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Al entrar a la ducha Frank no pudo dejar de pensar en lo sucedido, antes de tomar la esponja y tallar su cuerpo llevó sus manos a su miembro, sentía aún los besos húmedos de Gerard en su cuello, quería que fuesen sus manos las que le recorrían de esa manera, aumentó el ritmo de sus embestidas contra su propia mano, apretando en la punta, unos cuantos movimientos más y se derramó, ya no se sentía mal por tocarse pensando en él porque sabía que Gerard anhelaba lo mismo.
Y no podía esperar para que llegara la noche, haría de ella algo mágico, inolvidable y especial.
Se terminó de duchar, secó su cuerpo con una toalla y se colocó la pijama nuevamente puesto que había olvidado llevar ropa limpia, en su mente trataba de repasar su plan del día una y otra vez.
Como de costumbre, después de vestirse apropiadamente y mientras Gerard se bañaba, bajó a preparar el desayuno, encontrando un par de platos con tostadas, frutas, leche y una nota que Linda les había dejado, había sido invitada a la fiesta de una amiga suya esa noche y no llegaría hasta el sábado por la mañana, "excelente" pensó Frank, guardando la hoja, yendo a buscar un pequeño lirio de los que su madre ahora cultivaba en su jardín.
Un azafrán dorado fue el escogido, lo colocó junto al plato de Gerard y le espero para desayunar.
—Te vez muy bonito —le dijo con una sonrisa.
Gerard vestía esa mañana unas leggins negras, una camisa manga larga de tela de jeans que se ajustaba a la parte superior de su vientre, realzando el bultito, había recogido su flequillo con una traba hacia aún lado dejando despejado su rostro, en sus ojos había rímel y un poco de delineador, sus mejillas se sonrojaron cuando recibió el cumplido.
—Gracias Frankie —murmuró bajando la mirada, aún tenía vergüenza por lo ocurrido.
Frank se acercó a él y le abrazó con cuidado, oliendo su cabello y dejando un sonoro beso en la mejilla, luego le jaló la silla del comedor para que se sentase.
—Yo prepararé el almuerzo —ofreció Gerard—. Tengo ganas de comer unas tortitas de papas como las que hace la abuela, talvez quedan parecidas —dijo con un tono de voz que bien Frank reconocía.
—La extrañas mucho ¿cierto? —le preguntó acariciando una de sus manos.
—Un montón, quisiera verla, que supiera del bebé.
—¿Quieres que vayamos? —los ojos de Gerard se iluminaron ante la propuesta.
—Frankie —chilló levantándose de su lugar y lanzándose sobre Frank, abrazando su cuello—. ¿En verdad? Me encantaría.
—Entonces nos iremos el lunes y volvemos sábado para prepararnos para la escuela ¿qué te parece?
— Perfecto —le dijo dándole un pequeño beso en la mejilla, un golpecito contra la mano de Frank les hizo sonreír.
—¿Y tu celocito, quieres ir a visitar a la abuela Helena? —preguntó Frank inclinando su cabeza contra en vientre de Gee—. Te va a adorar —le dijo antes de dejar un sonoro beso a un lado de su ombligo donde se sentían las pataditas—. Debo ir al super amor ¿Algo que quieras?
Gerard hizo un puchero mientras pensaba, esa mañana particularmente se miraba tan atractivo que Frank no podía dejar de observarlo, él al parecer lo notó porque se sentó en el regazo de Frank, se acercó a su rostro y apegó sus labios.
El contacto duró bastante, cuando se separaron sus labios estaban rojizos, Frank dejó descansar su frente en la mejilla de Gerard y le abrazó más fuerte por la cintura.
—Ya quiero que sea esta noche.
—También yo.
—Estaremos solos, mamá saldrá y vuelve mañana.
Gerard asintió y se levantó despacio, recogió los platos y los llevó al fregadero, no quería hablar puesto que la vergüenza había regresado, Frank negó, caminó tras de él y lo apresó.
—No tengas pena mi Gee —depositó un besó en su mejilla, acarició a Miles y se alejó.
—Frankie —le detuvo Gerard, sus mejillas estaban tan rojas como un par de tomatitos, intentó hablar varias veces más no pudo decir nada coherente, Frank sonrió—. Queremos pepinillos —dijo al fin.
—Está bien.
—Y unos marshmellows.
—¿Blancos o de colores?
—Blancos.
Frank asintió y subió las escaleras, buscó su cartera y su celular, mandó un mensaje a su jefe para pedirle permiso y faltar esa noche, ya luego vería que decirle para justificarle que la próxima semana faltaría.
