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Frankie... —los hipidos le dificultaban un poco el habla—. Ven a mi casa —otro sollozo se escapó de sus labios—. Te necesito, por favor —sin dejar que Frank hablara, Gerard le pidió su compañía con súplicas y un rastro inmenso de tristeza en su voz.

Bastaron esas palabras para que Frank abandonara la comodidad de su cama y dejara de lado su día libre para correr hacia la casa de Gerard.

El trayecto se le hizo nada, ni siquiera veía por donde iba caminando, tan solo le importaba llegar a su destino y saber que le pasaba a Gerard, lo conocía tan bien que sabía que pocas veces él lloraba y se quebraba así, una corazonada le indicaba que quizás era culpa de cierto tipo ojiazul más no quería juzgar antes de tiempo.

En cuanto llegó tocó la puerta varias veces seguidas, Mikey abrió un poco confundido, apenas le tocó la cabeza al niño como saludo y pasó escaleras arriba hacia la habitación donde estaba su amigo.

—¿Gee? —preguntó despacio, la habitación estaba a oscuras, apenas iluminada con la luz del pasillo, en la cama no habían señales del mencionado tampoco—. Gee, ya estoy aquí.

Una mano se alzó entre la cama y un pequeño mueble que había ahí, cerró la puerta detrás de él y caminó a tientas.

—Hey —susurró sentándose a la par del pelinegro.

—Gracias Frankie por estar aquí —se notaba tanto en su voz que no estaba bien.

—No tienes por qué agradecer, sabes que siempre estaré para ti Gee.

—Eres el mejor Frankie.

A pesar de que la acción resultara egoísta dado que Gee no se sentía bien, el corazón de Frank comenzó a latir con más fuerza, amaba escuchar esas palabras, aunque no fuese de la forma en la que quería.

Gerard buscó con su mano el encendedor de la  lamparita de noche que tenía, cuando esta llenó con su amarilla luz la habitación, se notaba en sus mejillas el reciente rastro de lágrimas, Frank acercó despacio sus manos a ellas y con sus pulgares comenzó a limpiarlas; una vez su tarea estaba terminada se acomodó mejor e hizo espacio debajo de su brazo izquierdo para que Gee se acomodara ahí, éste colocó su cabeza sobre su hombro dejando su rostro casi en el pecho de Frank, sus manos permanecían junto a su cuerpo.

—¿Me contarás lo que pasó mi Gee? —Gerard asintió despacio antes de hablar.

—Si Frankie, pero no quiero que te enojes conmigo, por favor, prometemelo.

—Nunca me enojaría contigo.

—Yo tuve algo que ver con Robert —susurró bajito y luego procedió a contarle como había resultado su fugaz noviazgo secreto.

Apenas Frank escuchó las primeras frases de Gerard, su respiración se volvió pesada, arrecostó su cabeza a la cama tratando de mantenerse sereno, inhalando y exhalando tras cada palabra que salía de la boca de su acompañante, una serie de emociones se arremolinaban en su interior, le dio tristeza que Gee haya entregado su cuerpo a alguien que no lo valía más no iba a juzgarlo por eso; pero para cuando Gerard terminó de contarle lo que el muy poco hombre le había escrito en ese mensaje, su sangre hervía, sentía que la furia emanaba de cada poro de su piel.

Guardó silencio unos minutos, pensando en que decir.

—Sabes que lo que menos se merece es que le rompa la cara ¿verdad?

—¿No me culparas por lo que hice?

—Ay Gee claro que no, a veces tomamos decisiones equivocadas, somos humanos y sobre todo somos jóvenes, muchas veces hacemos cosas sin pensar y yo no soy nadie para juzgarte —decidió tragar su enojo para después, a fin de cuentas Gerard lo necesitaba—. Pero si quiero que tengas en claro que nada de lo que dijo ese idiota es cierto, tampoco eres el juguete de nadie y sigues siendo demasiado valioso, ¿si? —los ojos de Gerard lo observaban llorosos nuevamente.

—Pero Frankie me lastimó lo que me dijo, me dejó como un mentiroso, dudó de mi...

—Por que es un estúpido Gerard, no merece la pena que pienses más en ello, yo sé que las cosas se dieron a como me dices, se que te duele que te haya tratado de esta manera pero yo voy a estar contigo para que tu corazón sane, ven aquí —lo terminó de jalar hacia su pecho y lo abrazó.

Eran esas pequeñas demostraciones las que hacían que los tormentos que se desataban en el interior de cada uno, se apaciguaran; después de varios minutos las lágrimas de Gee habían cesado pero aún se mantenían abrazados.

Show me how you do it, and I promise you, I promise that, I'll run away with you.

A Frank se le ocurrió cantar para hacer sentir mejor a Gerard, y ¿qué mejor que esa canción? Sabía que él amaba a The Cure, aunque también sabía que esa canción definía sus sentimientos hacia Gee, la fugaz idea de que quizás el pudo evitar todo eso pasó por su mente, sin embargo la deshecho rápidamente porque uno no puede obligar a los demás a hacer o no hacer algo, es parte del crecer, caer y levantarse, suspiró y continuó.

Why won't you ever know that I'm in love with you?  You, soft and only, You, lost and lonely, You, strange as angels —sus dedos fueron a acariciar con miedo el cabello azabache de Gerard, era la primera vez que ocurría un contacto de ese tipo, a Gee le gustó sentir esas caricias, deseaba poder devolver el tiempo y no tomar malas decisiones pero sabía que eso era imposible, así que optó por cerrar sus ojos y aspirar el aroma de Frank mientras se deleitaba con su voz —You, soft and only, You, lost and lonely, You, just like heaven.

Se permitieron quedarse en silencio unos momentos, encerrados en esa pequeña y frágil burbuja, ajenos de todas las dificultades y pruebas que el destino pondría sobre sus hombros.

—Siempre sabes como hacerme sentir mejor Frankie y Just Like Heaven fue simplemente mágica, gracias —dijo cuando separaron sus cuerpos.

—Te lo digo mi Gee no es nada, tú sabes que te quiero demasiado.

—Buenas noches Gerard —habló Donna desde afuera de la habitación interrumpiendo el posible discurso de Frank, los pasos de la mujer se escucharon y pronto el sonido de una puerta cerrándose resonó.

—Frankie mira la hora es demasiado tarde para que te vayas.

—Puedo quedarme.

—Por mi estaría bien, nos levantamos temprano, pasamos a tu casa por tu uniforme y nos vamos a la escuela.

—Suena genial, llamaré a mamá para avisarle que me quedaré contigo.

—Bien, iré a traernos algo de cenar.

Frank habló con su madre, quien no tuvo ningún problema con que se quedara, luego Gerard subió con un par de sándwiches y dos vasos de leche, cenaron, lavaron sus dientes y se pusieron la ropa de dormir, Frank usando una camisa de Gerard y unos shorts.

—¿En verdad ya te sientes mejor? —preguntó cuando estaban acostados en la cama, uno al lado del otro.

—Si Frankie, gr...

—Ni lo digas Gee —lo interrumpió—. Por cierto ¿Cómo hiciste con el trabajo?

—Dije que me había enfermado, pero que repondria el turno el sábado y la señora Colby estuvo de acuerdo.

—Está bien —respondió Frank quedándose dormido, siempre era así, podía estar tan enérgico platicando y cuando mirabas ya se había dormido.

—Buenas noches Frankie, yo también te quiero mucho —susurró Gerard cerca de su rostro.

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