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Habían dado bastantes vueltas alrededor del centro comercial, los dedos de las manos de Frank estaban entumecidos por llevar muchas bolsas pero esque era inevitable escoger tantas cosas lindas para el bebé.

Pijamas, mamelucos, calcetines, camisas e inclusive un pequeño overol que luciría encantador en él habían escogido, pero lo que más les había encantado a ambos padres era una pijama de cuerpo completo, era negra con las formas de un esqueleto en blanco, tenía una pequeña capucha, le pondrían esa para salir del hospital, no tenían dudas.

También pasaron por una tienda de mascotas y compraron dos platos para Lotion, un collar diminuto para su cuello, además le consiguieron comida especial para mientras lo llevaban con el veterinario.

Cerca de las 5: 30 habían decidido parar en una heladería para descansar un rato, mientras Frank pedía un helado para él y una piña colada para Gerard, este último se relajaba en la silla, sus pies estaban doliendo bastante, muy probablemente estaban hinchados y el bebé no paraba de moverse, pateando cerca de sus costillas, le daba leves caricias para tratar de tranquilizarlo.

Suspiró cerrando sus ojos un momento, cuando llegaran a casa se daría una ducha e iría a acostarse, pensó en pedirle a Frankie que lo mimara un poquito llevándole su cena a la cama mientras veían una película.

Ese era un buen plan para pasar ese sábado en la noche, de los pocos que les quedaban libres.

Frank revisó su teléfono antes de tomar sus pedidos en sus manos, tenía un mensaje de Patrick en donde le decía que todo estaba listo y podían volver.

—Regresé bebé —anunció tomando lugar junto a Gerard.

—Que bue.... ahh —un pequeño jadeo le hizo interrumpir, cerró sus ojos con fuerzas y respiró profundo, la piel de su abdomen se estiró demasiado con el inusual movimiento del bebé.

—Gee —Frank lo tocó con preocupación, comenzó a acariciar su vientre y a murmurar palabras dulces para Miles, pocos segundos después se relajó y volvió a sus habituales golpecitos, Frank le dio un beso sonoro y luego acercó su rostro al de Gerard—. ¿Mejor? —le preguntó.

—Mucho, creo que está desesperado por salir —mencionó con una sonrisa al tiempo que una leve capa de sudor cubrió su frente.

—Debemos irnos a casa amor —Frank colocó en la mano de Gerard su bebida, se levantó, recogió las compras, ante la mirada confundida de Gerard le tendió su mano para ayudarle a levantarse, después tomó su helado—. Vamos.

Gerard se encogió de hombros y comenzaron a caminar en busca de la salida, pidieron un taxi y volvieron a su hogar.

Al llegar, Gee buscó las llaves en la pequeña bolsa que llevaba, la insertó en la cerradura y giró el pomo con suavidad mientras continuaba hablando con Frank, apenas miró hacia el frente su voz se cortó.

—Sorpresa Gee —gritaron Lindsey y Kristin.

Gerard se cubrió la boca con su mano, Frank rodeó sus hombros con un brazo y besó su cabeza, le susurró un pequeño te amo y le jaló para terminar de entrar a la casa.

Todos estaban ahí, Stacey, Linda, su hermano, sus amigos, le habían preparado una bonita bienvenida a su bebé, el arreglo sencillo justo como a él le gustaba, un enorme conejo con un moño celeste en el cuello era la principal decoración, un arreglo de globos de colores morados y naranjas con una M en medio y por último la mesa del comedor que había sido movida a la sala, había un pastel sencillo con un elefantito al centro y un pequeño rótulo de "Bienvenido Miles", habían varios cupcakes a juego con el pastel y muchos regalos colocados en la mesa y abajo en el suelo.

—Chicos, en verdad gracias —mencionó luego de un par de minutos—. En serio, esto es muy lindo, no lo esperaba.

—Obvio tenías que tener un Baby Shower Gee —mencionó Pete con obviedad haciendo que Patrick rodara los ojos.

—Gracias —volvió a decir.

Cada uno de los presentes le abrazó y acarició su vientre, las chicas se sacaron muchas fotos con él luego de que se retocara su suave maquillaje y cambiase su camisa, ah y de que se quitase sus molestos zapatos.

Pasó sentado la mayor parte del tiempo porque se sentía cansado pero había disfrutado en demasía el lindo gesto que habían tenido para con ellos, Frank estuvo al pendiente de él todo el rato, pasándole de comer y de beber.

Después de repartir el pastel, todos se sentaron alrededor de Gerard para verle abrir los regalos, Frank los iba pasando uno por uno y después de abiertos Bob los llevaba a la habitación del bebé.

Una pañalera color lila le había obsequiado Jamia, Linds un juego de biberones, Pete y Patrick muchos pañales y toallas húmedas, Bob y Ray más ropa, Kristin y sus hermanas le dieron una bata para salir del baño en miniatura que les robó suspiros a todos y también un par de sabanas acolchachas, Mikey una linda y sencilla manta color blanco con un lazo al final, Stacey llevó un regalo muy particular para Gerard el cual no había notado, eran muchas cremas para el cuido de su piel, Ceci y otras maestras con las que Gerard se llevaba bien le habían enviado un presente también, un canasto para transportar al bebé y por último había una caja bastante grande enviada por la abuela Helena, era un moisés portátil que podían armar y mover con facilidad.

Gerard no tenía palabras para agradecer tanto amor y la cálida bienvenida que le estaban ofreciendo a su pequeño incluso antes de que llegara.

Media hora más tarde, Gee y Frank estaban bajo el umbral de la puerta despidiendo a todos mientras Linda terminaba de recoger algunas cosas.

—¿Te gustó amor? —preguntó Frank abrazándolo por la cintura, pegando su pecho a la espalda de Gerard, apoyando su mentón en la curva del cuello de Gee.

—Fue muy hermoso bebé, gracias —Gerard giró su rostro y besó castamente sus labios—. Pero creo que ha sido mucho por hoy, iré a ver al gatito y luego subiré a darme una ducha, necesito acostarme.

—¿Quieres que te lleve algo?

—¿Podemos comer papitas y algo de jugo de mango?

—Iré a comprar mientras tú te relajas entonces.

—Y ¿podemos mirar una película? —preguntó recostando un cabeza en el hombre de Frank, observando su perfil a la perfección.

—Obvio que si, eligela.

Se besaron un poco más y luego Gerard subió, pasó antes por la habitación de Miles, había mucho por hacer en la semana, lavar la ropita y arreglarla, entretanto acariciaba su vientre con una mano pensaba en él mismo en esa habitación arrullando al bebé entre sus brazos.

¡Dios! Moría por conocerlo ya.

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