Salió de casa contento, su primer destino fue el supermercado, donde compró todo para preparar una cena exquisita, llevó velas aromáticas para adornar, también llevó lo que Gee le pidió.
Luego pasó por una floristería encargando rosas rojas las cuales iría a traer después de dejar a Gee en la cafetería y por último pasó por la farmacia dudando en entrar o no, sabía que debía comprar un frasco de lubricante porque no quería dañar a Gerard por ningún motivo, había investigado mucho sobre el sexo gay y había reunido la información necesaria para tratar de hacerlo bien, sentía muchos nervios porque también sería su primera vez y no quería arruinar nada.
Con mucha pena entró y compró lo que necesitaba, casi a las 12:30 estaba de regreso en casa con las bolsas de compras en sus manos y la botellita secreta escondida en su pantalón. El delicioso aroma de lo que Gerard preparó golpeó su nariz y lo atrajo a la cocina sin pensar.
Platicaron mientras guardaban todo en su lugar, luego almorzaron y subieron a la habitación a ver alguna película, Frank se dedicó a acariciar el vientre de Gerard por un largo rato hasta que ambos se quedaron profundamente dormidos, a las 3:30 la odiosa alarma les despertó con un sobresalto, Gerard se cambió a su uniforme muy perezosamente pero cuando recordó que iba más temprano porque vería a su hermanito, las energías le volvieron, se retocó el suave maquillaje de sus ojos y se puso un poco de brillo labial.
Salieron de casa tomados de las manos, caminaban todos los días de ida y regreso ya que el doctor les había recomendado que era bueno para la salud de Gerard, Linda le había prometido que empezarían clases de Pilates para ayudarle a la hora del parto, porque si bien era cesaría, su cuerpo necesitaba estar preparado.
—Vendré por ustedes a las 8 amor —le dijo Frank, Gerard asintió con una sonrisa en sus labios y se despidieron con un tierno beso.
Frank se devolvió por la calle contraria, pasando por la floristería retirando su encargo, antes de salir del local notó unos pequeños arreglos que estaban sobre la vidriera.
—¿Qué son? —preguntó.
—Para el cabello, los sujetas de esta manera —la joven le indicó como ponerlo correctamente—. Son flores naturales.
Sonrió imaginando lo lindo que se vería en su Gee y llevó uno, las flores eran pequeñas de color blanco intercaladas con rositas rojas y naranjas, era una tipo peineta que se colocaba a un lado de la cabeza.
La llevaba con cuidado en la cajita en la que la empacaron y una vez en casa la acomodó sobre la mesa mientras preparaba todo, hizo la ensalada y luego llevó el pollo al horno, lo había preparado con especias y orégano, sabia que a Gerard le encantaba, de acompañamiento tenía pan tostado y de bebida jugo de naranja.
Con la comida lista, y faltando media hora para que el pollo estuviese subió a su habitación, recogió lo que estorbaba y dejó despejado todo el espacio cerca a su ventana, tomó prestada una pequeña mesa de la sala y la colocó al pie de la ventana, llevó un par de los cojines enormes de los sofás y los dejó en el suelo, servirían como asientos, a la mesa le colocó un mantel rosa pastel, al centro dejó un par de velas y un arreglo de flores. Luego cambió las sábanas de la cama y la arregló pulcramente, esparció los pétalos a lo largo de ella y en el suelo, dejó un par de velas en cada mesita de noche, de tal manera que su luz combinada con la que entraría por la ventana le diese el ambiente perfecto.
Sonrió orgulloso al ver cómo había quedado su arreglo y el aroma que las rosas desprendían era el toque que necesitaba, regresó a la cocina, apagó el horno y volvió a su cuarto a darse un baño, se colocó ropa casual y buscó un top negro para Gerard, aquel que solía usar con una camisa de lino crema, dejando su pequeño vientre al descubierto, amaba verlo así, los alistó en un bolso para entregárselo y que se lo colocara antes de salir de la cafetería.
Se vio en el espejo una vez más, había quitado su piercing de la nariz dejando solo el del labio, acomodó su camisa, se puso perfume y salió, con el bolso al hombro y la pequeña cajita en sus manos.
Gerard sonrió confuso cuando le pidió que se cambiase de ropa sin embargo asintió y se cambió en el baño de la cafetería, al salir Frank le sonrió y lo besó, luego le pidió que soltara su cabello y fue él, quien delicadamente le acomodó el flequillo al lado derecho y le sostuvo con la peineta el lado izquierdo del cabello, las flores realzaban más en el negro del cabello de Gerard.
