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La reunión con Ceci había sido pospuesta un poquito más de dos semanas, puesto que el día lunes que los chicos iban a hablar con ella, llegó una maestra sustituta a cubrirla en sus clases, le habían dado subsidio porque estaba enferma.
Por tanto ellos debieron esperar hasta el día martes cuando ella volvía para pedirle su ayuda, la esperarían hasta la hora de salida para poder platicar con calma.
Durante esos días, Frank se había encargado religiosamente de cumplir con sus meriendas nutritivas, de vez en cuando llevaba a Gerard con él a casa a almorzar y cuando no estaban juntos, Gee le compartía fotos de sus comidas por WhatsApp, sin dudas su relación se seguía fortaleciendo cada día.
Gerard se sentía tan afortunado de tener a su lado a alguien que lo cuidase de esa manera, a él y a bebé, pero también guardaba para si mismo el gran temor que lo estaba acompañando constantemente, tenía miedo de que los rechazaran cuando todos se dieran cuenta, temía por su futuro y el de la criatura, sabía que todo era demasiado incierto con él en esos momentos, sin embargo se mantenía fuerte por Frank, él y bebé le daban fuerzas para mantenerse en pie y no derrumbarse, deprimirse e incluso dejar la lucha antes de siquiera intentarlo.
Con sus tres meses ya, su vientre aún seguía siendo bastante plano, se miraba en el espejo y apenas notaba una pequeñita curvatura en su parte baja, había leído en un libro que bebé ya podía escuchar, así que había adoptado la costumbre de que cada noche mientras los demás dormían en su casa él se ponía a platicarle sus cosas, por ejemplo su amor por Frank, la alegría que sentía cada que estaba a su lado asi como también le decía cuanto lo amaba desde ya; Frank por su cuenta también hablaba en ocasiones con bebé, incluso cuando estaban en lugares privados, dejaba pequeñas caricias en el vientre de Gerard, provocando que no solo su corazón se alegrara sino también las miles de mariposas que danzaban en su estómago.
Ambos chicos caminaban a paso rápido hacia la sala de maestros, estaban nerviosos y ansiosos por saber en qué iba a resultar la plática, cuando estuvieron frente a la puerta Frank tocó un par de veces.
—Pase —se escuchó.
—Con permiso —Frank abrió la puerta y la sostuvo para que Gerard entrase, para su suerte Cecilia estaba sola en la sala.
—Buenas tardes maestra —le saludó Gerard.
—Hola chicos, ¿qué los trae por aquí?
—Bueno, nosotros... no, yo necesito de su ayuda —musitó despacio el pelinegro, Frank lo miraba mientras mordía el aro que estaba en su labio.
—Claro, ¿en qué puedo ayudarte?
—Esque yo... —no se sentía capaz de hablar, su garganta parecía cerrarse, el miedo, la pena y los nervios le estaban jugando una mala pasada, ella notó la tensión que invadía a Gerard y posó la vista en Frank, indicandole que le dijese que pasaba.
—Gee está esperando un bebé —dijo sin más, ¿de qué otra forma podía decir eso?
El silencio reinó entre los tres, Gerard agachó su mirada y sin poder contenerlo sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
El corazón de Ceci se estrujo en su pecho, se levantó de su lugar y abrazó a Gerard, él correspondió el abrazo y cuando estuvo más calmado habló de nuevo.
—Yo no sabía que era capaz de tener bebés, no tenía idea si quiera de que eso era posible, nos dimos cuenta hace un mes y yo decidí que iba a tenerlo pero también necesito terminar la escuela, tengo miedo de que no me permitan quedarme y por eso vine a pedir su ayuda.
Frank en su lugar se había quedado muy quieto, escuchando todo, por la actitud de la maestra parecía que iba a apoyarlos.
—Ay Gerard cariño ¿cuánto tiempo tienes?
—Tres meses y 4 días.
—Es pequeñito aún —ella sonrió un poco—. Eres demasiado valiente por la decisión que tomaste, nunca lo olvides, no cualquiera lo haría, además eres un chico muy inteligente, de los mejores de tu clase, con un futuro muy prometedor, claro que te voy a ayudar.
—Gracias, mil gracias maestra.
—Hablaré con la maestra Angelita, le expondré la situación y ya verás que ella te dará la oportunidad —ella tomó una de las manos de cada joven—. Trae tus exámenes el día viernes, le pediré una cita para que hables con ella también, ya verán que todo saldrá bien —les dijo a los dos.
—Gracias profe, es un ángel —le dijo Frank.
—Siempre que pueda apoyarlos, lo haré.
Antes de despedirse de ella volvieron a agradecerle.
—Portense bien y Frank... —el nombrado se volteó hacia ella mientras volvía a sostener la puerta para Gerard—. Cuidalos.
Iero asintió y sin más comenzaron a avanzar por los pasillos hasta llegar a la salida.
—Pensé que al menos nos regañaría —dijo Frank.
—Si, yo también —respondió cabizbajo.
—¿Qué pasa Gee? —Frank se detuvo para mirarlo a los ojos, pero Gerard mantenía su vista fija en sus pies—. ¿Gerard? —volvió a insistir.
—Esto no es justo para ti Frankie, ya van dos personas que creen que tú...
—Shuuu... calma Gee, no es bueno para bebé que estés triste.
—Frankie, yo no puedo arrastrarte a esto...
—No mi Gee tu no me estás arrastrando a nada, yo elegí estar a tu lado porque te quiero más de lo que te imaginas —tomó su mentón para obligarlo a ver sus ojos.
—Pero...
—Yo te amo mi Gee.
El corazón de Gerard comenzó a bombear fuerte y sus piernas parecían de gelatina, debía estar en un sueño, no podía ser real.
—Te amo a ti y a bebé, no me importa nada —muy despacio acercó su rostro al de Gerard y juntó sus labios, un simple roce, pero que significaba una inmensidad de cosas—. Te lo juro.
—Frankie... —la sensación que los labios de Frank dejó en los suyos era indescriptible, un cosquilleo que se extendía a lo largo de todo su cuerpo.
—No me digas nada Gee, necesitas descansar, hablaremos después cuando estés tranquilo, te lo prometo —Frank lo abrazó por los hombros besó su cabeza y comenzaron a caminar hacia la casa del pelinegro.
Un remolino de emociones crecía en el interior de Gerard estaba emocionado porque Frank lo quería de la misma manera en la que él lo hacía, Dios ¡lo había besado!, deseaba responderle que él también lo amaba pero por otra parte aún seguía pensando que era injusto dejar esa carga en los hombros de Frank.
En cambio Frank estaba feliz de haberse atrevido a besar a Gee, algo simple que hubiese querido hacerlo en otras condiciones, pero no se iba a quejar todo pasaba de la forma en la que tenía que ser, ahora le tocaba hacer hasta lo imposible por apoyar a Gee y quitarle esas ideas de la cabeza.
Al llegar a casa de Gerard, este se atrevió a dejar un beso en la comisura de los labios de Frank, sonrojandose por haberlo hecho pero sin arrepentirse al ver la sonrisa de Frankie, te amo murmuró mientras seguía el camino recto hacia su casa.
Al entrar a su hogar, se llevó una gran sorpresa al ver a su madre sentada en el sofá, su expresión seria acompañada de sus cejas apretadas hizo que borrara la sonrisa de su rostro, ella nunca estaba a esa hora en casa.
Sin embargo todo comenzó a tomar sentido cuando vio el sobre amarillo que estaba sobre la mesita de centro, tragó saliva y un leve...
—Mamá... —salió de su boca.
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