Capítulo Único

Un grupo de militares se encontraban caminando por unas instalaciones gubernamentales bastante destruidas. Finalmente llegaron a una habitación donde los esperaba un hombre de baja estatura.

—Señor Trask —habló el militar al mando.

—Ya era hora que apareciera, Coronel Striker.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunto el militar.

——Mutantes —respondió Trask—. Tenía a un grupo de mutantes capturados para mis experimentos cuando ese grupo de terroristas, los X-Men, llegaron a destruir todo. Si no los detenemos, los mutantes terminarán ganando la guerra. Ya bastante tenemos con ese monstruo gris en Las Vegas y el alien loco en Metrópolis.

—Tranquilo, Dr. Trask —exclamó Striker con voz firme pero calmada—. Nos encargaremos de Los X-Men.

Horas más tarde, en una celda especial, se encontraba un hombre de cabello canos y ojos claros leyendo tranquilamente un libro.

A sus espaldas se abrió la puerta dejando entrar a un guardia obeso con algo de barba junto al Coronel Striker.

—Striker —exclamó el hombre de cabellos canos—, que desagradable sorpresa.

—Lo mismo digo, Magneto —afirmó el militar mientras se sentaba frente al anciano—. Quiero información. ¿Dónde encuentro a los X-Men?

Los coléricos ojos azules del mayor se posaron sobre el coronel que mantuvo en todo momento la mirada.

—¿Te creés que le entregaré a hermanos mutantes, por más diferencias que tenga con ellos, a un maldito homosapien cómo tú?

En ese momento, el guardia le empujó la cabeza a Magneto para que esta quedará contra la mesa de vidrio.

—Siempre obtengo lo que quiero —dijo Striker mientras sacaba una jeringa—. Siempre.

A la noche, en un bosque, un escuadrón militar fuertemente armado caminaba con cautela hasta que llegaron a vislumbrar una enorme mansión a lo lejos. Aquélla, era la escuela de Charles Xavier.

En ese momento, el que iba al frente del escuadrón levanto el brazo con su puño apretado dando la orden de detenerse a los hombres.

—¿Ya le programaron la misión? —preguntó Striker, quien era el líder de la operación, al ponerse los dedos en el oído.

—Afirmativo, señor —respondió una voz a través de un micrófono en su oído.

—Liberenlo.

En la mansión, la heroína conocida como Rogue bajaba las escaleras para ir en busca de un vaso de água. 

La joven se dirigió a la cocina donde se sirvió su vaso y bebió tranquilamente hasta que una sensación de temor la invadió; la misma sensación que se siente cuando uno es observado. La mujer volteó y se paralizó de la impresión al ver a un hombre de físico imponente con un extraño y enorme visor en su cabeza del cual salían varios cables, además de que poseía tres garras metálicas en cada mano.

Antes de que Rogue pudiera reaccionar, aquél sujeto le cortó la cabeza en un rápido movimiento.

—Arma X acaba de asesinar a uno de los objetivos —le comunicó un hombre a Striker a través del micrófono.

—Prepárense para avanzar a mi señal —exclamó el militar.

Dentro del visor de Arma X había varios recuadros pequeños donde se veían los rostros de Los X-Men, marcando una equis sobre la foto de Rogue. El mutante comenzó a subir en total silencio por las escaleras en busca de sus siguientes victimas.

—Mon chérie —exclamó una voz masculina que salía del cuarto donde estaba Rogue, no siendo otro que Gambito.

El hombre x se sorprendió al ver a Arma X a unos pocos metros de él.

—¿Quién eres tú?

Arma X simplemente gruño y dió un potente saltó hacía adelante, clavando sus garras en su presa la cual gritó del dolor. El asesino le conectó un zarpazo al rostro, silenciandolo de inmediato aunque ya era tarde pues varios habían sido despertados.

—¡Monstruo!

Arma X se levantó rápidamente solo para recibir una patada en el abdomen que lo hizo salir disparado hacía una pared, casí atravesando esta. Frente a él se encontraba un enfurecido Coloso.

—¡Vas a pagar por esto!

Arma X rugió y corrió hacia Coloso que hizo lo mismo antes de lanzar un feroz izquierdazo a la cabeza de su enemigo. El asesino logro esquivarlo al saltar a un costado y rápidamente corrió al lado del héroe, conectandole un corte en las costillas. Coloso se sorprendió de que su piel fuera atravesada pero no pudo pensar mucho en eso ya que Arma X le clavó ambas garras en la espalda, haciéndole escupir sangre.

Unas fuertes garras se clavaron en los hombros de Arma X que fue jalado hacía atrás antes de ser arrojado a la planta baja. Sin embargo el mutante aterrizó de pie justo cuando una doble patada le golpeó al visor. Aquello lo hizo retroceder y notó que su atacante era el mutante conocido como Bestia.

