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La mañana de ese día como en los últimos dieciocho años, Linda había entrado a la habitación de su hijo con un pastel de chocolate en sus manos, las velitas con el número 18 encendidas mientras entonaba alegre la ya tan conocida melodía para Frank, era una tradición hacer eso, con la diferencia que a partir de este año dos nuevos integrantes se habían sumado.

Gerard estaba junto a ella, cantándole con entusiasmo, Frank sintió que se derretía de ternura al verlo con esa camisa que le quedaba bastante floja, unas leggins negras y su cabello negro ahora muy largo recogido en media cola con una piraña.

Esos días Frank había estado observando mucho a Gerard, enamorándose aún más, Gee se miraba mucho más lindo, sus mejillas más rellenitas y rojas todo el tiempo.

—Feliz cumpleaños mi bebé —exclamó Linda cuando Frank apagó las velitas, se acercó a él, dándole un fuerte abrazo y un beso en la frente.

—Gracias ma —respondió hundiendo un dedo en la torta y probándola.

Linda le dijo un par de palabras más, deseándole siempre sus mejores deseos para su vida, luego les dijo que iría abajo a preparar el desayuno antes de partir a su trabajo.

—Feliz cumpleaños Frankie —le felicitó Gerard, sentándose a su lado con cuidado, se apoyó con sus manos a cada lado del cuerpo de Frank y se inclinó sobre él, tomó sus labios en un beso suave y tierno.

—Gracias mi amor —dijo con una sonrisa en sus labios mientras sus rostros permanecían juntos.

Gee tomó una mano de Frank y la llevó a su vientre, el bebé se movía sin parar, cuando Frank lo tocó ambos rieron genuinamente.

—Dice que feliz cumple a papi Frankie también —dijo Gerard.

—Gracias cielito —le dijo al vientre plantando un beso en el.

El pelinegro se levantó de la cama despacio, yendo a buscar algo entre sus pertenencias, luego volvió a sentarse junto a Frank con una caja envuelta en papel de regalo en sus manos.

—Es para ti.

—Gee —chilló emocionado, murmuró un delicado gracias y procedió a romper el papel con motivo de El Extraño Mundo de Jack, dentro de la caja encontró una camisa gris con letras negras que decían Black Flag, justo la que había querido un par de días atrás, había también un par de púas nuevas y lo que más le gustó fue una cadena dorada con un dije de corazón, este era muy particular ya que a su vez era un relicario, sencillo pero lindo, Frank le sonrió a Gerard mientras abría el corazón, en el lado izquierdo había una pequeña foto de sus rostros sonrientes el día que cumplieron dos meses siendo novios.

—Cuando Miles nazca pondremos una de él —le dijo a Frank con dulzura—. Es para que siempre nos lleves cerca de tu corazón cuando no estemos juntos bebé.

—Es perfecto mi Gee, gracias —le dijo colocándose con rapidez la cadena para después abrazar a su novio y besarle.

Estuvieron un rato más acostados hasta que Linda les dijo que el desayuno ya estaba listo.

Tomaron el delicioso desayuno que ella preparó, Gerard pidió además un trozo de pastel porque moría de ganas por probarlo y a esas alturas de su embarazo nadie le negaba nada, luego de conversar un rato cada quien tomó su rumbo.

Linda trabajaba medio día los sábados, así que les dijo que les invitaría a almorzar fuera ya que ese año Frank no había querido hacer ninguna fiesta.

Durante toda la mañana ambos chicos se la pasaron acostados sin nada que hacer, cerca de las once comenzaron a alistarse.

Frank usó su camisa nueva junto con un pantalón negro y unas vans, mientras que Gerard llevaba unos shorts de maternidad y una camisa de salir color salmón, con unas sandalias cómodas puesto que sus pies estaban inflamados y le molestaba usar tenis.

El resto del día había sido genial en palabras de Frank, almorzaron en Friday's, su restaurante favorito, a la tarde sus amigos le habían escrito para verse en el centro comercial, vieron una película en estreno y luego fueron a cenar a un puesto de comida rápida.

Cerca de las ocho de la noche regresaron a casa, Linda ya estaba en su habitación viendo televisión y ellos sin más que hacer fueron a la suya. Frank se cambió a su pijama primero, mientras esperaba a que Gerard saliera del baño encendió su televisor para matar el tiempo.

—Frankie...

