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🎄 «De Brangelina coreanos y equipos para la guerra» 🎄
Navidad se sentía en el aire, literalmente.
Desde los luminosos escaparates que se exhibían en las tiendas — todos repletos de la mercancía comercial propia de la temporada — hasta las bonitas decoraciones que revoloteaban por todo lo ancho de la ciudad, ni el más mínimo rincón en la República de Corea parecía haber escapado al espíritu navideño.
Habiéndose instalado en tierra coreana desde poco antes de iniciar el último mes del año, la época más dulce que el calendario albergaba parecía haber decidido que aquel diciembre era especial. Y al menos para la familia Wu, realmente lo era.
— ¡Cuento cabezas! —
Escuchando desde su lugar la enérgica exclamación que la cabeza de la familia había dejado escapar a puertas del jardín, Yi Fan se vio repentinamente emocionado con la rebuscada idea que se les había ido ocurrir poner en marcha a sólo un par de días de llegada la Navidad, mientras se aseguraba de terminar la reunión telefónica con su asistente personal, a quién no le importaría despachar como siguiera insistiendo en que acudiera a la oficina aquella mañana tan especial.
Locura. Intento suicida. Amor a la adrenalina.
Fuera lo que fuera que el mundo decidiera utilizar para definir a su estilo de vida, bien podía ser emitido sin que a Yi Fan importara menos y es que — desde su perspectiva — no tenía caso alguno prestar atención a lo que un tercero pudiera opinar cuando era él quien vivía con todo lo que había elegido tener y que le hacía inmensamente feliz.
Unido en matrimonio con el que por mucho tiempo habría de considerar como el amor de su vida y viendo sus sueños y aspiraciones ser compartidas también, el hecho de que a sus veintiocho años su familia contara con diez pequeños miembros y un esposo ideal, era todo lo que el de procedencia china podía pedir al cielo para sonreír y sentirse el hombre más afortunado que hubiera pisado la Tierra.
Sintiendo apenas el tirón que sacudía su pantalón y que anunciaba que una diminuta persona se encontraba intentando atraer su atención, el de cabellos negros y cejas poblabas tardó apenas lo necesario en reparar en el pequeño de cuatro años que le observaba desde abajo con los ojitos adormilados y el elegante saco rojo colgando por los hombros.
— ¿Por qué no estás afuera? Appa está pasando lista, se preocupara de no encontrarte con tus hermanos — le dice entonces Yi Fan, mientras extiende los brazos para levantar al menor, acomodando su ropa al tenerlo arriba y sintiéndolo acurrucarse al cabo de un rato.
— Tengo sueño, bàba — susurra el niño frotándose los ojos como si deseara reforzar lo que acaba de decir
— Lo siento, Taozi. Pero hoy no puedo dejarte dormir — se disculpa el pelinegro — ¿Recuerdas lo que haremos? —
— ¡Ayudaremos a Santa! — exclama, incluso si la somnolencia persiste en su pequeño cuerpecito y sus brazos se aferran fuertemente al abrigo de su papá.
— Exacto. Así que por hoy, sólo podrás hacer la siesta en lo que demoramos en llegar hasta el centro comercial. Luego, prometo cantarte hasta que te duermas —
Sonriendo al asentir, porque no es secreto para nadie que al menos tres de sus niños adoran escucharle cantar, Zi Tao se encoge entre sus brazos hasta que un lindo bultito asoma ahí donde Yi Fan se detiene para tranquilizar a cierto rubio que ya está haciendo amago de voltear de cabeza las dos furgonetas que esa mañana han aparcado frente al hogar de los Wu, para llevarlos y regresarlos de su descabellada aventura.
— ¿Por qué son así conmigo? Creí haber perdido a mi pequeño panda — se lamenta Junmyeon, con aquella voz dulce que Yi Fan adora escuchar y el puchero de labios que muchos de sus hijos ya le han comenzado a copiar.
Con disculpas que no alcanzan para que su marido perdone haberle espantado de aquel modo, Yi Fan es enviado junto a su panda al segundo auto donde cuatro de sus diez pequeños angelitos ya han sido montados y revisados para asegurar que sus cinturones estén en perfectas condiciones antes de partir.
Al frente — y con esa expresión que indica que no es lo suficientemente paciente — el chofer designado parece estar padeciendo los estragos de un largo rato escuchando a Minseok, Luhan, Yixing y Jongdae que ya han comenzado a entonar las canciones navideñas de DBSK.
— ¿Ya nos vamos, bàba? — gimotea Jongdae desde su asiento, agitando los brazos como quien se halla desesperado mientras el moño que han atado en cuello de su camisa se enchueca notablemente, amenazando con caer.
— Si me ayudas a asegurar la sillita de tu hermano, nos iremos más rápido — le dice el mayor, colocando al pequeño que lleva en brazos en su sitio asignado y recibiendo la ayuda de un pequeño de siete que se siente lo bastante ansioso por visitar el centro comercial como para seguir cantando junto a sus hermanos las versiones modernas del grupo que resuena en la radio.