—Sencillamente perfecto —le dijo besando su nariz.
—Ay pero que lindo te vez Gee —chilló Kristin cuando lo vio—. Estás hermoso, amo tus flores y tu top.
—Gracias Kris —le respondió un poco tímido, Mikey se había ido hace un par de horas de regreso a casa.
—Te tomaré una foto, ven.
Lo llevó al pequeño jardín en la parte trasera de la cafetería, lo sentó en un banca y lo acomodó de perfil, dejando abierta su camisa, le hizo colocar sus manos en su vientre y que sonriera, la foto quedó preciosa, pero eso no fue todo, le pidió a Frank tomarle una con Gerard, ambos de pie, abrazados y amarrando sus manos sobre su vientre, Frank besó la frente de Gerard y este último mantenía sus ojos cerrados con una sonrisa pequeña, felices.
—Se las envié al WhatsApp —le gritó alegre la rubia mientras ellos caminaban abrazados hacia la casa.
Al llegar Frank le pidió a Gerard que esperara en la sala mientras servía la cena y la llevaba al cuarto, quince minutos después tenía todo listo, encendió las velas y estuvo satisfecho por que lucía tal como lo había imaginado.
Regresó por Gerard y antes de entrar al cuarto le cubrió los ojos con sus manos, no fue hasta que estaban en el centro del mismo que le permitió ver nuevamente.
—Oh Frankie —dijo Gerard, tapando su boca con una mano—. Esto es hermoso mi amor.
—¿Te gusta?
—Me encanta.
Como el caballero que era, le ayudó a Gerard a tomar asiento sobre el cojín y la cena transcurrió con muchos halagos para el chef.
—Ven Gerard.
Cuando terminaron de comer, Frank se puso de pie, extiendo su mano para ayudar a Gerard a ponerse en pie también.
—Nervous and shy for the moment we will come alive tonight —empezó a cantar Frank, muy despacio, tomando con su mano izquierda la cintura de Gerard y con la derecha sosteniendo sus manos alzadas a la altura de sus hombros, Gerard mantenía su mano derecha sobre el hombro de Frank.
—Just close your eyes, we'll hope it's not for nothing at all —comenzaron a bailar por el pequeño espacio con pasos suaves, sus rostros juntos, sus labios rozandose cuando Frank cantaba, podían sentir sus respiraciones chocar, sabían que el momento estaba tan cerca y se sentían plenamente felices.
—Will come alive, brace yourself for love, Sweet love, Secret love —Gerard le acompañó en el pequeño coro, mientras se sonreían cómplices.
—We'll hope it's not for nothing at all —para el último verso Frank giro a Gerard siendo las manos que permanecían juntas su eje—. Te amo —le dijo despacio antes de pasar sus manos por su cintura, apegandolo a él por la espalda y presionando un suave beso en su cuello.
Gerard suspiró y se dejó hacer en los brazos de Frank, ladeo su cabeza y la reposo sobre el hombro de su novio mientras este deslizaba fuera de los brazos de Gerard su camisa de lino, lo volvió a abrazar, esta vez deslizando sus manos con suavidad atraves de todo su vientre, llevó su nariz a la de Gerard, las junto un par de veces y luego comenzó a repartir pequeños besos en sus labios .
—Eres hermoso —beso los laterales de su boca—. Perfecto —besó la comisura—. Maravilloso—su nariz—. Eres mío —besó su frente—. Mi Gerard —está vez juntó sus frentes, miró a sus ojos verdes que brillaban más que nunca y tomó sus labios, besándole con pasión y esmero.
Los besos se trasladaron al cuello de Gerard, los gemidos abundaban al igual que los constantes te amo y las palabras bonitas.
—Frankie déjame tocarte —le pidió Gerard, girandose frente a él, tomando el rostro de Frank entre sus manos y acariciando sus mejillas con sus pulgares, llevó su dedo hasta el labio inferior de Frank, y lo arrastró hacia abajo haciéndole entreabrir los labios, fue hasta el y le besó, pasando su lengua y entreteniendose un poco con el piercing—. Me encanta como te queda —le guiño un ojo—. Eres muy lindo —dejó un beso en su mentón—. También eres solo mío —Gerard volvió a apoderarse del cuello de Frank justo como esa mañana—. Mi Frankie.
—Para siempre mi Gee.
