xvii. El pasado vuelve a atormentar

capítulo diecisiete: el pasado vuelve a atormentar

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PERCY INTENTÓ ENVIAR UN MENSAJE DE IRIS A DOS PERSONAS. Fiona observó, sorprendida cómo podía obtener una imagen de alguien como si estuviera en Skype pero con agua, niebla y arcoíris. Primero, hablaron con Reyna, quien estaba absolutamente sorprendida de que la interrumpieran en su hora de baño. Le advirtieron sobre el ejército. Luego, Percy trató de hablar con una chica llamada Annabeth, pero Fleecy no pudo encontrarla y Percy estaba de un humor terrible después, a pesar de verse mucho menos enfermo. Volvía a verse preocupado, angustiado y perdido. Fiona deseaba que hubiera una manera de solucionar su pérdida de memoria y le preguntó a Fleecy cuando los demás no estaban escuchando, pero ella solo suspiró y sacudió la cabeza, diciéndole:—No es como si hubiera perdido sus recuerdos o recibió un fuerte golpe en la cabeza. Fueron robados. Lo siento.

Fiona nunca había sentido la necesidad de ayudar a alguien tanto como sentía la necesidad de ayudar a Percy. Tal vez era porque su dolor era tan obvio y, sin embargo, no hablaba de eso. Simplemente cargaba con la responsabilidad del mundo sobre sus hombros, y Fiona aún no estaba segura de si realmente le preocupaba o le molestaba. La única otra vez que Fiona se preocupó tanto fue con los desmayos de Hazel, pero eso tenía sentido porque era la primera hermana que tenía. Se preocupaba por ella como se preocupaba por Nico. Pero también sentía lo mismo con Percy y no sabía cómo explicarlo. Sí, le agradaba y pensaba que era guapo, pero era algo diferente a eso. A ella le importaba y no podía detenerse a sí misma. (Era muy molesto y muy poco propio de ella. No solo le importaba sin razón, ella no confiaba en nadie más que sí misma, no permitía entrar a nadie y, sin embargo, Fiona sentía que podía decirle a Percy todos sus problemas y él simplemente la escucharía y olería a sal marina y la haría sentir tranquila. Era muy perturbador de su yo aislado, competitivo y distante. Cuando él como las bayas de sauco que ella le compró, se sintió mareada por dentro, como si fuera una hija de Venus).

Sin embargo, todos esos sentimientos se desvanecieron cuando Iris le dijo que Frank había salido a luchar contra las serpientes, ¡las víboras! ¡Eso es lo que eran! Y todo fue reemplazado por miedo de... esperen, ¿qué?

Juntos, los tres corrieron afuera, con las armas desenvainadas solo para ver a Frank sosteniendo la lanza que su padre le dio entre la hierba manchada de amarillo, como si hubiera visto un fantasma. Sin embargo, la punta de la lanza había desaparecido, dejando una larga vara de oro imperial.

—¿Estás bien?—Hazel le preguntó.

Percy giró en círculos, sosteniendo el bolso de hombre recién teñido —que por cierto, no le gustaba nada—, en busca de sus enemigos.—Iris nos dijo que estabas luchando tú solo contra las serpientes y nosotros estábamos como: ¿Qué? Y luego llegamos lo más rápido que pudimos. ¿Qué pasó?

Fiona frunció el ceño al escuchar el zumbido en sus oídos. Caminó, siguiendo la sensación hasta que llegó a un trozo de hierba. Frank murmuró:—No estoy seguro.

—Siento la muerte.—dijo Fiona.—O Nico ha estado aquí o... las serpientes están muertas.—ella miró fijamente a Frank.

Percy dejó escapar una sonrisa de asombro.—¿Los mataste a todas?

Frank los miró a todos, como un pez fuera del gua. Agarró la lanza sin punta con más fuerza y bajó la mirada, preocupado. Murmuró algo que Fiona no pudo oír.

—¿Qué?—Hazel le preguntó.—Frank, ¿estás bien?

—Les explicaré más tarde.—el chico dijo.—En este momento hay un hombre ciego en Portland que tenemos que ver.











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Percy se sentía como el semidiós más estúpido y cojo de la historia de los estúpidos y cojos. La cartera fue el insulto final.

Habían dejado A.V.S.A.I. a toda prisa, así que tal vez Iris no quiso darle la bolsa con la intención de criticar. Lo acababa de rellenar con pasteles enriquecidos con vitaminas, frutas secas, carne seca macrobiótica y algunos cristales para la buena suerte. Luego se la entregó a Percy diciendo:—Toma, necesitarás esto. ¡Y además se ve bien!