Dando una última revisión y una breve mirada al auto de enfrente, dónde el resto de sus hijos y Junmyeon ya se han acomodado para partir, Yi Fan aborda en el sitio del copiloto mientras indica al conductor que puede arrancar. En los asientos traseros, cantando y celebrando que aquella será su mejor salida familiar, los cinco niños que aún no han caído dormidos parecen esforzarse por poner al límite la paciencia del chofer al que Yi Fan está dispuesto a pagar el doble cuando él mismo comienza a cantar por petición de Minseok.
Sin dudarlo, aquella Navidad es especial, no solo por el hecho de que es la primera que el matrimonio Wu pasara como una familia de doce miembros sino también porque es la primera vez que enseñaran a sus hijos a obtener ellos mismos todo lo que desean.
En años anteriores, cuando la luces de su vida se reducían a sólo un par de miembros — Minseok y Yixing, más tarde Baekhyun, Chanyeol y Jongdae y un año después Luhan y Kyung Soo — sus Navidades habían pasado con la convencionalidad de la tradición en donde su hijos escribían a Santa Claus lo que deseaban de regalo y Yi Fan y Junmyeon lo conseguían con favor de sus asistentes y contactos.
Aquella Navidad, no obstante, las cosas han cambiado radicalmente. No solo porque ese año han sido adoptados Zi Tao, Jongin y Sehun; sino también porque a diferencia de las fechas anteriores aquel día los Wu pretenden mostrar a sus diez bendiciones lo que es observar los brillantes escaparates y extender un pago por lo que se desea obtener en vez de señalar los anuncios de televisión o internet y esperar a que uno de los sirvientes lo consiguiera para ellos.
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— ¿Podemos comprar un Iron Man del tamaño de bàba, appa? — pregunta Chanyeol desde su lugar, mientras se dedica a jugar con el muñeco coleccionable que sujeta entre los brazos y que Junmyeon no ha conseguido hacer que dejara en casa antes de salir rumbo al centro comercial.
— ¡Sí! ¡Y una máscara como la de Black Panther! — exclama Baekhyun.
Desde su sitio, ocupando el asiento destinado al copiloto y mirando por el retrovisor a los cinco pequeños que ha montado él mismo, Junmyeon sonríe mientras niega porque desde que Yi Fan llevó a los niños a ver las películas de superhéroes estos no han dejado de pedir cuanta mercancía conocen de los famosos Vengadores.
¿Quién diría que si él quisiera, Kim Junmyeon podría tener a su propio grupo de Vengadores revoloteando por los jardines de la mansión Wu? Desde el alto Chanyeol — con su cabello castaño como caramelo y sus orejas que sobresalen entre sus hebras semi rizadas — hasta el pequeñito Kyung Soo — de cabellos azabaches y piel blanquita como un vaso de leche —, sus hijos son todo por lo que Junmyeon vive sin descontar por supuesto al apuesto caballero que le ha dado el honor de llamarlo esposo.
Por supuesto, el camino a la familia que hoy atesora más que a nada, no ha sido del todo sencillo y no precisamente porque las dificultades monetarias pudieran tener que ver en ello.
Nacidos en sociedades que pese a su avance cultural y tecnológico, no han alcanzado del todo la aceptación por la diversidad, Junmyeon y Yi Fan se las han visto duras primeramente por ser el matrimonio gay de chaebols más sonado de Asia y más tarde por su elección de solicitar la adopción de niños a los que conocieron por fundaciones de caridad y de los que no pudieron separarse una vez terminadas las visitas mensuales que realizaban a los orfanatos como obras filantrópicas para el bienestar de sus empresas.
— ¡Yo quedo un perrito! ¡Un perrito blanco! ¿Thí, papi? — sesea Sehun, pegando ligeros pero adorables brinquitos desde su silla de viaje y despertando en el acto a un dormilón Jongin que abrazado a su osito, parecía estar soñando con algo realmente bonito.
— No estoy muy seguro de que encontremos superhéroes tan grandes como bàba o perritos completamente blancos — «por no decir que quizás, el centro comercial no albergue una tienda de mascotas» pero eso es algo que Junmyeon jamás diría sus angelitos en voz alta — Pero haremos todo lo posible — promete.
— ¡Sí! —
El resto del camino hasta el centro comercial, transcurre tan pronto que justo cuando una de las canciones preferidas de Junmyeon se cuela en la radio, el conductor designado detiene el carro y anuncia que han llegado seguidos de la furgoneta que transporta al resto de su familia. Desatando primero los cinturones de Baekhyun y Chanyeol — ambos mayores con sus siete años de edad — y más tarde uniendo a ellos al calladito Kyung Soo de apenas seis años de edad, Junmyeon los hace detener justo al lado del auto con las manos unidas y la clara indicación de romper formación.
— ¿Puedo llevar mi osito, appa? — pregunta Jongin, mientras su padre se encarga de soltar el cinturón y de calmar a Sehun que luce ansioso por unirse a sus hermanos afuera del auto.
