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¿Por qué siempre me pasa esto?

Siempre me veo inmersa en discusiones en las que no tengo nada que ver. El año pasado, me tuve que ver obligada a quedarme entre Katy y su ex novio -novio en aquel entonces- mientras discutían. Y ellos sí que discutían. Cuando Katy lo mandó a la mierda tuve que ser yo la que pidió perdón y corrí tras ella luego de eso. Ojalá no sea así de incomodo ahora.

-Harry, ya dejemos eso, ¿si? -dice Kyle nervioso. Se pasa la mano por el pelo al igual que su hijo y apunto a la lista que estoy creando en mi mente de semejanzas con Harry.

-No, papá. ¿Otra vez quieres que haga algo y arruinarme la vida de paso? -responde Harry despegando su amplia espalda del umbral. Se dirige hacia nosotros y mis pies están calvados al suelo. Lo único que puedo mover son mis ojos.

-Harry, ¡déjalo ya! -espeta Kyle. Su cara se vuelve roja como un tomate y las venas de su cuello se marcan profundamente. Harry, a su vez, no se altera ni un poco o al menos eso es lo que se ve superficialmente. Tiene en su cara la típica ceja enarcada y una media sonrisa. Levanta las manos y retrocede en señal de paz.

-Tienes razón... lo siento, Gigi, pero tenias que conocer a mi padre en todo su esplendor -dijo mirándome. Al pedirme perdón, pude sentir que en verdad lo decía pero luego añadió lo otro y me di cuenta que no soy mas que un adorno en su conversación. -Ven, tienes trabajo que hacer. -y dicho esto, pone una mano en mi espalda baja y me conduce a fuera del pasillo.

Esto se hace interminable, siento su tacto tibio contra mi piel y el frío de su anillo atravesar la tela. Cuando llegamos fuera, Lia no está en su lugar y cuando creo que vamos a doblar para ir por el pasillo, Harry sigue avanzando hasta el lado opuesto de lo que creí. Abre la puerta y me empuja dentro.

No logro ver nada porque la habitación está a oscuras, Harry golpea la puerta al cerrarla y me presiona contra ella. Una pequeña lucesita se ilumina en el techo. Harry está a punto de tocarla por su altura pero se agacha un poco y queda inclinado sobre mi.

-No viste nada, ¿está bien? -dice mirándome a los ojos. Sus pupilas están tan dilatadas por la poca luz que le hacen ver un poco más agresivo que lo normal. De repente, recuerdo algo y me lanzo a reír. Harry se echa hacia atrás rodeando los ojos.

-Tranquilo, Damon Salvatore. Pero te advierto que estoy usando verbena. -digo tratando de reprimir una sonrisa abriendo los ojos.

-No estoy para estupideces juveniles, Gigi. -vuelve a su lugar anterior y me mira mas intimidante que antes. -De verdad. Siento lo que tuviste que ver pero te pido de verdad que trates de alejarte de mi padre.

Frunzo el ceño y cuando estoy apunto de preguntarle por qué, el abre la puerta rápidamente y sale de allí. Me quedo mirando la luz un rato y salgo. Para entonces, Lia ya está en su lugar y lanza una sonrisa perversa hacia mi dirección. Cuando paso a su lado, hace como que sella sus labios y me lanza la llave. Negó con la cabeza y avanzó hasta mi cubículo. Harry no está en el suyo lo cual me hace preguntar por qué.

A las 8 y 15 minutos estaba fuera del edificio con espejos esperando un taxi. Ya está saliendo la burda helada y tengo que abrazarme para poder abrigarme un poco. Cuando veo un taxi, levantó la mano de inmediato para poder entrar. El auto amarillo se detiene y entro a la zona agradable. Llego a mi casa a las 21:30 y de inmediato me echo a la cama.

Pero por arte de magia, no logro conciliar el maldito sueño. El techo está oscuro en su totalidad y una pequeña luz blanca se mete por la cortina gruesa que tapa las ventanas. Me levanto y me cambio pijama. Me lavo los dientes y me siento en el retrete. El baño es blanco en su totalidad a excepción de la puerta que es café. Mi teléfono vibra sobre el lavamanos y alargo la cabeza para poder ver.