El bolso oh, claro, lo siento, el bolso de accesorios masculino, estaba teñido con un arcoíris con un símbolo de paz cosido en las cuentas de madera y junto con el eslogan: Abraza a todo el mundo. Percy deseó que dijera: abraza un inodoro. Sintió que el bolso era un gran comentario sobre su enorme e increíble inutilidad. Mientras navegaban hacia el norte, había colocado la bolsa de hombre lo más lejos posible de él, que no era tanto, considerando lo pequeño que era el bote.

Se maldijo a sí mismo por lo que pasó en la isla. No podía creer que se había derrumbado cuando sus amigos más lo necesitaban. Primero, fue lo suficientemente tonto como para aceptar dejar solos a Hazel y Frank cuando él y Fiona regresaron al bote y Hazel fue secuestrada. Luego se distrajo conversando con Fiona, olvidándose casi por completo que estaban en una misión, y en cambio deseó poder hablar con ella en la playa por el resto de la noche. Luego, vio a ese ejército marchar al sur y tuvo una especie de ataque de nervios frente a la chica que quizás le gustaba y sus amigos.

¿Fue embarazoso? Si, pero no pudo evitarlo. Cuando vio esos malvados centauros y cíclopes, sintió que la cabeza le iba a explotar. Y el gigante Polibotes... ese gigante le dio una sensación opuesta a la que sintió cuando estaba parado en el océano. La energía de Percy se agotó, dejándolo débil y febril, como sus entrañas hubiesen erosionado.

El té medicinal de Iris había ayudado a que su cuerpo se sintiera mejor, e incluso las bayas de saúco que Fiona había comprado —que eran asquerosas, pero que comió de todos modos porque Fiona las había comprado—, lo ayudaron a sentir mejor, pero su mente aún le dolía. Había escuchado historias sobre amputados que tenían dolores fantasmas donde solían estar los brazos y las piernas que les faltaban. Así es como se sentía su mente, como si sus recuerdos perdidos le dolieran.

Lo peor de todo es que cuánto más al norte iba Percy, más se desvanecían esos recuerdos. Empezó a sentirse mejor en el Campamento Júpiter, recordando nombres y caras al azar. Pero ahora incluso el rostro de Annabeth estaba borroso. En A.V.S.A.I. cuando trató de enviar un mensaje de Iris a Annabeth, Fleecy sacudió la cabeza con tristeza.

—Es como si estuvieras llamando a alguien.—dijo.—Pero olvidaste su número. O alguien está bloqueando la señal. Lo siento, querido. Simplemente no puedo conectarte.

Estaba aterrorizado de no recordar la cara de Annabeth cuando llegara a Alaska. Tal vez se despertaría un día y ni siquiera recordaría su nombre. Lo hizo sentir terrible el no saber todo. Se sentía inútil, estúpido y la peor persona viva. Parpadeando a su derecha, la mirada de Percy se posó en Fiona Midgrass. Su cabello castaño estaba completamente desordenado en su cola de caballo, pero no se había molestado en arreglarlo, ni se había molestado en deshacerse del grano y del trigo que se había quedado atascado en las hebras de su cabello durante la pelea con los karpoi. Sus ojos marrones miraban el agua con cautela, como si esperara que un puño saliera de las olas y la arrastrara hacia abajo. Cuando pensaba que nadie la estaba mirando, sus rasgos eran suaves y gentiles, no como las miradas penetrantes y los ceños fruncidos a los que se había acostumbrado. No podía mentir, bajo el sol de la mañana, se veía realmente hermosa. Esa era la parte por la que se sentía como una persona horrible. Percy no podía sentir esas cosas. No recordaba su pasado, no sabía si alguien lo estaba esperando. No creía que él y Annabeth tuvieran algo, pero, ¿cómo se suponía que iba a saber que no había otra chica preocupada por él, que lo buscaba? No era justo para Fiona, ni era justo para quienquiera que pudiera ser esa persona, si es que esa persona existía. Y, sin embargo, no podía dejar de mirarla.

Percy sabía que estaba nerviosa por algo o que pensando en algo, porque sus dedos jugueteaban con el collar que llevaba puesto, un collar con cuencas negras y un colgante de calavera. Sabía que algo pasaba con eso, porque cuando ella murió esa noche en los juegos de guerra, Hazel inmediatamente revisó su collar. Percy no pudo ver lo que había dentro, pero tenía una terrible sensación de que tenía que ver con su repentina muerte. En un segundo estaba bien y al siguiente, simplemente colapsó, muerta.

