Epílogos (Parte cuatro)

Capítulo XXXIV 

Leo

—¿Es en serio? ¿No te molesta?


Calipso negó con la cabeza y sonrió. 


—Creo que podría ser interesante, la ciudad que nunca duerme y eso. 


Planté un suave beso en sus labios. 


—¿Griego o romano? —preguntó ella. 


Mi corazón decía que era el Campamento griego al que debíamos ir... 


Sammy se despertó y empezó a llorar. 


—Podemos decidirlo luego —la besé— voy a por Sammy. 


—Yo iré por algo de cenar, ¿McDonalds?


Sonreí. 
Sabía que las amaría. 


—Lo que quieras, nena. 


Ella salió y fui a la cama del hotel, donde se encontraba Sammy abrazando a Sr. Mono, su peluche favorito.

Es una historia graciosa que no contaré ahora. 


—¿Qué pasa, princesita? —la tomé en brazos y la abracé. 


Ella hundió su pequeña cabecita en mi cuello

—¿Mal sueño, eh?


Asintió. 

—¿Qué fue ahora? ¿Sr. Mono se perdía?


Negó con la cabeza, y la escuché sollozar un poco. 


Debió ser un muy mal sueño. 


Nos sentamos en la cama, ella sosteniéndose con sus pequeñas piernas. 


—Cuéntame, mi amor.


—Era... era madera y fuego, papi. Y Haz llorando. 


Fruncí el ceño. 
El leño... 
Oh, dioses, no. 
Sammy no sabía nada acerca del leño de Frank. 


—¿Algo más, Sammy? —pregunté, con un nudo formándose en mi garganta. 


—Una bebé, papi. Ojos morados. Y una voz fea, muy fea.

||

Y ese, chicas, es el final del fanfic. 

En serio, Fer y yo no tenemos palabras para agradecerles a todas las personas que se toman la molestia de leer esto, las amamos... (Y amamos un poquito más a las que votan y comentan, pero shh). 

Espero que estén con nostras para la segunda parte ;)

Ah, y sigan con el POV de Thalia. 

Esperamos que hayan disfrutado leyendo esto tanto como nosotras escribiéndolo. 

¡Que los dioses los bendigan!

Atte: 

—Nikky y Fer.

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