Pero que cool eres tu, por dios. Qué envidia, ja ja!”

 

Había escrito Katy en mi foto de Instagram. Meneo la cabeza sonriente y marco su número. Dejo el teléfono en altavoz.

-Aquí Katy Smith, ¿Sigues siendo Gigi Hadid? ¿O es que te haz cambiado el nombre por uno de Manhattan? …Si lo ya lo habéis hecho, te juro que pesco el vuelo mas reciente y te pego un tiro en la frente. –dice mi amiga por la otra línea.

-No, Katy. La verdad es que sigo siendo Gigi Hadid, y la misma que conoces, por desgracia –cierro los ojos y apoyo la frente en mis rodillas. –Estoy que me pego yo tiro.

-¿Qué ha pasado? ¿Tienes una crisis existencial? –pregunta mi amiga con sarcasmo. Son las 10 de la noche y es normal de ella tener tanta energía a estas horas. Había entrado a la universidad que ella quería y a lo que quería. Ella era perfecta.

-Ojalá… pero no. Tengo un sueño terrible pero no logro dormirme –digo bostezando.

-Ohhh, y ¡eso era lo que yo solía decirte cuando estábamos en secundaria y tu no lo creías! Eres una maldita, creo que deberíamos hacer algo.

-Ah, ¿Katy? Olvidas que estamos como a mil millones de kilómetros de distancia, ¿Cómo es que haremos algo juntas?

La risa de mi amiga sale por la línea y el lugar se llena de eco. Cuando éramos pequeñas, solíamos encerrarnos en el baño de su casa para cantar y así hacer enojar a su hermano mayor. Qué tiempos.

-¿Dónde está la Gigi Positiva? –dice mientras sigue riendo. –Recuerda que aun tienes un celular. Ahora mismo. Ponte un vestido y saldrás a un bar. Porque yo haré lo mismo y seguiremos hablando por este maldito aparato.

En mi rostro aparece una sonrisa que no se puede desvanecer. Esa mujer tiene los mejores planes del mundo.

-Dame 5 minutos y estaré lista. –digo colgando.

Y resulta que esos 5 minutos se vuelven en 20 minutos. Decido finalmente ponerme un vestido ajustado rosa fuerte con unos zapatos altos negros. Me miro  al espejo del baño en donde me pinto los labios con brillo y me rizo las pestañas con máscara. Tomo el abrigo que cuelga en la puerta de mi armario y me lo pongo encima. Me guardo las llaves del departamento en el bolsillo junto con algunos dólares y mi celular; y salgo a la calle.

-Ya estoy en camino, solo me hace falta encontrar un estúpido bar –confieso a mi amiga mientras cruzo la calle. Un taxista me toca la bocina y ni siquiera volteo para mirarlo. Malditos. Hay millones de bares y restaurantes aun abiertos a estas horas, y eso que aun es temprano. Mujeres caminan en grupo y ríen juntas. También parejas que se besan otra vez en las paradas de autobuses o en los semáforos. Aparto la vista.

-Uhhhh…. Yo estoy fuera del legendario bar –comenta haciendo una voz de mayor. Se supone que en ese bar no deberían entrar menores de 25 pero ahí pasa de todo. Rodeo los ojos al recordar las millones de historias que compartimos ahí.

-Espera, creo que ahí veo uno decente –digo mientras fuerzo mi vista para poder ver mejor. Un letrero de neon rojo ilumina una fachada bastante bonita. Acelero el paso de mis largas piernas acostumbradas a usar tacones y consigo llegar a la puerta del lugar. –Estoy entrando –mi amiga corea de alegría al otro lado mientras empujo la puerta. La gente del lugar si quiera se digna a mirar quién ha entrado. Hay una barra en el lado izquierdo a donde me dirijo y mesas con sillones redondos de cuero en el centro. La luz es tenue en el medio y una luz violeta decora la barra. Me siento en un taburete y el barman me ve. Es un chico de unos 25 años con el pelo negro y barba. Tiene las pestañas más largas que he visto en mi vida.

