Podría salir bien o terriblemente mal.
Nota: A veces vale la pena vivir para escribir un fic con AthaClaude post-canon. Y si entrecierras los ojos, podría ser una posible continuación de Casi dulce pero nostálgico.
...
Era una tarde como cualquier otra, en su estudio mientras revisaba los papeles pendientes y contestaba las cartas que su querida hija le escribía y mandaba a las cuales, siempre se aseguraba de darles una pronta respuesta para no preocuparla y hacerle saber lo querida que era.
Una tarde en su estudio, haciendo papeleo y leyendo las cartas de su Nette mientras su hermano estaba instalado en el diván con tranquilidad y naturalidad, como si ese siempre hubiese sido su lugar. Leyendo cualquier libro de los que su casa tenía, con su usual cara de aburrimiento y cansancio de todo.
Y si no era ese el caso, leía alguna carta que su sobrina –la ahora, emperatriz de Obelia– le mandaba o también aprovechaba a echarse una siesta mientras él trabajaba.
Una rutina que se había empezado a formar desde que Claude (se invitó) comenzó a vivir con él, en Mieta. Una rutina, a la cual se había empezado a acostumbrar y hallar un pequeño gusto.
Y esta tarde pudo haber pasado como las demás, de no ser por el repentino ataque de tos que lo embargó; espantando la serenidad y mutismo del ambiente en la habitación, no sólo por el ruido sino también, por lo que trajo consigo.
Claude lo había mirado tan pronto Athanasius comenzó a toser con fuerza y acercado hasta él, mientras el mayor miraba con cansancio y resignación como la sangre manchaba una parte del escritorio y la carta de su hija que estaba leyendo así como también, parte de su camisa blanca y chaleco negro con tonalidades de gris.
– Ah, mierda – maldijo Athanasius, aclarándose la garganta, resintiendo la misma al mismo tiempo que limpiaba con el dorso de su mano una parte de la sangre en sus labios. Dejó la carta manchada en otro lado del escritorio para evitar ensuciarla más, y buscaba entre los cajones algún pañuelo para limpiar el desastre que había causado, suspirando con disgusto ante lo molesto que era la ropa con sangre y lo difícil que sería sacar la mancha de su chaleco favorito –. ¿Dónde...?
– Athanasius.
Athanasius no levantó la mirada prontamente, ignorando por unos segundos a su molesto hermanito, rindiéndose al no encontrar un pañuelo entre sus cosas y por la penetrante mirada enjoyada del ex emperador de Obelia sobre su nuca. Una sonrisa torcida fue la que le dedicó a la severa mirada de Claude.
– ¿Sí?
Para nada esperó que Claude lo tomase de la mandíbula, obligándolo a mirarlo al rostro mientras que con su otra mano, limpiaba el rastro de sangre que había quedado. Bien podría hacer una broma-queja sobre su accionar tan brusco pero tan pronto Claude terminó de pasarle el pañuelo por los labios, su mirada permaneció sobre él, haciéndole sentir ligeramente nervioso.
Y Athanasius odiaba tanto eso.
– Hermanito, me estás lastimado – fue un alivio en cuanto Claude soltó su mandíbula y tomó algo de distancia, soltando un tenue suspiro y sobaba la zona afectada por su agarre. Athanasius casi se enternece al verlo apartar su mirada de él; tenía tantas ganas de molestarlo.
Pero antes de que pudiera hablar, Claude volvió a mirarlo, un poco menos severo pero todavía serio sobre lo que pasó –. ¿Te pasa esto más seguido?
Los ánimos de provocarlo se esfumaron en un suspiro al mismo tiempo que desviaba la mirada, con desinterés. Desde que este molesto antepasado de ambos, había abandonado su cuerpo y sido destruido, su cuerpo era un poco más débil; eso y sin contar lo que le quedaba de vida en esta resurrección.
– Algo así... aunque de todas formas ya lo sabías, ¿no? Además del tiempo de v–
– Cállate... no pregunté por eso.
Athanasius levantó las cejas, ligeramente interesado por lo que Claude dejaba entrever. Y que al mismo tiempo, incomodaba a ambos.
Casi podía sonreír, casi.
– Bueno... creo que es la primera vez desde que llegaste a Mieta y, supongo que me descuidé un poco... pero eso es culpa de alguien que luego acapara mis preciosas horas de sueño – señaló con burla, cruzándose de brazos y viendo de reojo como Claude apartaba la vista. Haciéndolo sonreír con un pequeño ánimo renovado –. Aunque, claro, yo también tengo un poco de culpa por ceder en esas ocasiones.
