🥀- UNA CÁMARA, UN REGALO.
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❁⋆Capítulo: X⋆❁
❁⋆Una cámara, un regalo⋆❁
Kaylee Felling
Por un segundo sentí que mi corazón salía de mi cuerpo, ¿Por qué ese desconocido me mandaba mensajes? ¿Son amenazas?, ¿Que mierda está pasando?.
Suspiro con lágrimas en los ojos y bajo a la cocina por un vaso de agua.
—¿Despierta a esta hora?, ¿no ibas a dormir—pregunta mi madre mientras lava algunos platos.
No sé si sea necesario contarle esto a mamá, no quiero que se preocupe, además que pueden ser ideas mías.
—Si, pero bajé por un vaso de agua—camino hasta el refrigerador y saco la jarra de agua para luego verter el líquido en un vaso de cristal.
—¿Nena, hoy tomaste tus medicinas?—pregunta mi madre de repente.
Creo que ya bastante tengo con decirle mentiras sobre el mensaje, no seria correcto que le mienta sobre esto.
—No, se me olvidaron—bajo la cabeza. Se lo que me espera.
—Kaylee, ¡¿Qué te sucede?!, ¡sabes bien que no puedes dejar de tomar tu medicación, te van a aumentar más la docis o incluso te pueden volver a internar!, ¡¿Es qué no piensas?!—grita mi madre, no tan alto, pero si lo suficiente para que yo la escuche demasiado bien.
—Disculpa mamá—digo aún con la cabeza gacha.
—Disculpame tú a mi cariño por haberte gritado, no debo de ser tan dura contigo. Pero no puedes dejar de tomar las pastillas, sabes bien que este es un tratamiento que dura tres meses para luego comenzar con uno menos fuerte, hasta que te retiren la medicación por completo, pero debes de poner de tú parte también ¿Está bien?—levanta mi rostro, limpia las lágrimas que abandonaron mis ojos y luego deja un suave beso en cada una de mis mejillas.
—Te lo prometo mamá.
—Bien cariño, ahora vete a descansar.
Subo a mi habitación un poco más animada, aunque de mi mente aún no se borra ese mensaje. Decidida agarro mi móvil y bloqueo al número desconocido. Me acuesto en la cama conciliando el sueño por fin.
· - · - ❁ - · - ·
Me levanta el pitido de la alarma que lleva sonando unos diez minutos por lo menos, al fin viernes.
Me levanto de la cama con mucha pereza y bajo para desayunar. Me imagino que debo parecer un zombie o algún bicho raro que mi abuela me miró con los ojos bien abiertos y mi madre con una expresión de gracia en el rostro.
—Buenos días—saluda mi abuela al yo sentarme en la mesa.
—Buenos días abuela—tomo una de las tostadas que están en el plato y me la llevo a la boca.
—Hoy no vas a la escuela—dice mi madre tomando una taza de café mientras revisa las noticias en su celular.
—¿Por qué?—pregunto mirándola mientras tomo un poco de leche.
—Hoy tienes cita con el psiquiatra.
—¿A que hora?—pregunto de mal humor.
—Dejame ver...—mira algo en su teléfono con atención—a las diez, así que ve a arreglarte.
—Mamá es temprano, apenas son las siete de la mañana—le digo haciendo un puchero.
—Siete y cuarto, vete a arreglar Kaylee—me levanto de mala gana de la silla y subo a mi habitación.
No entiendo para que otra vez un psiquiatra, si ya con una psicóloga es suficiente, además ¿En que se diferencian?
Me doy una ducha y luego comienzo a vestirme. Como voy a una consulta me pongo un vestido color amarillo pastel con unos zapatos blancos, la cadenita que mi abuela me regaló y de peinado me hago una trenza con dos broches de perlas.
Ya he ido otras veces al psiquiatra, incluso mi psiquiatra anterior fue el que me recetó las medicinas: Sertralina (Zoloft) y Paroxetina (Paxil) para el trastorno de estrés postraumático y como también sufrí trastorno del sueño comencé a tomar los antihistamínicos Doxilamina (Dormidina) y Difenhidramina (Soñador), me llevaba muy bien con él, de hecho fue con el primer hombre que hablé después de lo que me pasó.