— Tal vez estés muy cargado cuando vuelvas, Nini. ¿O planeas dejar que bàba cargue con todos los regalos de Santa? — dice Junmyeon y por respuesta, el pequeño lo insta a asegurar al tierno osito que lleva con él mientras le promete apresurarse y regresar pronto con él.
Una vez abajo y con el grupo de Yi Fan uniéndose a ellos mientras las furgonetas se alejan para coger sitios en el aparcamiento subterráneo, Junmyeon sonríe a su marido y suspira porque es la primera vez que deciden aventurarse en un viaje como ese y no está del todo seguro de que sus nervios maternales no le vayan a jugar una mala pasada.
— ¿Buen viaje? — pregunta Yi Fan, mientras se encoge para bajar a Zi Tao de sus brazos y le observa reunirse con Sehun y Jongin, los dos que están por alcanzar su edad en cuanto cumplan los cuatro años.
— Yo diría que está a punto de ponerse interesante — bromea el rubio.
— Oye, siempre podemos ir los doce juntos — encogiéndose de hombros, Yi Fan parece del todo renuente a tomar su idea inicial en consideración y separarse del mismo modo en que han llegado hasta el centro comercial.
— Y terminar recorriendo el centro comercial hasta el amanecer, ¿no? — ironiza Junmyeon — Anda Wu, elige a tu equipo — con una sonrisa y las palabras exactas para reclamar la atención de su pequeño ejército infantil, Yi Fan se vuelve a tiempo para encontrar los rostros de sus diez hijos mirando en su dirección.
— ¡Yo quiedo ir con papá Fan! — chilla entonces Sehun, el pequeño pelinegro de tres años que aún no ha conseguido librar el seseo de estar comenzando a hablar, con los brazos estirados en dirección al chino y la mirada de Zi Tao cayendo de lleno sobre él.
— ¡No, Sehunnie! ¡Yo siempre voy con papá Fan! — le dice el mayor.
— Por etho, yo quiedo ir hoy con él! —
Interviniendo antes que un mar de llanto escape de los ojos de alguno de los dos, Junmyeon se las ingenia para conseguir que Zi Tao acceda a viajar en su equipo mientras Sehun echa a correr hasta que Yi Fan lo levanta y a Jongin con él.
— Muy bien, ¿quién más se une al equipo Dinamita? — cuestiona Yi Fan con una sonrisa, que se ensancha al encontrar la mirada de Jongdae y Chanyeol cuando Baekhyun y Luhan salen corriendo en dirección a Junmyeon.
Sujetando fuerte la mano de su hermano mayor, Kyung Soo arrastra a Yixing hasta donde su papá de mechones rubios y Minseok se encoge de hombros porque como hermano mayor es su deber indicar que:
— Ni modo. Hoy ayudaré a papá a cuidar a los niños —
Entre risas y severas indicaciones de estar siempre sujetos de las manos y de no perder de vista a su papá, además de recordarles lo que deben hacer en caso de alejarse del grupo, Junmyeon se enfrenta a la dura tarea de separarse de la mitad de su familia mientras Yi Fan lo consuela al decir que:
— No te preocupes, Minnie y yo somos muy responsables. Y nuestro adulto de siete años, sabe cómo cuidar de sus hermanos, ¿verdad Dae-Dae? — asintiendo mientras señala su mano sujeta a la de Chanyeol, Jongdae luce realmente orgulloso de ser llamado adulto mientras su hermano a un lado todavía lucha con lograr que sus gafas de montura redonda se queden en su lugar.
— Tienes que llamarme cada hora, Yi Fan. Y tener bien vigilados a mis bebés. No te olvides que Dae es hiperactivo y que Yeol tiende a romper sus gafas. Minnie puede ser un niño grande de nueve años, pero todavía es mi bebé. Y Sehun y Jongin-
Con un beso que calla todo lo que Junmyeon y su alma de madre pueden decir, Yi Fan sonríe y asiente y se aleja solo para decir que:
— Estaremos bien, Jun. No te olvides que también son mis bebés — sonríe — Niños, cuiden bien de su papi. Compren todo lo que quieran y diviértanse, porque a eso hemos venido — indica entonces y el grito unísono que resuena en aquella entrada del centro comercial bien podría bastar para llamar la atención de la clientela entera pero por el momento, es sólo el indicativo de que su aventura se encuentra a nada de comenzar.
Siendo la familia que son, ¿qué es lo peor que podría pasar?
🎄 Continuará...🎄
¡Navidad está cerca y como ya es costumbre conmigo, acá les traigo una historia muy navideña con el Krisho en su rol de padres y EXO siendo las ternurotas que alegran sus vidas y las nuestras.
Esperando les guste está corta, en serio corta, historia... ¡Felices fiestas a todos/as! 💕
¿Ya han escrito a Santa pidiendo que se confirme el Hunhan? 😂💕 *Porque yo sí 😢*
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