Pronto las manos ajenas comenzaron a despojar sus cuerpos de las prendas y en un parpadeo ambos estuvieron completamente desnudos, frente que frente, Gerard llevó sus manos al pecho de Frank, deslizó sus palmas atraves de el, por su vientre y las pasó muy suavemente sobre su miembro, lo tomó con su mano y lo comenzó a acariciar mientras Frank escondió su rostro en el cuello de Gerard, besando su clavícula y amortiguando los gemidos que luchaban por salir, llevó sus manos a la cadera de Gerard y apretó la tersa piel, era tan suave.
Muy despacio empezó a guiar a Gerard hasta la cama, lo hizo sentarse y después lo recostó obligándolo a que abandonara la labor que realizaba con su pene, Frank se subió a la cama sobre Gerard y comenzó a besar cada trozo de piel a su alcance, dejando pequeñas marcas a su paso, cuando llegó a la altura de su vientre dejó un sonoro beso y un suave te amo y continuó su recorrido, bajando hasta la pelvis de su chico, aspiró de su aroma y pasó su lengua sobre su longitud, Gerard arqueo su espalda y apretó las sábanas entre sus dedos.
La lengua de Frank se sentía cálida sobre él, amaba las atenciones que le estaba brindando, gimió fuerte su nombre cuando sintió que los besos se trasladaron a la parte interna de sus glúteos, abrió más sus piernas para darle mejor acceso.
Frank se sentía nervioso, pero tan pronto como los gemidos de Gerard empezaron a inundar sus oídos la confianza se apoderó de él y continuó repartiendo besos y pequeñas succiones.
Después de un rato de besos y caricias Frank se acomodó con sumo cuidado sobre Gerard, apoyándose sobre sus rodillas y codo derecho, mientras con su mano izquierda buscaba la botellita de lubricante, se colocó en un par de dedos y los llevó a rozar la entrada de Gerard.
—Si quieres parar, lo hacemos mi Gee —murmuró contra su oído mientras sus dedos le tanteaban.
—Sigue amor, quiero ser uno contigo mmm —gimió Gee cuando los dedos entraron en él, Frank los deslizaba de adentro hacia afuera con delicadeza, aumentando la rapidez a medida que Gerard gemía más alto—. Para Frankie —le pidió con voz entrecortada, Frank paró sus movimientos y retiró sus dedos, antes de que se apartara Gerard lo abrazó del cuello y habló sobre sus labios—. Te quiero a ti.
Frank asintió, entendiendo a lo que se refería, lo besó antes de acomodarse mejor, se incorporó un poco, acarició su miembro un par de veces y se colocó un poco de lubricante, luego volvió a posicionarse en medio de sus piernas, llevó su pene a la entrada de Gee y deslizó la punta de arriba hacia abajo un par de veces, le sonrió travieso y besó su nariz.
—¿Te gusta? —empezó a fingir que embestia contra él pero sin penetrar, Gerard asintió—. ¿Listo?
—Siempre que sea contigo.
Frank comenzó a hundirse en él, lento y suave, delicado y con amor, Gerard se aferró con sus uñas a su espalda mientras sentía como ingresaba en el, era grueso y un poco grande, ardía pero le gustaba.
El vaivén comenzó despacio, Frank sintiendo el calor de Gerard abrazarle, era tan placentero estar así al fin, siendo uno solo, entregándose a los brazos del amor sin fronteras.
—Más rápido Frankie —le pidió Gerard.
Frank obedeció, se apoyó en sus manos, para tener mejor estabilidad y penetrarle con mayor ahínco sin lastimar su vientre, las embestidas comenzaron a ir en ascenso a medida que los ojos de Gerard se entre cerraban por placer, sus frentes estaban impregnadas en sudor al igual que sus cuerpos, la boca de Frank formaba una perfecta O.
—Casi acabo ahhh Frankie —le dijo Gerard a Frank, tomando su miembro y masturbándose casi al mismo ritmo en que las caderas de Frank se movían.
—También yo mi amor mmmm —con un fuerte gemido Frank se corrió llenando el interior de Gerard con su cálida esencia, segundos después Gee acabó en su mano, salpicando el pecho de Frank en el proceso.
Se limpiaron el sudor y sus escencias en unos kleenex, luego se acostaron abrazados y desnudos al centro de la cama, sus respiraciones habían vuelto a la normalidad y las luces de las velas estaban llegando a su fin.
—Frankie bebé, fue perfecto —susurró Gerard a un adormilado Frank, quien logró responder un delicado "demasiado perfecto" y al poco rato lo sintió relajarse, se había quedado dormido. Gerard le observó unos minutos más mientras le acariciaba el rostro, le dio un pequeño beso en la frente y se acomodó mejor entre sus brazos—. Ahora somos uno solo para la eternidad.
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