Bucky no podía dormir por algún pensamiento que no dejaba su mente. Y por alguna extraña razón, Sam tampoco estaba dormido.

—Sam.— Bucky se llenó de valor y lo llamó, sorprendiéndose un poco al recibir una respuesta inmediatamente.

—Dime.

Tragó duramente, y sin pensarlo demasiado, confesó: —Creo... creo que estoy enamorado.

Sam volteó a verlo. El comentario le había tomado por sorpresa, pero no sonaba exactamente extraño.

—Ya... ya veo...

—De ti.

—... ¿Qué?

—Sí...

—Bucky...

—...

—Me alegra que decidieras confesarme esto a las tres de la mañana. Claro, cinco años después de que nos casamos, pero me alegra.