La respiración de Frank se entre corto al ver a su novio en la puerta del baño, con un brazo estirado sobre el marco de la puerta, su pierna flexionada casi a la altura de su rodilla, las curvas de su vientre y sus caderas realzaban, sus delicadas piernas se apreciaban perfectamente, su torso pálido estaba resguardado con la tela fina del traje rosado con negro que le había obsequiado unos meses atrás.

Gerard no lo había usado porque le dijo que le daba pena que lo viera así con ese enorme vientre, aunque Frank insistió mucho en que no importaba, el pelinegro estuvo firme en su posición.

Pero ahora lo tenía vestido así frente a él, tan perfecto, su rostro lucía etéreo y precioso.

—Gee —musitó dejando el control a un lado, el televisor en un canal cualquiera, se incorporó en la cama, apoyando parte de su espalda en el respaldar.

—¿Te gusta?

Con pasos gatunos se acercó a la cama y dio una pequeña vuelta, Frank notó que llevaba unas delicadas panties de color rosa también y no pudo evitar que su cuerpo reaccionara ante la vista que tenía.

—Estás muy lindo.

Gerard le sonrió y se subió a la cama, acomodándose sobre él, con cada pierna al lado de las suyas, llevó sus manos al pecho de Frank y se inclinó sobre él para besar sus labios.

Ansiosos lamian y succionaban los labios ajenos, chasquidos producidos por el humedicimiento resonaban en la habitación, Gerard se separó jadeante para mover un poco sus caderas sobre el bulto de Frank, éste lo agarró de los muslos mientras cerraba sus ojos y disfrutaba del contacto.

—¿Estás seguro? No quiero lastimarte.

—No lo harás, será despacio además estoy seguro que en menos de una semana ya no podremos hacer esto por un buen tiempo —comentó Gerard entre suaves gemidos.

Frank asintió mientras Gerard salía de su regazo y se quitaba la ropa interior y abría su delicada bata, la dejó solamente sobre sus hombros, Frank por su parte se deshizo de sus pantalones y camisa, quedando totalmente desnudo se volvió a acomodar en la misma posición sobre la cama.

Mientras Gerard se desvestía y se acomodaba sobre él de nuevo, tomó el lubricante de su mesa de noche y derramó una buena cantidad sobre su miembro, acariciandose de arriba a abajo.

Gerard se apoderó del cuello de Frank, besando y succionando justo sobre su manzana de Adán, Frank presionaba sobre la base de su pene, moría de ganas por penetrarlo pero debía ser gentil, así que llevó sus dedos con restos de lubricante hacia la entrada de Gee, los hundió suavemente dentro de él y con su otra mano fue a acariciar el miembro de su novio.

Cuando Gerard sintió que estaba bien se lo hizo saber a Frank, se acercó más a él, justo sobre su miembro, Frank lo mantuvo firme esperando a que Gerard se sentara sobre él, una vez que la punta estaba dentro, Frank devolvió sus manos a los muslos de Gerard, apretando su piel a medida que su pene se deslizaba en el interior de Gerard.

Tan cálido y delicioso.

Gee empezó a dar pequeños saltos, disfrutando del tamaño de Frank, cambió sus movimientos al apoyar sus manos sobre el respaldar de la cama, iba de adelante hacia atrás, apretando cada vez más a Frank dentro de él.

Gemian sus nombres entre besos húmedos, cuando Gerard se cansó se quedó quieto, apoyado sobre sus rodillas, con la respiración agitada impactando en el rostro de Frank, sus mejillas estaban más rojitas.

—Me encantas Gerard —gimió Frank tomándolo de los glúteos y controlando ahora las embestidas.

Iba cada vez más rápido y más erráticas, se sentía al borde.

Trató de aguantar lo más que pudo mientras tomaba el miembro de Gee y lo masturbaba con rapidez, fue hasta que él acabó que Frank se permitió estallar en su interior, sintiendo como su líquido escurría sobre su miembro al tiempo que lo deslizaba fuera de Gerard.

—Eso estuvo increíble Frankie —le dijo Gerard sonriendo, mientras se acostaba a su lado.

—Demasiado bebé —respondió quitando los cabellos húmedos de la frente de Gee—. Deberías usar más ropa como esa.

—Cuando el bebé nazca y recupere mi cuerpo, te lo prometo.

Frank asintió satisfecho, abrazó más el cuerpo de Gerard a él y los cubrió con la manta, ya después cambiaría esas sábanas.

Se quedaron abrazados sintiendo la calidez de estar unidos después de hacer el amor mientras miraban una película romántica, a la cual no le prestaron mucha atención pues los labios ajenos habían adquirido en ese momento un mágico sabor enviciante.

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