🥀- UNA ROSA ROJA
❁⋆Capítulo XXI⋆❁
❁⋆Una rosa roja⋆❁
Kaylee Felling
Sentir como el mundo se derrumba a tú alrededor es algo por lo que todos alguna vez pasamos, sin embargo no le deseo esa sensación a nadie.
El corazón te cruje y la garganta se te cierra, lo único que deseas hacer es llorar y golpear todo a tu alrededor.
Cuando Aiden se me insinuaba lo veía normal, como un tonto coqueteo. Él era parte de mi familia, era mi hermanastro y nunca iba a pasar esos límites con él.
Pero a él no le importó ni lo más mínimo el hecho de que fuéramos familia. Tal vez seguirle el juego de coqueteo fue mi perdición.
Él tocó mi cuerpo durante todo un año. Solo porque él creía que yo lo deseaba.
Y si en aquel momento me parecía divertido coquetear con él e imaginarme un romance entre hermanos como en los libros, ahora lo aborrezco.
Él se convirtió con el tiempo para mí en un ser inhumano, asqueroso para mí. Tanto así que ni me inmutaba cuando el ponía sus manos en mi cuerpo y besa cada curva de este.
Aún el recuerdo duele, pero duele más imaginar que él está de vuelta y que le ha hecho daño a Lucas.
—Kaylee, cálmate por favor— pide Ryan alternando la vista entre la carretera y yo.
Mi rostro está húmedo por las lágrimas que han corrido, mis manos tiemblan tanto que parece que se mueven solas y mi corazón; mi corazón está tan destrozado por la idea de que le haya pasado algo malo a Lucas que ni siquiera siento su latir.
Necesito llegar a casa.
—Por favor, Ryan. Llévame a casa.— apenas mi voz es audible por los sollozos que salen de mi boca.
—Tranquila, no falta mucho— su voz es suave, pero no lo suficiente para hacerme calmar.
¿Dónde se metió Lucas?, ¿Le hicieron algo?, ¿Lo secuestraron?, ¿Está bien?.
Esas son las preguntas que carromen en mi interior y que no tienen respuesta.
—Ya estámos.
Mi vista está tan nublada, que trastabillo al bajar del coche. Pero el tropezón no me detiene.
La voz de Ryan llamando a lo lejos hace eco en mi cabeza. Y yo solo quiero llegar a mi habitación y llorar para desahogarme.
Aunque mi corazón se niega a creer que algo malo le pasó, mi mente está segura de que a Lucas le han hecho daño.
La imagen de Lucas abandonado en un mugroso callejón, con sangre en su cuerpo, tal como han muerto varios jóvenes y como la televisión lo describe viene a mi mente.
Me niego a creer semejante pensamiento.
El portazo en la entrada principal, pone en alerta a mi madre y a mi padre, quienes estaban charlando con una expresión de preocupación en el rostro.
—Kaylee— los ojos de mi madre recorren mi rostro con preocupación y yo solo hago correr escaleras arriba.
—Cariño— el tacto suave de mi abuela sobre mi brazo me hace sollozar.
Quisiera tanto saber que demonios le sucedió a Lucas, quisiera que aparezca ahora mismo aquí, en casa, diciendo que todo ha sido una broma de mal gusto y que Alana lo ayudó.
Pero la voz de la chica diciendo que él no estaba pone en alerta mi corazón.
—No preguntaré que sucede, pero alguien ha dejado una caja para tí. Está en tú habitación.— Ana seca mis lágrimas y me dedica una mirada muy significativa.
«Si quieres hablar, estaré en mi habitación»
Entro a mi cuarto y cierro con seguro. Encima de mi cama hay una caja de tamaño mediano, forrada en papel color rosa pastel.
Quise abrirlo, pero mi primera reacción es lanzar todos los adornos de mi habitación frustrada y dolida.
No me importa cuán importante son para mi, o cuánto costaría comprar nuevas cosas sabiendo la situación económica actual de mi madre.