Dante es uno de los grandes y mejores psiquiatras que tiene Forgam, en especial en la región de Solstice, ahí donde el Sol se ve perfectamente cuando se oculta. Lastimosamente Dante tuvo que regresar Solstice por un problema familiar, y cuando me internaron en la clínica de rehabilitación S.F.A perdí todo tipo de contacto con él.
Mamá es la que me lleva al psiquiatra, aunque nunca lo hace, hoy lo decidió hacer, supongo que es porque es un nuevo psiquiatra.
···
—Mamá estoy nerviosa —le digo a mi madre al bajar del auto.
—Bueno cariño, es normal, también te pasó la primera vez con la psicóloga, ¿recuerdas?—me da varias palamaditas en la espalda y me anima a caminar hacias las nuevas oficinas de atención de trastornos y afecciones de la mente.
Camino junto con mi madre por el pasillo de la entrada hasta llegar al mostrador.
—Buen día, ¿la puedo ayudar en algo?—pregunta una señora mayor con el cabello blanco por las canas recojido en un perfecto moño.
—Buenos días, vengo porque mi hija tiene una cita con el psiquiatra—dice mi madre muy amable.
—Claro, ¿me puede decir con que doctor?—pregunta la señora buscando algo en la computadora.
—Con el doctor Mashedt—responde mi madre y yo la miro confundida.
—¿Mashedt?—hace dos años que no escucho ese apellido.
—Si.
La señora del mostrador nos indica el camino hacia la oficina del Dc. Mashedt y camino con ella hacia su oficina. Al llegar y ver la puerta los pies me tiemblan, miro a mi madre en busca de apoyo y ella me da un asentimiento, eso me bastó para abrir la puerta y entrar.
Me adentro en la habitación y me sorprende que esté pintado con paredes grises y moradas, mayormente está pintado de blanco o colores claros. Observo el escritorio y veo una silueta masculina en una silla.
—¿Hola?—al doctor escuchar mi voz gira la silla para verme.
—¿Kaylee?—pregunta con su suave voz pero firme y ronca.
—¡Dante!—corro hasta él y lo abrazo sin pensar—sabía que eras tú en cuanto escuché ese apellido.
—¿Como estás vainillita?—pregunta al separarse de mi mientras sonríe.
—¿Por qué me sigues diciéndo vainillita?—pregunto secando las lágrimas de felicidad que salieron de mis ojos.
—Porque aún sigues oliendo a vainilla—me da un beso en la frente y me invita a sentarme en un sofá.
—¿Que tal estás?, ¿Cómo te está yendo?—pregunto emocionada.
—Despacio, despacio, estamos aquí para hablar de ti, si quieres nos podemos ver después del trabajo para charlar, pero primero es tú salud—me da un toque en la nariz y luego saca un blog de notas.
—Pero yo quiero saber que ha pasado contigo—hago un mohín. Dante me da un beso en la mejilla y yo sonrío.
Dante es como el hermano que nunca tuve, desde que lo conocí me hizo reír, es la mejor persona del mundo y la más atenta también, ha sido un gran mejor amigo en el año que estuvo conmigo. A pesar de qué los psiquiatras y psicólogos no pueden tener una relación cercana con los pacientes fuera de la consulta Dante infringió esas reglas.
—A ver empecemos, ya nos conocemos muy bien pero quiero empezar desde cero, como tú nuevo psiquiatra—toma una respiración y me observa atentamente—Nuestro primer encuentro será una conversación profunda que durará entre treinta y cuarenta y cinco minutos. Es una oportunidad para que yo entienda lo que sientes y lo que esperas obtener de la terapia, también es una oportunidad para que veas si te sientes cómoda conmigo como tú psiquiatra—habla con formalidad, como la primera vez que conversamos al yo entrar a su oficina.
—Está bien, me siento cómoda—hablo como si fuera la primera vez que lo veo.
—Muy bien, ¿Me quieres contar sobre tú historia clínica o prefieres que la pida?—pregunta con suma atención.
Me quedo mirando sus claros ojos cafés, su cabello marrón su mandíbula bien formada, la poca barba, a pesar de sus 27 años se ve perfectamente bien.
