c u l p a
—Hey— Bucky había dudado mucho tiempo en hablar o no, pero finalmente su preocupación y miedo lo consumió y no le importo nada más. —. Haz estado muy callado y eso es muy raro. ¿Qué sucede?
Era cierto. Sam de un día para otro estaba muy serio. Las cosas habían pasado tan rápido y a la vez tan lento para él. Un día era Falcon y al siguiente Capitán América. La primera vez que se puso el traje y la primera misión con el, las cosas habían salido bien. Pero si había salido bien ¿por qué se sentía tan mal? Lo único que quería era que Karli pusiera los pies en la tierra, que se diera cuenta que las cosas se habían salido de sus manos y enfrentaba un gran peligro si continuaba con su plan de "un mundo, un pueblo".
Pero Karli murió. Y antes de cerrar sus ojos, le dijo "perdóname". ¿Cómo iba a estar bien después de eso?
—¿Sam?— Bucky volvió a hablarle, sacándolo de sus pensamientos. Lo volteó a ver, y se dió cuenta de la preocupación en el rostro del otro. Bucky estaba preocupado por el.
—¿Qué pasa?
—¿...Qué pasa? Eso mismo te estaba preguntando a ti. ¿Por qué estás tan distante? Es como... como si te desconectaras de la realidad unos segundos.
—Así que así se siente...— Susurró desviando la mirada al televisor frente a ellos. Bucky sabía de qué hablaba. Y Sam se volvió a quedar callado, con esa expresión de seriedad en su rostro. Seriedad que reflejaba tristeza.
—Oye— Bucky insistió. —, sé que yo no soy el de las palabras entre los dos, pero... quiero que sepas que sea lo que sea que esté pasando por tu mente..., puedes decirlo y no voy a juzgarte. O si sólo quieres estar en silencio, puedo quedarme callado pero dime algo...
—Una niña.
—¿Una niña?— Bucky lo observó, los ojos de Sam ahora se encontraban brillosos.
Sam suspiró, sintiendo un inmenso dolor en su garganta y en su pecho. Sentía que en cualquier momento iba a explotar y no recordaba la última vez que había llorado. Y eso lo hacía sentir peor. Sentía que era su culpa, que el pudo haber hecho algo más pero había fallado, que pudo ayudar a esa niña... pero no pudo. Y por más que luchara contra sí mismo, el sentimiento de culpa no se iba. Era una gran impotencia. —Karli... era sólo una niña.
Se frotó el rostro con ambas manos, intentando así liberar un poco de su frustración. Pero eso no sucedía. Y el dolor en su pecho era demasiado fuerte. El peso sobre sus hombros no ayudaba.
—Oh, Sam...— Bucky lo seguía observando. No sabía que hacer al ver al otro de esa manera, no recordaba cuando fue la última vez que intentó reconfortar a alguna persona. Pero sabía cómo Sam se sentía, así que sabía que debía intentar hacer algo lindo por él. —, no fue tu culpa.
—Pero murió.
—Pero no fue tu culpa. Tú hiciste todo lo posible por ayudarla, y estoy seguro que... ella de alguna manera te lo agradece. Tal vez las cosas no debieron ser así, pero pasó y... ella está en un mejor lugar.
—Era sólo una niña.— Sollozó. Sam pasó sus manos por su cabeza para dejarlas unos segundos detrás de su nuca. Volteó hacia arriba, como si estuviera tratando de retener sus lágrimas. Pero Bucky no quería que se contuviera. Sam nunca dejaba que Bucky lo hiciera.
Bucky abrió un poco sus brazos. —Si de algo sirve...— Y ni si quiera tuvo que terminar de hablar. Sam se abalanzó contra él. Necesitaba ese abrazo. Abrazó a Bucky fuertemente, como si su vida dependiera de ello, como si se estuviera cayendo, casi lastimándolo. Pero Bucky no pensaba quejarse, cerrando el abrazo sobre los hombros de Sam. Apenas lo hizo, el otro comenzó a llorar. Bucky acariciaba su espalda y su cuello con su brazo derecho, mientras intentaba decirle a Sam que lo que sucedió no fue su culpa.
Sam era fuerte, y lo era demasiado. Pero a veces necesitaba que alguien lo recogiera cuando se desmoronaba, para levantarse más resistente que nunca. Y de alguna manera sabía que ese sería Bucky. Porque aunque no fuera la persona más habladora, Sam sabía que si Bucky le daba un abrazo, le decía algo o simplemente lo mirada, era su forma de afecto más fuerte. Y Sam necesitaba eso, que alguien se pusiera en sus zapatos y le dijera que todo estaría bien.
De todos modos, Sam lo sabía. Después una gran tormenta, siempre sale el sol.
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