Porta retratos, lápices, hojas, libretas, cuadros, jarrones, todo absolutamente todo va hacia el suelo haciéndose añicos.
Estoy estresada, cansada y me siento tan mal que solo quisiera dormir hasta que todo pase.
Mi cuerpo cae al suelo adolorido y no físicamente. El dolor que siento lo llevo dentro.
Escucho la melodía de mi teléfono sonando así que me levanto con la visita nublada.
Todo está regado y encontrar mi teléfono entre tantos objetos rotos y regados se me hace un lío. Pero lo termino encontrando debajo de la cama.
Me arrecuesto a la cama que está toda desatendida, sin importarme los pedazos de vidrio bajo mi cuerpo que se hunde en la piel de mis piernas.
Es Zoe. Una lágrima se desplaza por mi mejilla cuando descuelgo la llamada.
—¿Kaylee?— su voz suena intranquila.
—Zoe— respondo apenas en un susurro.
—Kaylee, ¿Lucas está contigo?— comienzo a sollozar nada más escuchar su nombre y Zoe también lo hace.
—No— el hilo de mi voz hace que la hermana de mi amigo comience a llorar.
Mi teléfono resbala de mis manos y cae en el suelo haciendo saltar algunos cristales que se terminan incrustando en mi brazo.
Ni siquiera me inmuto en sacarlos o hacer algún gesto de dolor.
Me levanto aún con lágrimas en los ojos y perdida, no sé qué hacer o a donde ir.
Miro con atención la vista que me brinda la ventana abierta, el aire fresco que se cuela por la ventana eriza mi vello, las estrellas que ya hacen en el cielo oscuro me brindan paz.
Necesito levantarme, necesito salir de aquí y buscar a Lucas.
Me fijo en el suelo, más específicamente en la caja que estaba encima de la cama hace minutos atrás, está abierta y de ella sale una hoja blanca y alguna otra cosa roja.
Seco mis lágrimas y camino hacía allí con el corazón bombeandome fuerte.
Ding Dong, Ding Dong...
El tiempo pasa rápido querida, y con el los días. Cada vez falta poco para vernos Kaylee Felling.
Por cierto, tú amigo me cae muy bien, pero creo que los besos en tus labios, que son MÍOS están de más. ¿No crees?.
Con ansias te espera... alguien.
No me había dado cuenta pero mis ojos derramaban demasiadas lágrimas y una de mis manos estaba en mi pecho mientras intento controlar mi respiración.
Esto no puede ser cierto, no puede ser real.
Tomo la caja para ver el contenido que hay dentro.
Una rosa roja y el collar de Lucas.
Comienzo a llorar con fuerza al ver la fina cadena a juego con la que él me regaló.
Tomo la rosa por los pétalos, y un líquido rojo mancha mis dedos.
Sangre.
Aparto la caja y tomo la nota guardándola adentro con miedo. Esto debe saberlo la policía, no me pienso callar más cuando mi amigo está en peligro.
Agarro mi teléfono y bajo las escaleras con apuro sintiendo como un líquido baja por la parte de atrás mis piernas. Ni siquiera me detengo a mirar a que se debe.
Llego a la cocina y veo a mi padre bebiendo un café con la mirada perdida.
—Jhon— mi voz suena débil, pero lo suficientemente fuerte para que el me escuche y se gire a verme.
Sus ojos azules me escanean de arriba a abajo pasando por la preocupación y el miedo.
—Dios, Kaylee, estás sangrando.— se levanta bruscamente haciendo que la silla caiga al suelo con un golpe seco.
—Estoy bien, pero necesito que me lleves a la estación de policía— siento mis ojos picar por las lágrimas pero no las derramo.
—B-bien— mira mis brazos con atención y yo dirijo la mirada a donde mismo.
Tengo muchísimos trozos de cristal enterrados en la piel de la cuál brota muchísima sangre.
Camino hasta un auto negro que asumo que es de mi padre y él me sigue de cerca pero en silencio.
