Se despiertan en el atardecer.
— Tus padres vendrán en una hora.— Dijo la chica mientras daba el último mordisco al sándwich de pollo que él había hecho para ella.—Justo será atardecer.
—Deberías irte.
—No. Podría saludarlos hace mucho no los veo.—Le recordó. Yoongi chasquea la lengua, negando con la cabeza.—Además, no hemos limpiado y tu casa es un desastre.— La chica hizo una mueca de asco al ver un poco de vómito en la alfombra.
—Te digo que mejor te vayas.—Continuó. Yoongi tomó el plato de Jennie y lo dejó junto a los demás sucios.
—No puedo dejarte solo. Te prometí que te iba a ayudar.
—Sí. Pero no con esto.—Se dirigió esta vez de manera más suave.
Conocía a Jennie y sabía perfectamente que no descansaría hasta que las cosas se hicieran a su manera. Pero no quería que se encontrara con sus padres.
Ellos era tan...
—Conozco a tus padres. Ellos han sido muy amables, creo que eso te preocupa ¿Verdad? Tu madre me adora, lo ha dicho muchas veces.— Intentó convencerlo.
No iba a dejarlo solo. No hasta que Yoongi estuviera bien completamente. Además, Jennie no era tonta. Sabía que algo sucedía en esa familia, no había otra explicación para el comportamiento de su novio.
—Por favor.—Yoongi puso su mano en la mejilla suave de Jennie.— Vete.—Le pidió casi que rogando.
Jennie negó con la cabeza rápidamente y Yoongi quiso gritar ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué tenía que hacerle las cosas tan difícil?
—No quiero. Aquí me quedo.—Repitió y cruzó sus brazos para mostrar autoridad. Pero se veía más que nada tierna con aquel gesto.—Además, hay agua hirviendo para que te hagas el café que te gusta y yo mi té.
Yoongi esbozó una suave sonrisa. Ella aún recordaba esos detalles. Jennie hacía el mejor café y él era testigo de ello.
Como si el destino quisiera arruinar su pequeño momento; algunas voces y el sonido de llaves, los sacaron de la burbuja en la cual se encontraban.
El chico pálido abrió los ojos de par en par y Jennie se preocupó al verlo tan inquieto y ¿Asustado?
—Ven.
No mostró resistencia cuando su novio la tomó del brazo, casi que arrastrando su cuerpo hasta el armario en la cocina. Era pequeño, pero cabía perfectamente allí.
Yoongi tomó el rostro de su chica entre sus manos temblorosas.
—No salgas. Por nada del mundo.
Y el tono en su voz, le confirmó a Jennie que algo estaba mal.
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