—Yo te la puedo contar. Hace tres años después de un hecho que me sucedió del cuál no me siento cómoda de hablar, comencé a experimentar malas situaciones, le tenía miedo al tacto humano, no podía dormir ni comer, pensaba siempre en lo que me sucedió o cualquier hecho parecido me afectaba, no quería hacer nada y también comencé a tener cambios de actitud—los ojos se me humedecieron al recordar por todas las etapas que pasé por su culpa—entonces me diagnosticaron con seis trastornos, Ansiedad, Depresión, Trastorno de la conducta, Trastorno de estrés postraumático, Trastorno del sueño y Trastorno alimenticio, también intenté suicidarme varias veces pero no lo conseguí.
Dante me miraba un poco dolido y con los ojos cristalizados, toma una respiración y me sonríe.
—¿Quieres decirme tus síntomas actuales?—pregunta con una sonrísa cargada de protección.
—Muchas veces no puedo dormir, y hay recuerdos que me vienen a la mente...
· - · - ❁ - · - ·
Pasé 45 minutos hablando con Dante de mis síntomas, mi medicación, por lo cual me regañó porque no estaba siendo responsable y ahora debo tomarla dos veces al día, y otras cosas que preguntan los psiquiatras.
Después de salir de la consulta quedé con Dante de salir a caminar por ahí por la tarde, ahora voy de camino a la clínica veterinaria para ver a Nixie desde ayer no la veo y quiero saber como está, si hay alguna novedad sobre su recuperación.
—Hola, vengo a ver a mi gata Nixie—le digo a la enfermera detrás de el mostrador.
—Claro, por favor venga conmigo—la chica me indica que la siga por unos de los pasillos y lo hago.
Caminamos unos metros y llegamos a una habitación bastante amplia donde hay varios asientos y una camilla.
—Espere aquí, por favor—me dice la enfermera señalando la silla a mi lado, me siento inquieta en la silla y la chica se retira.
—Buenos días señorita Felling—saluda el doctor Brug, el padre de Harry.
—Buenos días doctor, ¿Cómo está Nixie?—pregunto un poco preocupada al ver que no la trae consigo.
—Tranquila, Nixie está como nueva, solo vengo a decirte que ya debes ir comprando las cosas necesarias, porque si Nixie sigue como va, ya mañana te puedes llevar a Nixie.
—¡¿En serio?!—el doctor me sonríe y lo abrazo como si lo conociera desde siempre—¡Muchas gracias!.
—No hay de qué, me retiro.
El doctor sale de la habitación y minutos después entra una enfermera con Nixie en sus brazos.
—¡Nixie!—exclamo contenta al verla, la enfermera me la tiende y yo la tomo en mis brazos—Estás hermosa—masajeo su cabecita, su cuerpo y su nariz y ella se queda muy tranquila.
Paso una hora con Nixie poniéndome al corriente de cada cosa que debo comprar, después de visitarla compro las cosas necesarias para su uso:
Un arenero y arena para gatos, una camita de colchoneta, un rascador en forma de árbol, comederos y bebederos altos para que le sea más cómodo, juguetes, un transportín bastante espacioso, cepillos y productos de aseos. Si no le gusta después lo cambiaré, gastaré más dinero pero no me importa en lo absoluto.
Camino a casa con todos los objetos mientras escucho la canción de Adele "Set Fire To The Rain" cuando recibo un mensaje.
Número desconocido:
¿Te has comprado un gato?
El corazón se me empieza a acelerar, ¿Cómo sabe que tengo un gato?. Observo a mi alrededor pero todo está normal, personas caminando, riendo, charlando todo normal ¿Pero como es posible?, además, yo lo había bloqueado, como a conseguido volver a escribir. Tomo una fuerte respiración para calmarme y continuó el camino a casa sin dejar de mirar a mis espaldas.
—¿Qué es todo eso cariño?—pregunta mi abuela al verme entrar con las cosas para Nixie.
—Son cosas necesarias para la nueva integrante de la familia—le digo contenta.
—¿Nueva integrante? ¿Quién?—pregunta dejando la taza de té en la mesita.
—Nixie, una gatita, mañana la vas a conocer.
