— La diferencia es que habrá un abismo después de eso.

Jennie había estado la noche entera dándole un sermón a Yoongi. Ni siquiera se dieron cuenta de que la fiesta había finalizado.

Sólo se quedaron en el cuarto del menor. Sentados a oscuras, hablando de todo y a la vez nada. Pero se sentía tan bien.

La chica había extrañado tanto eso. Y era masoquista, pero había dejado de importarle. Hace mucho no lo hacía.

—¿En serio quieres ayudarme?—Preguntó de nuevo Yoongi.—¿Lo soportarías?

Y Jennie sintió un escalofrío al ver su mirada oscura, de nuevo su mente le gritó que todo terminaría mal. Pero de nuevo, no la escuchó.

—No puedo permitir esto, Yoongi.—Susurró y quiso llorar.—Menos al saber que puedo hacer algo.—Continuó.

Yoongi sonrió suavemente. Ella siempre había sido así y no sabía si ahora mismo amaba eso o lo odiaba.

—¿Por qué no vamos a comer algo?

—No cambies el tema.—Dijo en tono enojada y se vio tan tierna.

—Ya no quiero hablar más de eso.

—¿Aceptaras mi ayuda?

—¿Aceptaras un sándwich?

Jennie rió levemente y asintió.

Tal vez esta vez todo saldría bien ¿Verdad?