-Cambios extraños- [Scottlogan]
Notas: Ningún personaje me pertenece, todo es obra de Marvel, Jack Kirby y Stan Lee.
Advertencia: Au. Pareja homosexual (insinuación). Mpreg (insinuación)
-Cambios extraños-
Bebés.
Pequeños, frágiles, dulces regalos de vida. A veces anhelados como una carta a la cigüeña, otras veces una tremenda sorpresa como un balde de agua fría.
Para alguien como Logan las pequeñas que reposaban en la pequeña cuna junto a su cama se acercaban más a eso último, puesto que ni siquiera viéndolas dormir terminaba de digerir el cómo llegaron a su vida.
Todo parece un sueño hasta que volteo y las veo. Pensaba con una extraña incomodidad, observando el reloj de su habitación con recelo mientras confirmaba que pronto debería ir a prepara los biberones para las mellizas, antes de que despertaran en llanto y con ello, una nueva jaqueca lo atacara.
Suspiró, tratando de espantar cualquier tipo de pensamiento a su vez que se levantaba cuidadoso de la cama, esperando no hacer tanto ruido.
Siendo sincero, ni siquiera recordaba cómo pudo o no haber provocado la existencia del par de chiquillas que reposaban de esa cuna, fue sólo recobrar el sentido en la mansión y que Charles le advirtiera junto a Hank de ellas luego de que lo encontraran vagando a pocos kilómetros de un centro de investigación clandestino.
No sabía qué le ocurrió allí o cuanto tiempo debió estar antes de huir, pero suponía que el que ahora fuese padre tenía algo que ver. Menuda sorpresa ¿No?
Bueno, no podía quejarse. La cálida estadía en la mansión le había ayudado a sobrellevar el asunto sin mucho problema y ahora tenía lo más cercano a unas hijas para cuidar allí mismo. Instintivamente recordaba su anhelo por ser padre y aunque el proceso estaba lejos de ser lo que deseaba, el resultado no fue tan malo.
Pensando un poco sobre ello fue que arrastró sus pies por la mansión hasta llegar a la cocina, buscando de manera rutinaria la formula de leche y biberones que ocultaba/guardaba de su lado más bajo en las estanterías para así tenerlo todo a mano cuando lo necesitase.
Y fue tan grande su concentración en dicha tarea que ni ni siquiera notó la presencia extra en el lugar hasta que colocó todo en el microondas y volteó a un lado, llevándose una sorpresa.
— ¡...!
¿Flaco?
Bien. No se supone que alguien estuviese allí a estas horas, la media noche ya había cruzado su momento hacía buen rato y si él mismo seguía despierto no era por mero hobbie, tenía sus responsabilidades encima.
Sin embargo, aun así estaba observando a un dormido joven mal acomodado en el mesón del comedor, apenas sosteniéndose en una incómoda posición sobre una silla y usando su libro abierto como una almohada.
He aquí el alumno estrella de Erik y Charles, Scott Summer, señores. Dios, le hacía tanta gracia que casi considera dejarlo como estaba, pero finalmente optó por despertarlo luego de que el aviso del microondas lo trajera a la realidad del frío de la noche y cual tarde era.
Bah, la paternidad lo estaba ablandando.
— Hey, niño durmiente. – Lo llamó un par de veces, apenas sacudiéndolo un poco al palmear su hombro mientras con su mano libre continuaba su quehacer. Ahora iba el segundo biberón. – Necesito parte de la mesa al menos.
El castaño por su parte apenas recobró el sentido con un ligero chillido al encontrarse con el hombre apenas abrió los ojos, aturdido entre su mundo de en sueños y el mundo real por breves instantes.
— ¿U-uh? ¡¿Wahhh?! Profesor Logan, no lo... ¿Qué hace en mi cuarto? – Balbuceó con una mezcla de desconciertos y somnolencia, hasta que un vistazo alrededor junto al tronar de su espalda lo hizo más consciente sobre donde se encontraban. – Espera, este no es mi...
— Gracias por tu gran descubrimiento, Sherlock. – Rodó los ojos, divertido de verlo avergonzado aunque prestando atención al refrigerio que preparaba para las niñas. – No sé cuanto llevas allí, pero ya ves. Esta es la cocina y necesito ocuparla, así que si quieres quédate, pero yo tengo lo mío.