Bestia rápidamente le conectó un zarpazo al pecho, provocándole una profunda herida, seguido de un zarpazo ascendente en la mandíbula. Sin embargo, Arma X respondió con un profundo corte en el abdomen que hizo gruñir del dolor a su enemigo. Bestia dió un salto hacia atrás pero el cazador no le dio respiro y logró apuñalarlo con las garras en el rostro, matándolo en el acto.

Tras dejar caer el cuerpo de su enemigo, Arma X recibió el impacto de los rayos oculares de Cíclope junto con un rayo eléctrico de Storm lo cual le hizo atravesar casí toda la planta baja, provocándole bastante daño.

—¡Coloso! —gritó preocupada Kitty Pride al ver como este se desangraba.

—Kitty, Bobby: lleven a Coloso a la enfermería. Jean, Warren: pongan a salvo a los estudiantes. Storm y yo nos encargaremos —ordenó Cíclope.

Cíclope y Storm aterrizaron en la planta baja mientras Arma X se preparaba para volver a subir, ya con sus heridas curadas. 

El líder de los X-Men le disparó rápidamente al rostro pero Arma X puso sus garras en forma de equis delante de su visor, recibiendo el ataque aunque retrocediendo unos segundos por el impacto. A gran velocidad se movió a un costado para dejar que el rayo siguiera su curso y así poder correr hacia sus próximas dos victimas. El asesino esquivaba con ágiles saltos los disparos de sus enemigos hasta que Storm le arrojó un poderosa ventisca que lo detuvo lo suficiente para que Cíclope, de un disparo ocular, lo hiciera atravesar la entrada de la mansión.

—Señor, Arma X esta teniendo problemas con Cíclope y Storm —le comunicó el informante a Striker.

—Vamos a entrar —ordenó el coronel.

Arma X rodó por el suelo mientras los dos X-Men se le aproximaban a paso firme.

—¿Por qué nos atacas? —preguntó Cíclope a lo que recibió un gruñido animal de respuesta—. Respondeme o te arrancaré la respuesta a golpes.

—"Scott —le habló el Profesor X directo a la mente de Cíclope— he intentado entrar a la mente de nuestro atacante pero no logró conseguirlo. Debes sacarle ese extraño casco, creó que eso me impide avanzar más".

—"Como deseé, profesor".

Arma X intentó atacar pero Cíclope le disparó a la cabeza con gran potencia, logrando destrozar el visor que allí tenía y arrastrarlo por el suelo. Storm se elevó por encima del asesino y, cuando Scott término de disparar su rayo, le dejo caer encima rayos eléctricos. 

El mutante de las garras grito del dolor antes de quedar completamente inmóvil, con bastante de su piel quemada.

—Creó que se desmayo —exclamó Storm mientras aterrizaba al lado del cuerpo de Arma X—. Vamos a llevarlo adentró para asegurarlo.

Storm sujetó a Arma X de un brazo pero este abrió los ojos antes de darle un feroz zarpazo que le abrió profundamente el estómago. Storm se tomó de la herida en shock mientras retrocedía, y lo último que vió fue un rostro desfigurado gruñirle.

Arma X le clavó sus garras en el mentón, atravesando hacía arriba el cráneo de la africana.

—¡¡No!! —gritó desesperado Cíclope.

El líder de los X-Men comenzó a disparar con gran furia hacia el asesino pero este esquivo cada disparo mientras corría y saltaba de forma impredecible. Cíclope se veía más presionado y desesperado a medida que su enemigo se le aproximaba hasta que finalmente vió sus garras a punto de cortarle la cara. Tras eso, todo quedó en oscuridad para él.

—Arma X acaba de eliminar a Cíclope y Storm —comunicó Striker, que se encontraba en el techo junto a su escuadrón, a su informante.

Arma X caminó a paso firme pero veloz a la puerta destrozada de la mansión para continuar con su masacre.

—Bien, equipo —habló Striker—. Arma X esta limpiando la casa, nosotros vamos a cobrarle al dueño. 

Los militares pusieron unos ganchos en el borde de la cornisa para ayudarse a bajar con estos.

Arma X empezó a olfatear para rastrear a sus enemigos pero no hizo mucha falta debido a que una bola le hielo le fue disparada a la cara. Con sus garras, el mutante destrozó la bola de hielo y vió a su nueva víctima: Ice-Man.

El joven héroe se sintió intimidado al ver al asesino de sus compañeros y no pudo evitar paralizarse un poco por ello. Ya no se estaban enfrentando a alguno de sus villanos clásicos: se enfrentaba a alguien que ya había matado a cuatro X-Men y dejado al borde de la muerte a Coloso. Arma X no dejaba de gruñir cual animal salvaje hasta que finalmente saltó hacía Ice-Man que en un rápido movimiento lo congeló completamente.

