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𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑭𝒓𝒂𝒏𝒌
—¿Estás cómodo así mi Gee? —le pregunté, mientras le terminaba de acomodar una almohada en su espalda.
—Sip, pero necesito un besito tuyo Frankie —me dijo con una sonrisa tierna en sus suaves labios.
Acaricie su mejilla, me senté en el colchón acomodando cada mano a un lado de su cuerpo y me incliné sobre él con mucho cuidado para besarle, tan solo uniendo nuestros labios, ejerciendo un poco de presión, cerré mis ojos aspirando el dulce de su aroma.
—Te amo tanto, lo has hecho tan bien mi Gee, estoy muy orgulloso de ti —dije a escasos centímetros de su rostro.
—Yo también Frankie, te amo con la vida, tú y ese bebecito lindo son mi vida entera.
—Lo amo también, es tan hermoso y frágil.
—Es delicado y precioso Frankie, imaginé tantas veces como sería su rostro y cuando estuvo sobre mi pecho y lo vi por primera vez no lo podía creer.
—Hiciste un trabajo excelente mi amor.
—Sin ti no hubiese podido lograrlo.
—Yo solo he sido tu apoyo mi Gee, pero has sido tu él que trajo a la vida a nuestro bebé, lo tuviste dentro de ti y le diste amor desde el primer día, fuiste muy valiente durante todos estos meses.
—Gracias por estar a mi lado incondicionalmente.
—Lo estaré siempre bebé, lo sabes.
Gee asintió despacio y volvió a depositar un casto beso en mis labios, hasta que un leve toque en la puerta nos hizo separarnos.
Mi mamá abrió y entró a la habitación con Miles en brazos.
—Éste bebé ya está limpio y muy oloroso.
—Gracias Linda —le dijo Gee mientras me levantaba para tomar al bebé de los brazos de mi mamá, ya había aprendido como hacerlo con mayor seguridad, él tenía sus ojitos cerrados y sus manos en la boca, tenía hambre.
—Los dejo chicos, debo ir al trabajo, pidan almuerzo a domicilio, les dejaré dinero, cualquier cosa que necesiten me llaman, Frankie ya sabes como cambiarle el pañal.
Yo sonreí y asenti, me acerqué a mi mamá y le di un beso en la mejilla, ella no se había separado de nosotros en el par de días que habíamos estado en la clínica, hasta esta mañana en que Miles y mi Gee fueron dados de alta, Gerard no podía moverse solo aún, así que cuando llegamos a casa, mi madre se ofreció a cambiar la ropa del bebé mientras yo traía a Gee a nuestra habitación y le ayudaba a vestirse con ropa más cómoda y a acomodarse.
Cuando ella nos dejó solos nuevamente, me senté al borde de la cama cerca de Gee.
—Creo que ya tiene hambre —dije con el bebé en mis brazos.
—Quiero cargarlo cielo.
Le di un pequeño beso en su frente y lo acomodé en los brazos de Gee, se miraba tan hermoso cargando al bebé, si antes yo pensaba que tenía al novio más lindo del mundo, ahora lo confirmaba de nuevo.
Era por mucho una de las escenas más lindas las que estaba presenciando mientras preparaba el biberón, Miles había agarrado un dedo de la mano izquierda de Gee, él lo movía y le hablaba con voz dulce a nuestro pequeño.
—Eres el mejor —le dije depositando el biberón en sus manos—. Miles va a ser un niño muy feliz.
—Yo sé que si Frankie —Gee acercó la mamila a la boca de Miles, el bebé inmediatamente la aceptó y empezó a comer—. ¿Te digo algo Frankie?
—Lo que quieras amor —le dije mientras acomodaba la almohada del bebé debajo de él y del brazo de Gee, luego me acosté en la cama, de costado apoyándome sobre mi brazo para verles.
—Tenía mucho miedo —murmuró con un deje de voz triste.
—¿De qué Gee?
—De que cuando el bebé naciera se pareciera físicamente, a ya sabes... —dijo aganchando la mirada.
Tan pronto lo comprendí una lágrima rodó de sus ojos y terminó su recorrido sobre la pijamita celeste aqua de Miles.