Le daba igual si incluso tras aquello el chiquillo se quedaba a seguir estudiando o lo que fuese, él ya había cumplido su rol de supuesto adulto responsable al despertarlo.
Scott por su parte todavía no terminaba de caer sobre alrededor mientras se frotaba el rostro entre bostezos, observando de soslayo al adulto. Veía de manera clara el cómo éste preparaba lo que parecían dos biberones, por lo que captó fácilmente qué tanto hacía, quedando aun más sorprendido.
— ¿Son para sus hijas?
Quien diría que alguna vez vería al gran Wolverine mostrándose tan paternal, aunque apenas preguntó juraría que percibió aquella coraza ruda volver a éste, como si la pregunta lo molestara.
— Sí ¿Y qué? – Respondió al instante, dejando callado a Scott pues no sabía si seguir hablando o no. A veces olvidaba que Logan podía ser difícil de tratar con el tema inadecuado. – ¿Qué tanto miras?
No es como si el repentino silencio del chico le molestara, sabía que era por su tono. Sin embargo, sentir la mirada encima incluso a través de aquellos visores podía resultar molesto; como si lo estuviera juzgando y manteniendo algún pensamiento o duda molesta, como lo estuvo soportando de varios estudiantes desde que llegó a la mansión.
— N-no, no es nada. Solo... – El joven realmente no sabía decirlo, aunque el inmortal no tardó en adivinar lo que pudiese insinuar.
— Si vas a soltar alguna idiotez como que no me imaginas cuidando niños, ahórrate el golpe que te daré y a mi el coraje. – Gruñó antes se ignorarlo de nuevo, ya sacando el segundo biberón del microondas.
Ya había tolerado muchos comentarios como ese desde el primer día en que supo de las niñas, desde estudiantes hasta del estúpido nazi. No necesitaba oírlo de nuevo, como si nueva vida ya no lo estresara por sí misma.
Ya a este punto todo eso le daba igual, haría lo que quería y necesitaba sin importar nada más.
El castaño por otro lado frunció sus labios con una mueca, casi ofendido de que esperase de su parte un comentario como ese. No era tan idiota ni suicida, solo que algo de lo que veía hacer al adulto le preocupaba un poco.
— No iba a decir eso, solo que puede medir la temperatura salpicando un poco en su mano nada más. – Terminó por explicarse al final, y es que lo había estado observando tomar sin precaución alguna los biberones, quemándose de por medio más de una vez aunque no mostrase gran queja. – D-digo, para no quemarse más, ya sabe.
Solo era sentido común, aunque eso con Logan no aplicaba mucho.
— ¿Ya olvidaste cual es mi poder, niño? – Sonrió de lado, haciéndole gracia esa preocupación, aunque admitía que fue algo tierno de su parte.
Pero no tanto como lo que escuchó después.
— No, pero sé que aun así le duele ¿No? – Agregó con tal sinceridad que el hombre quedó callado unos instantes. No podía mentir, aquello fue una sorpresa para Logan. Incluso si no lo decía y Scott tomaba su silencio como si se hubiese molestado. – Perdón ¿Dije algo-
— Eres extraño. – Lo terminó por interrumpir algo distraído, aunque dedicándole una leve sonrisa. No estaba nada molesto. – Aun así, pensaré en tu sugerencia. – Dicho eso, tomó el par de biberones esta vez con una servilleta que alcanzó a tomar prestada y pasó de largo al joven, deteniéndose junto a la puerta solo para decir algo más. – Ve a dormir, chico bonito, yo debo encargarme de lo mío.
Aquello dejó más que desconcertado al chico, quien no estaba seguro si aquello último fue parte de un nuevo sueño o no. Desde que llegó, estaba seguro que nunca vio al lobo sonreír ni mostrarse tan amable.
Era un cambio agradable y que hacía a su pecho sentirse cálido.
Y en cuanto a Logan... Bueno, era dulce descubrir que tal vez sí le preocupaba a algunas personas más de lo que creía, incluso si era por algo innecesario.
Scott ya no le parecía un chiquillo más.
Eso o tal vez la paternidad seguía poniéndolo sensible a tonterías.
Quien sabe.
Notas finales: ¿Por qué escribo esto? Ni idea, solo gócenlo (?)
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