—Wow, eso fue fácil —se dijo a si mismo Ice-Man—. "Profesor, ya me encargué de la amenaza"

—"Hay soldados en la..." —le dijo Xavier más la conexión se interrumpió súbitamente.

—"¿Profesor?"

Bobby se dió vuelta para ir en dirección a la habitación de Xavier sin darse cuenta que detrás suyo, Arma X se levantaba con el hielo descongelandose y sus garras al rojo vivo. Cuando Ice-Man sintió que algo no andaba bien, se volteó solo para que su cabeza fuera cortada por el mutante. Striker había previsto que su maquina de matar podría llegar a ser congelado por lo que le habían insertado un artefacto en su interior que aumentaría enormemente su temperatura para librarse de aquella prisión de hielo.

Arma X comenzó a avanzar, aunque no tenía su visor podía recordar a que personas debía matar pues lo habían programado en su cerebro. El visor era más para llevar un conteo aquellos que lo vigilaban pues les servía como cámara.

Jean Grey empujaba a varios soldados, que intentaban llevarse a los niños con su poderes telekineticos, mientras Ángel les saltaba encima para reducirlos a golpes. La pelirroja no podía acceder a la mente de los militares pues los cascos que estos traían se lo impedían. De pronto, los dos X-Men vieron la sombra de Arma X aproximarse para posteriormente ver al asesino cubierto de sangre.

—¡Maldito monstruo! —bramo Ángel antes de volar al ataque.

—Warren, ¡no! —gritó Jean.

Arma X se arrojó contra su rival y le corto la cabeza en tres pedazos de un zarpazo, dejando caer su cuerpo muerto al suelo. Cuando volteó hacia Jean, sintió una gran fuerza empujarlo.

—¿Por qué nos atacas? —preguntó entre gritos la mutante, al borde del llanto—. ¿¡Qué te hemos hecho!?

En eso, varios disparos se escucharon en el área de enfermería, donde Kitty y Coloso se encontraban.

—Oh, no —murmuró Jean volteando por un momento.

Un rugido la hizó voltear nuevamente hacía Arma X que ya estaba a menos de un metro de ella. Jean saltó hacia atras, no pudiendo evitar recibir un corte que subía desde su estómago hasta el pecho. La pelirroja apartó a su enemigo con sus poderes al mismo tiempo que se apartaba ella. Aunque su herida no era mortal, si sangraba bastante y le era muy dolorosa. Intentó frenar a Arma X con sus poderes telepáticos pero le era imposible acceder a la mente de este debido a su cráneo de adamantium por lo que decidió causarle el mayor daño posible con sus poderes telepáticos. El mutante gruñia de dolor al sentir como parte de su piel era desintegrada pero esta rápidamente se regeneraba. Aunque se sentía empujado, se paro con firmeza y empezó a avanzar hacia su asustada víctima.

Jean se sentía débil y desesperada, intentó contactar mentalmente con Kitty o Coloso pero no encontraba la mente de ninguno, tampoco de otro X-Men. Lágrimas brotaban de los ojos de la pelirroja mientras apegaba su espalda a una pared, sabiendo que era la última X-Men. Deseaba tener más poder, tener una energía cósmica y explosiva que tomara el control para detener a aquél animal, pero no tenía ningún poder dentro que pudiera sacar en ese momento.

Finalmente, Arma X quedó a menos de un metro de Jean y, de un feroz golpe, le clavó las garras en el estómago. La mujer vómito un poco de sangre mientras veía los ojos enloquecido de su verdugo. Como último intentó de averiguar el porqué del ataque, le tocó el rostro para ver sus pensamientos. Aunque el adamantium podía bloquear a distancia los poderes de un telépata, no era tan eficiente cuando este estaba tan próximo. Jean pudo ver que lo que tenía delante no era más que un hombre al que le habían lavado el cerebro. Con dificultad, logró acceder a algunos de los recuerdos de aquél sujeto, provocando que este también los recuperará. El rostro del mutante paso de una mueca de furia animal a una de confusión, miedo, shock, consternación y más.

—Pobre... Hombre —murmuró Jean antes de caer muerta por la herida.

Arma X se apartó asustado, cayendo en cuenta de lo que había hecho. Se tomó de la cabeza sin comprender, con su mente hecha un completo desastre. Atemorizado y confundido, actuó por instinto y corrió hacía la primera ventana que vio, atravesando esta para perderse en la noche. Pero ya no importaba, pues detrás suyo había dejado una gran cuenta de cadáveres. Detrás suyo, dejaba a una mansión Xavier que había sufrido... Una masacre.


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