Muy intoxicados, para temer.
—¿No te das cuenta del daño que te estás haciendo?— Le preguntó a su novio.—Yoongi, eres jugador de fútbol americano. Es tu maldito sueño y hacer esto, está mal.—Le reclamó.
Yoongi se lamió los labio e intentó concentrarse, pero las palabras de Jennie sólo le daban risa.
—Estoy bien, Jen.—Le aseguró. Pero su novia no le creía nada.—Sólo intento despejarme.
—¿Despejarte? ¿Qué manera de despejarse es esta Min Yoongi?—Continuó.
El chico bufó. Sentía que Jennie era su mamá y lo estaba regañando. Debía admitir que lo detestaba. Demasiado. No quería que su novia le prohibiera hacer cosas que lo hacían sentir bien y sin tanto peso sobre sus hombros.
—Yoongi...—Jennie se acercó a él. Puso una mano en su mejilla y chocó su mirada con la suya.
Sus ojos inyectados de sangre, estaban idos. Mirando a todos lados menos los suyos. Le rompía el corazón verlo así.
Le dio una mirada a sus supuestos amigos. Tragó duro cuando los vio tomar más y más.
Parecía que no tenían miedo de todas las sustancias que estaban tomando.
Al parecer no les importaba.
Porque estaban al parecer, en otro mundo. Otra realidad. No podían medir la cantidad de daño que se estaban haciendo. No podían entender las consecuencias que aquello traería.
—¿Por qué sigues aquí?
—Porque quiero ayudarlos. Quiero ayudarte, mi amor.
Yoongi quiso reír en su cara.
—Yo no necesito tu ayuda.
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