—Es algo que yo no podía saber y no tenía miedo por mi, sino por él Frankie, yo no quiero que él se de cuenta nunca, no quiero que por ningún motivo nos quite a nuestro bebé, no quiero.
Escucharlo hablar así me hizo sentir triste, Gee siempre me contaba todo pero eso lo había estado guardando en su interior, quizás con más recelo que el asunto de Donna, porque se que no le gusta hablar de Robert, es un asunto muy delicado para él, desde aquella tarde despues que volvimos de la escuela y Gee temía por el que dirán, no volvimos a referirnos a ese sujeto siquiera, no pensé en que tendríamos esta plática, pero creo que es algo necesario, expresar sus miedos para sanar esa pequeña herida que sé que aún sigue en su corazón.
Además yo entiendo los temores que él siente, luchó tanto por este bebé, no le importo quedarse solo y sin nada por protegerlo, que sería una completa crueldad que algo así sucediese.
Pero yo nunca lo permitiré.
—Yo nunca lo permitiré mi Gee —le dije en voz alta, levantándome con rapidez para sentarme muy cerca de él pasando un brazo sobre sus hombros, haciendo que se acurrucara en mi pecho, sentí como temblaba levemente con su llanto apenas audible—. ¿Recuerdas lo que te dije aquella tarde cuando empezamos a vivir juntos?
Aspire el aroma de su cabello y dejé muchos besos en el para que se tranquilizara, traté de que mi tono de voz fuese bajo, como a él le gusta que le hable siempre.
—Tu y Miles son míos, nada ni nadie los apartará de mi lado, él ya está registrado con mi apellido mi Gee, somos una pareja formal...
—Lo sé pero siento ese temor...
—No quiero que te mortifiques pensando en ello amor, te juro con mi vida que estaremos juntos siempre.
Justo en ese momento el bebé acabó de comer, con suavidad Gee le retiró el biberón y me lo dio, lo puse en la mesa y esperé que lo acomodara en su pecho para sacarle los gases.
—Debes de pensar que soy un tonto inseguro...
—Nunca lo haría Gee, comprendo todo lo que sientes pero no te preocupes por eso porque yo sé que no va a pasar.
—Me gustaría algún día cerrar ese capítulo de mi vida y tener paz total.
—Y lo harás, pero todo a su tiempo, tendrás la oportunidad de hacerlo pero hasta que ese día no llegue, siéntete tranquilo, disfruta ahora que finalmente tenemos al bebé en nuestros brazos —Gee ya había parado de llorar, acercó sus labios a la cabecita de Miles y dejó pequeños besitos en ella, me causó mucha ternura verlo así.
—Gracias Frankie...
—Te amo...
Con delicadeza me acomode en el pecho de Gee también, muy cerca de bebé, viendo su rostro tan tranquilo ajeno de cualquier cosa, es así como debe ser siempre, nuestro bebé va a crecer feliz al igual que me encargaré de hacer cada uno de los días de Gee, felices y hermosos, dignos de recordar y atesorar por siempre.
Está vez fue él el que me rodeó con su brazo y besó mi frente y me dijo un suave te amo, tan sólo cerré mis ojos y le abracé por la cintura.
Estoy consciente que en nuestra relación habrán altos y bajos como en este momento, quizás hayan tropiezos porque no existe la perfección pero siento desde lo más profundo de mi corazón que mientras haya amor y confianza entre nosotros, podremos salir adelante.
Aunque Miles y yo no compartamos un lazo sanguíneo, el amor que le tengo desde que descubrí junto a Gee que él venía en camino, es suficientemente inmenso para enterrar ese hecho, él es mi hijo y nada ni nadie cambiará eso nunca, tengo fe en ello.
Sé que así será, los amaré por y para siempre, incluso cuando tengamos más bebés, no existirá una diferencia con ninguno de ellos.
Espero que mi Gee pronto pueda cerrar todos esos capítulos de su vida, yo estaré a su lado, tomando su mano, dándole mis fuerzas, siendo su apoyo incondicional.
Nuestros caminos apenas están comenzando a trazarse, aún hay mucho porque recorrer.
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