Y ahora estaba de vuelta con vida, y todavía luciendo como si acabara de sostener el cielo sobre sus hombros, que era un sentimiento con el que estaba extrañamente familiarizado. Él le había dicho que le recordaba a alguien, a Annabeth, pero no a modo de comparación. No, estaba lejos de eso, pero sabía que Fiona lo había tomado de otra manera, de manera competitiva. Pero no había ninguna competencia, solo vio similitudes en sus personalidades completamente diferentes. (Al menos de lo que recordaba, pensó con amargura). Estaba seguro de que ambas eran increíblemente inteligentes, y ambas luchaban con un arma similar. Ambas eran personas cerradas, pero no podían ser más diferentes. Deseó haber dicho eso en su lugar, pero no, Percy simplemente lo arruinó. Aunque tal vez era lo mejor. Como dijo, no sabía si alguien lo estaba esperando en alguna parte.

Y cuanto más viajaba al norte, menos posibilidades tenía de averiguarlo.

Aún así, tenia que concentrarse en la misión. El ver el ejército enemigo le mostró a lo que se enfrentaban. Era temprano en la mañana del veintiuno de junio, lo que significaba que tenían que llegar a Alaska, encontrar a Tánatos, localizar el estandarte de la legión y regresar el Campamento Júpiter en cuatro días. Mientras tanto, el enemigo solo tenían unos pocos cientos de millas para marchar.

Percy guió el bote a través de las fuertes corrientes de la costa del norte de California. El viento era frío, pero se sentía bien, aclaraba parte de la confusión de su cabeza. Dobló su voluntad para empujar el bote lo más fuerte que pudo y el casco traqueteó mientras el pax se dirigía hacia el norte.

Mientras tanto, Frank y Hazel intercambiaban historias sobre los eventos en A.V.S.A.I. Frank le explicó sobre el vidente ciego Phineas en Portland, y cómo Iris le había dicho que él podría decirles dónde encontrar a Tánatos. No dijo cómo logró matar a las serpientes, pero Percy tenía la sensación de que tenía que ver con la punta rota de su lanza. Fuera lo que fuera lo que había pasado, Frank sonaba más asustado por la lanza que por las serpientes.

Cuando terminó, Hazel le contó a Frank sobre su tiempo con Fleecy.

—Entonces, ¿el mensaje de Iris funcionó?—preguntó Frank.

Hazel le dio una mirada comprensiva a Percy. No mencionó que no pudo comunicarse con Annabeth. Por el rabillo del ojo, vio que Fiona fingía no estar escuchando, pero sabía muy bien que estaba prestando atención a todo.—Pudimos hablar con Reyna.—Hazel dijo.—Se supone que debes lanzar una moneda a un arcoíris y decir: Oh Iris, diosa del arcoíris, por favor acepta mi ofrenda. Excepto que Fleecy lo cambió. Ella nos dijo que era como.... ¿cómo lo llamó? ¿número directo? Así que tuve que decir: Oh, Fleecy, muéstrame a Reyna en el Campamento Júpiter. Me sentí un poco estúpida, pero funcionó. La imagen de Reyna apareció en el arcoíris, como una videollamada bidireccional en los baños. La asustó hasta la saciedad.

—Qué habría pagado para ver eso.—Frank murmuró.—Me refiero a su expresión. No a ella en la bañera.

Fiona tosió para ocultar su risa, y Percy no pudo evitar encontrar linda la forma en que trataba desesperadamente de no reírse.—Sí, bueno.—Fiona se aclaró la garganta y soltó su collar.—Le contamos a Reyna sobre el ejército, pero ella ya lo sabía, como Percy dijo. Sin embargo, no cambia nada, aunque ella está haciendo lo posible para reforzar las defensas. Pero a menos que liberemos la Muerte y regresemos con el águila...

—El campamento no puede enfrentarse a ese ejército.—terminó Frank y Fiona asintió solemnemente.—No sin ayuda.

Después de eso, se sentaron en silencio. Percy seguía pensando en cíclopes y centauros. Pensó en Annabeth, el sátiro Grover y su sueño de construir un gran buque de guerra.

Viniste de alguna parte. Reyna le había dicho.

Percy deseaba poder recordar. Entonces podría pedir ayuda. El Campamento Júpiter no debería tener que luchar solo contra los gigantes. Deben haber aliados por allí. Jugueteó con las cuentas de su collar, la tablilla de probatio de plomo y el anillo de plata que Reyna le había dado. Tal vez en Seattle podría hablar con su hermana Hylla. Ella podría enviar ayuda, asumiendo que no mataría a Percy al verlo.

