Capitulo 14
https://youtu.be/yBAx5nBdJqU
¿Y estás tomando algo para el dolor?
Sí, distancia.
Tan pronto como corre la marea se llegó el viernes y mi semana de tortura se veía casi por finalizada.
Aunque esa mañana que me desperté ya no se sentía como un fastidio. La charla con mi madre había hecho que me sintiera más relajada y no tan a la defensiva, como había estado desde que me vi obligada a subir al avión.
Ahora me sentía más yo que antes.
Me sentía respaldada y no tan sola.
Tranquila.
Y en mi lista de cosas que tenía por hacer para dejar ir el pasado, como me había aconsejado mi madre, estaba hablar con Jenn y disculparme por lo sucedido en su ceremonia de bendición.
En el itinerario ese día tocaba la prueba de los vestidos para la novia y la corte de damas.
Emmy y yo estábamos sentadas en primera fila frente a una pasarela enorme donde Jenn saldría modelando su vestido. La tienda de novias era bellísima y enorme, tanto que fácilmente podríamos perdernos ahí. Alrededor del espectáculo que parecía desfile de modas, todas las damas teníamos la obligación de aplaudir cuando Jenn saliera vestida de novia, alagarla, motivarla y hacerle ver que no habría nadie más bella que ella en su día.
Aquello me habría dolido mucho antier, quizás ayer también otro poco. Pero ahora, después de la charla con mi madre, todo era más pasajero.
Jenn era mi prima y eso nadie lo iba a cambiar. Éramos familia, y tal como había dicho mamá, cuando todo se venga abajo y no quede nada de suelo en nuestros pies, podríamos recurrir a nosotros. A nuestros tíos, nuestro abuelo, nuestros primos.... Quien sabe, quizás si las cosas no funcionaban con Santiago Jenn iba a tener que recurrir a nosotros, nos iba a necesitar, como mamá necesitó de todos.
Y ahí íbamos a estar.
Ahí iba a estar.
Un hombre no iba a matar eso.
Después de unos minutos Jenn salió a la pasarela vestida con un enorme traje de novia que la hacía parecer una princesa. Era tan esponjado que abarcaba todo el pasillo, con un corsé ajustado y tantos brillos que relucía como una estrella.
—¡Salud por la novia más bella!
Cuando todas las damas alzamos las copas y vitoreamos lo hice con honestidad y calidez, porque cuando se llegara mi día, a mi también me gustaría que me recibieran con el corazón abierto.
Yo no le iba a arruinar eso a ella.
Después del desfile fue el turno de las damas de probarnos los vestidos. Shelly seguía en silla de ruedas, paseándose entre los probadores haciendo críticas y alagando. Ella era tan esbelta que cuando me metí en el vestido que debía ser suyo mi trasero casi hace que se revienten los botones.
—Ocuparemos arreglar esto—soltó la modista con una mueca.
—¿Cree que pueda estar a tiempo?—preguntó Jenn detrás de mí.
En lugar del enorme vestido abultado ahora llevaba una bata rosa de satén que tenía bordado "soy la novia".
La modista seguía con una mueca juzgona en el rostro que sentía encajada justo en mis caderas.
—Haremos todo lo que podamos. Ahora quítatelo, linda, para llevarlo al taller.
—¿Te ayudo con el cierre?—preguntó Jenn con un tono dulce.
—Te lo agradecería mucho. Me siento como una salchicha— Y el color fucsia no ayudaba para nada.
Mi prima sonrió cerrando la cortina del probador y entrando conmigo.
—Mete las costillas—bromeó y mientras las dos reíamos ella se peleó con el cierre hasta que logró bajarlo de la mitad donde estaba atascado—. Listo.
Sostuve el vestido por el busto y me incliné para tomar mi bata de satén que decía "soy la dama".
—Gracias, Jenn—era la primera vez que me dirigía a ella sin esa presión horrible que me oprimía el pecho. Y desde ese ángulo su presencia se sentía ligera, tan cálida y dulce como de niñas.
—Gracias a ti por ser mi dama—sonrió recargándose en la pared mientras yo me terminaba de cambiar—. Debo admitir que yo quería pedírtelo desde antes, cuando planeaba la fiesta, pero no estaba segura de que quisieras venir. Ya sabes, por lo alejadas que hemos estado.
—Lo hubiera hecho encantada.
—¡Es lindo tenerte de vuelta!—festejó animándose a darme un abrazo—. No te veía ni siquiera en la fiesta de navidad. Yo creo que nos vendría bien salir un día juntas, ya que toda esta locura acabe.
Para mi sorpresa aquel abrazo fue todo menos incómodo.
—Sería fabuloso—respondí alejándome un poco de ella. En ese momento el nerviosismo comenzó a danzar por mi estómago, sabía que era momento de hablar—. Yo... quería disculparme por lo que pasó ayer en la bendición. No quería que se arruinara todo por mi culpa.
Ella me miró y después movió su mano restándole importancia.
—No te preocupes, James y Santiago jamás se han llevado bien y desde hacía tiempo traían ganas de meterse en problemas. Lo de ayer quizás fue un desquite, aunque claro, tú tampoco te merecías que ese Imbecil te hiciera algo.
—¿Segura no te molestaste?—pregunté sorprendida.
—¡Por supuesto que no! Tú solo quédate alejada de James y cualquier cosa nos avisas. Estamos para ti... ¡Auch! Ay, espera, que duro me pateo este bebé—se quejó sosteniéndose el vientre con una mano y con la otra apoyándose de la pared.
–¿Bebé?
La sangre se me volvió fría.
—¡Se me salió decidorlo!—dijo con una risa nerviosa que no supe descifrar—. Estoy embarazada, pero es un secreto, no le digas a nadie hasta que pase la boda—terminó en unos tonos más bajos y para mi sorpresa, se movió ligeramente la bata dejando ver una pancita pequeñita—. Voy para los cuatro meses, pero aún no se nota, y lo bueno porque nadie sabe.
No podía moverme.
No podía respirar:
Todo el control que había estado prácticando desde ayer se fue al caño.
Se me entumecieron las manos.
Y la culpabilidad volvió, más potente que nunca.
—¡Será nuestro secreto!, ¿de acuerdo?—se acercó a mí y me dio un abrazo de despedida—. Iré a ver cómo van las chicas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top