabello corto era demasiado guapo. Y a veces creía que no era el único que pensaba lo mismo. Los días que ese chico atendía la tienda, siempre estaba lleno de chicas lindas.

—Deja de ponerte celoso de que las mujercitas van allá y no acá.— Escuchó la voz de Natasha, una de sus mejores amigas, sacándolo de su pequeño trance. La volteó a ver con el ceño fruncido.

—No estoy celoso.— Bucky murmuró. Es decir, si lo estaba. Eso creía. Pero no porque las chicas no fueran a su local.

Natasha lo volteó a ver a los ojos, y luego una sonrisa de lado se formó en sus rojos labios al notar el nerviosismo en la mirada de Bucky. La pelirroja era muy astuta, quizá siempre había sabido del "problema" del castaño y él nunca se había dado cuenta de ello.

—¿Así que no estás celoso?

—No...no, ¿por qué lo estaría?— Trató sonar lo más casual posible. Natasha rió porque su intento falló.

—Porque ese chico tiene los ojos puestos en flores, tarjetas y chicas. No en ti.— Puta madre, Bucky pensó. Natasha lo sabía. Ambos se observaron a los ojos, mientras Natasha intentaba evitar reír al ver cómo el rostro de Bucky comenzaba a enrojecerse. No tenía dónde esconderse y había sido descubierto, al menos, por su amiga.

El castaño estuvo a punto de decir algo -sin saber bien qué-, cuando el sonido de la puerta los distrajo. Una persona que había reservado una cita acababa de llegar y era el turno de Bucky para atender. No le dijo nada a Natasha, quién sólo lo vió ponerse de pie y dirigirse a atender al cliente, mientras ella sonreía de oreja a oreja.

Algunas horas transcurrieron, el cliente se había ido satisfecho y el grupo terminaba de limpiar el lugar, algunos retirándose. Entonces, Steve entró al local tras haber salido unos largos veinte minutos antes, ahora sosteniendo un ramo de flores. Lo escucharon decir "tengo las flores para mamá" y siguieron en sus tareas, siendo Natasha la que observaba a Bucky tensarse al escuchar el tema de las flores, pero pretender no reaccionar al respecto.

—¿Las compraste en frente?— La pelirroja preguntó, y Bucky luchó para seguir en su propio asunto. Sabía que Natasha lo estaba haciendo con toda la intención de que él reaccionara en algún momento. Pero el castaño no le iba a dar ese gusto. No tan fácil.

—Sí, toda la familia Wilson es muy amable— Steve no tenía idea de lo que había sucedido antes, por lo que respondió con toda naturalidad y sencillez posible. —, de hecho a ellos les sorprende que somos más tranquilos, ya sabes, por el local.

—Claro, claro...— Natasha se recargó sobre la escoba que sostenía entre sus manos. —, y... ¿quién te atendió?

Bucky no aguantó más y dejó lo que hacía para dirigirse al baño, ocultándose de la pelirroja. Los presentes lo observaron curiosos ya que el castaño no solía comportarse de esa manera. Steve lo miró preocupado y preguntó si había sucedido algo malo con él o con la familia Wilson. Natasha negó, no sucedía nada malo realmente. Una vez que la chica se cercioró de que dentro del local sólo estaban ellos tres, le explicó al rubio lo que había sucedido en realidad.

—¿Entonces sí le gusta?— Steve preguntó. Natasha no era la única que se había dado cuenta de las miradas y suspiros que Bucky dejaba salir por el florista. Pero Steve era un poco más discreto y no quería molestar a su amigo con ese tema. Steve no era como Natasha.

—Estoy segura de que sí, pero creo que se molestó conmigo porque estoy siendo muy directa con eso.

—¿Y no haz pensado ser un poco más amable con eso?— Steve la miró levantando una ceja. Sabía que Bucky no podía estar enojado, era más bien vergonzoso para él ser descubierto.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos dimos cuenta y ni siquiera conocen sus nombres?— Natasha se quejó, el rubio lo pensó y luego de unos segundos asintió.

—Es cierto, pero me da la impresión de que a nuestro vecino también le gusta nuestro hermanito.

Steve le contó cómo el chico se había puesto algo nervioso al atenderlo, ya que iba directo de su local. Hablaron un poco y se conocieron mínimamente. Al chico le había sorprendido ver cómo en realidad el grupo de Steve estaba lleno de personas muy amables, lindas y atentas con los clientes. El rubio lo miró curioso, ¿los había estado observando? Pero de todos modos, agradeció el alago y eligió las flores para su madre. Era extraño, el chico escuchaba rock en una pequeña radio sobre la vitrina que los separaba, y le pareció irónico que sus amigos y el preferían escuchar música más tranquila siendo ellos quienes trabajan en un ambiente un poco más exótico que una florería.

El chico le entregó las flores en un ramo bien decorado. Pero cuando Steve lo tomó, un pequeño tatuaje en su mano llamó la atención del otro.

—Wow, ese es un diseño muy lindo— Le dijo apuntando al dibujo de una letra "S" con un decorado alrededor. Steve sonrió. —. Me gustaría tatuarme algún día, pero mis padres quieren que acabe primero la universidad antes de hacer algo así.

—¿Tú también estás en la universidad?— Preguntó el rubio, y el chico sonrió de vuelta.

—Sí, me faltan dos semestres para acabarla. ¿Tú estudias?

—Así es, parece que estamos en el mismo semestre— Steve comentó sorprendido, entonces supo que tenían la misma edad. Luego siguió: —. A veces es complicado, mis amigos y yo coincidimos en ir a la misma escuela, pero las cosas se complican y el dinero falta en algunas ocasiones. Por eso inicié esto de los tatuajes. Y mis amigos se unieron conmigo. Es cansado pero realmente lo disfruto.