(Eso podría ser una pequeña complicación).

Después de unas horas de navegación, los ojos de Percy comenzaron a cerrarse. Tenía miedo de desmayarse por el agotamiento si no descansaba. Una orca apareció junto al bote, sorprendiendo a Fiona y Percy entabló una conversación mental con él.

¿Podrías llevarnos al norte, lo más cerca posible de Portland? Percy preguntó.

Como focas. Respondió la orca. ¿Eres foca?

No. Admitió Percy. Sin embargo, tengo mucha carne seca macrobiótica.

La orca se estremeció. Prométeme que no me alimentarás con eso y te llevaré al norte.

De acuerdo.

Pronto, Percy hizo un arnés de cuerda improvisado y lo ató alrededor de la parte superior de la orca. Llegarían más rápido al norte bajo el poder de las orcas.

Fiona debió ver lo cansado que estaba, porque arqueó una ceja y susurró:—Duerme un poco, cara de almeja, no todos los días puedes conseguir que una orca te ayude.

¿Cara de almeja? Percy no tenía la energía para cuestionar sus extraños apodos.

En cambio, decidió simplemente acomodarse para dormir. No estaba seguro de si apoyar la cabeza en el hombro de Fiona haría que ella le diera un puñetazo, pero ella dejó que sucediera, así que lo tomó como señal de que no lo golpearía. Olía a granada, que era un olor extraño, pero a él no le importó. Se quedó de dormido casi de inmediato.

Sus sueños eran tan inconexos y aterradores como siempre.

Primero, se vio a sí mismo en el monte Tamalpais, al norte de San Francisco, luchando en el antiguo bastión de los titanes. Eso no tenia sentido, porque él no había estado con los romanos cuando atacaron, pero lo vio todo claramente: un titán con armadura, Annabeth y otras dos chicas peleando al lado de Percy. Una de las chicas murió en la batalla. Percy se arrodilló sobre ella, observando cómo se disolvía en estrellas.

En segundo lugar, vio el buque de guerra gigante en un dique seco. El mascarón de proa del dragón de bronce brilló de dorado y bronce a la luz de la mañana. El aparejo y el armamento estaban completos, pero algo andaba mal. Una escotilla en la cubierta estaba abierta y salía humo de algún tipo de motor. Un chico con cabello negro y rizado estaba maldiciendo, mucho, mientras golpeaba el motor con una llave inglesa. Otros dos semidioses se agacharon junto a él, observándolo con preocupación. Uno era un adolescente con cabello rubio y corto y La otra era una chica de cabello oscuro y entrecortado.

—¿Te das cuenta de que es el solsticio?—la chica preguntó.—Se supone que debimos irnos hoy.

—¡Lo sé!—el mecánico de cabello rizado golpeó el motor unas cuantas veces más.—Podrían ser los fizzrockets. Podría ser el samophlange. Podría ser Gea jugando con nosotros otra vez. ¡No estoy seguro!

—¿Cuánto tiempo más?—preguntó el chico rubio.

—¿Dos, tres días?

—Puede que no tengan tanto tiempo.—advirtió la chica.

Algo le dijo a Percy que se refería al Campamento Júpiter. El sueño cambió de nuevo y vio a un chico y su perro vagando por las colinas amarillas de California. Pero, a medida que la imagen se hizo más clara, Percy se dio cuenta de que no era un chico, sino un cíclope con pantalones andrajosos y una camisa de franela. El perro era un enorme desorden de pelaje negro, fácilmente tan grande como un rinoceronte. El cíclope llevaba un enorme garrote sobre su hombro, pero Percy no sentía como si fuera un enemigo. Él gritaba el nombre de Percy y lo llamaba... ¿hermano?

—Lo huelo, está lejos.—gimió el cíclope al perro.—¿Por qué está lejos?

¡Roof! el perro ladró y el sueño de Percy cambió de nuevo.

Percy vio una cadena de montañas nevadas, tan altas que atravesaban las nubes. El rostro dormido de Gea apareció en las sombras de las rocas.—Un peón muy valioso.—murmuró con dulzura.—No temas, Percy Jackson ¡Ven al norte! Dos de tus amigos morirán, si, pero te preservaré a ti y a la chica por ahora. Tengo grandes planes para ti.

