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No puede evitar para siempre a las personas, lamentablemente.
No quería expresarse así de su madre, ni siquiera en pensamientos, pero vaya que era una metiche de primera (¿y apenas se daba cuenta?).
Cuando llegó a casa después de la universidad, agotada y sedienta por el calor del día, no se imaginó lo que iba a decir.
"Planeé una reunión con tus amigos".
¿Cómo lo había hecho? No tenía la menor idea, ya que, hasta donde sabe, su madre y sus amistades nunca tuvieron contacto privado entre ellos. Siempre interactuaron con Wonyoung de por medio, y tampoco hallaba una razón por la que deberían tener contacto luego, después de todo, eran sus amigos, no los de su madre.
Realmente esperaba que ella no se hubiese esmerado tanto para conseguir sus contactos o que le haya pedido ayuda a Jungwon, aunque ya podía esperar cualquier cosa de su parte.
Pero ese no era el único detalle, claro que no, porque, por si no hubiese sido suficiente molestia invitar a sus amigos a escondidas, también había invitado a cierta persona que no quería ver más, y es que, de verdad su madre creía que con una disculpa y un abrazo las diferencias se arreglaban.
Chaemin, ese maldito. Ni ofreciéndole millones de wones aceptaría hablar con él de nuevo.
Decir que estaba enojada era poco; estaba tan furiosa que no le había dirigido palabra alguna a su progenitora desde entonces. Sabía que era capaz de explotar contra ella después de haber estado acumulando sus sentimientos, y el dañar con palabras se volvió una opción para reflejar su rechazo.
—¿Cómo sigue tu pierna?
Enfocó la mirada al frente, donde estaba la pelinegra que había hablado.
Los demás la miraron con atención, esperando su respuesta.
—Débil —dijo, sin ganas.
—Ya verás que pronto te sentirás mejor. —Doyun palmeó su hombro, de la misma forma que hacía con todos, pero a Wonyoung no le agradó su entusiasmo.
Hacía solo tres semanas que le retiraron el yeso, ya caminaba regularmente, pero el miedo de volver a herirse persistía, por eso caminaba lento y con cuidado; se fijaba en su alrededor más que nunca. A pesar del buen tratamiento y asistencia, su pierna derecha no tenía la misma fuerza que la izquierda, lo que le impedía continuar con el ballet, al menos por el momento.
—Bueno —Riki carraspeó—. Chaemin no vendrá, así que vamos a divertirnos hoy.
Cuando llegaron a su destino, un colorido local en medio del centro comercial, los chicos; Riki, Doyun y Jiho se adelantaron a la recepción para comprar sus boletos de entrada, mientras que las chicas; Yujin y Yewon caminaron a la par con Wonyoung.
Cada minuto que pasaba se sentía peor. Para comenzar, ¿por qué la llevaban a un parque de trampolines? Creía haber dejado en claro, o que, al menos era notable, que no podía hacer actividades complicadas; especialmente aquellas donde se requería mayor uso de la fuerza de las piernas.
Ni siquiera intentaría saltar allí.
Un mal salto y regresaría al inicio de su viaje de amargura y tristeza total.
—Wonyoung, entiendo que tal vez prefieras estar en casa en este momento. —Yujin lucía nerviosa, espantada, tal vez. Wonyoung quiso saber qué era exactamente lo que sentía al verla después de dos meses sin contacto alguno.
No la culpaba, desde el accidente, decidió que lo mejor era evitar a todos. Ignoró las llamadas y mensajes de su círculo de amigos, con los que salía todo el tiempo y compartía momentos inolvidables. Wonyoung los alejó a todos y no sabía con exactitud la razón detrás de esa decisión, pero no se sentía del todo mal por ello.
—Solo quiero dejar en claro que cuentas conmigo, después de todo, somos amigas, ¿no es así? —Yujin continuó, su voz salió temblorosa.
—Digo lo mismo que Yujin, Wony —dijo Yewon—. Nos tienes a nosotras, puedes hablarnos de lo que sientes, pero, si no quieres seguir con nuestra amistad, lo entenderemos.