Ciertamente, Athanasius se había descuidado un poco desde la llegada –e inserción– de Claude a su casa. Y ciertamente también, agradecía un poco esto pues, era mejor tener su malhumorada presencia rondar por aquí que estar solo con la servidumbre y hacer papeleo desde que Nette se casó.
Aunque a veces le resultaba raro tener la compañía de Claude, no la descartaba. No sólo porque este mismo no iba a dejarlo irse tan fácilmente o quitarle la vista de encima sino también... porque había aprendido a volver a acostumbrarse a él, aceptarlo otra vez.
Aunque a veces pelearan o se molestaran entre sí y terminaran por resolver las cosas (sin matarse esta vez) en su dormitorio y en la cama.
– Pero está bien...
– No lo está, Athanasius.
Su sonrisa se ensanchó, frustrada ante su terquedad.
– No hay... oye, ¿qué estás–?
– Silencio.
Athanasius no tenía problemas con tomar su mano, a veces mientras lo follaba o para molestarlo. Pero eran raras las veces en las que era el propio Claude quien iniciaba el gesto, como ahora que lo tomaba de la mano y lo jalaba con él hacia la puerta del estudio, llevándolo a un paradero desconocido; al menos, hasta que vio la familiar puerta del dormitorio compartido y lo obligó a recostarse en la cama.
Arqueando una ceja y sonriendo pícaro en cuanto Claude comenzó a desabotonar su chaleco.
– Oh, ¿quieres hacerlo ahorita, hermanito?
Claude le dirigió la mirada más despreciativa y seria desde que llegó a Mieta, sorprendiendo a Athanasius quien no volvió a abrir la boca, al menos mientras Claude terminaba de quitarle la camisa y el chaleco para después pedirle a uno de los criados un cambio de ropa para él.
Quedando atónito y acostado con una camisa limpia y ligera en su lado de la cama, con Claude exprimiendo un paño húmedo de la tina chica con agua fresca que también, había pedido.
¿Quién era esta persona que lo cuidaba y tenía la misma apariencia de Claude?
Y como si leyese su mente, Claude lo miró frunciendo el ceño, ligeramente ofendido mientras le pasaba el paño por los labios para después, ofrecerle un vaso de agua (el que quería luego de la tos violenta de hace rato).
– Voy a terminar tu papeleo.
Athanasius estuvo por toser agua, esta vez.
– ¿Qué? Pero...
– No es la primera vez que lo hago.
– Pero no es el mismo de cuando eras emperador.
–... Entonces, sólo voy a limpiar la sangre de tu escritorio.
– No tienes–
– No me importa hacerlo...– Claude tomó el vaso, ahora vacío de la mano de su hermano, asentándolo en la mesita de noche al mismo tiempo que empujaba firme pero suavemente al pelinegro en el colchón –. Déjate ayudar por una vez, Athanasius.
Aprovechando su mutismo, Claude agarró el paño y lo colocó sobre la frente y ojos de Athanasius, cerciorándose de que la tela se quedara en su lugar y estuviera lo suficientemente húmeda para refrescarlo.
Athanasius soltó una risita, todavía incrédulo.
– Sabes que no tienes por qué hacerlo, ¿cierto?
– Lo sé – respondió, caminando hasta la puerta, no sin antes mirarlo con advertencia con la mano en el pomo –. Si te mueves de ahí, te mataré.
Athanasius rió ante su amenaza, ese sí era el Claude que conocía.
...
Para cuando se despertó (durmiendo dos largas pero gratificantes horas), sintiéndose mucho mejor esta vez, aparte de encontrarse en su campo de visión el pañuelo levemente seco, al quitárselo y mirar a su izquierda, se encontró con la mirada enjoyada de Claude fija en él; sobresaltándolo débilmente, recomponiéndose al mirarlo con confusión.
–... ¿Cuánto tiempo llevas mirándome?
Claude parpadeó, concentrándose en su mirada falsamente azabache, sin cambiar su expresión impasible –. Lo suficiente.
La respuesta tan vaga y ambigua lo hizo apretar los labios en una línea, por un momento.
– No sabía que te gustaba ver a las personas dormir.
Sonrió al ver su ceño fruncirse levemente.
– Cállate.
– Cállame.
Un beso corto fue lo que recibió.
–... Tal vez pueda acostumbrarme a esto.
Y Claude volvió a callarlo-besarlo.
-Traumada Taisho
Si se quejan de la actitud de Claude, es porque es un post-canon (ya no tiene la mendiga magia negra que lo hacía tan expresivo como una piedra) y porque está jodidamente enamorado de Athanasius, su primer ex.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top