—¡Vaya! ¡Al fin alguien que me va a hacer compañía!, voy a la tienda de María para comprar su comida—agarra el pequeño monedero de la cómoda en la entrada, sus llaves y sale muy contenta.
—Bueno, por lo menos no seré la única—sonrío y me dispongo a poner cada cosa en su lugar.
Dejo el comedero y el bebedero en un lado de la cocina, el arenero en un pequeño rincón de la sala, los juguetes, el transportín, el rascador y la cama las acomodo en mi habitación.
Después de acabar me doy un baño en la tina para relajarme, salgo y me visto con unos jeans color celeste, un suéter con el cuello en forma de V de color crema y unos tenis blancos. Para el cabello me hago un moño despreocupado.
Observo mi reflejo en el espejo y no está nada mal, además no es que vaya a una cita es solo salir con un amigo. Agarro mi móvil y tengo varias notificaciones. Tengo un nuevo seguidor en Instagram, una propuesta de amistad en Facebook, varias notificaciones de Shein y dos mensajes de dos chat's en WhatsApp. Uno es de Camille diciendo que me extraña y otro de Dante que ya casi llega, aprovecho que no estoy haciendo nada y le envío un mensaje a Harry avisandole que mañana podemos ir a recoger a nuestra hija.
Ojalá y fuera cierto.
Bajo a la sala cuando siento que mi abuela entra a la casa.
—¿No que solo ibas a comprar la comida para Nixie?—pregunto al verla con una caja en la mano.
—¿Quién es Nixie?—pregunta mi abuela confundida.
—La gata abuela, ¿Quién más?—le digo mientras camino a ayudarla.
—Ah, y eso hice—me dice con obviedad.
—¿Y esa caja?—señalo la caja en sus manos.
—Esto es para ti—me la extiende y luego camina a la cocina.
—¿Y esto?—pregunto detrás de ella.
—Me lo dió un chico muy guapo, me dijo qué era para ti, y también me dijo que lo perdones—menciona mientras guarda las cajas de comida para gatos.
—¿No sabes como se llama?.
—¡Que no pesada! ¡Ya ábrelo y deja de preguntar!—habla mi abuela sin paciencia.
—Ya voy, ya voy—miro el logo de la caja y es una de una buena marca el regalo. Quito la tapa de la caja, el envoltorio y algunas esponjitas. Los ojos se me iluminan al ver el hermoso regalo.
—¡¿Qué cosa es?!—pregunta mi abuela al ver mi reacción.
Es exactamente la misma cámara que ví en la tienda ayer, cuando salí con Ryan al centro comercial. Pero como ha llegado esta cámara aquí, ¿Quién me la compró?, yo no le conté nada de nada a Ryan sobre la cámara.
Tomo la cámara en mis manos y lloro, lloro como una niña que la han complacido con el juguete que más quería. Hace mucho tiempo que no lograba tocar una cámara, ni nunca había intentado volver a comprar una, no quería revivir malos momentos,... pero ahora si lo quiero.
Quito la tapa que cubre el lente y ajusto la distancia para tomarle una foto a mi abuela, lloro al ver lo hermosa que se ve a través del lente, aún más hermosa.
—Está hermosa cariño—dice mi abuela al yo mostrarle la imagen—pero no llores—habla mientras limpia mis lágrimas.
—Es que hace mucho tiempo que no toco una cámara—abrazo a mi abuela y luego le digo que tengo que marcharme.
Salgo de la casa muy contenta con la cámara y camino al auto de Dante, al casi llegar un mensaje hace que me detenga
Número desconocido:
Bonito outfit
⋆---❁---⋆
Nota corta:
La persona de los mensajes ya me tiene aburrida, ¿No creen qué ya debería cambiar la manera de comunicarse con ella? Tal vez ¿Presentándose?👀
Dejen sus opiniones, críticas, sugerencias y hechos conspirativos aquí.
No olviden cuídarse muchísimo, comer sano, hidratarse, hacer ejercicio, sacar a esas personitas que no aportan nada sano a sus vidas y dormir 8 horitas. Solo para que ninguna hadita fallezca 🌸.
—᭢ꪗ🌸
Si te gustó el capítulo no olvides darle a la estrellita ☆ eso me ánima a seguir con la historia ❤️.
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