Se preguntó a cuál de las dos se refería, considerando que estaba en la misión con dos chicas, pero estaba distraído por el valle entre las montañas. Vio un enorme campo de hielo. El borde se hundió en el mar, cientos de pies debajo, con capas de escarcha desmoronándose constantemente en el agua. En la parte superior del campo de hielo, sin embargo, se encontraba un campamento de legiones: murallas, fosos, torres, cuarteles, como el Campamento Júpiter, excepto que tres veces más grande. En el cruce de caminos fuera de los principia, una figura con túnicas oscuras estaba encadenada al hielo. Allí, en la penumbra, estaba sentado un gigante más grande que Polibotes, con piel de oro brillante. Detrás de él se mostraban los estandartes congelados y hechos jirones de una legión romana, incluido una gran águila dorada con las alas extendidas.

—Te esperamos.—retumbó la voz del gigante.—Mientras avanzas a tientas hacia el norte, tratando de encontrarme, mis ejércitos destruirán tus preciosos campamentos, primero los romanos, luego los demás. No puedes ganar, pequeño semidiós.










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Percy se despertó en la fría luz gris del día, casi golpeando a Fiona con la cabeza, quien se apartó justo a tiempo. La lluvia caía sobre su rostro.—Cálmate, Scuttle.

(¿Lo acababa de llamar por la gaviota de la sirenita? ¿Cuántos apodos se le podían ocurrir a esta chica? ¿Y por qué todos lo hacen sentir mejor? Era seguro que si alguien más lo llamara Scuttle se ofendería porque Percy odiaba a ese idiota de la película. Percy no sabía cómo podía recordar eso, ya que ni recordaba quién era su madre o cualquier otra cosa relacionada con Annabeth y ese sátiro llamado Grover).

—Y pensaba que yo dormía profundamente.—Hazel dijo.—Bienvenido a Portland.

Percy parpadeó. La escena a su alrededor era tan diferente a su sueño que no estaba seguro de cuál era real. El bote flotaba en un río de color hierro por el centro de la ciudad. Pesadas nubes colgaban por encima. La lluvia fría era tan ligera que parecía suspendida en el aire. A la izquierda habían almacenes industriales y vías de tren, y a la derecha, una pequeña zona del centro de la ciudad, un grupo de torres de aspecto casi acogedor entre las orillas del río y una línea cubiertas de nieblas.

Percy se frotó los ojos para quitarse el sueño y trató de no concentrarse en cómo Fiona lo miraba con diversión.—¿Cómo llegamos aquí?

Frank le dio una mirada que decía: no vas a creer esto.—La orca nos llevó hasta el río Columbia. Luego pasó el arnés a un par de esturiones de doce pies de largo.

(Bien, Percy pensó por un segundo que se refería a cirujanos y una extraña imagen de doctores gigantes con batas y mascarillas tirando del bote nublaron su mente. Luego se dio cuenta de que Frank se refería a esturiones, como los peces. Se alegró de no haber dicho una tontería, habría sido vergonzoso, ya que era el dijo del dios del ar y todos eso).

—De todos modos.—continuó Frank.—Los esturiones nos condujeron por mucho tiempo. Hazel, Fiona y yo nos turnamos para dormir. Luego llegamos a este río——

—El Willamette.—Hazle dijo.

—Claro.—Frank asintió.—Después de eso, el bote se hizo cargo y nos llevó hasta aquí por sí solo. ¿Dormiste bien?

Mientras el bote se deslizaba hacia el sur, Percy les contó sobre sus sueños. Trató de concentrarse en lo positivo: un boque de guerra podía estar en camino para ayudar el Campamento Júpiter. Un cíclope amistoso y su perro grande lo buscaban. Sin embargo, no mencionó lo que Gea había dicho: dos de tus amigos morirán.

Cuando Percy describió el gigante sobre el hielo, Hazel pareció preocupada.—Así que Alcioneo está en el glaciar.—Eso no lo reduce mucho. Alaska tiene cientos de esos.

Percy asintió.—Tal vez ese tipo, el vidente, pueda decirnos algo.

El bote atracó en el muelle. Los cuatro semidioses contemplaron los edificios del lluvioso centro de Portland. Frank se limpió la lluvia de su cabello liso.—Así que, ahora debemos encontrar a un hombre ciego bajo la lluvia.—dijo.—Hurra.


+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)

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1) esturión y cirujano en inglés son palabras similares: sturgeon + surgeon. por eso percy se confundió y pensó en grandes doctores con batas jaja y no en el pez. el chiste se pierde con la traducción, perodón.
2) si a alguien de aquí le gusta game of thrones/ house of the dragon, quiero que sepan que publiqué un fanfic de aemond targaryen: dragon dynasties, por si quieren ir a darle amor<33.

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