Al sentarme siento millones de punzadas de dolor en mis pies, así que imagino que se debe a los trozos de vidrios.
Mi padre arranca el coche sin decir ni una palabra y lo agradezco. Tomo mi móvil y marco el número de Zoe con mis dedos ensangrentados.
—Zoe, escúchame— del otro lado de la línea siento su respiración inrregular, y imaginarmela llorando hace que quiera llorar— Necesito que vayas con tús padres a la estación de policía, tengo algo que tal vez pueda ayudar.
—Kaylee han dicho que hasta que no pasen las 24 horas no lo podemos reportar como desaparecido.
—Zoe, solo vayan a la estación de policía.
Cuelgo la llamada y cierro los ojos. Esta sensación duele mucho.
···
Mi papá aparca el auto, y enseguida los dos corremos hacia dentro del lugar ganándonos algunas miradas de desconfianza.
Dentro de la estación huele a café, y el murmullo de las personas hace que quiera salir de inmediato de aquí.
En una de las sillas de espera está Zoe junto a sus padres así que sin mucho preámbulo me dirijo ahí.
Sus ojos están hinchados y rojos, al igual que los de su madre, tiene la vista perdida y empañada por las lágrimas.
Mi corazón duele al verla así.
—Kaylee— su voz suena con alivio, y enseguida sus brazos me reciben en un abrazo.
Zoe, siempre que abraza a alguien desprende un aura de felicidad y tranquilidad, porque eso derrocha ella, felicidad. Pero hoy no, sus brazos se aferran a mi cuerpo con dolor y sus sollozos hieren aún más mi corazón.
—Tranquila— intento calmarla aún cuando yo también sufro igual que ella.
—Kaylee, ¿Por qué mi hermano no aparece?— sus lágrimas empañan mi vestido, pero me niego a soltarla o derramar alguna lágrima.
Me separo de ella y puedo ver como sus ojos me escanean asustados.
—Estoy bien— le digo respondiendo a la pregunta que se comenzaba a formar en su cabeza.
—N-no, no lo estás— Zoe limpia sus lágrimas y me mira preocupada —estás sangrando, y-y tienes vidrios en tus brazos y piernas.
Le resto importancia y camino al mostrador donde se encuentra un oficial organizando unos papeles con apuro.
—Disculpe...
· — · — ❁ — · — ·
Después de entregar la caja con algunas pruebas me trajeron a una sala de interrogatorio.
La habitación está oscura y aún lado de la pared se encuentra un cristal, como esos que se ven en las películas.
Me pregunto quién me estará mirando desde el otro lado.
—Kaylee Milton— el sonido de una libreta chocando con la mesa me sobresalta.
Frente mío se encuentra un hombre que ronda más o menos los cuarenta años, de cabello canoso y ojos grises. Toma asiento en la silla y me mira como si intentara descifrar algo.
Tengo miedo, es imposible negarlo y mis manos temblorosas lo demuestran.
—¿Quieres contarme cómo desapareció, Lucas?— el hombre se inclina hacia delante dispuesto a escuchar mi versión.
—Y-yo no lo sé —respondo con la voz temblorosa.
—¿Viste o escuchaste algo?— sus ojos examinan mi rostro.
Siento que este hombre puede ver hasta mis pecados.
—E-en la feria— tomo una respiración para calmarme. Así hasta el papa sospecharía de mi.— cuando iba rumbo a casa lo llamé porque tenía que hablar con él, y-y— siento como las lágrimas regresan a mi— cuando contestó sentí como su teléfono cayó al suelo y la llamada se cortó sin dejarme escuchar nada más.
—¿Qué tenías que hablar con él?— responde después de apuntar algo en su libreta.
—U-na cosa que me estaba pasando.
—¿Qué cosa?— presiona y mis lágrimas comienzan a brotar sin control.
—Mis sentimientos hacia él, y-yo tenía que hablar sobre lo que siento— sollozo al recordar nuestro beso.