—Uy, lo entiendo. Trabajo aquí por las tardes cuando mis papás no pueden porque tienen otro negocio, aunque no lo odio. Cosas de la vida, quiero decir. Muchos pasan por eso.

—Sí... mi mejor amigo fue quien hizo este diseño. Quizá el pueda tatuarte cuando te animes.

—Creo que nunca me he topado con ninguno de ustedes, así que no sé a quién te refieres. Cuando salgo de aquí, he visto que siguen trabajando. Nosotros cerramos más temprano.

—Oh, es un chico de cabello castaño y ojos azules. No es exactamente alto y lo molestamos con eso, pero sé que en el fondo nos quiere— Rió un poco, notando un poco la mirada sorprendida del otro, como si ahora supiera de quién hablaba. —, ¿lo haz visto?

El chico tardó un poco en contestar. Si tan sólo Steve supiera que sabía bien quién era, porque pensaba que era lindo y quería conocerlo, ya que siempre lo veía muy callado, muy serio y a la vez muy propio y eso le parecía atractivo. Sólo unos segundos después logró asentir con la cabeza: —Creo que lo he visto.— Mintió. No lo creía, lo hacía.

Siguieron hablando un poco más sobre algunas otras cosas, y Steve no se dió cuenta que se había tardado más de lo que había dicho que tardaría. Entonces se despidió del chico mientras pagaba las flores, y ahora estaba hablando con Natasha.

Natasha prestó atención a todo lo que el rubio le contaba, y ahora era obvio para ella que lo que sentía Bucky por aquel chico, era mutuo.

El tiempo siguió corriendo, y ya habían pasado algunos días de aquel encuentro de Steve con el chico del local de enfrente. Natasha había decidido no molestar a Bucky con el tema y Steve tampoco lo hizo. Sólo que ninguno de los chicos supo cuando Natasha había salido del local para tener una corta conversación con el chico. Se dieron cuenta de su ausencia cuando regresó con una sonrisa y una flor que puso en un vaso con agua sin decir nada.

El día comenzaba a acabar, y Bucky no se había dado cuenta de que la florería de los Wilson había cerrado y unos ojos cafés lo observaban desde alguna parte de afuera. Steve, Natasha y los demás habían dejado el local, ya que Bucky había decidido quedarse a limpiar.

Una vez que acabó y era lo suficientemente tarde, salió del local y comenzó a cerrar la puerta. Cuando lo logró, escuchó una voz diciendo "hola" detrás de él que lo asustó, pero si eso no fue suficiente, ver de quién provenía lo aterró todavía más.

—Oh, disculpa. No era mi intención asustarte.— El chico se disculpó, y Bucky no supo que decir al estar cara a cara con ese hijo de los Wilson que tanto lo tenía suspirando. Se quedaron callados unos segundos tratando de saber qué hacer, la situación comenzaba a ponerse incómoda. Era la primera vez que Bucky escuchaba la voz de ese chico, y sólo lo hizo enamorarse un poco más.

—No... no pasa nada. Lo siento— Se disculpó ahora él, y se cuestionó mentalmente porqué dijo eso. —, está... está todo bien.

—Genial— El chico dijo con una sonrisa nerviosa, y Bucky lo miró un poco de lado. —. Bueno, yo... venía a saludar y... te traje flores— Entonces sacó de detrás de él un ramo de flores amarillas, perfectamente decorado en un papel que combinaba con las flores. Y Bucky sintió su rostro arder, eso no podía ser real. —. Un pajarito me dijo que te gustaban.

—Oh...— No supo qué decir cuando vió las flores frente a él y luego la sonrisa del chico. Pensó que lo correcto sería un agradecimiento. Tomó las flores tímidamente y sonrió. —, gracias, muchas gracias. Es... es un lindo detalle... wow— Observó las flores un momento. Eran sus favoritas. —, bueno, no es como que te pueda hacer un tatuaje en este momento.— Sorprendentemente, dijo un chiste y no pudo sentirse mejor cuando escuchó al chico reír.

—No, es sólo un detallito que quería hacer... para... ti...— Confesó lentamente mientras comenzaba a sonrojarse. Bucky para ese entonces ya estaba completamente rojo. —. Y bueno— Se pasó una mano por la nuca cuando el castaño lo observó sorprendido, cómo si se estuviera cuestionando si era cierto. —, ni siquiera me he presentado. Lo siento mucho. Me llamo Sam, Sam Wilson.— Y extendió su mano derecha.

Bucky lo miró, ahora sabía su nombre. El chico que le gustaba y ahora le traía flores se llamaba Sam. Anotado.

—Me llamo James Barnes, pero mis amigos me dicen Bucky.— Correspondió al saludo, y ninguno fue consciente de que se habían quedado tomados de las manos mientras terminaban de conversar.

—¿Bucky?

—Oh, es por mi segundo nombre. Buchanan. Es... es algo extraño, pero mis amigos me dieron ese apodo y me gusta más.

—Bucky suena lindo. Y, de hecho, mi nombre completo es Samuel Thomas. Sam también es como un apodo.

Intercambiaron unas cuantas palabras más, hasta que se dieron cuenta que se hacía tarde y tenían que dejar la plaza. Fue entonces que soltaron sus manos, nerviosos, y Sam se atrevió a pedirle a Bucky una cita. Más bien, una salida para conocerse, la cuál Bucky no dudó ni un segundo en aceptar. Intercambiaron sus números y se prometieron hablarse en cuanto llegaran a sus respectivos hogares.

Ahora Bucky, el chico de los tatuajes, tenía una cita con Sam, el florista que le había regalado flores.

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