—Nos importas, Wonyoung, eso no cambiará aunque te alejes.
Asintió con la cabeza sin decir nada, estaba realmente impresionada por sus palabras. En el fondo, creyó que evitarían hablar sobre esa situación, creyó que actuarían como si no las hubiese ignorado todo este tiempo, se equivocó.
Sus ojos se inundaron de lágrimas, y es que, aunque fue decisión propia el haberse distanciado, no evitaba que le doliera solo el pensamiento de dejar atrás la amistad de años que tenían.
—Solo necesito tiempo.
Ahora el grupo se sentía ajeno, ellos hablaban y actuaban como siempre pero ella no disfrutaba estar allí.
Y estaban siendo tan extrañamente cuidadosos con sus acciones, como si de pronto pudiesen desmoronar los últimos pedazos del alma de Wonyoung, y eso le molestaba.
—Ya compramos las entradas, ¿vienen?
Wonyoung parpadeó tratando de ahuyentar las lágrimas, Yujin y Yewon hicieron lo mismo.
—No puedo hacer esto —dijo, miró cada uno de sus rostros desconcertados—. Ustedes saben que no es lo mismo, no tienen que estar aquí.
—¿De qué hablas? —Riki frunció el ceño—. Vamos, te distraerás en los juegos.
—Me lesionaré en los juegos.
—Podemos ir a otro lugar.
—No es necesario que hagan eso por mí. La verdad es que no quiero estar aquí, no me siento bien.
—No podemos dejarte así, como si nada.
—Bien —Se dio la vuelta para comenzar a irse—, entonces yo los dejaré.
—¿Adónde irás? —Jiho alzó la voz detrás de ella.
Wonyoung se detuvo, se encontró con la mirada de extraños que tenían su atención sobre ellos, y tembló.
Bajó la cabeza, ocultó su rostro detrás de su flequillo. No quería atención sobre ella, no quería ser observada por nadie.
Se volteó hacia sus amigos de nuevo, acercándose solo unos pasos para no tener que hablar en voz alta.
—Solo volveré a casa, diré que tuvimos un buen rato, me hicieron sentir mejor y que espero volver a verlos, aunque no sea verdad.
Ni siquiera esperó una respuesta de vuelta, dejó el lugar casi corriendo.
No tenía intención de ir a casa por un largo rato.
Deambuló por las calles, sin rumbo alguno y mayormente con la mirada en el suelo, y fue así como terminó en un puesto de helados, donde se distrajo con la amplia variedad de sabores que había.
Observó cada uno de los sabores de helados y paletas, y cuando su estómago rugió, no pudo contenerse de pedir una paleta de mango, la cual vio con ansias durante el pequeño recorrido que dio desde la vitrina hasta sus manos.
—Son 4000 wones.
Wonyoung se quejó por olvidarse de sacar el dinero antes de recibir su orden, hizo el intento de abrir su bolso con una mano mientras sostenía con la otra la paleta, pero estaba resultando bastante difícil.
Tenía tantos bolsos fáciles de abrir, solo con separar el imán lo tenía, pero ese día había elegido un bolso rosa con un cierre largo.
Al verla en apuros, el cajero tomó la paleta de regreso y Wonyoung, avergonzada, agradeció a la vez que sacaba el dinero de su cartera.
—Oh. Nos hemos visto antes, ¿no es así?
Wonyoung depositó el dinero en el mostrador, solo entonces se enfocó en el rostro del chico.
—Mmm. —Fue difícil para ella verlo a los ojos, pero lo hizo aún con el rostro encendido de rojo. Viajó por sus recuerdos en busca del chico de facciones afiladas y cabello azabache, y reconoció que su rostro le resultaba familiar—. Tal vez.
—Definitivamente —dijo con una amplia sonrisa.
La sonrisa fugaz que Wonyoung le dio apenas fue percibida.
Y antes de irse le dio una mirada a la pulida placa en su uniforme. Su nombre era Sunghoon.
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