—¿Sabes de quién es la cadena que estaba en la caja?— instintivamente llevo mi mano a mi cadena, y el recuerdo de la noche cuando me la regaló llega a mi mente.
—Es de él. Es de Lucas.
Seco mis lágrimas con el dorso de mi mano y un calambre de dolor se expande por mi brazo.
Debo sacar los cristales en cuanto llegue a casa.
—¿Qué te pasó en el brazo?— inquiere mirando con atención la sangre seca.
—Un accidente, estaba triste por Lucas, aventé algunas cosas de mi habitación y algunas se enteraron en mi piel— le resto importancia y bebo un poco del agua que hay en la botella que me dieron al entrar.
—¿Sabes quién pudo haber mandado esa caja?— mis ojos viajan a los suyos.
Siento como él examina cada parte de mi, y yo solo tengo miedo a que la bestia regrese.
Asiento lentamente y comienzo a llorar. Si hablo de él tendría que hablar de mi. Y no quiero.
No quiero que me dañe otra vez.
—¿Puedes decirme su nombre?
Las lágrimas que salen de mis ojos queman. Queman así como la vez que él me tocó. Queman demasiado al recordar la herida que aún no ha sanado.
—Aiden. Aiden Milton.
El oficial parece confundido pero asiente y escribe algo en su cuaderno.
—¿Es tú hermano?— pregunta con una ceja enarcada y yo solo quiero salir de aquí.
—Por favor no quiero hablar de él, no quiero hablar más.— esto duele. No quiero recordarlo— Puede preguntarle a mi papá, pero por favor no más.
El hombre asiente y me deja marcharme pidiéndome que llamara a mi padre.
Ya estando afuera, pasa mi padre y yo solo me siento a esperar con el corazón partido.
Zoe no está cerca, solo están sus padres y a una chica que reconozco como Alana, así que me dedico a llorar con los ojos cerrados y en silencio.
—Lo quieres, ¿no es cierto?— pregunta una voz suave a mi lado después de unos minutos.
Abro los ojos y miro hacia mi lado encontrándome con unos ojos color miel que brillan y no de felicidad.
—Más de lo que te imaginas— respondo y entonces la imagen suya y mía bailando me hace esbozar una sonrisa.
—Él también.
Me pregunto si ella sabrá que Lucas estaba enamorado de mí. Quise preguntarle cómo se conocieron, pero con la llegada del oficial, mi padre y Zoe mi cabeza se enfoca solamente en encontrar a Lucas.
Los ojos grises del hombre que me estuvo interrogando minutos atrás pasa por todos los presentes, deteniéndose en mi y sonriéndome con pena o lástima, algo que no pude descifrar.
Mi vista va a mi padre quién tiene la cabeza gacha.
Le contó.
—Todo indica que Lucas Reis, ha sido secuestrado.
El grito desgarrador de la madre de Lucas me hace cerrar los ojos con fuerza.
Mis ojos se empañan y solo puedo ver los ojos azules de mi padre, a quién corro para abrazar.
—¿Quién? ¡¿Quién secuestró a mi hijo?!— grita la mujer desolada.
Me aferro más al cuerpo de mi padre buscando fuerzas, porque sé que esto es mi culpa.
—No estamos seguros, pero creemos que es alguien que está obsesionado con...Kaylee Felling.
⋆———❁———⋆
Nota corta:
Y bueno... así acaba el capítulo de hoy preciosuras.
¡Nos vemos el próximo jueves! Por cierto, el próximo capítulo no lo va a estar narrando Kaylee, sinó nuestro Luquitas.
No olviden cuídarse muchísimo, comer sano, hidratarse, hacer ejercicio, sacar a esas personitas que no aportan nada sano a sus vidas y dormir 8 horitas. Solo para que ninguna hadita fallezca 🌸.
—᭢ꪗ🌸
Si te gustó el capítulo no olvides darle a la estrellita ☆ eso me ánima a seguir con la historia ❤️.
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