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El ruido de las voces de todos a su alrededor se hizo distante, tan solo podía escuchar los latidos de su propio corazón, que palpitaba con demasiada rapidez gracias a los nervios que se estaban apoderando de todo su cuerpo a medida que se acercaba a ella.
Abrazó con más fuerza sus brazos, agradeciendo internamente que el bebé haya estado con Frankie y los chicos en ese momento.
—Gerard —la voz de su madre salió con un toque de lo que él quería creer era arrepentimiento—. ¿Podemos hablar unos minutos?
Bajó la mirada un momento, pensando en que era lo correcto, no había imaginado que esa situación llegase pronto y si bien había considerado volver a ver a su madre, ahora no tenía la menor idea de cómo reaccionar frente a ella.
—Espérame un momento, le diré a Frankie...
No esperó respuesta y volvió hacia adelante, donde Frank estaba con los demás, le hizo una pequeña seña y le llamó.
—Frankie, mi mamá está aquí...
—¿Qué? ¿Te hizo algo? ¿Qué te dijo? —preguntó alarmado.
—No bebé, no me hizo nada, dice que quiere hablar conmigo.
—¿Quieres hacerlo mi Gee? Si no estás seguro o no te sientes cómodo no estás obligado bebé —dijo Frank, acariciando con su mano libre la mejilla de Gee.
—Creo que es algo que debo hacer Frankie, al menos la escucharé y no sé, responderé lo que dicte mi corazón.
—No quiero que te haga sentir mal.
—No lo hará amor, cuida a Miles, regreso en un momento.
Frank asintió y Gerard se acercó al bebé, levantó la suave manta que lo cubría y dejó un delicado beso en su cabecita, luego se incorporó y besó la mejilla de Frank, él lo abrazó por los hombros un par de segundos y lo dejó marchar, Frank se quedó un poco inquieto viendo en dirección a donde Gerard caminaba, Donna le esperaba cerca de las gradas al final del recinto.
—Sé que quizás no quieras verme Gee —empezó la rubia—. Primeramente quiero disculparme por todo lo que pasó, no debí haberte tratado de esa manera, no fue correcto darte la espalda...
—¿Porqué me buscas hasta ahora? —le interrumpió.
—Tenía temor de tu reacción Gee...
—¿De mi reacción? ¿No tuviste temor por mi vida mamá? Mi bebé y yo pudimos haber muerto luego de haber salido de tu casa, tantas cosas pudieron habernos pasado.
—Gee lo sé y créeme que me arrepiento mucho de ello, yo no sé que pasaba conmigo...
—Yo no te iba a pedir nunca que me mantuvieses a mi o a Miles, nunca lo hubiese puesto a él como una carga más en tus hombros, yo simplemente necesitaba tu apoyo en ese momento, tu compañía a mi lado —Gerard solamente estaba dejando salir aquello que quemaba dentro de él pero tenía muy en claro cual era la decisión que tenía que confesar cuando acabara con todo aquello.
—Gerard yo se que...
—Nunca pensé en que tu reacción sería esa mamá, yo sabía que lo que me había pasado no era digno de aplaudir ni de felicitar pero no merecía que me dieses la espalda —sus ojos estaban rojos, pero no lloraria, ya no más—. No tengo porque reclamarte absolutamente nada porque tu no estás en la obligación de aceptarme o aceptar a mi bebé pero tampoco te puedo perdonar.
—Hijo...
—No mamá, escúchame, no puedo perdonarte el que hayas sido capaz de pedirme que me deshiciera de una parte de mi, eso es algo que me lastimó el alma y difícilmente podré olvidar, no quiero ser alguien rencoroso y vivir con ello toda la vida, solo que cuando sienta que eso ya no duela más y este listo para dejarlo ir, lo haré —fijó sus ojos en los de su madre que le miraban entre una mezcla de sorpresa y tristeza—. Si te dejo entrar en mi vida, no me sentiré en la confianza para dejarte estar cerca de él, lo siento si estoy siendo muy extremista, pero no puedo, una vez estuve a punto de perder a mi hijo, no pienso pasar una situación así nunca más —soltó sus manos y las dejó descansar a cada lado de su cuerpo—. No digo que seas mala mamá, pero la confianza que existía entre nosotros se rompió aquella tarde, espero que algún día esa brecha se pueda formar otra vez pero por el momento es mejor que cada quien siga su camino.
—Yo... hijo... de verdad, sé que lo que hice no estuvo bien pero por favor discúlpame.
—Una disculpa no remienda un corazón y los sentimientos rotos mamá, una disculpa no borra de mi mente tu mirada, una disculpa no borra todo lo que siento...
Donna no dijo más en un par de minutos, lloró en silencio mientras Gerard le observaba, él la quería, claro que si, era su madre, pero él estaba herido, aún así no pudo evitar sentir empatía por ella y la rodeó con sus brazos en un corto abrazo.
—Te quiero mamá, pero no puedo, cuando yo esté listo para dejar que vuelvas a mi vida y conozcas a Miles te buscaré, espero lo puedas entender.
No esperó respuesta de su parte, se retiró del lugar caminando con pasó firme hacia donde su pequeña familia le esperaba.
Cada palabra que le había dicho a su madre era cierta, quizás lo que le dijo había sido muy fuerte pero sentía que era lo justo, no podía simplemente disculparla si realmente no lo sentía, el tiempo le ayudaría a curar esa herida y superarlo, por el momento se sentía mejor consigo mismo, una carga menos que llevar a cuestas y en la cual dejar de pensar.
Algún día volvería a estar junto a ella como la familia unida que siempre habían sido, pero como Frankie le dijo una vez, todo a su tiempo.
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