-Hola, ¿qué te sirvo? –dice. Tiene la voz ronca y con un acento británico marcado. Me sonríe con una linda sonrisa. Se la devuelvo mientras me cambio en teléfono a la otra oreja.

-Algo no tan fuerte… -digo con una risa suave.

-Oh, por favor, Gigi. ¡Lo más fuerte que tengas, guapetón! –grita mi amiga por el auricular. Me lanzo a reír y el chico suelta una risa.

-Algo con qué comenzar, entiendo.. –dice y se voltea para poder ir a preparar el trago.

Me acomodo en el incómodo taburete y juego con mis tacones mientras espero. Estoy siempre a punto de dejarlos caer en momentos así, pero me gusta jugar con ellos. Katy siempre se ríe cuando me ve haciéndolo.

-No te ha escuchado, ¿lo sabes? –le digo. El chico vuelve a la barra con un pequeño vaso con un poco menos de la mitad con un liquido alfo marrón. Le sonrío agradeciéndole y el se voltea a atender a otra persona de más allá.

-Lo sé, yo he pedido lo más fuerte aquí. Hay un chico que no para de mirarme desde que llegue, tía. Creo que esta noche no dormiré sola… -dice y apuesto con mi vida a que se está mordiendo el labio inferior mirando al chico.

-Katy… -la reprocho.

-Bueno, a la cuenta de tres lo hacemos ambas, ¿está bien? –dice y yo asiento con un murmuro mientras tomo el vaso pequeño y lo acomodo a mi manos. –A la una… a las dos… y a las tres!

Tomo el vaso y me lo llevo a los vasos inclinando la cabeza hacia atrás mientras el liquido pasa por mi garganta. Esta me quema mientras va bajando por mi organismo. Frunzo el ceño y cierro los ojos para que pueda pasar y oigo a Katy reír al otro lado. No tardará en emborracharse.

-Oh, oh… bombón viene en mi dirección, tendré que dejarte –dice tosiendo un poco.

-¡No olvides usar protección! –le grito antes de que cuelgue. Río y meneo la cabeza mientras guardo mi celular en el bolsillo del abrigo. Me saco éste y lo dejo a mi lado en el mesón.

El chico de los tragos está secando un vaso cuando lo veo. El se fija que lo miro y se dirige a mi. Me paso los dedos por los labios para asegurarme de con hay rastros de trago a su alrededor. El chico se apoya en el mesón frente a mi y sonríe.

-Me llamo Zayn, ¿no eres de por aquí, verdad? –pregunta. Sus ojos son oscuro pero no estoy lo bastante segura por la luz que está sobre nosotros. –Es que no te he visto por aquí.

-Y yo Gigi… -le digo sonriéndole. Me apoyo en los codos sobre el mesón y me inclino hacia el. Creo que el trago no era tan leve… -pero me verás seguido.

-Wooooow –dice el riendo mientras levanta sus brazos sobre su cabeza.

Río ante su risa y creo que es muy linda. Me enderezo en mi lugar y me llevo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Siento un ruido a mi lado y al parecer alguien se ha sentado en el taburete de al lado.

¿Por qué tenido tantos en los que sentarse se sientan a mi lado?

-Cuidado, hombre. Llevo unos segundos en el bar y ya estás coqueteando con alguien –murmura junto con una risa una voz ronca.

Una voz ronca que estando mas sobria me habría molestado.

Me volteo rápidamente para mirar a mi compañero quien al verme abre los ojos de par en par. Está vestido con una camisa de un color marfil abierta en el pecho. El atisbo de tinta aparece en su pecho y veo las cadenas que cuelgan de su cuello. Tiene otra vez el cabello alborotado.

-¿Harry? –murmuro con la garganta seca. Me parece que me dan ganas de inmediato de beber algo.

-Oh, no… -murmura el menando la cabeza y dejándola caer entre sus brazos apoyados previamente en el mesón.

Holaaa! Aquí otro capitulo de Writters! Espero que les guste, nos vemos en otro! Gracias por leer.

 

Monse.

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